Reportaje del Día Internacional de la Mujer 2024 en México

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Las acciones marcando el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, 2024, soltaron la furia de las mujeres contra la opresión patriarcal en México y alrededor del mundo. Por dondequiera en el mundo, esta opresión se está intensificando. El mayor papel de las mujeres en la sociedad, resultando tanto de las necesidades económicas y políticas del sistema capitalista como de la lucha de las mujeres, ha beneficiado a este sistema pero también ha debilitado algunas de las viejas formas de someter a las mujeres. Frente a estos cambios, se ha atizado, por una parte, la misoginia y los intentos de reforzar la opresión patriarcal, a la vez que se ha intensificado la lucha de millones de mujeres por romper las cadenas y lograr su liberación. Esta contradicción es parte muy importante de las múltiples crisis que este mismo sistema caduco enfrenta ahora. Las mujeres anhelan vivir libres, se rebelan contra las cadenas del sistema que no lo permite y esta lucha puede y necesita convertirse en una fuerza poderosa para la revolución.

En la Ciudad de México (CDMX), el gobierno (des)informó que marcharon 180 mil personas, pero eran muchísimas más. Las primeras llegaron al Zócalo por las 15 horas, y las últimas llegaron cerca de las 21 horas. Solo pudieron entrar porque las que llegaron antes ya se habían retirado. Las líneas del Metro rumbo al centro de la ciudad rebosaron de júbilo y expectación. Compañeras que iban juntas a marchar invitaron a otras, dándoles orientaciones de cómo cuidarse frente a encapsulamientos y detenciones por parte de la policía, protegerse de los gases, y otros consejos. El gobierno cerró las estaciones en todo el centro de la ciudad, pero cientos de miles llegaron, tomaron las calles y las desbordaron — cantando, coreando, tocando tambores y bailando, con paliacates verdes y morados, en un mar de mantas y carteles exigiendo justicia por las decenas de miles de mujeres asesinadas o desaparecidas, alto a toda la violencia y desprecio contra las mujeres, el pleno derecho al aborto seguro y legal, así como la expresión de profundos anhelos por un mundo diferente, en que las mujeres puedan ser libres.

Hubo marchas por todo el país. Según los reportajes, 50 mil marcharon en Guadalajara, 25 mil en Monterrey y 20 mil en Querétaro y más de 10 mil en Puebla. Cientos de miles salieron a protestar y en muchos estados marcharon no solo en la capital, sino también en otras ciudades medianas y pequeñas. También denunciaron otras injusticias: las marchas en Soconusco, Chiapas y Apizaco, Tlaxcala exigieron justicia para las y los migrantes; en CDMX y Guadalajara (y tal vez otras ciudades) exigieron libertad para Palestina y fin al genocidio de Israel y Estados Unidos. En la capital, al pasar por el Antimonumento a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, contaron hasta 43 en apoyo a la lucha por la verdad y la justicia que lleva más de 9 años. Familiares buscadores de las y los desparecidos encabezaron las marchas en muchas ciudades. Participaron mujeres y algunos hombres, desde niñas y niños de 3 o 4 años hasta personas grandes de 90. La gran mayoría eran jóvenes, que han impulsado este movimiento, sobre todo desde 2019, cuando nació un nuevo espíritu combativo contra las fuerzas del Estado, la violencia machista y, entre algunas, contra el sistema capitalista que da lugar a estos horrores.


En la capital, como es tradición desde 2020, llegaron cientos a pintar conmemoraciones y denuncias de las vidas robadas sobre las grandes vallas metálicas puestas por el Estado frente al palacio nacional. Por la noche del 7 de marzo, Irinea Buendía (madre de Mariana Lima Buendía, asesinada en 2010 por su esposo, un policía judicial), junto con muchas otras madres de víctimas de feminicidio, se manifestaron frente al Palacio Nacional, colocando velas blancas y fotografías de sus hijas y otras mujeres asesinadas en la plancha del Zócalo.

