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21 de julio de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
El 14 de julio, el gobierno estadounidense cargó un avión de 12 mujeres y 21 niños entre las edades de 18 meses y 15 años los que estaba deportando a Honduras. Estas personas forman parte de las decenas de miles de personas, entre ellas muchos niños, que han emprendido el peligroso viaje de miles de kilómetros de Honduras y otros países centroamericanos hacia Estados Unidos, quienes luego son capturados en la frontera y tratados como delincuentes. Obama se ha comprometido a acelerar la deportación de los más de 57.000 niños que han huido de América Central en los últimos meses. El día después de la primera deportación de los hondureños por avión después de la promesa de Obama, su portavoz dijo cruelmente que es preciso que las personas de América Central sepan "que no serán bienvenidos en Estados Unidos".
La historia en los medios de comunicación es que los niños, a solas o con sus madres, están yendo a Estados Unidos, para escapar de la violencia de las pandillas en sus países de origen. Como escribimos la semana pasada en "¿Por qué los niños de América Central están llegando a Estados Unidos?”: “Eso tiene algo de cierto. La violencia de las pandillas obliga a los niños en los países como Honduras a huir. Pero hay otras razones subyacentes por las que estos niños están dejando sus hogares para hacer un peligroso viaje para ir a Estados Unidos”.
En una reciente entrevista de Democracy Now! y un artículo del huffingtonpost.com, Dana Frank, una profesora de historia de la Universidad de California-Santa Cruz, hizo una importante observación sobre la cuestión de lo que está impulsando a los niños y sus madres a abandonar a Honduras.
El actual régimen en Honduras subió al poder hace cinco años, después de un golpe de estado que derrocó al gobierno elegido de Manuel Zelaya. Como Frank explica: "Siguen diciéndonos que las personas está huyendo de las pandillas y la violencia, pero no se ha hecho un análisis o discusión de por qué hay tanta actividad y violencia de las pandillas en Honduras. Y la respuesta es la tremenda delincuencia a la que el golpe de estado militar de 2009 abrió la puerta al derrocar al presidente electo de manera democrática, Manuel Zelaya. El golpe de estado, por supuesto, sí era un acto criminal, y en concreto abrió la puerta a esta espectacular corrupción de la policía y de todos los niveles del gobierno. Eso, a su vez, implica que en efecto es posible matar a quien quiera, y nada le va a pasar. Hay amplia documentación de que la policía es abrumadoramente corrupta..."
Además, como señala Frank, se ha producido una peligrosa militarización de toda Honduras bajo el actual presidente, Juan Orlando Hernández: "Aparte de las patrullas de los barrios residenciales, aeropuertos y cárceles por el ejército regular, la nueva policía militar de 5.000 elementos de Hernández se está apostando en todo el país. El poder judicial y los fiscales a menudo también son corruptos... ‘Los autores de los asesinatos y otros crímenes violentos rara vez comparecen ante la justicia’, informa Human Rights Watch. Como resultado, el Honduras post-golpe de estado ahora cuenta con la más alta tasa de homicidios en el mundo, según datos de las Naciones Unidas... [L]os policías y los militares mismos matan y golpean a las personas con impunidad. Human Rights Watch ha documentado las numerosas denuncias de asesinatos de parte de activistas de los derechos a la tierra por las fuerzas de seguridad...".
Se fraguó el golpe de estado de 2009 con el aval de Estados Unidos y, como Frank señala, "el gobierno estadounidense sigue apoyando y hasta celebrando al régimen". Bajo el pretexto del combate a la droga, Estados Unidos envió 25 millones de dólares a las brutales fuerzas de seguridad de Honduras en 2013, y los fondos adicionales para el ejército y la policía provienen de diversas dependencias y programas de Estados Unidos.
Además, como Frank explica: "Cuando hablamos de aquellos que huyen de las pandillas y la violencia, también lo hacen de esta extensísima pobreza. Y la pobreza no nada más ocurre. En sí es un resultado directo de las políticas, tanto del gobierno de Honduras como del gobierno estadounidense, las que incluyen las privatizaciones, los despidos masivos de trabajadores del gobierno y en Honduras, una nueva ley, la que ahora se ha hecho definitiva, que deshace los empleos de tiempo completo y los convierte en empleos a tiempo parcial y sin elegibilidad para la sindicalización, un salario digno y el servicio nacional de la salud. Además, muchas de estas políticas económicas las impulsan los organismos crediticios financiados por Estados Unidos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, el que a su vez financia la corrupta policía hondureña".
Honduras es uno de los países más pobres del mundo y, al igual que muchos países pobres, está atrapado en una telaraña de deuda a las potencias imperialistas y las instituciones financieras. En 2000, el Fondo Monetario Internacional puso a Honduras en un grupo de países calificados como "países pobres muy endeudados" (PPME). Su economía depende de la exportación del banano y café, así como las fábricas maquiladoras en las que decenas de miles de hondureños trabajan por una paga muy baja, mientras que los dueños extranjeros sacan enormes ganancias.
El Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica (CAFTA), que entró en vigor en 2005 y redujo o eliminó los aranceles comerciales entre Estados Unidos y los países centroamericanos, ha conducido a la devastación aún más intensa de la economía de Honduras y otros países. Por ejemplo, el CAFTA redujo de forma inmediata los impuestos pagados por las corporaciones estadounidenses a Honduras en 148.000.000 de dólares, una suma relativamente pequeña en el caso de Estados Unidos, pero una enorme suma en el caso de un país pequeño y pobre como Honduras. (Lea más información sobre los efectos del CAFTA sobre las economías centroamericanas en "¿Por qué los niños de América Central están llegando a Estados Unidos?”) Durante el período de 2010 a 2012, el gobierno hondureño redujo sus erogaciones para la vivienda pública, la salud y la educación, mientras que la extrema pobreza aumentó en más del 26%.
Frank dice: "Con esta pobreza que estamos presenciando de la que la gente está huyendo, no se trata de que las personas estén diciendo: 'Vayamos a disfrutar el sueño americano’. Casi no existen puestos de trabajo para los jóvenes. Sus padres lo saben. Además, se trata de morir de hambre, así es la alternativa, o verse orillado a entrar en las pandillas con una tremenda violencia sexual. Es una situación muy, pero muy trágica allá. Pero no se trata de que ocurra por tragedia. Es un resultado directo de las políticas muy conscientes de los gobiernos de Estados Unidos y Honduras".
Como Frank señala: "En este escenario general, los niños en efecto mueren. Con pocos puestos de trabajo y sin un sistema de justicia penal eficaz, se han proliferado unas pandillas verdaderamente aterradoras, y el tráfico de drogas engendra una violencia espectacular, lo que incluye las múltiples masacres de niños en abril y mayo regadas en todos los diarios. Según Casa Alianza, el principal defensor independiente para los niños sin hogar en Honduras, solamente en mayo 2014, 104 jóvenes fueron asesinados; entre 2010 y 2013, fueron asesinados 458 niños de 14 años de edad o menos".
Así son las condiciones brutales, intolerables que han obligado a decenas de miles de personas a huir. Y Estados Unidos está deportando a estos niños y sus madres de vuelta al mismo infierno de la asesina violencia y pobreza, un infierno en cuya creación los gobernantes de Estados Unidos desempeñaron un gran papel en primer lugar.
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