Nuevo libro - Ayotzinapa: Faro de lucha contra el Estado criminal y la necesidad de una revolución real


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La tenaz lucha de las madres, padres, normalistas, abogados y asesores de Ayotzinapa, así como la amplia protesta de mucha otra gente, es un faro de lucha contra el Estado criminal. Ha sido punta de lanza contra los cientos de miles de asesinatos, desapariciones, desplazamientos forzados, trata, acoso y feminicidios que quedan en la más absoluta impunidad frente a un Estado cada vez más militarizado y coludido con el crimen organizado. Un Estado cuya razón de ser es la defensa y reproducción del depredador sistema capitalista que explota y oprime al pueblo. Nada de todos estos horrores tiene por qué existir. Es posible otra sociedad radicalmente diferente y mucho mejor. Para que la gente se libere de todo esto y forje un nuevo futuro brillante, hace falta una revolución real.

1. Ayotzinapa: pruebas contundentes del carácter represor y corrupto del Ejército y de todo el Estado mexicano y la necesidad de una revolución real

Las madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa con mucha razón sospecharon que el Ejército participó en este crimen de Estado. Ya que al ir a Iguala “nos dijeron los mismos pobladores de Iguala, que ahí (en el Batallón) se habían llevado a unos estudiantes”. Como cuenta una madre de los 43, “Desde el primer día que supimos que nuestros hijos estaban desaparecidos, tuvimos conocimiento de que el Ejército había participado. Recuerdo el 27 de septiembre, cuando nuestros hijos no llegaron a casa, no sabíamos qué hacer. Nos juntamos en la Normal esperando que llegaran, pero para nuestra mala suerte esa noche muchos muchachos no llegaron. El día 28 nos fuimos todas las madres y padres a Iguala, nos repartimos en grupos y recorrimos las colonias. Muchos nos decían que fuéramos al 27 Batallón de Infantería porque normalmente ahí se llevan a los detenidos. Nos decían seguramente ahí están sus hijos. Fuimos y preguntamos a los militares por nuestros hijos, lo que nos respondieron es que ellos no se habían dado cuenta, que no sabían de qué les hablábamos”.[1] Los hechos que se han revelado desde aquel entonces han comprobado que las madres y padres tenían razón y que el Ejército mintió y sigue mintiendo.

De hecho, el Ejército mexicano jugó un papel clave en el operativo conjunto de las fuerzas del Estado y el crimen organizado en que masacraron a seis personas y desaparecieron a los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. También participaron en este operativo de represión despiadada el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN, hoy Centro Nacional de Inteligencia o CNI), la policía federal, la policía ministerial, la policía estatal, las policías municipales de Iguala, Cocula, Huitzuco, Tepecoacuilco y Taxco y el grupo criminal Guerreros Unidos. Estas no son opiniones, son hechos documentados y resumidos sobre todo en los Informes IV y VI del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

Estos hechos demuestran el carácter represor y corrupto del Ejército y de todo el Estado mexicano, y es por eso que, hasta ahora, dos gobiernos han hecho todo lo posible por suprimir la verdad. El operativo se realizó bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, del ahora muy justamente odiado Partido Revolucionario Institucional (PRI). Y para encubrir su papel, armaron la gran mentira de la supuesta “Verdad Histórica” de que solo se trataba de policías municipales corruptos y delincuentes que habrían quemado los cuerpos de los muchachos en el basurero de Cocula. Varios videos demuestran que fabricaron esta mentira a partir de docenas de casos de tortura de supuestos “testigos”,[2] que la Marina sembró supuestas “evidencias” en el basurero de Cocula y que la Marina y Tomás Zerón de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) sembraron otras “evidencias” en el río San Juan. 

Las poderosas y airadas protestas de cientos de miles de personas que irrumpieron en México e incluso en otras partes del mundo frente al crimen y su encubrimiento por el gobierno priísta, así como la decidida lucha de los familiares y normalistas de Ayotzinapa y muchos otros, lograron arrancarle la promesa de resolver el caso a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al encararlo en un acto de su campaña presidencial y cuando asumió la presidencia en 2018. El nuevo gobierno del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) permitió que el GIEI regresara a México. Se creó la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa (UEILCA) y se tuvo acceso durante un tiempo a varios documentos y videos en posesión del Ejército y la Marina. Sin embargo, como señalan las madres y padres de los 43 en un comunicado de abril de 2024 “Existen pruebas de que las investigaciones avanzaban, pero cuando la misma tocó al ejército mexicano el presidente frenó las pesquisas, para encubrirlos”.[3]

El gobierno de López Obrador revienta el caso legal en agosto-septiembre de 2022. Confiscan toda la documentación de la Unidad Especial para el caso. Logran la cancelación de 21 órdenes de aprehensión bien fundamentadas (16 contra militares). Obligan al fiscal especial, Omar Gómez Trejo, a renunciar al cargo y huir del país por temor por su vida. Reemplazan a él y a su equipo con personas ajenas al caso, incluidos agentes heredados del gobierno de Peña Nieto. 

Vomitan mentira tras mentira. AMLO ataca un día sí y el otro también a las valientes madres, padres, normalistas, abogados y asesores de Ayotzinapa, así como al GIEI y a toda la gente que se atreve a seguir luchando por verdad y justicia. “Manipulados”[4], “infiltrados…de la delincuencia organizada”,[5] “complacientes” con la “verdad histórica”,[6] “conservadores”, “parece que no quieren que se avance” en el caso[7] y tantas absurdas barbaridades más, siguiendo un guión de descalificación semejante al del gobierno de Peña Nieto. Orillan al GIEI a abandonar el país al rehusar entregar las evidencias clave que el GIEI ha documentado están en manos del Ejército.

Cuando los normalistas, justamente enfurecidos por las constantes mentiras y encubrimiento de oficiales criminales por parte del gobierno, tumban una puerta del Palacio Nacional, el día siguiente la policía estatal del gobierno morenista de Guerrero asesina a sangre fría al normalista de Ayotzinapa Yanqui Kothan Gómez Peralta, el 7 de marzo de 2024.[8]

Van a tratar de seguir con este encubrimiento criminal bajo el nuevo gobierno morenista de Claudia Sheinbaum, que ni incluyó Ayotzinapa en sus “100 compromisos de gobierno”. En cambio, ha nombrado como secretario de Seguridad y Protección Ciudadana a Omar García Harfuch, quien estuvo presente en el sexenio de Peña Nieto en por los menos dos reuniones en Iguala dedicadas a armar la gran mentira de la “Verdad Histórica”.[9] 

El gobierno sigue con el encubrimiento porque, de conocer la verdad, quedarían exhibidas las Fuerzas Armadas como las fuerzas represivas que son: perpetradores de masacres, asesinatos y desapariciones. Quedaría desnudado el Estado por lo que es: una dictadura capitalista criminal y corrupta sobre el pueblo. 

Ayotzinapa es una concentración de muchos otros casos de contubernio entre el Estado y el crimen organizado para reprimir y amedrentar al pueblo. Por los logros de la lucha en comprobar y documentar este contubernio, ha contribuido mucho a arrancar la máscara “democrática” del Estado mexicano para revelar la fea cara de una dictadura capitalista asesina y enfermiza, con el doble cáncer de la creciente militarización y la expansión del crimen organizado.

Esto es un logro muy importante de la lucha. Y al desenmascararlo, Ayotzinapa se ha convertido en un faro de lucha y esperanza contra todos los crímenes del Estado mexicano, coludido con el crimen organizado. Estos crímenes, junto con el enorme crecimiento del crimen organizado a la sombra del Estado capitalista represor, han devastado al país con cientos de miles de personas asesinadas o desaparecidas y cientos de miles más que han tenido que huir de sus hogares. 

El caso Ayotzinapa demuestra una vez más, con toda claridad, que, a pesar de cambios de formas, de partidos, de la retórica, sigue siendo en esencia el mismo Estado de sangrienta represión al pueblo que sirve para defender al sistema capitalista de explotación y opresión. Es en esencia el mismo Estado con su Ejército que surgió al asesinar a traición a Zapata y Villa. El Estado de las masacres de Tlatelolco, Acteal, Tlatlaya y tantas más. 

