De Ayotzinapa a los “Porkys”: crímenes de un Estado perverso al servicio de un sistema opresivo ¡Luchemos contra el poder y preparemos la revolución!

Ayotzinapa, Tlatlaya, el encubrimiento de los “Porkys”, y tantos crímenes más de un Estado que es el verdugo de la gente que dice “representar”. Asesinan, desaparecen, torturan, violan y encarcelan injustamente a la gente, a la vez que se jactan de su “democracia” y “estado de derecho”. En realidad lo hacen para sembrar miedo, sobre todo entre la gente rebelde y los de abajo, y velar por un sistema fundado sobre la base de generar escandalosas ganancias para unos cuantos a partir de la explotación y opresión de la gran mayoría.

La buena noticia es que podemos deshacernos de él. Se puede y se necesita hacer una revolución verdadera que derroque este sistema, derrote y desmantele este Estado, y cree una nueva sociedad mucho mejor; una sociedad que pondrá fin a los horrores que vivimos ahora, y que se unirá con los oprimidos en el resto del mundo para emancipar finalmente a toda la humanidad.

Los crímenes de este sistema son monstruosos.

El gobierno federal, así como el estatal y municipal, participaron directamente en un operativo conjunto para asesinar y desaparecer a los normalistas de Ayotzinapa y luego encubrir este crimen terrible.
Esta es la conclusión que surge ineludiblemente de la evidencia presentada en los informes del  Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). Militares y policías de los tres niveles de gobierno vigilaban a los normalistas desde un día antes a través del sistema C-4. Todas estas corporaciones represivas estuvieron en las calles de Iguala la noche de estos crímenes, todos participaron en un operativo para impedir que los normalistas salieran de la zona y el ejército tomó control del C-4, incluidas las cámaras, en las horas críticas, y suprimieron los videos de estos crímenes. La Marina y la PGR torturaron a varias personas para imponer la mentira de que el crimen organizado asesinó e incineró los cuerpos de los 43 normalistas en el basurero de Cocula. Todo indica que el gobierno federal también sembró "evidencias" para su invento: 42 casquillos en el basurero y el hueso identificado del desaparecido Alex Mora Venancio en el Río San Juan, en un acto protagonizado por Tomás Zerón, jefe de la Agencia Federal de Investigación, registrado en el video de reporteros independientes, pero nunca registrado en el expediente del caso. Si el gobierno federal sembró el hueso de Alex, obviamente estuvo directamente involucrado y tiene las manos completamente manchadas de sangre. El gobierno federal está directamente implicado en estos crímenes y luego hace como que los “investiga”, cuando en realidad protege y encubre a los autores materiales e intelectuales en el ejército y los gobiernos federal y estatal. Por eso decimos: ¡De Iguala a Los Pinos, cárcel a los asesinos! ¡Todo el pinche sistema es culpable!  

Ha quedado impune hasta ahora la masacre a sangre fría a gente ya bajo custodia en Tlatlaya por parte del ejército, bajo órdenes de arriba de “abatir delincuentes en horas de oscuridad”. Nunca tocaron a los mandos, y los siete soldados consignados han salido libres, a pesar del testimonio valiente de testigos torturados por la policía para impedir que saliera la verdad e incluso evidencias de la CNDH de la “ejecución” de “por lo menos 12 a 15 personas” en junio de 2014. No es un caso aislado: han asesinado a mucha más gente en Tanhuato, Apatzingán y nadie sabe cuántos miles de casos más de gente asesinada o desaparecida por el Ejército, Marina y la policía federal.

La tortura es practicada como procedimiento de rutina por los militares y las policías a todos los niveles,  como en el caso del video que apareció el 13 de abril de 2016 en las redes sociales donde dos militares y una policía federal asfixian, durante 4 minutos con una bolsa de plástico en la cabeza, a una mujer que tienen esposada y sometida en el suelo en Guerrero. Causó tanto revuelo que tuvieron que pedir una cínica “disculpa”, pero la mujer sigue encarcelada a base de “confesar” bajo tortura. Y cuando Juan Méndez, relator especial de la ONU sobre tortura, señaló el año pasado que la tortura es “generalizada” en el país, la respuesta del gobierno federal fue negarlo, tratar de descalificarlo e impedir que regresara al país.

El Estado comete y encubre miles de desapariciones en todo el país. En muchos casos son las dizque “fuerzas del orden” que cometen estos crímenes, como lo hizo el ejército en Valle de Juárez y la Marina en Nuevo León. En otros casos la gente es desaparecida por el crimen organizado, pero las autoridades trabajan de la mano con ellos para encubrir estos crímenes y desalentar, desacreditar e incluso amenazar y reprimir a los familiares que exigen justicia. En Tetelcingo, Morelos, la protesta popular sacó a la luz dos fosas clandestinas donde yacen 150 personas asesinadas que fueron enterradas subrepticiamente por la fiscalía del Estado.