En muchas ciudades, hubo escaramuzas frente a estas vallas que representan la defensa del patriarcado y el rechazo total a las demandas de justicia. Sirven para proteger a los policías que lanzan gases y golpes contra las manifestantes. Aunque los gobiernos juran que no usan gases, videos en las redes documentan grandes chorros de gas lacrimógeno saliendo de sus fortificaciones. Algunas manifestantes resistieron e intentaron tumbar las vallas.

Reportes periodísticos y videos en las redes documentaron que hubo represión de parte de las fuerzas del Estado en Zacatecas, Puebla, Colima y Monterrey, entre otros lugares. La más fuerte fue en Zacatecas, gobernado por Morena, donde policías atacaron, golpearon y detuvieron a unas 30 manifestantes y periodistas en la Plaza de Armas al final de la marcha. Videos en las redes muestran como 4 o 5 policías agarran y tumban a una joven y la arrastran por toda la plaza, jalándola de su playera y su paliacate verde, bajándola sobre escalones de piedra. Era una de 30 mujeres, incluyendo periodistas, a las que llevaron hasta un callejón donde las insultaron y amedrentaron, golpeando y pateando a algunas. Fueron detenidas ahí durante una hora, paradas con la cara junto a la pared, sin poder voltear a ver los rostros de sus atormentadores. Hubo hombres entre los policías, además de mujeres. Después las llevaron en patrullas, por rutas poco transitadas, sin decirles a dónde iban, hasta finalmente terminar en la comisaría de la policía municipal. (Los militares y policías suelan hacer esto para atemorizar a los detenidos de que vayan a ser desaparecidos). Por la presión de la gente que llegó a la comisaría para exigir su liberación y por los videos en las redes que exhibieron el abuso policiaco, el gobierno finalmente las liberó.

Una semana después, otra marcha en Zacatecas de unas 3 mil personas tomó las calles exigiendo la destitución de las autoridades responsables de la represión. Desenmascararon la conjura represiva que el gobierno preparó de antemano. El gobernador intentó criminalizar a la protesta, tachándola de “violenta” días antes del 8M; la Secretaría de Seguridad Pública de Zacatecas (SSPZ) citó a policías de otros municipios además de 400 agentes mujeres de la Guardia Nacional para montar “todo un aparato de vigilancia” sobre las y los manifestantes. Aseguraron que se dio la orden de “reprimir a un pequeño grupo de las más de seis mil manifestantes que habían marchado” desde el helicóptero de la SSPZ que sobrevolaba la plaza de armas con un par de francotiradores a bordo, y así los policías emboscaron a la gente, usando “una táctica de ‘embudo’, para acorralar y reprimir a un grupo de compañeras”. Exigieron al gobernador “la renuncia inmediata de los tres funcionarios de su gabinete, quienes habrían ordenado a policías estatales y de vialidad, reprimir a una treintena de mujeres con gas lacrimógeno, extintores, toletes y escudos”.

Las marchas este 8 de marzo fueron más numerosas y poderosas que nunca; representan un importante y creciente despertar político, rechazo y cierta rebelión contra la opresión patriarcal. Este movimiento ha sido atacado y calumniado por el presidente López Obrador como “conservador” porque es crítico e independiente (en parte importante) de su partido y su gobierno. Según el presidente, el hecho de que una mujer (Claudia Sheinbaum, de Morena) va a ser la próxima presidente, representa un gran avance para las mujeres en el país, y está muy bien que muchas en el movimiento de las mujeres no lo creen. Replicaron algunas activistas, “Sabemos por experiencia que aún con los cargos ocupados por mujeres no hay garantía de avanzar en materia de justicia para nosotras. Nos situamos fuera de la lógica partidista, de sus formas políticas inventadas por el patriarcado, apostamos por la organización y movilización social”. Esto es positivo hasta donde llega, pero hace falta algo mucho más radical: necesitamos una revolución real para desarraigar y eliminar la opresión patriarcal.