AMLO se pavonea de que “no somos lo mismo” y que “no reprimimos”. Los hechos refutan sus mentiras y cuentan otra historia. El Ejército cometió dos masacres bien documentadas de gente desarmada tan solo en Nuevo Laredo bajo su gobierno.[10] La Guardia Nacional acaba de matar a otra niña, de 9 años, según porque el coche en que viajaba no paró, como en tantos casos más,[11] y tres elementos de la misma corporación acaban de violar a una adolescente en una playa de Isla Mujeres, Quintana Roo.[12] La policía del gobierno morenista de Veracruz acaba de matar a dos campesinos (los hermanos Jorge y Alberto Cortina) por protestar la contaminación y el acaparamiento del agua por parte de la empresa Granjas Carroll, con la complicidad de los gobernantes durante varias décadas.[13] La Migra y la Guardia Nacional hacen el trabajo sucio del imperialismo estadounidense al golpear, encarcelar, robar, expulsar y matar a los migrantes, con 40 quemados vivos en una cárcel de Ciudad Juárez en 2023 por el supuesto crimen de buscar una vida mejor.[14] Continúa el uso de paramilitares y narcos para atacar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y sus bases de apoyo, a la vez que siembran el terror en el estado de Chiapas en general.[15] Y eso sin contar el gran número de periodistas, ecologistas, policías comunitarias indígenas, opositores a la minería y otros luchadores sociales asesinados por sicarios que en muchos casos son producto de la colusión entre el gobierno, los grandes empresarios y la delincuencia organizada. Todo esto representa una guerra de contrainsurgencia preventiva contra el pueblo, represión a luchadores y al pueblo en general para amedrentarnos y tratar de prevenir cualquiera insurgencia que pudiera surgir. El Estado actúa así para preservar el actual sistema capitalista depredador dominado por el imperialismo.

¡Ya basta de vivir bajo la bota de las fuerzas armadas, policías represoras y, en muchas partes, el “cogobierno” con el crimen organizado! ¡No aceptamos vivir así y no tenemos que vivir así! Hace falta una revolución real para tumbar al Estado capitalista y establecer una sociedad socialista liberadora. Es posible y urgentemente necesaria otra sociedad radicalmente diferente y mucho mejor, otra manera de vivir y convivir. 

Ayotzinapa y otras luchas justas contribuyen a elevar la conciencia y combatividad del pueblo y de esta manera ayudan a crear mejores condiciones para la revolución, sobre todo cuando los revolucionarios participan y ayudan a la gente a sacar las conclusiones que los mismos hechos subrayan: que el Estado capitalista es criminal y necesita ser derrumbado por medio de la revolución.

Por otra parte, la intensificación de las mismas crisis del sistema está provocando mayor sufrimiento para mucha gente, a la vez que está abriendo nuevas posibilidades para una revolución liberadora. Convertir esas posibilidades en la realidad de otro mundo posible y mucho mejor depende de aplicar la ciencia revolucionaria, el Nuevo Comunismo desarrollado por Bob Avakian, a las condiciones concretas del país y el mundo. Depende de forjar una dirección comunista revolucionaria capaz de aplicar esa ciencia a los múltiples problemas que enfrenta tal revolución. Y depende de organizar cada vez más gente para una revolución real, y no la falsa “revolución de conciencias” y otros engaños que promueven Morena y los falsos “revolucionarios” que comulgan con Morena.[16] Depende de lo que hagamos cada uno. Depende de lo que hagas tú. 

2. El operativo conjunto por parte del Estado y el crimen organizado contra los normalistas de Ayotzinapa fue informado en tiempo real hasta al secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos

Según el GIEI, una de las “condiciones previas para entender el comportamiento del ejército en la noche de Iguala del 26-27 de septiembre de 2014” es “la visión contrainsurgente de los jóvenes de la escuela normal de Ayotzinapa… que se muestra en el nivel de información de servicios de inteligencia del ejército, el foco de las actividades de inteligencia centradas en sus movilizaciones, asambleas y procesos organizativos”.[17]

Esta “visión contrainsurgente” es producto del papel esencial del Ejército (y las fuerzas armadas en general) como parte central de la “columna vertebral” del Estado capitalista. Son encargados de reprimir y contener cualquier protesta o posibilidad de insurgencia que pudiera afectar al sistema capitalista e incluso los intereses de capitalistas individuales (como, por ejemplo, su represión a los mineros de Cananea en los intereses del Grupo México y el multimillonario Germán Larrea). 

En este caso, como comprueba el GIEI, “Inteligencia militar de SEDENA [Secretaría de la Defensa Nacional] tenía desde hacía tiempo como objetivo a la Escuela Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa y seguimiento de los jóvenes y sus comités y asambleas debido a sus acciones y movilizaciones políticas”.[18] De hecho, en septiembre de 2014 tenían por lo menos tres “Órganos de Búsqueda de Información” (OBI, agentes de inteligencia también llamados “fachadas” por los militares) reportando regularmente sobre los normalistas de Ayotzinapa. Por lo menos dos OBI fueron matriculados en la normal como estudiantes. Irónicamente, uno de ellos resultó ser uno de los 43 desaparecidos. 

La otra condición previa para “entender el comportamiento del ejército” en este crimen de Estado, según el GIEI, es “la colusión con el narcotráfico y la delincuencia organizada con mandos y miembros del 27 BI [Batallón de Infantería] de Iguala, junto con otras policías, agentes del Estado y autoridades”.[19] “Esta colusión es parte de las condiciones que facilitaron que se llevase a cabo la desaparición de los estudiantes”[20] y para aparentar que el Ejército no tuvo nada que ver y solo se enteró después, como ha sido la mentira de la SEDENA.

De hecho, “tal y como puede verse en las actas de la Coordinación Guerrero Seguro donde participaban Ejército, Marina, Policía Federal, PGJ, PGR, Seguridad pública Estatal y Gobierno de Guerrero…, todas las autoridades de ámbito estatal y federal tenían conocimiento previo de la colusión con la Delincuencia Organizada de autoridades y policías municipales de Iguala y varias ciudades cercanas”.[21] No obstante, el Ejército y demás autoridades, en vez de actuar en contra de la delincuencia organizada, actuaron junto con los delincuentes para realizar el sangriento operativo contra los normalistas y luego trataron de encubrirlo como simplemente el acto del crimen organizado y algunos policías locales corruptos.

Como analizaremos más adelante, la colusión del Estado con el crimen organizado se ha vuelto una táctica clave en la guerra contrainsurgente preventiva contra el pueblo, no solo en este caso sino en muchos otros, sobre todo desde la declaración de la supuesta “guerra contra el narcotráfico” iniciada por el entonces presidente Felipe Calderón en 2006. Todo Estado capitalista reprime al pueblo, para mantener y defender el sistema capitalista y los intereses de la clase o clases explotadoras. La particularidad del Estado mexicano actual es su gran compenetración con el crimen organizado y su utilización para reprimir y atemorizar al pueblo.

En el caso de Ayotzinapa, seis días antes del crimen, enterado de que los normalistas planeaban participar en actividades de protesta contra la masacre realizada por el Ejército el 2 de octubre de 1968, el entonces secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, dioórdenes a todos los batallones… de realizar un seguimiento minucioso de los estudiantes de Ayotzinapa”.[22]

El 26 de septiembre un grupo de normalistas, la mayoría de primer ingreso, salieron de la normal con la comisión de tomar autobuses para poder ir a la protesta en la Ciudad de México el 2 de octubre. Primero intentaron entrar en Chilpancingo, pero fueron bloqueados por la policía estatal. Así que cambiaron de plan y se dirigieron hacia la ciudad de Iguala. En las afueras de Iguala, en la caseta No. 3, lograron tomar un camión a pesar de los intentos de impedirlo de parte de la policía federal, un agente del Ejército y dos patrullas de la policía estatal. El chofer los convenció a dejar los pasajeros en la central de autobuses. Sin embargo, al llegar, encerraron a los normalistas en el autobús y otros compañeros tuvieron que llegar para rescatarlos. Aunque no fue su plan original, aprovecharon la situación para tomar más autobuses. En resumen, los normalistas llegaron a la central de Iguala en dos autobuses, lograron tomar tres más y salieron en cinco. 

