Más mentiras para encubrir el bestial crimen del
Estado en Iguala
Sólo son más evidencias de la complicidad del gobierno federal en los bestiales
crímenes del Estado en Iguala
los pobres intentos del fabulador
General de la República, Jesús Murillo Karam, de insistir en que no es un
crimen de Estado y tratar de darle carpetazo al caso en su conferencia de
prensa del 7 de noviembre.
Murillo repite el mismo cuento desgastado de que el crimen fue producto
de confundir a los estudiantes con una banda delictiva contraria a los Guerreros Unidos, pero contradice su
propio cuento al decir que el alcalde Abarca dio la orden que resultó en el
asesinato de seis personas y la desaparición de 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa por parte de la policía municipal de Iguala y Cocula, así como
hombres vestidos de negro no identificados. Abarca obviamente sabía, al dar
la presunta orden, que eran estudiantes y no miembros de otra banda, y sus
arengas contra los “ayotzinapos” inmediatamente después de estos crímenes son
netamente políticas. Así que, incluso de acuerdo con el cuento oficial, es o
debe ser evidente que el motivo fundamental de estos horrendos crímenes fue
represión política, y esto echa por tierra el intento de presentar el
motivo como un asunto del “territorio" de una banda delictiva.
Este crimen se perpetró en coordinación con el Ejército, la Policía Federal
y la estatal. El Ejército y la
policía estatal impidieron un intento de los normalistas de tomar camiones en Chilpancingo
y, de acuerdo con el informe preliminar de la comisión de la Cámara de
Diputados, las policías federal y estatal vigilaron y siguieron a los
normalistas en el trayecto de Chilpancingo hacia Iguala y el gobierno estatal avisó
a la policía municipal de Iguala del traslado de los estudiantes a las 6 de
la tarde, más de tres horas antes de los primeros disparos contra los
estudiantes el 26 de septiembre (La
Jornada, 4/nov/2014, pág. 3).
El 27 batallón de
infantería en Iguala primero se quedó al margen de la masacre, y luego intervino
al lado de la agresión contra los estudiantes, quitándoles sus celulares
para que no pudieran llamar por auxilio, negando atención médica a un
estudiante gravemente herido y espetándoles “ustedes se lo buscaron”. De hecho,
es posible que los hombres vestidos de negro con armas de alto poder que
participaron en los ataques mortíferos a los estudiantes hayan sido militares u
otros elementos federales, como ha ocurrido en otros casos. El gobierno trata
de sostener que sólo eran sicarios de Guerreros
Unidos, pero de haber participado éstos desde el principio, ¿qué necesidad
hubiera habido de “entregar” después a los desaparecidos a la banda delictiva,
como sostiene el gobierno?
A una pregunta sobre el actuar del ejército, Murillo responde: “¿qué
hubiera pasado si el Ejército hubiera salido en ese momento?, ¿a quién hubiera
apoyado?, obviamente a la autoridad constituida, hubiera sido un problema mucho
mayor, qué bueno que no salió”. Que conste que para este representante criminal
de un Estado criminal le es obvio que, de haber intervenido abiertamente desde
el principio, el Ejército hubiera participado en asesinar a estudiantes inermes.
Muestra aquí la realidad de que todas las fuerzas del Estado están unidas en
la necesidad básica de reprimir al pueblo, y que la crítica tibia de que
las fuerzas federales eran “omisas” al no intervenir para detener la masacre refleja
ilusiones falsas sobre la naturaleza de este Estado capitalista, que es una
dictadura de los imperialistas, grandes capitalistas y terratenientes, y
cuya misión es defender y reforzar el actual sistema de explotación y opresión
de la gran mayoría de la población.
El procurador criminal de la República también dice que “El Ejército… se
mueve sólo con órdenes y qué bueno”. Entonces, ¿quién dio la orden para dejar
que prosiguiera la masacre? ¿Quién dio la orden de intervenir contra los
estudiantes después del segundo ataque? ¿Quién dio la orden de permitir o tal
vez participar en el secuestro de los 43 estudiantes desaparecidos? Y por otra
parte, ¿quién dio la orden de asesinar a 21 jóvenes rendidos en Tlatlaya? ¿Quién
dio la orden de darle carpetazo en la PGR al asesinato de tres personas por
Abarca y sus huestes en mayo de 2013? ¿Quién dio la orden de que el mismo 27
Batallón desapareciera a 6 jóvenes en 2010? (Proceso, No. 1984, pp. 25-26) ¿Quiénes han dado las órdenes para
los miles y miles de casos de asesinato, tortura y desaparición por parte del
Ejército (así como la Marina, las policías federal, estatal y municipal) en
todo el país en los últimos años?
