Algo hermoso nace en medio de la tragedia del terremoto

De algo horrible puede nacer algo hermoso para el bien de la humanidad. Eso es lo que pasó frente al terremoto del 19 de septiembre en la Ciudad de México, cuya devastación fue aumentada con creces por los crímenes del actual sistema (ver “Los sismos y los crímenes de este sistema”). Miles de personas se movilizaron, sobre todo jóvenes, a los lugares donde hubo edificios derrumbados para remover escombros con sus manos, botes y algunas herramientas. Colaboraron en largas filas por donde se iban pasando pedazos de concreto o botes llenos de escombro que sacaban de los edificios derruidos mientras otros se metían por algunos huecos para rescatar a gente atrapada aún con vida o desgraciadamente algunos ya sin vida.

Frente a la tragedia se suspendieron en parte y por un tiempo las relaciones de la busca interesada del dinero, de compraventa, de las ganancias, de “a ver qué saco yo”, tan características del actual sistema mayormente capitalista. Muchos miles de jóvenes y otros se entregaron de lleno a las labores de rescate sin buscar ninguna ventaja propia, motivados solo por el deseo de rescatar y apoyar a la gente atrapada o damnificada. Esto representa unos brotes del comunismo, aunque el comunismo haya sido la cosa más alejada del pensar de los participantes en el momento. Porque será precisamente en la futura sociedad mundial sin clases en que se habrá superado por fin las relaciones regidas por el dinero, las mercancías, las ganancias, el “yo primero y a la jodida con los demás”, así como toda la explotación y opresión que eso conlleva, y la humanidad trabajará colectivamente por el bien común (como comenzaron a hacerlo por un momento muchos miles en las labores de rescate), bajo el principio: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.


Los jóvenes venían de las universidades y escuelas, de diferentes colonias céntricas y acomodadas así como de las populares y pobres de la ciudad, y de los barrios marginales del Estado de México. Una gran cantidad de gente venía a donar víveres o herramientas, con otros recibiendo, ordenando y enviándolo a los brigadistas o a los damnificados. Una joven, entrevistada por Aurora Roja al lado de un edificio colapsado cerca del Parque de los Venados el día 20 de septiembre, nos platicó: “Fui a la tienda. Compré pan, jamón y demás. Me puse a hacer las tortas; las eché a la cubeta y me vine a repartirlas a la gente que está ayudando en este lugar. Así pensé que podía ayudar. Ayer lo hice, hasta esta noche de hoy”. Siguió ofreciendo gratuitamente “Agua, tortas”. En este mismo lugar, un joven nos platicó: “Soy de Chile. Llevo dos años viviendo en México. Esta noche estoy esperando para pasar con todos estos a remover escombros. Ayer estuve ayudando de la misma manera en otros lugares. En Chile me tocó vivir el terremoto de 9.1 grados. ¡Fue terrible! Sé lo que es esto y aquí estoy”. Otros pasaban ofreciendo café caliente y pan a una fila de decenas de gentes que esperaban su turno para relevar a los que se encontraban “adentro”, removiendo escombros.

En los días después del sismo, cientos de jóvenes se unieron y colaboraron en el centro de acopio del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Filas de ellos pasaban de mano en mano los diferentes víveres o herramientas, con algunos otros con carretilla llevando los paquetes más pesados. Otros preparaban alimentos o los repartían a los que se encontraban ahí haciendo todas estas labores solidarias. Muchos buscaban ser parte de las brigadas de auxilio que se estaban formando para ser enviados a las zonas de desastre, con alguna capacitación básica.

Al integrarnos a las labores ahí, platicamos con un motociclista, que nos comentó que “Venimos con nuestras motos para ayudar. Aquí se forman las brigadas. Dependiendo de la moto, nos asignan para ir a los lugares que nos indican y recoger doctores y llevarlos a los lugares donde urgen, o lo mismo con ingenieros, arquitectos, rescatistas, o recoger y llevar medicinas, y con la moto nos desplazamos rápido. Es por eso que ves tantas motos aquí, y esta es la forma en que ayudamos”.


Ahí un par de jóvenes también nos platicaron: “No pudimos ayudar enseguida del temblor, pero tan pronto nos desocupamos fuimos a los lugares de derrumbe. Sí pudimos ayudar en algunos lugares. En otros fue más difícil, porque la policía y el ejército llegaron y nos decían que nos fuéramos, que ya no se necesitaba ayuda o simplemente empezaron a impedir el paso. Pienso que tal vez quieran ya meter la maquinaria, y eso empieza a pensar mucha gente, que tal vez por eso están empezando a llegar el ejército y la policía. Eso esta mal, si aún hay gente atrapada, pues hay que ayudar para rescatarla”.

