Del Servicio Noticioso Un
Mundo Que Ganar:
Nota de revcom.us: El ex
estratega en jefe de Donald Trump, Steve Bannon, ha estado de gira por Europa,
fomentando el fascismo y la supremacía blanca y dando respaldo a los grupos
fascistas. Le dijo a una reunión del Partido Frente Nacional fascista en
Francia: “Dejen que les llamen racistas. Dejen que les llamen xenófobos. Dejen
que les llamen nativistas. Úsenlo como una insignia de honor”. Los resultados
de las recientes elecciones en Italia, analizados en este artículo del Servicio
Noticioso Un Mundo Que Ganar, representan un gran salto en el fascismo en Europa.
El ex asesor de Trump e ideólogo líder supremacista blanco/masculino/pro
estadounidense, Steve Bannon, fue a Italia a presenciar las elecciones y a
celebrar los resultados. “El pueblo italiano ha llegado más lejos, en menos
tiempo, que lo que lo hicieron los británicos por el Brexit y los
estadounidenses por Trump”, le dijo al New York Times. “Italia está
a la cabeza”.
El colapso de los partidos
gobernantes tradicionales y el ascenso de los fascistas
Los resultados signaron el
colapso de los dos grandes partidos que han dominado a Italia desde el fin de
la II Guerra Mundial.
El gobernante Partido Demócrata (que se creó en la época en que los obreros
votaban por el totalmente no revolucionario Partido Comunista), perdió más de
la mitad de sus antiguos votantes y se situó en un lejano tercer lugar. Las
cosas fueron aún peores para Forza Italia, dirigida por el tristemente célebre
magnate de los medios de comunicación y ex primer ministro Silvio Berlusconi,
frecuentemente etiquetado como el Trump original. Funcionarios de la Unión
Europea (UE) y otras potencias europeas esperaban que si el Partido Demócrata,
al que prefieren, no ganara, Berlusconi lo haría y gobernaría junto con el
Partido Demócrata en algo parecido al modelo alemán de “gran coalición de
centro-izquierda/centro-derecha”.
Berlusconi se había aliado con la Liga para estas elecciones. Pero, en vez
de que él se beneficiara de esta alianza, triunfó la Liga y el partido de
Berlusconi quedó casi noqueado. El tercer partido afín a su grupo eran los
Hermanos de Italia. Los Hermanos dicen ser herederos de Benito Mussolini, cuyo
régimen (1922-1945) fue el primero en el mundo en decirse fascista. Mussolini
fue el principal aliado de Hitler en Europa en la II Guerra Mundial. Uno de
indicadores más dicientes de qué tanto la política convencional en los países
imperialistas se ha desplazado a la derecha es que los principales medios
informativos de Occidente se refieren a esta alineación como “centro-derecha”.
Esta recién descubierta respetabilidad (a ojos de las clases dominantes
occidentales y sus expertos) hacia las fuerzas fascistas, aunque les expresen
aversión, es un importante factor en el triunfo de la Liga. Antes llamada Liga
del Norte, para nada es novata en la escena política italiana. Con respaldo de
los ricos de las regiones más ricas de Italia, la razón original de su
existencia era oponerse a que se utilizara el dinero de los impuestos para
desarrollar el sur del país, que por mucho tiempo sirvió como fuente de mano de
obra para las sumamente lucrativas industrias del norte. Sus líderes son
tristemente célebres por llamar perezosos, sucios y malolientes a los italianos
del sur, con una palabra italiana equivalente a “nigger”. Pero esta categoría
ahora la aplican a otros. Casi de inmediato la Liga abandonó su regionalismo,
renunció a su oposición a la UE y adoptó un nuevo lema, “Primero los
italianos”, declarando que, para empezar, todos los italianos tienen que unirse
para echar a todos los inmigrantes recientes. Ahora es el partido con más
escaños en el parlamento y su líder, Matteo Salvani, está exigiendo que el
testaferro presidente del país lo nombre para formar el próximo gobierno.
Ningún partido ganó la mayoría parlamentaria, por lo que todo gobierno
futuro se basará en una coalición. La Liga se podría unir con el Partido
Demócrata, que ayudó a allanar el camino para la Liga al criminalizar los
esfuerzos humanitarios para rescatar inmigrantes en el mar y al utilizar la
marina y los señores de la guerra libios para impedir con fuerza militar que
botes llenos de refugiados abandonen el Norte de África. Esto llevó al
encarcelamiento de muchos miles de africanos en campos de concentración en la
que fue colonia de Italia. El Partido Demócrata jugó un gran papel en la
popularización del odio a los inmigrantes y la legitimación de posiciones
fascistas.
