Las argucias de Biden en la cumbre climática: envenenando al planeta y embaucando al pueblo

Raymond Lotta

revcom.us

La cumbre global del Día de la Tierra la que Biden convocó fue un cruel engaño imperialista, una bofetada para toda persona que se preocupe por el futuro del planeta. Una cumbre que puso en exhibición promesas y propuestas que contradicen lo que la ciencia dice sobre la urgencia de la crisis ambiental y el alcance de la acción que hace falta. Greta Thunberg, la activista climática mundial, dio en el clave al denunciar la cumbre por lo que era: “pura tontería”.

1. Biden se comprometió con alcanzar una meta de reducir las emisiones del dióxido de carbono en un 50 a 52 por ciento para 2030 — una gotica en el océano en comparación con lo catastrófico del aumento de temperaturas a nivel global.

El calentamiento global está provocando el colapso de las capas de hielo polares y el aumento cada vez mayor del nivel de mar… la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos… la perspectiva de pérdidas de cosechas a nivel generalizado… y está multiplicando las cargas y los horrores que el cambio climático ya está infligiendo a las poblaciones oprimidas del Sur global. La meta que puso Biden queda ofensivamente corta ante esta realidad — y ante la culpabilidad del capitalismo-imperialismo estadounidense en la emergencia ambiental ante la humanidad. Recuerden:

  • Estados Unidos es responsable de la mayor parte de los gases de efecto invernadero que se han acumulado en la atmósfera, y hoy es el segundo emisor de dichos gases (el dióxido de carbono y el metano producidos con combustibles fósiles en la generación de electricidad, el transporte, la producción industrial, la producción agrícola, la fracturación hidráulica, etc., que atrapan el calor en la atmósfera).
  • Estados Unidos es el mayor productor de petróleo y gas en el mundo.
  • Estados Unidos utiliza mucho más combustibles fósiles por persona, y produce más contaminación de dióxido de carbono por persona que cualquier economía importante en el mundo.

En unas palabras, las metas de Biden no representan una retirada significativa de la producción basada en combustibles fósiles ni de la infraestructura de combustibles fósiles de Estados Unidos. Es más, ¡estas metas inadecuadas ni siquiera son vinculantes ni están consagradas en la ley!

2. El fraude de la rendición de cuentas sobre las emisiones del dióxido de carbono

Cuando Estados Unidos dice que va a reducir sus emisiones en 50 a 52 por ciento, lo que ni siquiera figura en el alcance de la discusión, y queda totalmente sin tocar, son las emisiones de gases de efecto invernadero por su máquina militar genocida. Las fuerzas armadas estadounidenses representan el más grande consumidor institucional de petróleo en el mundo, y son un pilar clave de la hegemonía imperialista estadounidense. Tampoco toman en cuenta las emisiones producidas por sus llamadas cadenas mundiales de suministro explotadoras de la mano de obra barata e intensivas en contaminación — una red de compañías en otros países que mandan productos como iPhones a Estados Unidos para su ensamblaje, empaquetamiento y venta.

El principio fundamental del programa de Biden sobre el clima se basa en lo que llaman “cero emisiones netas”. Esto significa que se permite echar dióxido de carbono a la atmósfera siempre y cuando lo acompañan promesas de “quitar” el dióxido de carbono en un futuro lejano. Mientras tanto, el dióxido de carbono en la atmósfera hace estragos. Igualmente de mal es que esa idea general se basa en tecnologías que para nada se ha comprobado para absorber y almacenar emisiones del dióxido de carbono. Así que NO se trata de cero emisiones (que significa no emitir ningún dióxido de carbono); no se trata de la transición radical que se aleje de los combustibles fósiles, una transición que se requiere para lidiar con los cambios catastróficos en el clima y las amenazas a la biodiversidad. “Cero emisiones netas” es una peligrosa fantasía y engaño que prolonga la producción y consumo de combustibles fósiles.

3. Cuando Biden dice que Estados Unidos debe convertirse en “el líder mundial” del combate contra el cambio climático, se refiere a que el imperialismo estadounidense debe responder a la crisis climática y utilizarla para mantener el dominio estadounidense en un orden imperialista mundial que enfrenta nuevas amenazas: ecológicas y geopolíticas.

La cumbre del Día de la Tierra era la primera ofensiva diplomática importante de la administración imperialista liberal de Biden. Bajo el fascista negacionista del cambio climático Trump, Estados Unidos se alejó de las negociaciones y acuerdos mundiales. Mientras tanto, la China imperialista en ascenso ha estado maniobrando para extender y afianzar su influencia mundial. Esta cumbre representa una maniobra del imperialismo estadounidense bajo Biden para arroparse con el manto de “preocupación por el clima”, para recuperar y reafirmar la autoridad de “poder blando” de Estados Unidos en el escenario mundial, y para establecer sus términos sobre cómo responder a esta emergencia ambiental. No lo hará de acuerdo con los intereses de la humanidad mundial y hacia salvar al planeta, sino, al contrario, conservando con el dominio de Estados Unidos el sistema de derechos de propiedad, ganancias y saqueo del capitalismo-imperialismo que está destruyendo el planeta.

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