El Ejército desde el principio ha mentido, negando todo conocimiento de la brutal agresión que sucedió a los normalistas hasta mucho después de los hechos. La realidad es otra. 

En todo momento hubo un seguimiento minucioso de todo el recorrido de los normalistas y de todos los eventos del brutal ataque en su contra. Según las investigaciones resumidas por el GIEI, “Todas las Corporaciones, Ejército, CISEN y Policía Federal y Estatal, hacían seguimiento y reporte en tiempo real de todas las actividades de los normalistas...” Además, “Durante, y posteriormente a los sucesos del 26 y 27 de septiembre de 2014, el ejército recibió información de interceptación de comunicaciones la cual nunca fue puesta a disposición de la búsqueda o la investigación… Los documentos confirman que el Ejército (así como el CISEN) tenía intervenidas las comunicaciones de actores relevantes en los hechos, incluso cuando estaban ocurriendo, sin que consten autorizaciones judiciales para ello ni se conozca el contenido completo de las mismas... Esto significa que las autoridades militares y del CISEN estuvieron informadas en tiempo real de lo que ocurría”.[23]

El Ejército no solo recibía información sino que coordinó la sangrienta represión en tiempo real, en parte importante por medio del llamado C-4 (el Centro de Comando, Control, Comunicación y Cómputo), que recibía información de diversas fuentes e indicaba a varias unidades a dónde dirigirse. Los militares tomaron el control del C-4 en Iguala esa noche. Aunque un testigo protegido informa que el C-4 seguía operando, dando informes, indicaciones y tomando fotografías por las cámeras de video, cuando entraron los normalistas en la ciudad se dio un “apagón informativo” a las 21:20 horas no solo del C-4 sino de toda “la información militar de SEDENA y de CISEN, de la Policía Estatal y federal”.[24] Esto justo antes del primer ataque a los normalistas. Fingen que no supieron nada a pesar de una orden del entonces secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, de que no solo debían realizar un seguimiento minucioso a los normalistas sino que “debían mandar fotografías y material que se recuperara”.[25] Obviamente hubo órdenes de nivel superior de borrar toda la información, así como la participación del Ejército, CISEN y las policías federal, ministerial y estatal en este crimen de Estado. La orden muy probablemente vino del mismo Cienfuegos, como jefe de la SEDENA, la organización con suficiente recursos y organización para manejar toda la situación y el encubrimiento del crimen.

Durante este “apagón informativo”, los normalistas fueron agredidos salvajemente al intentar salir de Iguala en los cinco autobuses, como se explica en más detalle en el Informe VI del GIEI.[26] Fueron perseguidos y agredidos a balazos al tratar de salir de la ciudad. Aunque la brutal agresión fue realizada principalmente por las policías municipales de Iguala, Cocula y Huitzuco, así como algunos sicarios de Guerreros Unidos, también participaron las policías federal, estatal y ministerial, elementos del Ejército y del CISEN. No solo el Ejército en Guerrero sino también la Secretaría de la Defensa Nacional a nivel federal recibía informes en tiempo real por medio del C-4. También los recibía del Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CRFI) que se encontraba dentro de las instalaciones del 27 Batallón de Infantería e intervenía teléfonos de Guerreros Unidos y de otras personas ese día. Esta información luego se remitía al Centro Militar de Inteligencia (CMI) en la Ciudad de México.[27] Según un testigo protegido, “La información generada por el software Pegasus es reflejada en la terminal en un lapso de uno a dos minutos aproximadamente, y a la computadora del usuario del CMI en un tiempo de cinco a diez minutos (…)”; “el área de análisis [de la SEDENA en la Ciudad de México] es la parte fundamental la cual tuvo la mayor injerencia en los hechos ocurridos el 26 de septiembre de 2014 ya que tuvieron conocimiento del caso en tiempo real de los hechos que se estaban suscitando”.[28] En particular, recalca el GIEI que “La documentación revisada de mensajes… muestra el nivel de coordinación de la información” entre el Batallón de Infantería 27, la Zona Militar 35, la IX Región militar y el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos sobre lo sucedido esa noche.[29] O sea, como resume el GIEI, “el nivel de monitoreo e información de sus movimientos era total y la información llegaba al más alto nivel de SEDENA y no solo a sus autoridades en Guerrero”.[30]

El Ejército ha seguido con absurdas mentiras de que no existía el CRFI ni el CMI, ni intervienen teléfonos nunca (no tienen la autoridad legal para hacerlo), pero un montón de documentos del mismo Ejército y otras evidencias demuestran que todo esto es una gran mentira. El Ejército lleva años negando rotundamente su uso de Pegasus y otro software espía, no solo en el caso de Ayotzinapa sino en varios otros casos comprobados de su uso contra periodistas, activistas, opositores al gobierno y el mismo GIEI. Ya ante una orden judicial de entregar los contratos cuya existencia ha documentado hasta la Auditoría Superior de la Federación, el Ejército clasifica como “información reservada” los contratos supuestamente inexistentes para el uso de Pegasus, por razones de seguridad nacional.[31] ¡Mientan descaradamente, violan las propias leyes de su Estado capitalista y luego se escudan detrás de la supuesta “seguridad nacional”, que no es más que “seguridad” y la más completa impunidad para el sistema capitalista de explotación y su Ejército represor!

En el caso Ayotzinapa, los hechos demuestran que el Ejército no solo jugó un papel en la coordinación del ataque a los normalistas, sino que también los más altos niveles del Ejército en la Ciudad de México conocieron en tiempo real lo que estaba pasando y actuaron con rapidez para encubrir este crimen de Estado.  

3. Los hechos comprobados de la persecución, asesinato y desaparición de los normalistas y otra gente desarmada en el operativo conjunto del Estado y el crimen organizado

Cuando los normalistas intentaron salir de Iguala, fueron perseguidos a balazos por la policía municipal de Iguala y por las policías municipales de Cocula y Huitzuco, preparadas para responder por indicaciones del C-4 y por radio. Después llegaron también policías municipales de Tepecoacuilco y hasta Taxco.

Hubo dos escenas de ataque a los cinco autobuses en que viajaban los normalistas: una contra tres autobuses en la calle Juan N. Álvarez y otra contra los otros dos, cerca del Palacio de Justicia. “En las escenas de los dos ataques a los estudiantes, la calle Juan N. Álvarez y en Palacio de Justicia estuvieron presentes OBI [Órganos de Búsqueda de Información, o sea, agentes de inteligencia militar] y otros militares mientras sucedían los hechos”, aunque han mentido y ocultado sus acciones.[32] La evidencia de telefonía demuestra que el comandante del 27 Batallón de Infantería, José Rodríguez Pérez, andaba en el centro de Iguala en el área general del ataque en la calle Juan N. Álvarez, entre otros lugares, a pesar de jurar que nunca salió del cuartel esa noche.[33] La evidencia de telefonía también confirma una comunicación constante entre los comandantes del 27 y 41 Batallones en Iguala, sus superiores en la Zona Militar 35 y IX Región Militar, las dos Fuerzas de Reacción militares que salieron a la calle esa noche, así como las policías municipales, estatales, ministeriales y federales durante las cruentas agresiones a los normalistas.[34] También demuestra el papel del llamado “Caminante”, un probable policía ministerial, “en la comunicación y coordinación entre miembros del aparato del Estado y de Guerreros Unidos”.[35]

Al salir de la central camionera de Iguala, tres de los cinco autobuses tomaron la calle Juan N. Álvarez, perseguidos y baleados por la policía municipal. Una patrulla les bloqueó el paso pero la balacera contra los jóvenes seguía. Los autobuses quedaron perforados por las balas policíacas, que también alcanzaron al normalista Aldo Gutiérrez, quien quedó tendido en el suelo con heridas gravísimas que lo mantienen en coma desde entonces. Todos los normalistas a bordo del último de estos tres autobuses fueron desaparecidos, salvo uno que bajó a defenderse de los disparos con un extintor de incendios. Fue herido en su brazo y llevado después por una ambulancia. Los demás normalistas de este camión fueron bajados, tirados al suelo y luego llevados en las patrullas, quedando desaparecidos. Participaron en este ataque las policías municipales de Iguala y Cocula, con la presencia por lo menos de un agente del CISEN, el personal militar ya mencionado, así como la policía estatal y ministerial. 