O podría darse una coalición entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas. El
hecho de que comentaristas políticos líder en Italia y el exterior vean esto
como una “solución” viable a la crisis política italiana dice mucho más sobre 5
Estrellas que lo que muchos de sus propios partidarios quisieran admitir.
5 Estrellas insiste que es un movimiento político, y no un partido. Su
actitud hacia los partidos políticos y la respetabilidad tradicional se resume
en su lema oficial, “Váyanse a la mierda”. Su imagen se exhibe en su logo que
es una V, parecida a la máscara en forma de V de la película de 2005 V
de Vendetta, adoptada luego por grupos anti-establecimiento como Ocupar en
Estados Unidos y Reino Unido. La V es por “Váyanse” y es también el número
cinco en romanos, simbolizando las “5 estrellas” o asuntos centrales del
movimiento: renacionalizar el sistema público de acueducto, transporte
sostenible, desarrollo sostenible, ambientalismo y acceso a internet para
todos. Sus reglas fundacionales exigen “democracia directa” para todo (todas
las decisiones se toman por referendo en la web), estrictas restricciones para
evitar el surgimiento de líderes permanentes y acabar con la política
“profesional” exigiendo que sus funcionarios elegidos entreguen gran parte de
su salario.
Pero solo diez años después de su fundación, 5 Estrellas se ha convertido
en un partido político, un partido cuyo líder de 31 años de edad, Luigi Di Maio,
es conocido por su refinada imagen de traje y corbata en contraste con el
deliberado desaliño de su cofundador, el comediante Beppe Grillo. Di Maio,
también, está exigiendo ser nombrado para formar un gobierno, lo que
seguramente significará una coalición con uno o más de los partidos a los que 5
Estrellas se ha definido estar en contra.
Esto no es lo que se imaginaban muchos de los partidarios de 5 Estrellas,
que por lo general son menos religiosos, menos tradicionales y en cierto
sentido más jóvenes que los de otros partidos. Entre ellos hay estudiantes,
profesionales y pequeños y medianos empresarios que se sienten apabullados por
el sistema político y la enorme y omnipresente corrupción de la que es
sinónimo. Al principio buscó tomar una posición menos clara sobre la
inmigración, centrando sus ataques en “el negocio de la inmigración”, los (muy
reales) abusos de las organizaciones criminales que se ceban de centros
oficiales de asilo, y la exigencia de que otros países europeos tomaran su
parte de los inmigrantes en vez de dejárselos solo a Italia. Pese a que el
programa de 5 Estrellas se oponía a la retórica antiinmigrante de otros
partidos, su propia posición no obstante equivalía a una versión libertaria de
“Primero los italianos”, en concordancia con su posición contra la permanencia
de Italia en la UE (en el parlamento europeo se ha unido a la alianza del líder
del Brexit1, Nigel Farage). Para la Liga y para 5
Estrellas, su nacionalismo subyacente que ha sido un factor impulsor de su
oposici&oaute;n a la UE, se ha abrazado aún más fuertemente a medida que la
cuestión de la inmigración se ha hecho más central en toda Europa.
El auge del odio
antiinmigrante
El sentimiento antiinmigrante, al nivel en que está hoy, es relativamente
nuevo en Italia. Hace unos años, cuando comenzaban a llegar por primera vez
pequeños botes a Sicilia, las costas italianas más próximas al norte de África,
y el gobierno italiano y otros gobiernos europeos deliberadamente dejaron que
miles de personas se ahogaran, los pescadores locales y otros se ofrecieron a
rescatar a los futuros inmigrantes y darles refugio. Funcionarios locales en Lampedusa,
una pequeña isla cerca de Túnez, donde mucha gente fue arrojada por el mar,
criticaron duramente al gobierno italiano por no brindarles a los recién
llegados la ayuda que merecían. Hoy, no es claro si tales personas cambiaron de
idea o si solo están abrumadas por el creciente ambiente antiinmigrante que el
Estado y todos los partidos políticos crearon por todos los medios posibles.