De hecho esto ha pasado en varios casos, o bien para meter maquinaria pesada antes de rescatar a toda la gente o simplemente para imponer el control de la situación desde arriba por parte del Estado frente a la gran movilización independiente de la gente. Por ejemplo, en el edificio en Álvaro Obregón número 286, colonia Roma, solo la airada protesta de familiares de las víctimas impidió la introducción de maquinaria pesada antes de tiempo. Y todavía los familiares llevan días esperando que sus seres queridos sean rescatados. Las autoridades les mienten, les ocultan que han rescatado cuerpos, les niegan información y tratan de aislarlos de la prensa. Frente a esto, los familiares se han enfurecido, cerrando calles junto con otros y realizando otras acciones para presionar a las autoridades para que siquiera les den información. El lunes 25 de septiembre, al reclamar a las autoridades, gritaron, entre otras cosas, ¡Ya entréguenlos, son muchos día; si tenían posibilidad de vida, ustedes se la están quitando! ¡Ni el Ejército ni la Marina han hecho ni madres!¡Dejen entrar a los rescatistas! (Proceso, No. 2135) En otro caso, entre varios más, documentado con videos, en el edificio colapsado de Zaragoza 714, colonia Portales Sur, las autoridades impidieron que entraran voluntarios, lo que detuvo el trabajo de rescate durante 24 horas y resultó en la muerte de una mujer a quien se había identificado con vida, atrapada entre los escombros.

Las autoridades también tratan de acaparar la ayuda que la gente ha recolectado por su propia iniciativa, y crecen las protestas frente a varios casos en que no se está entregando la ayuda a los damnificados, sino desviándola para las campañas políticas de los partidos electorales u otros fines. De hecho, las autoridades de la UNAM cerraron el centro de acopio en el Estado Olímpico frente a un conflicto que no se ha clarificado en que se cuestionaba si en realidad la ayuda estaba llegando a los damnificados. En una colonia cercana a la Universidad, platicamos con unas amigas y amigos que por su propia cuenta se colocaron en una esquina y empezaron a recolectar víveres. Alguna gente empezó a llegar y a donar bolsas de azúcar, arroz, sopa o atún, papel higiénico y ropa. Otros se acercaron a preguntar “¿Ustedes van a entregar esto directamente a la gente? Es que ya hay desconfianza, porque lo vayan a dar al gobierno y luego ni les llega”. Les contestaban “Nosotros mismos vamos a ir hasta Morelos y se los vamos a dar en la mano a la gente. No se lo vamos a dar a ninguna institución, sino directamente a la gente que la necesita”. Ya para la tarde habían partido para Morelos con dos camionetas, todo esto bajo sus propios gastos, tanto de ellos como de donaciones de la gente de la colonia. Lo mismo se repitió en muchos puntos de la ciudad.

Gente vino a la Ciudad de México incluso de otras partes del país para ayudar. Dos mujeres relataron a Aurora Roja que “Venimos de Ciudad Juárez. Agarramos lo poco que teníamos y nos venimos a ayudar en lo que pudiéramos a la gente en esta ciudad. Y hemos andado por varios lugares ayudando, y ha sido algo hermoso porque a la vez la misma gente nos ha ayudado con la comida y un lugar donde dormir. No nos importó nada. Dijimos ‘vamos a ayudar’ y aquí estamos”.

Hubo también muchos casos de solidaridad y heroísmo en el mismo momento del sismo. Al entrevistar a una maestra, relató que "Los niños pequeños salieron junto con su maestra, pero ya en el pasillo la maestra se inmovilizó del miedo y los chiquilines ya no pudieron avanzar. Detrás salieron los niños más grandes, corriendo hacia las escaleras, pero ¡no arrollaron a los más pequeños! que obstruían el paso, sino que reaccionaron rápidamente. Se dieron la vuelta y corrieron hacia las otras escaleras y así fue como bajaron hacia el patio. Yo en la planta baja escuché como ‘crujía’ todo el edificio, pero no podía abandonar a los niños. Me salí hasta que desalojé al último niño. En ese momento pensé que podía morir aplastada, me resigné, pero no podía abandonar a mis niños. Mi compañero se encontraba en la parte alta e hizo lo mismo con sus niños: no los abandonó y los desalojó a todos. Hubo mucha solidaridad entre los niños y los maestros”.

 Todo esto muestra el gran potencial que existe entre el pueblo, que se despertó y se unió ante la adversidad. Las autoridades han tratado de contener, controlar y sofocar este nuevo e inspirador brote de iniciativa independiente del pueblo, a la vez que lo han alabado cínicamente, tratando de adjudicarse sus logros como propios. Pero se está demostrando en los hechos, y cada vez más gente se está dando cuenta, en diversos grados y formas, que este gobierno, este Estado, sirve a intereses ajenos a los intereses populares: de hecho sirve a los intereses de los grandes capitalistas y terratenientes y su sistema criminal. La iniciativa y entrega desinteresada de la gente en los intereses del pueblo frente a los sismos nos deja entrever el gran potencial transformador latente en el pueblo y la posibilidad de otro mundo distinto. Es un gran potencial que es posible y necesario desatar, conscientizar, organizar y dirigir para ponerle fin a este sistema de miseria y sufrimiento tan innecesarios para que una nueva sociedad radicalmente distinta y mucho mejor pueda nacer.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante análisis que rescata las altas posibilidades de transformar las relaciones sociales de explotación, abuso y egoísmo por relaciones sociales de solidaridad y apoyo mutuo desinteresado.

Unknown dijo...

Interesante análisis que rescata las altas posibilidades de transformar las relaciones sociales de explotación, abuso y egoísmo por relaciones sociales de solidaridad y apoyo mutuo desinteresado.