Feminicidas y violadores protegidos por el gobierno, como “Los Porkys” en Veracruz. Frente a docenas de miles de casos de feminicidio y violación por todo el país, el gobierno combina pronunciamientos cínicos con acciones encaminadas a garantizar la impunidad de los criminales odiamujeres, criminalizando a las víctimas, como en el caso de Yakiri, procesada por defenderse de un intento de violación y asesinato, y protegiendo a criminales misóginos, como en el caso de la violación a Daphne, una joven de 17 años en Veracruz, por "Los Porkys", cuatro "juniors" de padres ricos e influyentes, protegidos por el Estado por más de un año, hasta que la furia popular finalmente obligó al gobierno a girar órdenes de aprehensión, pero solo uno ha sido procesado. En respuesta a estos y muchos otros crímenes, el 24 de abril hubo marchas en más de 25 ciudades del país “contra las violencias machistas”, que dio voz al nuevo espíritu de resistencia entre las mujeres, sobre todo las jóvenes.

El Estado desata una ola de represión para silenciar la protesta popular: reprime a los maestros por luchar contra la reaccionaria contrarreforma educativa y ha encarcelado a cientos de presos políticos, mientras activistas, periodistas y defensores de los derechos humanos son asesinados por oponerse a los crímenes de este sistema.

Todos estos crímenes obedecen a una lógica: la lógica de un Estado que existe para defender los intereses del sistema predominantemente capitalista en contra de la gran mayoría que ese sistema explota y oprime.    Este Estado es sumamente corrupto, sí, está coludido en todos los niveles con el crimen organizado, sí, pero el problema tiene raíces mucho más profundas que la corrupción, o incluso un “narco Estado” o “Estado fallido”, como piensan algunos. La causa profunda de la violencia brutal de la policía, los militares y demás instituciones represivas contra el pueblo es el sistema que defienden y mantienen a flote.

Es un sistema de grandes desigualdades e injusticias, basado en la explotación y la opresión de la gran mayoría de la gente por una pequeña clase de grandes capitalistas, dominados por los capitalistas-imperialistas en el sistema mundial. El sistema funciona para satisfacer las necesidades de estas clases y del capital de competir con otros capitales, sacar mayores ganancias y seguir expandiéndose, despojando y desterrando a la gente, devastando el medio ambiente, condenando a la mayoría a una pobreza amoladora y una lucha agotadora para sobrevivir, y de mantener la conformidad o la sumisión de las demás clases en la sociedad. Este sistema no puede satisfacer las necesidades de la gran mayoría de la gente; no puede eliminar el patriarcado y la opresión de las mujeres; la opresión, discriminación y despojo de los pueblos indígenas; la ausencia de un futuro para los jóvenes; ni la miseria para un amplio sector del pueblo. Ni siquiera puede eliminar el azote del crimen organizado, que es una máquina de muerte tan redituable que florece en el capitalismo-imperialismo, aumentando la rentabilidad de bancos, centros comerciales y todo tipo de inversiones “legales”, pagadas con las vidas robadas de nuestros jóvenes y la degradación de la sociedad en general.

El aparato del Estado existe para mantener este sistema y prevenir o suprimir lo que obstaculice o amenace su funcionamiento. Por eso ejercen la violencia injusta y muchas veces arbitraria: para intimidar, desmoralizar  y aterrorizar a la gran mayoría, para prevenir o arrasar con su resistencia y rebelión, y tratar de quitarles la esperanza de cambiar el mundo.

Ya no toleremos estas grandes injusticias. Luchemos por pararlas, no solo por aminorarlas un poco. Y forjemos la dirección, la conciencia y la organización que hacen falta para hacer la revolución.

Se recrudecen los ataques al pueblo porque se agudizan las contradicciones del sistema. Las mismas contradicciones que llevan a mayores ataques a la gente, proporcionan la base para la revolución que puede ponerle fin a este sistema y abrir una nueva etapa de revolución comunista en el mundo. Esta revolución no es un “sueño ilusorio”. Es el cambio liberador que podremos arrancar por medio de una lucha difícil y persistente de millones de personas, guiada por el método científico de la nueva síntesis del comunismo, desarrollada por Bob Avakian. Llamamos a todos los que quieran trabajar ahora para esta revolución a organizarse con el Movimiento Popular Revolucionario para estudiar y aplicar esta nueva síntesis del comunismo para avanzar hacia la revolución.

Y llamamos a todos los que se opongan, desde diversos puntos de vista, a estos crímenes cometidos o solapados por el Estado a que se unan en contra de esta guerra contra el pueblo, entrándole a la Red Nacional de Resistencia “¡Alto a la Guerra Contra el Pueblo!” y la iniciativa Fin al Patriarcado y la Guerra Contra las Mujeres, luchando juntos para denunciar este Estado criminal y fortalecer la resistencia y lucha para poner fin a estos horrores. ¡Ponte en contacto con nosotros hoy!

¡Alto a la guerra contra el pueblo! 
¡Fin al patriarcado y a la guerra contra las mujeres!
¡La humanidad necesita la revolución y la nueva síntesis del comunismo!

Aurora Roja, voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México

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