La entrada de los inmigrantes en los últimos años no explica por qué tantos
italianos han llegado a ver la inmigración como una concentración de todo lo
que les frustra y humilla en su sociedad, una “crisis” que tiene que resolverse
con las más drásticas (e inhumanas) medidas, por qué se ha convertido en el
principal ariete del fascismo. Sin duda, tiene algo que ver con la idea de que
la gente nacida en Italia —y cada vez más, no todos los que han nacido en
Italia sino únicamente los hijos de “verdaderos” italianos— tienen el derecho,
por el hecho de haber nacido en un país imperialista que saca riquezas de todo
el mundo, de vivir mejor y considerarse mejores que la gente de países
dominados y desangrados por el sistema imperialista global. Algunas personas
alegan que los problemas económicos, en especial el alto desempleo, causan la
histeria antiinmigrante, pero los trabajos que consiguen los inmigrantes, en lo
básico en la producción de las muy alabadas exportaciones —el trabajo en los
viñedos y en la agricultura en general, en las pequeñas y medianas fábricas de
alta tecnología del norte que producen tejidos especiales y otros bienes de
lujo, y en la provisión de cuidado personal y otros servicios sociales que
ayudan a preservar la estructura de la familia tradicional— son trabajos que
muchos italianos ya no se sienten obligados a aceptar.
El Movimiento 5 Estrellas y muchos que se consideran “gente de izquierda”
en esencia han abrazado este sentimiento de creer que muchas cosas les
corresponden por derecho propio. Esto va de la mano con la visión reformista
que, en vez de buscar una sociedad radicalmente distinta, busca hacer que la
sociedad existente funcione mejor reemplazando a sus administradores corruptos.
Aunque hablan de “el sistema”, la oposición de este movimiento se ha ido
acercando peligrosamente a la retórica fascista, y reducen la meta a cambiar
las estructuras políticas y no las subyacentes relaciones económicas de
explotación y las opresivas relaciones sociales. Terminan compartiendo con los
fascistas la meta central de una “mejor” Italia imperialista y un “mejor trato”
(para los italianos) dentro de la cadena alimenticia imperialista global, en
vez de ponerle fin al sistema capitalista monopolista que moldea la vida de
todos y crea antagonismos entre países, tanto entre países parásitos y los
países que les dan de comer, como entre países imperialistas rivales.
A medida que se agudizaba más y más la cuestión de la inmigración, 5
Estrellas aclaró su posición. Alineado con el mismo gobierno, su líder denunció
a las oenegés que realizan operaciones de búsqueda y rescate en el
Mediterráneo, diciendo que eso equivale a suministrar “taxis” para traer
inmigrantes. Hoy es difícil diferenciar su posición de la de los fascistas y su
lema “Primero los italianos”. Sea que 5 Estrellas acabe uniéndose a una
coalición con los fascistas o a una coalición rival, o alguna combinación de
ambas, se ha convertido en un engranaje de un complejo proceso político que
impulsa el auge del fascismo en Italia hoy.
Unas semanas antes de las elecciones, en el pueblo de Macerata en el centro
de Italia, un joven que había sido candidato local por la Liga se bajó de su
auto, se arropó con una bandera italiana, hizo el saludo fascista de Mussolini
y procedió a disparar contra seis transeúntes que creyó africanos (por fortuna
nadie murió). Dijo que se vengaba por el atroz asesinato de una mujer italiana
por criminales nigerianos, pero nadie dispara a mansalva contra los italianos
en represalia por los asesinatos cometidos por la mafia italiana. Luego de
esto, toda tendencia política tomó posición. El líder de la Liga dijo que se
oponía a la violencia, pero que los africanos habían llevado la violencia a
Italia (¡!). Grupos fascistas más pequeños llamaron a los italianos a
manifestarse a favor del asesino. Miles de personas salieron a unirse a una
marcha antifascista, y ha habido más por todo el país. Pero a medida que 5
Estrellas se une cada vez más al coro que censura “la inmigración
descontrolada”, sus partidarios escasearon mucho en las protestas antifascistas
en este momento tan crucial. El llamamiento fascista a expulsar de inmediato a
medio millón o más de personas —con toda la bruta fuerza estatal que se
requiera— se está legitimando y ahora busca mostrarse como una exigencia “del
pueblo”.
El auge del fascismo en Europa
Demasiados europeos creen que el fascismo ha llegado a su punto máximo, que
no podría enganchar a sus países, como gran parte de la gente lo creyó respecto
a Italia. De hecho, hasta ahora, mucha gente pensaba que solo podría llegar al
poder en los países más pobres de Europa oriental, y no en Europa occidental y
ciertamente no en la tercera mayor economía de la eurozona.
Pero hay algo más profundo que aprender del ejemplo italiano. En Francia,
por ejemplo, el movimiento Francia Insumisa liderado por Jean-Luc Mélenchon2 va por el mismo camino que 5
Estrellas, pasando de una deliberada ambigüedad sobre la inmigración a adoptar
la misma lógica conciliadora: que la inmigración en masa es un problema grave,
que si el Estado no toma medidas para detenerlo, pues los fascistas triunfarán,
sin dejar ninguna opción “práctica” salvo adoptar una posición antiinmigrante.