Dos de los cinco autobuses salieron por otra ruta y llegaron cerca del Palacio de Justicia. El primero de estos dos fue agredido brutalmente por policías municipales de Iguala y otros policías con uniforme y capuchas negras. Los normalistas recibieron disparos, lanzamiento de gases lacrimógenos y golpes con objetos contundentes, mientras se resistieron a bajar del camión y gritaron que tenían heridos. Todos estos jóvenes fueron golpeados, bajados violentamente, subidos a patrullas de las policías municipales de Iguala y Huitzuco y luego desaparecidos. También estuvieron presentes el personal militar ya mencionado, así como las policías federal, estatal y ministerial.

El otro autobús que tomó esta ruta, el “quinto” autobús, cuya existencia el gobierno de Peña Nieto trató de esconder, fue detenido por la policía federal pero, a diferencia de los otros, no fue atacado a disparos. Los jóvenes lograron escapar y sobrevivieron a pesar de los disparos y la persecución por parte de la policía ministerial. Esto duró varias horas hasta que lograron refugiarse en el monte y en una casa, gracias a la solidaridad de una vecina.

El GIEI hace notar que “Cuatro de los cinco autobuses quedaron baleados, destrozados en vidrios, con sangre en su interior, salvo el quinto autobús que salió escoltado hacia la caseta y pudo circular de manera inexplicable por un territorio totalmente custodiado y cerrado en una operación candado de autoridades y crimen organizado”.[36] Existe la fuerte sospecha de que llevaba un cargamento de heroína, ya que Guerreros Unidos, en colusión con el Ejército y otras autoridades, solía transportar heroína en autobuses a Chicago, para su venta en Estados Unidos.

Después de estos primeros ataques a los normalistas, aproximadamente entre las 21:20 y 22:30 horas, en que los 43 fueron desaparecidos, hubo otro ataque a las 22:30 horas contra un autobús en que viajaba el equipo de fútbol Los Avispones, que los agresores confundieron con los normalistas. Tres personas fueron asesinadas: David Josué García Evangelista (futbolista de 15 años), Blanca Montiel Sánchez (pasajera en un taxi que pasaba por el lugar) y Víctor Manuel Lugo Ortiz (chofer del autobús). El ataque fue perpetrado por las policías de Iguala, Huitzuco y Tepecoacuilco, junto con un jefe del grupo criminal Guerreros Unidos y la participación de una patrulla de Protección Civil-Bomberos. Los sobrevivientes del ataque pidieron auxilio al 27 Batallón de Infantería que se negó a prestar apoyo a los heridos.

Después del ataque en la calle Juan N. Álvarez, los normalistas sobrevivientes se reagruparon. Llegaron varios líderes y otros estudiantes de Ayotzinapa y algunos maestros en apoyo y celebraron una rueda de prensa. Estaban presentes “agentes de inteligencia y OBI identificados por dos testigos”.[37] Fueron atacados con armas de grueso calibre por la policía municipal de Iguala y Guerreros Unidos en medio de la rueda de prensa a las 0:30 horas de la noche con saldo de dos normalistas asesinados, Julio César Ramírez y Daniel Solís. Un testigo también identificó a la policía ministerial y una patrulla de Protección Civil-Bomberos en el ataque.

En la desbandada para protegerse, el normalista Julio César Mondragón salió corriendo y fue capturado por unos sujetos que lo golpearon brutalmente, lo torturaron y lo asesinaron, dejándolo con la piel cortada y arrancada de su cara. Como producto de la amplia falsificación de registros que ha practicado el Ejército en el caso de Ayotzinapa en general, existen por lo menos tres versiones oficiales distintas de cuáles militares encontraron su cuerpo, dónde y a qué horas.[38]

Además de estos tres normalistas asesinados, hubo “al menos 30 heridos por arma de fuego, y en dos casos por los golpes de policías, que fueron atendidos o tuvieron que ser ingresados en el hospital General de Iguala y otras clínicas”[39] esa noche. Se localizaron 185 casquillos de disparos en los diferentes lugares de ataque,[40] que no necesariamente representan todas las balas disparadas.

El GIEI señala que agentes del Ejército, CISEN y las policías federal, ministerial y estatal “estaban presentes en los diferentes lugares cuando se dieron los hechos, según testimonios contrastados de tres testigos directos, así como por las pruebas de telefonía”. Sin embargo, “Ninguna corporación ni agente de dichas corporaciones ha admitido estar presente…”, salvo un OBI que aceptó haber estado presente brevemente cerca del Palacio de Justicia pero que mintió al respecto.[41] A pesar de estar presentes y también de recibir informes en tiempo real por el C-4, el CRFI y teléfono, “las versiones dadas por diferentes corporaciones [incluido el Ejército] fueron que no se conocían los disparos, que no se sabía de los hechos”.[42]

Del ataque en la calle Juan N. Álvarez, un grupo de normalistas llevaron a su compañero herido en grave peligro de muerte a la Clínica Cristina. Perdía mucha sangre y tenía una destrucción dental, del paladar y mandibular que necesitó de varias operaciones durante años para una cirugía reconstructiva, Ahí el médico rehusó atenderlo, comentando a un maestro que estaba presente, “que no iba a venir ninguna ambulancia porque la orden es que ninguna ambulancia se mueve por ustedes”. Llegó el capitán Crespo al frente de una de las dos Fuerzas de Reacción del 27 Batallón que salieron esa noche, diciéndoles a los chavos que “se toparon con la mera verga” y amenazando con desaparecerlos, exigiendo que “den el nombre real, si no, no los van a encontrar”. También los amenazó con entregarlos a la policía municipal que acababa de matar a los dos normalistas en la rueda de prensa, cuyos cuerpos los militares pasaron y dejaron en la calle al llegar a la clínica. Frente a la presencia de testigos, los militares finalmente optaron por irse y los normalistas pudieron trasladar por sus propios esfuerzos a su compañero herido al Hospital Soberón. El Ejército sigue mintiendo sobre todo este incidente.[43]

4. El Estado ha ocultado el destino de los 43 normalistas desaparecidos

Como hemos recalcado, el Ejército jugó un papel importante en coordinar este crimen de Estado y su encubrimiento, estuvo presente en los lugares de los hechos e intervenía los teléfonos de perpetradores clave en los momentos críticos. Por eso, el Ejército, entre otras autoridades, tiene evidencias y conocimientos clave sobre el destino de los 43 desaparecidos. Sin embargo, rehúsa entregar estas evidencias y se han dado órdenes institucionales de mentir al respecto, como ha documentado ampliamente el GIEI.[44] Por eso, todavía no se sabe el destino de los 43 desaparecidos.

Se ha comprobado que al menos 17 de los 43 fueron llevados a la comisaría de Barandillas, “donde fueron detenidos, golpeados, maniatados, tumbados en el suelo y luego sacados de dicho lugar por policías municipales de Iguala y Cocula”.[45] Esto fue ocultado por la Procuraduría General de Justicia de Guerrero, la Procuraduría General de la República, el Juez de Barandillas y la SEDENA. Se dejó escapar al citado juez, Ulises Bernabé García, que huyó y se refugió en Estados Unidos. La Fiscalía General de la República bajo Alejandro Gertz Manero, solicitó la cancelación de su orden de captura sin ninguna explicación en septiembre de 2022, como parte del operativo del gobierno de AMLO de reventar el caso, que analizaremos más adelante.[46] Frente a las demandas de los padres de los 43 y la presión de la denuncia social, esta orden se reactivó en junio de 2023.