Como señala nuestro volante (“A romper todas las cadenas—Desatar la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para la revolución”), las luchas y rebeliones de las mujeres en México y el mundo son importantes, porque “despiertan, inspiran e instruyen a la gente, pero no rompen las cadenas del patriarcado. Porque el sistema capitalista las mantiene y las refuerza, y utiliza tanto la represión como los engaños para sofocar las revueltas”.

¿Por qué el Estado se encarga de intimidar, amedrentar y reprimir a las manifestaciones de las mujeres? ¿Por qué, pese a años de lucha y marchas multitudinarias, sigue protegiendo a feminicidas y violadores, incluidos los policías y soldados que cometen estos crímenes? ¿Por qué la SEDENA (Secretaría de Defensa Nacional) espía a activistas feministas (como se reveló en Guacamaya Leaks) y protege a los soldados que violaron brutalmente a Ernestina Ascencio Rosales, una mujer indígena de 72 años que murió de ese cruel ataque misógino en 2007? ¿Por qué, aunque aprueban leyes nuevas para (supuestamente) proteger a las mujeres, se intensifican los ataques violentos, el acoso y las humillaciones por dondequiera?

Muchas activistas dicen que el problema es que “el Estado no hace su trabajo”, pero eso es una ilusión falsa que nos han inculcado desde la escuela primaria, de que el Estado representa al pueblo y existe para protegerlo. La realidad es que el Estado capitalista no existe para proteger al pueblo; existe para proteger al sistema capitalista que oprime y explota al pueblo. Existe para mantener las desigualdades e injusticias de género, nacionalidad, “raza” y clase, que bajo el capitalismo no se pueden eliminar.

Solo una revolución que derroque y desmantele ese Estado y el sistema capitalista en su conjunto abrirá el camino a construir una nueva sociedad, una sociedad socialista liberadora. Este es el cambio necesario y posible ahora para liberar a las mujeres, a todos los oprimidos y finalmente a toda la humanidad.

Por eso, lo que más urge ahora es organizarse y movilizarse como parte del Movimiento Revolución para preparar y hacer una revolución real, una revolución guiada por el método y enfoque científico del nuevo comunismo, desarrollado por Bob Avakian.

¿Piensas que esta revolución es un “sueño utópico”, aunque reconoces que todo va de mal en peor para la gran mayoría de la gente? ¿Tienes presente que el calentamiento global avanza más rápido que los científicos calculaban, que los choques entre China, EU y Rusia se agudizan planteando la verdadera amenaza del uso de armas nucleares? ¿Entiendes que enfrentamos estas dos amenazas a la humanidad y las demás especies por el funcionamiento del sistema capitalista-imperialista mundial?  Frente a estos y otros horrores, es aún más importante entender que la posibilidad de hacer la revolución y tumbar este sistema en un futuro cercano es real, aunque no se ve a simple vista. Se intensifican las contradicciones profundas del sistema provocando crisis que traen mayor sufrimiento para millones y también mayores divisiones entre “los de arriba”, lo que hace mucho más posible una revolución con verdaderas posibilidades de triunfar. Se ve esto en Estados Unidos ahora, en la contienda entre los fascistas republicanos y los demócratas burgueses, y se vienen abriendo mayores divisiones entre las clases dominantes aquí también. A la vez, cada vez más gente no puede seguir viviendo como antes y busca una salida a este infierno, pero solo encontrarán una salida real al llevarles la verdad liberadora de que es posible la revolución y otra manera de vivir mucho mejor. Una revolución liberadora es necesaria y es posible. Llamamos a todas y todos que anhelan poner fin a este sistema de horrores sin fin a conocer y participar en la lucha por preparar y hacer esta revolución.

Aurora Roja

Voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México

auroraroja.mx@gmail.com    aurora-roja.blogspot.com

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