Manifestación en Guadalajara en apoyo a los normalistas |
Da tanto coraje la bestialidad de
los crímenes del gobierno en Iguala, Guerrero. Seis personas desarmadas e inocentes asesinadas por la policía y
hombres armados vestidos de civil, un joven con la piel arrancada de su cara. Veinticinco
heridos, dos de gravedad. Cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa
desaparecidos, por lo menos veinte llevados por la policía municipal. Después
de un show de supuestas “confesiones”
que llevaron a fosas clandestinas, ahora nos informan que por lo menos los 28 cadáveres
iniciales corresponden a las víctimas de otros crímenes salvajes, no a los
normalistas.
Los gobiernos estatal y federal
están implicados; EU aconseja “paciencia”
El gobierno federal priísta de Peña Nieto y el gobierno estatal
perredista de Ángel Aguirre dilataron en siquiera dar la apariencia de actuar,
dándole bastante tiempo al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, también del
PRD, para limpiar evidencias y fugarse: se sacaron los archivos y computadoras
del palacio municipal y de la secretaría de seguridad pública y se trasladaron sus
armas a la zona militar.
El ejército llegó minutos después de la balacera policíaca, despojaron
de sus celulares a los estudiantes y rehusaron llamar a una ambulancia para un
normalista herido de bala en la cara. Sometieron a los normalistas, espetándoles
a las victimas de esta matanza que “ustedes se lo buscaron”.
En junio del año pasado el alcalde Abarca personalmente asesinó al
dirigente de la Unidad Popular de Iguala, según el testimonio de otro de los
secuestrados que logró escapar. Se encontró el cuerpo del dirigente tirado en
la carretera junto con los de dos de sus compañeros, todos con huellas de
tortura. Aunque el testigo ocular rindió su testimonio ante la procuraduría de
Guerrero y la procuraduría federal atrajo el caso, no hicieron nada (y ahora
Murillo Karam, procurador general de la República, miente al decir que no
sabían del caso que ya habían atraído). Esto
demuestra que tanto el gobierno estatal como el federal encubrieron estos asesinatos
políticos anteriores, y protegieron a Abarca.
Manifestación masiva en la Ciudad de México en repudio a la masacre |
Ahora, con la masiva protesta frente a la matanza del 26 de septiembre
en Iguala, se hacen los “sorprendidos” y “descubren” la relación de Abarca con
el crimen organizado, con el único propósito de tratar de disfrazar este crimen
de Estado de sangrienta represión política como un problema del “crimen
organizado”, a pesar de que la agresión fue iniciada por la policía municipal a
órdenes del jefe de policía, también prófugo. Aunque todavía no se sabe toda la
verdad sobre la masacre de Iguala, la participación de sicarios en casos de
represión política en varias partes del país no demuestra que son asuntos del
“crimen organizado” sino que todos los
tres niveles del gobierno están coludidos con el crimen organizado y lo
utilizan en varios casos para reprimir y matar a los luchadores sociales y al
pueblo en general.
El problema va incluso más allá del gobierno mexicano: el gobierno de
Estados Unidos es arquitecto en buena parte del supuesto combate al crimen
organizado que ha servido de supuesta justificación aquí para los más de 120
mil asesinatos, 25 mil desapariciones y 30 mil feminicidios, entre otros
crímenes, que constituyen una verdadera guerra contra el pueblo. Y frente a la
masacre de Ayotzinapa, ¿qué nos aconseja el gobierno estadounidense por medio
de su encargado de política exterior sobre la lucha antinarcóticos? ¡Paciencia!,
cuando todo lo que han hecho ha convertido el país en un baño de sangre. Mientras
tanto, un artículo de The New York Times,
órgano “liberal” de la clase dominante estadounidense, informa a sus lectores
que México es un “país
acostumbrado a los asesinatos en masa”, comentario racista desmentido por las
protestas masivas del 8 de octubre en muchas partes del país por el asesinato
en masa en Iguala.
Luchemos contra el Poder y
transformemos al pueblo para la revolución
Es un hecho que, ni aquí ni allá, en los días después de la mortífera
agresión, ningún gobernante prominente, ningún dirigente importante de los
principales partidos electorales, ha denunciado sin cortapisas estos crímenes
abominables ni ha llamado a la gente a manifestarse en su contra: Peña Nieto en
su discurso a la nación ni pudo mencionar la palabra "asesinatos",
sólo se refería a los "afectados en sus derechos humanos". ¿Por qué?
Porque, a pesar de las muchas broncas que se dan entre ellos por sus mezquinas
ambiciones, saben que este Estado no
puede prescindir de la represión política contra el pueblo, que es esencial
para proteger el actual sistema capitalista en el que es inevitable la
riqueza de unos cuantos y la pobreza de la mayoría, la opresión a las mujeres,
la subyugación de los pueblos indígenas, la destrucción del medio ambiente, así
como muchos otros males endémicos al sistema.