Vidulfo Rosales, abogado de las madres y los padres de los 43, ha señalado que hay un testigo protegido “que ya declaró y ratificó” que 25 estudiantes de los 43 normalistas fueron introducidos al cuartel del 27 Batallón de Infantería donde “fueron torturados y luego entregados a Guerreros Unidos”.[47] Esto necesita corroborarse, pero las autoridades han bloqueado toda investigación al respecto.

Otro testigo protegido, de Guerreros Unidos, dio las indicaciones que llevaron a encontrar tres restos óseos correspondientes a Christian Rodríguez Telumbre y Jhosivani Guerrero de la Cruz, aunque no se encontraron restos de huesos de otras partes de sus cuerpos en el lugar. El GIEI enfatiza que “Esta es la única información sobre destino y paradero de los jóvenes que ha sido confirmada de forma independiente por la UEILCA [Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa] y el EAAF [Equipo Argentino de Antropología Forense]”.[48] 

Según la declaración de este mismo testigo protegido y la de otro miembro de Guerreros Unidos (GU), “sin comunicación entre sí cuando se tomaron esos testimonios”, después del crimen se organizó “una reunión de los mandos del grupo GU donde el máximo jefe en ese momento, indicó que había órdenes de autoridades de que al menos algunos restos aparecieran para tratar de calmar las cosas, visto el revuelo que se había producido con el caso”.[49] Esta orden “fue llevada a cabo por un jefe de policía de Chilpancingo, lo cual coincide con uno de los documentos del archivo de SEDENA”.[50] De ser cierto, es posible que esto explique el origen del hueso del normalista Alexander Mora Venancio, que todo indica fue sembrado en el río San Juan por la Marina y Tomás Zerón de Lucio, jefe de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), como parte de fabricar la falsa versión de los hechos conocida como la “Verdad Histórica” bajo el gobierno de Peña Nieto.

Aunque quedan muchos interrogantes sobre el destino de los normalistas detenidos por la policía municipal y luego desaparecidos, lo que hay que destacar es que la vigilancia, persecución, agresiones, asesinatos y desapariciones forman parte de un solo operativo conjunto coordinado de las fuerzas del Estado y el crimen organizado, reportado en tiempo real a los más altos niveles del gobierno federal.

5. El Ejército jugó un papel clave en coordinar y encubrir este crimen de Estado

Así, en resumen, las evidencias bien documentadas del caso demuestran que hubo un enorme despliegue de fuerzas aquella aciaga noche de 26 de septiembre en un operativo conjunto para realizar ataques con armas de alto poder en varios lugares distintos con la presencia y participación del Ejército, el CISEN, las policías federal, ministerial y estatal, las policías municipales de Iguala, Cocula, Huitzuco, Tepecoacuilco y Taxco y sicarios de Guerreros Unidos. El Ejército tomó el control del C-4, desde donde informó y coordinó a las fuerzas represivas del Estado. El “Caminante”, presunto policía ministerial, manejaba la coordinación telefónica entre las fuerzas del Estado y Guerreros Unidos. El Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CRFI) del Ejército intervenía y transmitía en tiempo real las conversaciones y mensajes telefónicos de perpetradores claves. Los 43 normalistas fueron desaparecidos sin rastro. Se estableció un fuerte “cinturón de seguridad” de retenes alrededor de Iguala con la participación de policías municipales, estatales, federales y elementos de Ejército para tener un control completo de la ciudad, por el que pasó sin mayores problemas el “quinto autobús” con su probable cargamento de heroína. Durante las agresiones armadas y desapariciones, hubo un “apagón informativo” de parte del Ejército, el CISEN, la policía federal y la policía estatal. De inmediato comenzaron a borrar, destruir, alterar y esconder las evidencias, sobre todo de la responsabilidad de las autoridades federales y estatales en los hechos. Todo esto fue informado en tiempo real a toda la cadena de mando militar hasta el más alto nivel, al secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos y a la presidencia de Enrique Peña Nieto, y no hubo ningún intento de autoridad alguna de detener este crimen de lesa humanidad en marcha. Al contrario, todos actuaron inmediatamente para encubrirlo.

Como plantea el GIEI: ¿Cómo un operativo de estas dimensiones pudo suceder dentro de una ciudad pequeña como Iguala, con dos batallones y todas las corporaciones de seguridad presentes? ¿Cómo es posible que desaparezcan 43 jóvenes en medio de toda esa presencia, sin el conocimiento o la colaboración de las mismas? Para el GIEI es evidente que se dio una actuación conjunta de autoridades en el ámbito estatal y federal durante la llegada al centro de Iguala y el ataque a los estudiantes”.[51]  

Como el GIEI recalcó en 2015, todo esto requería un “enorme despliegue de infraestructura y capacidad de coordinación, y ejecución de dicha acción” que no tenían Guerreros Unidos.[52] 

La organización que sí tenía esta capacidad fue y sigue siendo el Ejército, que jugó un papel clave en coordinar este atroz operativo conjunto y en encubrirlo. Y lo sigue encubriendo.

Por el ocultamiento de evidencias clave por parte del Ejército y otras partes del Estado, no sabemos si la decisión en el momento de llevar este operativo conjunto al extremo de desaparecer a los 43 normalistas detenidos provino del Estado o del crimen organizado. Lo que sí queda claro es que las fuerzas del Estado y los Guerreros Unidos actuaron de forma mancomunada y coordinada con la complicidad criminal de todo el aparato del Estado, desde el presidente Peña Nieto hacia abajo.  

Esta realidad refuta los intentos mentirosos tanto del gobierno de Peña Nieto como el de López Obrador de encubrir sobre todo el papel criminal del Ejército. Aunque cada quien lo hizo a su manera, no es esencialmente una cuestión de estos individuos, sino la necesidad que tiene el Estado capitalista, independientemente del partido en el poder, de encubrir los crímenes de sus fuerzas represivas contra el pueblo. 

El Estado capitalista existe para defender y contribuir a reproducir el sistema capitalista, en nuestro caso, un capitalismo subordinado al imperialismo. Como este sistema está basado en la explotación y opresión de la mayoría por parte de una pequeña minoría de grandes capitalistas nacionales y extranjeros, tiene la necesidad, como mencionamos al principio, de reprimir y suprimir cualquier protesta o posibilidad de insurgencia que pudiera afectar al sistema capitalista e incluso los intereses de capitalistas individuales. Y esta verdad queda demostrada palmariamente una vez más en el caso de Ayotzinapa.

6. Lo que motivó este crimen de Estado fue la contrainsurgencia represiva en contra de los normalistas y la protección del tráfico de drogas

Lo que motivó este horrendo crimen fue, por una parte, la contrainsurgencia preventiva para asesinar, desaparecer e intentar intimidar a fuerzas opuestas al injusto orden actual. Como ya lo hemos citado, el GIEI señala que el actuar del Ejército se explica, por una parte, por su “visión contrainsurgente de los jóvenes de la escuela normal de Ayotzinapa”.[53] 

Documentan que “Inteligencia militar de SEDENA tenía desde hacía tiempo como objetivo a la Escuela Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa y seguimiento de los jóvenes y sus comités y asambleas debido a sus acciones y movilizaciones políticas, en base a un enfoque contrainsurgente. Las movilizaciones y asambleas de los jóvenes de Ayotzinapa estuvieron monitoreadas por agentes de inteligencia militar (OBI) infiltrados entre los estudiantes y que ejercieron vigilancia tanto en Tixtla (población donde se encuentra la escuela) como Chilpancingo o Iguala, entre otros muchos lugares. Los documentos de SEDENA muestran el nivel de detalle de dichos informes, así como los objetivos y focalización en personas y actividades”.[54]

La actividad contrainsurgente del Estado mexicano en contra de las normales rurales no se limita a la infiltración y espionaje sino que incluye repetidos casos de represión contra los estudiantes en estas escuelas donde estudian principalmente jóvenes pobres del campo. En el caso de Ayotzinapa, esto incluye, por ejemplo, el asesinato de dos normalistas por disparos de policías federales y estatales al desalojar una protesta el 12 de diciembre de 2011[55] y el asesinato de Yanqui Kothan Gómez Peralta por la policía estatal de Guerrero, el 7 de marzo de 2024, que ya hemos citado.

