Violación, violación en grupo, violación en zonas de conflicto, violación en la cárcel, violación por parte de fami-liares, palizas a esposas, asesinatos de hijas, vivir aterrorizada, ácido, lapidación, refugios para mujeres en peli-gro, mutilación genital, virginidad, crímenes de honor, vaginas desgarradas, acoso en la calle, horas inseguras, lugares inseguros, tráfico sexual, prostitución, violencia doméstica, violencia social, acoso sexual en el trabajo, difamación, desprestigio por internet, pornografía, hiyab, burka, honor, vergüenza, discriminación…
Estas palabras cargadas de violencia, odio, denigración y total crueldad reflejan una parte de la condición social de la mujer. Estas secuencias de violencia, desdén y crueldad se pueden contar como parte de las “condi-ciones de trabajo y accidentes de trabajo” de este sector trabajador y laborioso de la sociedad que realiza dos terceras partes del trabajo del mundo, recibe diez por ciento de sus recursos y tiene sólo el uno por ciento de la propiedad.
Podríamos preguntarnos: ¿cuál de los sectores sociales en la historia de la humanidad ha sido violado tan despiadadamente y controlado por sus amos, sus señores y sus jefes de manera tan sistemática y omnímoda? ¿Cuál: los esclavos, los campesinos, los obreros? ¿Cuál de esas clases sociales trabajadoras ha sido atribulada con una escala tan grande de “accidentes de trabajo”, denigración y odio personal y social como las mujeres? ¿Cuál ha estado bajo similar opresión individual y social como las mujeres? ¿A cuál de ellos se le ha criminaliza-do y asignado castigos como a las mujeres en los libros religiosos, las leyes y en los dichos vulgares de la gente y la poesía de los poetas? Dígannos: ¿contra cuál sector de la sociedad se siembra tal volumen de odio en la prédica religiosa, en las canciones, en los juegos de internet y en los libros? ¿Contra quiénes hay una similar jerga cruel y denigrante en la cultura dominante y “normal”? ¿Acaso se han oído disposiciones religiosas como: azota a tu marido si él no obedece, mátalo si enloda el honor de la familia, enciérralo si se rebela, quítale los hijos si pide el divorcio, controla su comportamiento social ya que puede corromper la sociedad, etc.?
¡Ya basta! Se acabó el tiempo de solo publicar estadísticas y quejas. No es suficiente con repetir que:
- El 70% de las mujeres en el mundo son víctimas de violación y violencia, la mayoría por sus familiares.
- La violencia de género cobra más vidas de mujeres entre 15 y 40 años que la guerra, los accidentes de tránsito, el cáncer y la malaria juntos.
- Cada año son traficadas 800.000 personas, la mayoría mujeres.
- Cada año 3.000.000 niñas en África están en riesgo de mutilación genital.
Y hay más…
¡Es hora de actuar! ¡Es hora de rebelarse!
Para rebelarnos tenemos que conocer a nuestros enemigos: no importa la forma en que se disfracen ni si son enemigos locales o a nivel mundial. Por ejemplo en Irán el principal enemigo de la liberación de la mujer es el Estado de la República Islámica que estableció y consolidó una reaccionaria teocracia pisoteando en todos los aspectos la humanidad y los derechos de la mujer. Pero las potencias imperialistas también son nuestros enemigos. Han lanzado una incesante campaña de masacres, tortura y destrucción en el Medio Oriente bajo las engañosas máscaras de “libertad” y “democracia”. ¡Dondequiera que han puesto su bota han creado otra “República islámica”!
Necesitamos unirnos a nivel mundial: desde Asia y África hasta Europa, Latinoamérica y Norteamérica. Nuestra rebelión tiene que ser una rebelión mundial porque todos estamos bajo la opresión de un mismo sis-tema patriarcal capitalista. O todos logramos la emancipación, o nadie la logra. La liberación de la mujer es una liberación mundial.
Para rebelarnos necesitamos una clara visión de una sociedad en la que valga la pena vivir, una sociedad de seres humanos libres.
Para rebelarnos no necesitamos demostrar que la mujer crea “plusvalía”, ni necesitamos sindicatos. Para arrasar la horrible sociedad en la que vivimos necesitamos una unidad revolucionaria.
La revolución no es un banquete. Nuestra rebelión debe atemorizar a los opresores. De lo contrario no es una verdadera rebelión. La rebelión revolucionaria requiere una organización disciplinada y firme. Requiere luchadores conscientes e intrépidos.
Así que ¡levantémonos! ¡Estremezcamos el mundo! Salgamos de las sombras y los closets y juntemos nuestras ilimitadas energía y creatividad y hagamos tronar este opresivo y podrido mundo en el que estamos viviendo. Convirtamos las derrotas en tormentosas rebeliones que despierten a toda la humanidad de la larga noche de opresión y explotación. Arrojemos una luz sobre el mundo. Sólo podemos hacer esto nosotros y no los que se ceban de nuestros cuerpos y nuestro trabajo. Unámonos hombro a hombro con todos los oprimidos y explotados y contribuyamos a que se levanten y se atrevan a arrasar este mundo de opresión y explotación y construir uno nuevo en su lugar: una nueva sociedad en que las mujeres no sean esclavas en ningún sentido, en la que no exista la esclavitud asalariada y nadie se aproveche de otro. En esa sociedad ni siquiera la idea de denigrar o pisotear a otro tundra oportunidad de vivir.
Levantémonos y hagamos una impactante proclama al mundo:
Romperé mis cadenas de una forma tan temible que nadie se atrevería
a ponerlas de nuevo
alrededor del tobillo de una mujer o el cuello de nadie
Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán), 8 de marzo de 2013
www.8mars.com / zan_dem_iran@hotmail.com
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