Apoyar y fortalecer el alzamiento contra el abuso sexual


1. El torrente de indignación y denuncia del acoso y el abuso sexual que comienza a cobrar fuerzas en México es justo, absolutamente necesario y muy bienvenido. El reciente aluvión de denuncias en las cuentas de #MeToo México sacó a relucir el terrible hecho de que en esta sociedad caracterizada por la supremacía masculina, el acoso y el abuso sexual son muy generalizados. Aquí e internacionalmente crece la furia de mujeres en contra de las relaciones y las ideas patriarcales, las instituciones y autoridades que encubren a los victimarios y criminalizan a las víctimas, y la asquerosa cultura dominante, que inculca el machismo y el desprecio a las mujeres. Esta indignación social es abrumadoramente positiva: rompe el silencio; desenmascara la fábula misógina de que las mujeres son las culpables de la brutalidad que sufren; alienta el rechazo a la dominación masculina; y desafía la cultura machista. Estas exigencias de parar el hostigamiento y abuso sexual crean un ambiente mucho más favorable para luchar por la emancipación de las mujeres y de la humanidad en general.

2. Parte de la importancia de esta ola de denuncias largamente suprimidas es que representa el actuar de las mujeres independiente del Estado y demás instituciones que de hecho mantienen y refuerzan todos los días la supremacía masculina. Como en todo caso cuando la gente oprimida comienza a levantarse contra su opresión, habrá errores secundarios que los defensores de la opresión utilizan para tratar de desprestigiar al movimiento. No cabe duda de que la gran mayoría de las denuncias de acoso son justas y acertadas y representan una condena contundente de la sociedad patriarcal en que vivimos. A la vez, también puede haber algunas acusaciones erróneas o exageradas. Dado el caso, las deficiencias y errores de este auge deben ser criticados, pero con base en la verdad y de manera que contribuya a fortalecer su carácter principalmente muy positivo. No se puede dejar que las deficiencias de una u otra denuncia ni los errores de uno u otro individuo obscurezcan la importancia y la justeza de este movimiento en su conjunto. Hay que apoyar y alentar la indignación, y abordar las acusaciones particulares a base de una evaluación científica de las evidencias, lo que sobre todo es importante al denunciar actos criminales. Hay que escuchar la voz de las mujeres ultrajadas y denunciar la hipocresía del Estado y otras instituciones que suelen callar y culpar a las víctimas, dejando libres a los violadores, golpeadores y asesinos de mujeres. Sin embargo, al luchar por la justicia, no se puede prescindir de toda investigación de los hechos. Insistir en creer toda acusación con base solamente en el género de la persona que la haga en vez de basarse en evidencias es erróneo y niega la necesidad de conocer la verdad, es decir, lo que realmente pasó. Lo que está en juego aquí no es solo el derecho del acusado a defenderse, sino también la integridad y la justeza del movimiento.
                                                                      
3. El suicidio de Armando Vega Gil, músico y escritor crítico y progresista, después de una acusación de acoso, es una tragedia que quisiéramos que no hubiera pasado. En el debate que surgió a raíz de este lamentable suceso, se han expresado varias conclusiones que a nuestro juicio son equivocadas. Por ejemplo, no se debe rechazar toda denuncia “anónima”. El peligro de represalias graves es real en muchos casos y el valor de una denuncia no depende de que se divulgue la identidad de quién la hizo, sino de la veracidad o no de su contenido. Parece bien el procedimiento que ha explicado MeToo Escritores Mexicanos y Periodistas Unidas Mexicanas (PUM): subir denuncias confidenciales, no anónimas; las personas responsables de la página conocen la identidad de la persona que denuncia, y por lo general, también evidencias adicionales para documentarla. Por otra parte, las expresiones de revanchismo y odio que aparecieron en las redes por parte de algunos individuos, tanto en contra de #MeTooMúsicosMexicanos como en contra de Armando Vega Gil, son erróneas y muy perjudiciales para esta lucha. Se necesita otra moral muy distinta al cinismo, el odio y la venganza personal que caracterizan esta sociedad capitalista. Nuestro propósito no es ni debe ser la venganza personal sino el de desencadenar la furia de las mujeres y unir a todos los que odian esta opresión para luchar en contra del sistema y las fuerzas que defienden y mantienen el patriarcado, con las miras en emancipar a las mujeres y a toda la humanidad.