Alguna gente de buen corazón critica al Ejército por no “defender” a los normalistas del ataque brutal en Iguala. Aunque supuestamente sea su deber legal, el papel del Ejército y demás fuerzas represivas nunca ha sido el de “defender” a la gente que se oponga al gobierno o que proteste contra el actual sistema y sus crímenes. Su papel siempre ha sido y es espiarla, reprimirla, asesinarla y desaparecerla en los intereses de las clases dominantes y su sistema. Esto se ve en la “guerra sucia” de terribles torturas, asesinatos y desapariciones de opositores y de “sospechosos” por parte del Estado y en muchos otros ejemplos. Aunque el Ejército también realiza algunos trabajos de auxilio en desastres, como recomiendan los manuales de contrainsurgencia, esto tiene el propósito de darle una mejor imagen ante el pueblo y encubrir su naturaleza asesina.

El GIEI tiene sus propias ilusiones equivocadas sobre la naturaleza del Estado. Sin embargo, reconoce explícitamente que el contexto de los crímenes contra los normalistas de Ayotzinapa fueron “elementos estructurales que inciden en el nivel de violencia que vive el país y la impunidad que la mantiene desde hace décadas, y especialmente desde la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’ desde 2006. Esta nueva ‘guerra’ ha profundizado elementos estructurales que vienen desde la época de la llamada ‘guerra sucia’…”[56] De hecho, de lo que se trata, a lo largo y ancho del país es una guerra contrainsurgente contra el pueblo para tratar de prevenir o sofocar cualquier rebelión o insurgencia contra los crímenes, injusticias y sufrimientos que padece la mayoría de la población bajo el sistema actual. 

El otro factor detrás de este crimen de Estado fue la participación del Ejército en el tráfico de drogas y su colusión y protección proporcionada al crimen organizado. El GIEI señala que otra condición que explica “el comportamiento del Ejército” fue “la colusión con el narcotráfico y la delincuencia organizada con mandos y miembros del 27 BI [Batallón de Infantería] de Iguala, junto con otras policías, agentes del Estado y autoridades”.[57]

Por una parte, esta colusión ha servido para ocultar el papel del Ejército y otras fuerzas federales, al señalar al crimen organizado y algunas autoridades locales corruptas como los únicos responsables. Es una burda mentira que el Ejército mantiene hasta hoy en día, proporcionando también asesoría legal a los militares acusados en el caso, a pesar de las contundentes evidencias en su contra. 

La probable presencia de un cargamento de heroína en el “quinto autobús” en sí no explica este crimen monstruoso. Todos los actores clave del Estado y de Guerreros Unidos sabrían cuál autobús traía el probable cargamento. Fue el único autobús que no fue tiroteado, fue el único parado específicamente por la policía federal y luego fue escoltado a salir de la ciudad sin mayores problemas. Así que difícilmente su protección explica el tiroteo y desaparición de normalistas en un punto completamente distinto de la ciudad (la calle Juan Álvarez) ni mucho menos los brutales asesinatos después de que el autobús sospechoso había salido de la ciudad. Gran parte de la verdad todavía queda ocultada por el Estado. Pero de los hechos que ya se conocen, se puede deducir que lo que motivó este crimen de Estado fue la confluencia de intereses entre el Estado y el crimen organizado. El Estado, particularmente el Ejército, perseguía a los jóvenes con fines de darles un escarmiento ejemplar por motivos contrainsurgentes, por sus actividades políticas de oposición al gobierno, a la vez que los militares, bien metidos ellos mismos en el negocio del narcotráfico, compartían con los Guerreros Unidos el interés de darles un escarmiento por su disrupción del transporte de drogas en autobuses, que los normalistas solían tomar para poder transportarse a eventos importantes.

7. Es una burda mentira que se haya confundido a los normalistas con otro grupo delictivo 

En esta relación, es totalmente falso que los normalistas fueran confundidos con Los Rojos, un grupo delictivo contrincante opuesto a Guerreros Unidos en la región. Esta mentira fue parte esencial de la falsa “Verdad Histórica” fraguada en el sexenio de Peña Nieto. El mismo AMLO ha mentido descaradamente al respecto, lanzando la acusación sin ninguna evidencia ni intención de levantar cargos al respecto de que en Ayotzinapa, hay “infiltrados…de la delincuencia organizada”.[58] También el segundo Informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (COVAJ) indica “Confusión en ‘Guerreros Unidos’ respecto a la presunta infiltración de ‘los Rojos’ entre los estudiantes de Ayotzinapa, en el contexto de la disputa por la plaza de Iguala” como una de las posibles “Causales de la desaparición de los estudiantes”.[59] Cabe destacar que la COVAJ no es una comisión independiente (que es lo que el Tribunal de Tamaulipas ordenó que el gobierno estableciera en 2018) sino una comisión subordinada a la presidencia de la República que presentó varias “evidencias” que habían sido falsificadas, como el GIEI ha demostrado con un análisis técnico independiente al respecto.

La conclusión documentada del GIEI es contundente: “Nadie confundió a los jóvenes con lo que no eran. Todas las corporaciones sabían desde hacía horas que se trataba de estudiantes de Ayotzinapa que trataban de tomar buses para su marcha del 2 de octubre a la Ciudad de México. Quienes los bajaron de los buses, los detuvieron y desaparecieron sabían que eran estudiantes, las autoridades que los persiguieron y atacaron nuevamente durante toda la noche, también”.[60] Y toda vez que “el Grupo Guerreros Unidos tenía acceso al C4”,[61] donde se señalaba constantemente que eran estudiantes de Ayotzinapa, sus dirigentes también tenían claridad al respecto. 

Como concluye el GIEI, “La infiltración de los estudiantes de Ayotzinapa no era por el crimen organizado, sino por miembros del ejército que ejercían su papel de informantes”.[62]

8. La colusión y compenetración de todos los niveles del Estado mexicano con el crimen organizado

La colusión con el crimen organizado de las autoridades en este caso, incluidos los comandantes de las dos bases militares en Iguala, no es una anomalía. De hecho, el Estado mexicano de todos los niveles ha estado entrelazado con el crimen organizado desde un principio. “La especificidad fundamental del crimen organizado en México es que se origina, se sostiene y se nutre desde las estructuras del Estado, en particular de aquellas que teóricamente existen para combatir, precisamente, a la delincuencia”.[63] 

Así tenemos, por ejemplo, la cooperación de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en México con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del imperialismo estadounidense para impulsar el narcotráfico colombiano y mexicano al pactar la entrada de cocaína en EU a cambio del apoyo de los narcotraficantes al operativo para enviar armas y dinero a los Contras en Nicaragua, como parte del escándalo “Irán-Contra” en los años 1980. Otro ejemplo es la colusión con el cartel de Sinaloa por parte del gobierno de Felipe Calderón, con su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ahora condenado por narcotráfico en EU.[64]

En octubre de 2020, el general Salvador Cienfuegos fue arrestado en Estados Unidos por cargos relacionados con el narcotráfico. Es el mismo general que mintió y encubrió el crimen de Estado contra los normalistas de Ayotzinapa cuando era secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Peña Nieto, Jesús Esquivel documenta muy bien el caso en su libro A sus órdenes, mi general, El caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar.[65] Muestra como el presidente López Obrador primero declaró que era otra muestra de la corrupción de los gobiernos anteriores. Después de recibir visitas urgentes del actual secretario de la Defensa Nacional, Luís Cresencio Sandoval y otros militares, dio un giro de 180 grados, con una defensa a ultranza del general arrestado. Logró su liberación y regreso a México, no por ninguna demostración de su inocencia de los cargos en su contra, sino por medio de amenazas de expulsar a la DEA (la agencia antidrogas de EU) de México. No es aventurado suponer que la preocupación de los más altos niveles militares que llevó a AMLO a cambiar completamente su discurso y actuar tuvo que ver con lo que podría salir en un juicio sobre los lazos actuales que tiene el aparato militar y el Estado en general con el crimen organizado.