Actualmente, el gobierno “centrista” de Emmanuel Macron maniobra para
implementar políticas sumamente crueles contra los inmigrantes — no ante las
próximas elecciones sino después de unas elecciones
presidenciales en las que Macron le debe su victoria a la gente que votó por él
para derrotar a la candidata del fascista Frente Nacional. En vez de convocar
gente en contra de esto, Mélenchon ha mantenido un silencio atípico. Ahora
prácticamente nadie de la “izquierda” francesa organizada se ha unido a los
cristianos, humanitarios y oenegés que luchan por la idea de que todos los
seres humanos tienen los mismos derechos. Puede que el Frente Nacional esté por
el momento debilitado por riñas internas, pero ideológicamente se les está
allanando el camino.
En el Reino Unido, también, incluso gente que se considera revolucionaria
no puede romper con la visión de “mi país ante todo” (o, en su versión de
“izquierda”, “mi pueblo ante todo”) encarnada en el Brexit e imbuida en el
Partido Laborista. Durante la campaña del referendo del Brexit, el líder
laborista Jeremy Corbyn aceptó el frenético llamado a “controlar” “nuestras
fronteras”. ¿Acaso el laborismo denuncia la criminal responsabilidad del
imperialismo británico en expulsar a millones de personas de sus hogares con su
asesina participación en las guerras encabezadas por Estados Unidos en Medio
Oriente y Afganistán? Por supuesto que no. A cambio, el principal argumento del
laborismo fue que los inmigrantes hacían una contribución neta a la economía
británica — en otras palabras, nos sirven a “nosotros los británicos”. Con sus
vistas reducidas por las anteojeras del nacionalismo a “mi país”, demasiada
gente progresista se ha dejado caer en respaldar posiciones que creía que nunca
tendría.
Independientemente de las diferentes características del auge del fascismo
en toda Europa, lo están generando acontecimientos sociales y económicos dentro
de sociedades que a su vez se determinan e impulsan por lo que sucede en el
sistema imperialista mundial en su conjunto. Esto es lo que subyace a las
necesidades que enfrenta toda clase dominante imperialista, incluso en Italia,
a medida que los acuerdos de gobierno liberales democráticos tradicionales
vigentes desde la II Guerra Mundial colapsan bajo la presión de cambios telúricos
en el sistema imperialista mundial, y a medida que se intensifica la rivalidad
entre imperialistas. Por eso, Italia, por ejemplo, encuentra ahora que es tanto
posible como necesario aumentar agresivamente su intervención en el norte de
África, junto al régimen libio de señores de la guerra. Estos cambios globales
también subyacen a la cambiante configuración de la economía y sociedad
italianas, llevando a la violenta reafirmación de los valores esenciales que
han mantenido unida a esa sociedad.
Cuando el fascista estadounidense Bannon dijo, “El pueblo italiano ha
llegado más lejos”, dejó sin decir hacia dónde. Estos fascistas no
quieren el poder solo para enriquecerse. Buscan reconfigurar el Estado
capitalista y utilizarlo para realizar cambios sumamente violentos, lo más
pronto posible, a un estatus quo en que se abren fuertes grietas ante las
fuerzas objetivas que agitan el mundo de hoy. A nombre de “Primero los
italianos”, están dispuestos a derramar la sangre de todo el que se oponga a
los crímenes que están preparando.
Detener al fascismo exige una unidad tan amplia como lo que requiere la
horrenda situación, y al mismo tiempo los mismos acontecimientos dejan en claro
que tiene que haber un núcleo de gente que entienda cómo es que el sistema
imperialista ha creado esta situación, y por tanto vea la lucha contra el
fascismo como parte de lidiar con los problemas desde su raíz, mediante una
revolución, y en consecuencia, mientras forjan una amplia unidad, puedan luchar
contra las ilusiones y las ideas erróneas que han ayudado a impulsar el
fascismo y podrían sabotear la lucha en su contra. Algunas personas tienen que
asumir esa responsabilidad.
1. Brexit fue la decisión de Gran
Bretaña de abandonar la Unión Europea en 2016. Vea el artículo de revcom.us “3 puntos sobre
‘Brexit’”.
2. El líder de Insumisa, Mélenchon,
es considerado un líder político socialdemócrata o “populista de izquierda”
El 17 de marzo de 2017, el
Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una
herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del
comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial:
Introducción a un SNUMQG transformado”.
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