Encubrimiento del papel criminal del Ejército en el caso Cienfuegos

 

En el caso Cienfuegos, el gobierno mexicano ha actuado para encubrir el papel criminal del Ejército y la extensa colusión en todos los niveles entre el crimen organizado, el gobierno y las fuerzas armadas.

El general Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto, fue detenido en octubre del año 2020 en Estados Unidos bajo cargos de narcotráfico y lavado de dinero.

En ese momento, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) afirmó que la detención de Cienfuegos era “una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función gubernamental en el país durante el periodo neoliberal” y prometió que “los civiles en el gobierno o elementos de las fuerzas armadas involucrados con las acusaciones contra Cienfuegos serán suspendidos y, si es el caso, puestos a disposición de las autoridades competentes”.

Sin embargo, AMLO pronto cambió radicalmente de parecer bajo presiones del Ejército, y su gobierno exigió la devolución de Cienfuegos para llevar el caso en México. La periodista Anabel Hernández afirma que varios contactos en el gobierno le aseguraron que AMLO recibió una llamada indicando que el Ejército dejaría de apoyarlo si no hiciera algo pronto al respecto. Lo que parece más lógico suponer es que el Ejército actuó así, no simplemente para proteger al general en retiro, sino también por temor a lo que pudiera filtrarse en el juicio en EU sobre los lazos de otros militares con el crimen organizado.

Se detuvo el juicio en Estados Unidos, no por falta de méritos, sino por consideraciones de relaciones internacionales a solicitud del Departamento de Estado de EU frente a la exigencia del gobierno mexicano a devolverlo a México. Cuando Cienfuegos regresó al país, el gobierno mexicano prometió que no habría impunidad, y el Secretario de Relaciones Exteriores; Marcelo Ebrard, recalcó que sería “casi suicida” traerlo a México y luego no hacer nada, porque para eso “mejor se hubiera quedado en Estados Unidos”.

Sin embargo, eso es precisamente lo que se hizo. En una investigación súper-exprés de solo un poco más de dos meses, la Fiscalía General de la República (FGR) decidió el “no ejercicio de la acción penal, en favor del General Salvador Cienfuegos Zepeda”. AMLO a su vez, respaldó la decisión de la FGR y acusó a la Administración Antidrogas (DEA) de EU de fabricar delitos.

No es posible que hayan hecho una investigación exhaustiva en tan poco tiempo. De acuerdo con la periodista Anabel Hernández, hay por lo menos 5 miembros extraditados del cartel del capo Juan Francisco Patrón Sánchez, conocido como H-2 (el cartel al que se acusa a Cienfuegos de proteger). Habría sido necesario interrogarlos al respecto, un proceso que llevaría más tiempo para completar los trámites con el gobierno de EU para poder hacerlo. La FGR tampoco ha indicado que haya intentado tener acceso a todos los testigos, grabaciones telefónicas y evidencias físicas que se iban a presentar en el juicio en EU. La evidencia que la FGR cita específicamente para desestimar el caso es el testimonio del propio general Cienfuegos en su defensa, además de aportar más de 6 mil hojas en que la mayor parte del texto está testado. No se puede hablar de “transparentar” un caso cuando se presenta un expediente ilegible en su mayor parte, con casi todo tachado.

Existe evidencia de que el Ejército sí protegía al cartel de H-2 en los mensajes de texto que la DEA envió al gobierno de México y que este hizo públicos. Independientemente de que si esa protección la proporcionara Cienfuegos, como sostienen la DEA y los fiscales de Nueva York, o se tratara de otro personaje, como sostienen el propio Cienfuegos y la FGR, la FGR no indicó ninguna intención de averiguar quién sí proporcionaba esa protección, si no fuera Cienfuegos.

Así que, a partir del cambio de parecer de AMLO, todo el actuar de la FGR y el gobierno mexicano fue para exonerar a Cienfuegos y para encubrir y no descubrir los lazos entre el Ejército y el crimen organizado, a pesar del enorme montón de evidencia de tal colusión, en este y en otros casos. Por otra parte, tampoco se puede confiar en los dichos del gobierno estadounidense, que tiene toda una historia de su propia colusión con el narcotráfico y su uso para fines políticos.

Sea cual fuere su papel en este caso, sobran las evidencias de que Cienfuegos es culpable de encubrir una serie de crímenes del Ejército que ocurrieron bajo su mando. Algunos de los crímenes más notables son:

  • Tlatlaya: Saldo de 22 civiles muertos, con la masacre de varias personas que se habían rendido, bajo órdenes escritas de salir en horas de oscuridad y "abatir delincuentes". Inicialmente el Ejército mintió al sostener que era un “enfrentamiento” y Cienfuegos personalmente trató de desestimar la prueba documental de la orden como “error de transcripción”.
  • Ayotzinapa: El asesinato de 6 personas y la desaparición de 43 normalistas en una operación conjunta del Ejército, las policías federal, estatal y municipal, así como el crimen organizado, en que el Ejército desapareció pruebas y Cienfuegos prohibió que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) entrevistara a los efectivos militares directamente implicados sin la presencia intimidante de sus mandos. A pesar de las promesas del gobierno actual, no se ha esclarecido este horrendo crimen ni hecho justicia después de más de 6 años.
  • Apatzingán: Los militares y policías federales golpearon, mataron y desaparecieron a civiles desarmados, con saldo de por lo menos 16 muertos.

Como ha señalado muy correctamente Laura Castellanos, quien documentó el caso de Apatzingán, entre otros, en su libro Crónica de un país embozado 1994-2018, “Si Cienfuegos no es juzgado en México por crímenes de lesa humanidad, entre estos por la matanza de Apatzingán, el Estado mexicano seguirá perpetuando la impunidad con la que la institución ha actuado históricamente”.

A pesar de toda su retórica de “combatir la corrupción”, el gobierno de AMLO sigue encubriendo estos crímenes de Cienfuegos y el Ejército, así como la colusión de las Fuerzas Armadas con el crimen organizado, por la misma razón que el gobierno de Peña Nieto encubrió los mismos crímenes citados y el gobierno de Calderón encubrió la violación y asesinato de Ernestina Ascencio por efectivos militares, entre muchos otros asesinatos de gente inocente. No van a permitir investigaciones que a su juicio debilitarían las fuerzas armadas, por muchos crímenes que sí cometen, porque el papel esencial de las FFAA es defender el actual sistema capitalista en que la gran mayoría es explotada y oprimida por una pequeña minoría de grandes capitalistas. Para mantener tal sistema, es necesario atemorizar y reprimir a los explotados y oprimidos, y ningún gobernante puede escapar esa realidad. Además de este papel esencial, el Estado mexicano en general y las Fuerzas Armadas en particular están compenetrados hasta la médula con el crimen organizado, producto también del mismo sistema capitalista en las condiciones actuales.

Con este encubrimiento de los lazos del Ejército con el crimen organizado, así como muchos otros crímenes, se comprueba una vez más que meter a nueva gente “honesta” en el podrido Estado actual no resuelve el problema: hace falta acabar con este Estado reaccionario por medio de la revolución, junto con el sistema que representa.

Aurora Roja
Voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México

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