El crimen organizado ha crecido y expandido su alcance en el país a la par de la creciente militarización, sobre todo a partir de la declaración de la “guerra” contra el narcotráfico por el entonces presidente Calderón en 2006, y con aún mayores saltos durante el gobierno de López Obrador. La colusión y compenetración del Estado con el crimen organizado no se debe simplemente a la corrupción personal de autoridades individuales, aunque eso es obviamente un factor. El narcotráfico representa una parte importante de las economías mexicana y estadounidense, rinde recursos para las corporaciones gubernamentales supuestamente dedicadas a combatirlo en los dos países y se ha utilizado cada vez más para fines de contrainsurgencia, como en el caso de Ayotzinapa. Incluso se recurre en México cada vez más a sicarios para amenazar y asesinar a voces críticas del gobierno, los grandes empresarios y el sistema capitalista. Por otra parte, también se ha vuelto un creciente elemento desestabilizador, al salir cada vez más del control del Estado, con sangrientas disputas entre cárteles rivales y un alto saldo de muertes, desapariciones y desplazamientos forzados de gente inocente. Así, de forma contradictoria, también socava la estabilidad del Estado y el sistema en general, lo que potencialmente abre nuevas posibilidades para una revolución liberadora que supere toda esta podrida sociedad capitalista sometida al imperialismo.

9. Tortura y “evidencias” sembradas para fraguar la “Mentira Histórica” del gobierno de Peña Nieto 

El gobierno priísta de Enrique Peña Nieto actuó inmediatamente para encubrir el horrendo crimen de Estado en Iguala, con la participación clave de Murillo Karam, al frente de la Procuraduría General de la República (PGR, ahora Fiscalía General de la República o FGR), Tomás Zerón, jefe de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, el CISEN (ahora CNI), la Marina y otras autoridades. Este encubrimiento llegó a conocerse como la “Verdad Histórica”, por la infame frase del entonces procurador federal, Murillo Karam. El objetivo de esta fábula de mentiras fue tratar de cerrar el caso, ocultando las responsabilidades de diferentes corporaciones e instituciones del Estado, imponiendo una versión que limitaba los hechos al narcotráfico y dos policías municipales y el presidente municipal de Iguala”.[66]

Participó en esta confabulación para ocultar la verdad el presidente Peña Nieto, ahora viviendo a sus anchas en España, completamente impune, a pesar de sus múltiples crímenes contra el pueblo y las cínicas promesas de Morena de “enjuiciar a los ex presidentes”. También participaron en una reunión regional para armar esta falsa “Verdad Histórica” personas como Omar García Harfuch, que ahora ha sido nombrado secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del nuevo gobierno morenista de la presidenta Claudia Sheinbaum, como ya hemos mencionado.

El gobierno de Peña Nieto montó todo un operativo para encubrir el papel del Ejército y otras fuerzas federales y estatales en este crimen de Estado. A partir del 12 de octubre de 2014, “Se estableció una ‘war room’ para la coordinación de inteligencia de todas las corporaciones y autoridades bajo dirección de Tomás Zerón. En reuniones de coordinación, la PGR instaló la versión de que el ataque a los jóvenes se debió al intento de obstaculizar la presentación del informe de la presidenta del DIF por parte de los estudiantes o la presunta infiltración de los jóvenes por el narco o la confusión contra ellos como si fueran parte de ‘los Rojos’”.[67] Supuestamente los 43 fueron quemados en el basurero de Cocula, que se ha demostrado es falso y hasta imposible técnicamente, y luego sus cenizas depositadas en el río San Juan. El GIEI dio a conocer un video de un dron de la misma Marina en que se ve a efectivos de la Marina sembrando “evidencias” en el basurero de Cocula que luego son “descubiertas” por las autoridades unas horas después.[68] También existen videos de cuando Tomás Zerón y efectivos de la Marina sembraron las bolsas de cenizas en que se encontró e identificó el ADN de un hueso del normalista Alexander Mora Venancio.[69] El gobierno de López Obrador no ha hecho nada respecto a este actuar criminal de la Marina y dejó escapar a Tomás Zerón, primero a Canadá y luego a Israel. 

También se utilizó la tortura de docenas de personas para fabricar este encubrimiento del crimen de Estado, con múltiples videos evidenciando que las torturas fueron realizadas por el procurador Murillo Karam, Tomás Zerón del AIC, la Marina, el director de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y el CISEN, entre otros.[70] El GIEI destaca que “En síntesis, miembros de la Marina detuvieron y torturaron a varios detenidos en base a lo cual se construyó la llamada Verdad Histórica, junto con SEIDO y la PGR [Procuraduría General de la República]. Realizaron un operativo de inteligencia de carácter reservado desde el día siguiente de los hechos, con un grupo especial de inteligencia del que no se ha conocido nada hasta ahora, llevando a cabo detenciones y torturas, con [el] resultado de [la] muerte de algunos detenidos y sin que se conozca el destino y paradero de otros, sin haber dado cuenta de ninguna de esas acciones ni que formaran parte de una investigación llevada a cabo por la autoridad competente”.[71] Al comprobar la tortura utilizada, decenas de personas detenidas fueron posteriormente liberadas.

En vez de denunciar este bárbaro uso de tortura para encubrir la culpabilidad del gobierno de Peña Nieto, AMLO ha criticado numerosas veces esta liberación de personas detenidas por “confesiones” obtenida bajo tortura para armar la “Verdad Histórica”. Al parecer no le parece tan mal arrancarle “confesiones” bajo tortura ni que estas fueran usadas para montar la gran mentira de la “Verdad Histórica”. De hecho el uso de la tortura por parte de las supuestas “fuerzas del orden” sigue siendo una práctica común hoy en día. López Obrador ha mentido también numerosas veces al acusar al GIEI y los abogados y asesores de las madres y padres de los 43 de ser responsables de la liberación de estas personas, cuando en realidad no tuvieron nada que ver.[72]

El gobierno y en particular el secretario de la SEDENA, Salvador Cienfuegos, hicieron todo lo posible para obstaculizar las investigaciones del GIEI. Cienfuegos se opuso tajantemente a que siquiera se entrevistara a algunos de los soldados involucrados. Declaró públicamente “¿Qué quieren saber?”. “¿Que qué sabían los soldados? Está todo declarado, yo no puedo permitir que a los soldados los traten como criminales o los quieran interrogar…”.[73] 

Es más, “el GIEI tuvo acceso a archivos de SEDENA de 2014/2016 que incluyen documentos donde asesores militares señalan que había que hacer una campaña de negativa a las demandas del GIEI y de desprestigio contra el grupo y los representantes de las víctimas, tal y como sucedió durante la segunda parte de 2015 y hasta abril de 2016”.[74] Es un ejemplo más del cínico encubrimiento de sus crímenes. Así es la "lealtad y disciplina" del Ejército que tanto ensalzan AMLO y demás gobernantes, porque el Ejército cometerá cualquier atrocidad para defender los intereses y encubrir los crímenes del sistema y las clases dominantes.  