Sabemos por lo menos que el entonces gobernador Peña Nieto fue quien (junto
con Calderón) dio la orden para el operativo que resultó en el asesinato de dos
pobladores y la violación de dos docenas de mujeres por parte de la policía
estatal en Atenco. Sabemos que Ángel Aguirre, como gobernador de Guerrero, fue quien
(junto con el gobierno federal) dio la orden que resultó en el asesinato de dos
estudiantes de Ayotzinapa en 2011. Independientemente de quién haya dado la
orden en cada caso concreto, todos estos crímenes de sangre constituyen una
verdadera guerra contra el pueblo por parte de los tres niveles del gobierno
que siembran muerte y terror a lo largo y ancho del país para mantener a la
gente atemorizada y sumisa frente a la miseria e injusticias del sistema actual.
Habla la madre de Julio César Ramírez Nava, asesinado en Iguala el 26 de
septiembre: "Yo le dije al presidente: ustedes protegen a los asesinos…
¿Por qué siguen haciendo que los están buscando y no hacen nada? No quieren
darnos a nuestros muchachos porque no les conviene, no quieren que tengamos
elementos para acusarlos. No quieran engañarnos y usted Peña Nieto es el
responsable. Y yo exijo, no le pido, le exijo que nos devuelvan a nuestros muchachos”
(La Jornada, 9/nov/2014, p. 10)
En cuanto al paradero de los desparecidos, el interrogante que atormenta
a sus padres y a toda persona de conciencia, no se puede creer nada de lo que
dicen los monstruos que gobiernan este país. Casi desde el principio trataron
de disfrazar este crimen de Estado como asunto de bandas delictivas en que las
supuestas “evidencias” y “hechos” cambian a cada rato: están los restos en seis
fosas clandestinas, no, en cinco, o también en otra fosa que resulta no tener
ni huesos, o luego en el basurero de Cocula y ahora supuestamente calcinados y
arrojados al río con dos bolsas enteras convenientemente preservadas pero
también convenientemente con restos tan calcinados que su identificación es,
según, poco probable y en todo caso tardará mucho. ¡Qué conveniente para el
gobierno que apuesta al cansancio y olvido ante estos imperdonables crímenes del
Estado!
Horror sobre horror. Mentiras tras mentira. Fosas clandestinas con
restos humanos por dondequiera mientras los perversos gobernantes criminales se
jactan de su inexistente “estado de derecho”. Casi medio centenar de jóvenes estudiantes
que apenas comenzaban a abrir paso en este mundo, asesinados o desaparecidos. La
flor de su juventud, la flor de su vida robada por un Estado siniestro y
criminal. ¿Cuál fue su supuesto crimen en los ojos de ese Estado asesino?
Luchar contra el nefasto cierre de las normales rurales que va privando de
nuevos maestros a muchas comunidades rurales sin maestro, protestar contra las
grandes injusticias de esta sociedad. ¿Qué clase de sistema extermina a sus
jóvenes? ¿Qué clase de sistema ha llevado en los últimos años a más de 120 mil
asesinatos, 25 mil desaparecidos, 30 mil feminicidios? Un sistema enfermo del
Poder y de las escandalosas ganancias de unos cuantos al precio del
sufrimiento, la pobreza y la sangre derramada de los demás. Es decir, un
sistema como éste, un sistema mayormente capitalista y sometido por la bota del
imperialismo.
La negra noche de Iguala que ha robado al pueblo una vez más a sus
hijos, nos vuelve a subrayar que este Estado no tiene remedio, este sistema
capitalista-imperialista no tiene remedio. De esa negra noche se va incendiando
e iluminando el país con justa ira y rebelión. Como bien han dicho cientos de miles
de jóvenes al tomar las calles: nos quitaron
tanto que nos quitaron el miedo. El pueblo despierta. Es hora de luchar, de
levantarse, de rebelarse. Es hora de proclamar por todas partes que la única
esperanza de un futuro mejor para la gente es tumbar este Estado capitalista y
el injusto y podrido sistema capitalista que ese Estado defiende con ríos de
sangre. ¡Luchemos con audacia! ¡Que los abominables crímenes de este Estado
aticen el movimiento para la revolución que finalmente abrirá paso a la
emancipación del pueblo y toda la humanidad!
¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
¡Alto a la guerra contra el pueblo!
¡Muera el criminal Estado capitalista!
¡Luchar y resistir! ¡La revolución es la
solución!
Aurora Roja
Voz de la Organización Comunista
Revolucionaria, México
aurora-roja.blogspot.com auroraroja.mx@gmail.com
2 comentarios:
aa
" lo que nosotros necesitamos no es un arma enmohecida, sino una bien afilada, para arrancar de cuajo la injusticia actual; como nosotros no queremos proporcionarle alegrias al enemigo, sino amarguras, como queremos destruirlo por completo...Honor a vosotros, caidos por la verdad. Honor a los pechos que os amamantaron. Gloria a las frentes adornadas con la corona del martirio y cuyos palidos y balbuceantes labios murmuraron palabras de combate a la hora de la muerte. Honor vuestra sombra que nos cobija y nos susurra al oido : VENGAD A NUESTRA GENTE! " Stalin.
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