4. ¿Contra qué tenemos que luchar y qué cambio necesitamos si realmente queremos ponerle fin a todo este sufrimiento y crueldad? El acoso y el abuso sexual son endémicos en todo el mundo y toda mujer (y toda persona LGBT) tiene sus propios relatos “MeToo”. El auge de lucha contra todo esto internacionalmente en años recientes ilustra contundentemente que no es fundamentalmente un problema personal sino un problema social profundo que exige una solución social radical. Más allá de la experiencia directa de cada persona, toda expresión de la supremacía masculina hiere, degrada, humilla y deshumaniza a todas las mujeres; y tras cada agravio o agresión machista, están las relaciones sociales, la ideología y la cultura del patriarcado, defendidas y reproducidas por las instituciones y autoridades de un sistema que no puede ni busca eliminar la dominación masculina y el sometimiento de las mujeres. Por eso el Ministerio Público, los tribunales, la policía y otras instituciones protegen y encubren a los acosadores y abusadores, como relatan algunas de las denuncias en las cuentas de #MeToo. Por otra parte, se ha documentado como las mismas fuerzas armadas y policías violan y torturan a las mujeres, y desaparecen y matan a la gente en general.

No podemos confiar en las estructuras del Poder para hacer justicia, ni depender de ellas para luchar por erradicar esta opresión. No debemos aceptar los consejos de “pasar de la indignación social frente a un fenómeno real, de acoso y de hostigamiento sexual, a la acción institucional” (como señaló el coordinador de asuntos jurídicos de Inmujeres). En algunos casos graves se debe dar la batalla también en los tribunales, pero lo más importante es ampliar y extender la indignación social, no solo en las redes sociales sino también en las calles, las escuelas, etc., y mantener la independencia de esta lucha de las estructuras del Poder, que solo buscan domar y finalmente desmantelarla.

5. En todas partes se desarrolla una aguda contienda sobre la posición y el papel de las mujeres en la sociedad. La asoladora “modernización” bajo el sistema capitalista-imperialista que domina el mundo ha incorporado a las mujeres en el trabajo y la “vida pública”, a la vez que refuerza el patriarcado, la misoginia, la maternidad forzada, la carga esclavizadora de criar a los hijos y atender a la familia, y la violencia machista. Desde hace  unos diez mil años surgió la familia patriarcal y la dominación de los hombres a las mujeres, que ha sido completamente entretejido con la división de la sociedad en clases. Aunque ha cambiado algunas de las formas, el actual sistema capitalista no puede eliminar esta opresión. A la vez que aprueban leyes inoperantes para “una vida libre de violencia” para las mujeres, siguen en ascenso los feminicidios, se agudiza el antagonismo fundamental entre las mujeres y las estructuras, relaciones, ideas y agresiones de la dominación masculina. Solo la revolución más radical—una revolución guiada por la teoría del Nuevo Comunismo—podrá tumbar este sistema y finalmente eliminar toda forma de opresión de las mujeres, como parte central de eliminar toda forma de opresión y explotación y crear finalmente un nuevo mundo, sin divisiones de clase. Esta revolución es un camino muy difícil, pero es el único que puede llevar a la emancipación de las mujeres y de toda la humanidad. Se necesita apoyar y fortalecer la lucha contra todas las injusticias y agresiones contra las mujeres, forjar la iniciativa de Fin al Patriarcado y la Guerra Contra las Mujeres, y desatar la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para la revolución.

Aurora Roja, voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México
auroraroja.mx@gmail.com                                        aurora-roja.blogspot.com

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