La masacre de Iguala no es una “anomalía”. Es la continuación del acoso
y represión a los combativos estudiantes de Ayotzinapa que llevó al asesinato
de dos normalistas por la policía en 2011, y es parte de la larga historia de
masacres, desapariciones, violaciones y tortura por parte de las fuerzas
armadas, la policía y los paramilitares desde las masacres de 1968, de 1971 y
la guerra sucia, pasando por las matanzas en Acteal, El Bosque, El Charco y
Aguas Blancas, la racha de asesinatos en Oaxaca en 2006, la represión en Atenco
protagonizada por el PAN, PRI y PRD con saldo de 2 muertos y dos docenas de
mujeres violadas por la policía en el mismo año, hasta la ejecución por parte
del ejército de 21 personas que se habían rendido en Tlatlaya en junio pasado.
El problema fundamental es este
Estado criminal e ilegítimo y el opresivo e inhumano sistema capitalista a que
ese Estado sirve y protege, y
no simplemente la corrupción, los malos gobernantes o las políticas de uno u
otro de los principales partidos electorales representantes de las clases
dominantes.
Las amplias e indignadas protestas por la barbarie en Iguala han
provocado una crisis política del Estado
reaccionario que abre nuevas perspectivas para la lucha contra este Estado
y este sistema y por poner un alto a la guerra contra el pueblo. Se ha revelado
ante todos el terror sistemático que sostiene el sistema que los “líderes del
mundo” hace muy poco proclamaban un caso “ejemplar”, por aprobar las reformas estructurales
antipopulares. El 2 de octubre las calles de Chilpancingo resonaron con una
masiva manifestación de indignación en una megamarcha a que asistió también gente
de otros estados. El 8 de octubre manifestantes llenos de coraje abarrotaron el
Zócalo y calles aledañas del Distrito Federal y engrosaron las filas de marchas
en por lo menos 25 estados, con protestas también en más de veinte países
alrededor del mundo.
Es esencial intensificar y ampliar aún más estas protestas y llevar la
denuncia de la masacre de Iguala y la guerra contra el pueblo en general a lo
hondo y profundo del pueblo, para que cada vez más gente entienda que este Estado no es omiso, es criminal y
eleve su combatividad y organización, contribuyendo así a preparar el terreno
para deshacernos de este Estado ilegítimo
por medio de la revolución.
¡Muera este Estado que asesina y tortura para defender los inconfesables
intereses de unos cuantos! Necesitamos un Estado que proteja y sirva a la
gente, que aliente y nutra su creatividad y su lucha por transformar el mundo
en los intereses de la gran mayoría. ¡Al carajo con este sistema de injusticia,
impunidad, opresión y hambre! Necesitamos un nuevo sistema económico y social
socialista comprometido con la emancipación de la humanidad. Y esa gran
transformación liberadora sólo se conquistará por medio de la lucha consciente
y decidida de las masas en sus millones. ¿Imposible? Ya es tiempo de dejar de
quejarse de la supuesta “apatía” de la gente. El pueblo comienza a despertarse
de nuevo. Es el deber de toda persona consciente llevarle la verdad sobre las
atrocidades de este Estado. Es deber de los revolucionarios y comunistas guiar
y ayudar a la gente a desarrollar la conciencia, combatividad y organización
necesarias para liberarse.
En particular, llamamos a tod@s a participar en la Semana Nacional de Resistencia del 20 al 26 de octubre convocada
por la Red Nacional de Resistencia “¡Alto
a la Guerra contra el Pueblo!”, esfuerzo de diversos individuos y
organizaciones que buscan contribuir a una resistencia independiente que ponga
el Estado criminal en el banquillo de los acusados, respalde a las victimas y
sus familiares que luchan por justicia y unifique a la gente para combatir
todas las formas de la guerra contra el pueblo. La Red ha anunciado que la
Semana culminará con una Marcha-mitin
en algunas colonias populares del Estado de México, ya que su propósito es
despertar, concientizar y organizar al pueblo. ¡Tod@s a la Marcha-mitin!
Marcha-mitin de la Semana
Nacional de Resistencia
Domingo 26 oct, 12:00 horas, Dpvo. La Lagunilla, Av. Nezahualcóyotl esq. Calle Del Chopo,
Chimalhuacán (Ir a Metro La Paz, tomar micro a Piedras Negras). Mitin final
en el Parque en Col. Sta. Rosa, Central de Las Flores, esq. Flor de San
José, Chicoloapan, Edomex
Hombro con hombro, codo con codo,
¡Ayotzinapa somos todos!
¡Cárcel para el alcalde Abarca y el gobernador
Ángel Aguirre!
¡Alto a la guerra contra el
pueblo! ¡El Estado no es omiso, es criminal!
¡Luchar y resistir! ¡La
revolución es la solución!
Aurora Roja
(aurora-roja.blogspot.com)
Voz de la Organización Comunista
Revolucionaria, México
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