Con esta campaña de desprestigio y debido a su primer y segundo informes que desmentían la versión fabricada por su gobierno, Peña Nieto terminó el mandato del GIEI en abril de 2016. En su despedida del cargo antes de las elecciones en 2018, grabó un mensaje en video a los familiares pidiendo que aceptaran la versión mentirosa de su gobierno. No va a haber justicia para Ayotzinapa hasta dar con el paradero de los normalistas y enjuiciar y encarcelar a Enrique Peña Nieto, Salvador Cienfuegos y a todos los demás responsables de este crimen de Estado y su encubrimiento. 

10. Con la lucha se logra acceso a más evidencias mientras el gobierno sigue maniobrando y reprime a los familiares y normalistas

Por la presión de los familiares de los 43, que lo encararon en un acto de campaña, y por la presión de la opinión pública, López Obrador se comprometió a lograr verdad y justicia para Ayotzinapa al asumir la presidencia en 2018. La lucha popular también logró que el GIEI regresara al país. También logró la creación de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa (UEILCA) encabezado por Omar Gómez Trejo, quien ya llevaba tiempo trabajando en el caso con el GIEI. 

Legalmente, esta Unidad Especial era independiente y era el único órgano facultado para investigarlo todo y llevar ante la justicia a todas las personas relacionadas con el caso de Ayotzinapa. Sin embargo, esta Unidad Especial fue creada como parte de la Fiscalía General de la República (FGR), encabezada por Gertz Manero, en que permanecen muchos funcionarios y agentes del gobierno de Peña Nieto. Una de las primeras acciones de Gómez Trejo fue depurar a la Unidad Especial de agentes relacionados con las torturas y los encubrimientos bajo el gobierno anterior. También reclasificó los delitos como “desaparición forzada”, un crimen de Estado, cuando antes eran limitados a cosas como secuestro, homicidio y asociación delictuosa.[75]

El trabajo de la Unidad Especial avanzó con un equipo de personas dedicadas bajo la dirección de Gómez Trejo, aunque enfrentaron muchas dificultades. El aparato de la FGR comandado por Gertz Manero intentó enviarles personal asociado con la fabricación de la “Verdad Histórica”, incluso personal que había participado en los múltiples casos de tortura.[76] Obstaculizaron la detención de personas que ya tenían órdenes de aprehensión tramitadas por la Unidad Especial, incluso contra miembros del gobierno en servicio. Dejaron a personas clave huir con la evidente complicidad de agentes de la FGR ajenos al caso y otros miembros del gobierno, tales como los casos de Tomás Zerón, fabricador en jefe de la “Verdad Histórica”, el jefe del SEIDO implicado en las torturas y otros. También anunciaron públicamente los nombres de testigos supuestamente protegidos.[77] Además, policías minis­teriales de la FGR, junto con policías estatales, ejecutaron con 23 balazos a un testigo clave del crimen de Ayotzinapa, Salgado Guzmán, alias “El Caderas”, mando de Guerreros Unidos, en un operativo supuestamente para cumplir con una orden de detención.[78]

Las fuerzas del Estado también han reprimido violentamente a las madres y padres de los 43 y a los normalistas, a pesar de la repetida mentira de AMLO de que “no reprimimos”. Por ejemplo, el 28 de enero de 2022, la Guardia Nacional y la policía de Guerrero, reprimieron a las madres, padres y normalistas que intentaron volantear y botear en las casetas de la Autopista del Sol para difundir y apoyar su movimiento. Escucharon la orden del mando de la Guardia Nacional a su tropa de que “¡Ataquen como si estuvieran en una guerra!”. Hubo otra represión por el mismo motivo una semana después, con saldo de al menos dos normalistas hospitalizados. En su conferencia de prensa después, los normalistas preguntaron, “¿Por qué nos tratan como delincuentes y ladrones? Antes de criticar vean cómo vivimos en la sierra de Guerrero, donde el narco pasea y controla los caminos, pero para el gobierno nosotros somos el enemigo”. AMLO defendió públicamente la represión, lanzando acusaciones mentirosas sin fundamento de que hay “Infiltrados” de la “Delincuencia organizada… en la dirección” de los normalistas de Ayotzinapa.[79] Así que López Obrador repite las mismas cínicas mentiras que usó el gobierno de Peña Nieto para descalificar a los normalistas y proteger al Ejército.

11. Las Fuerzas Armadas esconden pruebas esenciales del caso, con el apoyo del presidente

Las exigencias de las madres y padres de los 43, así como la amplia presión y protesta social demandando verdad y justicia para Ayotzinapa, lograron que el presidente López Obrador ordenara no solo una sino varias veces que los militares entregaran toda la documentación y otras evidencias relacionadas con el caso. Eso facilitó que la Unidad Especial encabezada por Gómez Trejo, con la ayuda también del GIEI, comenzara a lograr avances importantes en el caso. Sin embargo, “llegado un momento crucial”, cuando las investigaciones comenzaron a documentar el papel importante que había jugado el Ejército en el crimen de Estado y su encubrimiento, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ya rehusó entregar más documentación. Esto a pesar de que “las pruebas de que existe numerosa documentación que no ha sido proporcionada hasta ahora es abrumadora”.[80] De hecho, el GIEI dedica cien páginas de su sexto Informe a documentar en detalle como el Ejército ha mentido y sigue mintiendo y ocultando evidencias cuya existencia se ha comprobado a fondo.[81] Otros apartados detallan la participación del CISEN en tortura y ocultamiento de evidencia, así como el papel de la Marina en tortura y en fabricar y ocultar evidencia.[82] También existen testimonios en poder de la Fiscalía General de la República sobre el ocultamiento de evidencia por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional y que los “mandos militares instruyeron a su personal para negar la existencia de estos materiales”.[83] Tanto el fiscal general, Gertz Manero, como el presidente López Obrador han participado plenamente en este criminal pacto de silencio.

Uno de los casos más descarados de burdas mentiras por parte del Ejército y del mismo presidente López Obrador ocurrió en el caso de los más de 800 folios del Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CRFI) que contienen transcripciones de las conversaciones de Guerreros Unidos y otros de teléfonos intervenidos en tiempo real durante los ataques y desapariciones a los jóvenes. El Ejército negó que siquiera existiera el CRFI en aquel tiempo, a pesar de documentos oficiales con su sello en posesión de la investigación. Durante mucho tiempo la SEDENA y AMLO insistieron que ya lo habían entregado todo. En particular, han estado duro y dale con que no existen los más de 800 folios, entre otras evidencias importantes, que exigen los padres de los 43. ¡Y luego cambian de mentira! Ahora el subsecretario encargado del caso, Arturo Medina, admite que siempre sí existen pero sólo entregan 15, señalando que los demás no son “relevantes” para el caso, y otros no se darán a conocer por “seguridad nacional”.[84] Más bien por la “seguridad” del Estado capitalista represor.

12. El gobierno de AMLO reventó el caso cuando llegaba a revelar parte importante del papel criminal del Ejército

Cuando la Unidad Especial encabezada por Gómez Trejo estaba a punto de solicitar 83 nuevas órdenes de aprehensión, incluidas 20 contra militares, el gobierno actuó tajantemente para reventar el caso. 

Se describe en detalle cómo se llevó a cabo esta artera traición a la palabra empeñada con los familiares de los 43 de resolver el caso en el artículo “La instrucción: Cómo el gobierno dinamitó la investigación del caso Ayotzinapa” de John Gibler.[85] Su investigación se basa en entrevistas con el mismo ex fiscal especial para el caso, Omar Gómez Trejo, entrevistas con otros miembros de su equipo, datos del GIEI y varias otras fuentes. Resumimos algunos de los hechos más destacados de su investigación aquí.

En mayo de 2022, Gómez Trejo visita Chicago y logra revisar los mensajes interceptados de los teléfonos de Guerreros Unidos por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Relata en la entrevista con Gibler que “Es una prueba muy contundente del involucramiento que tenía el Ejército con el crimen organizado”. “En las evidencias de Chicago se logra ver que [los militares] venden armas, que capacitan [a miembros de Guerreros Unidos], que reciben dinero”. Y Gómez Trejo piensa que esas pruebas fueron un punto de quiebre: “Ahí es donde ellos entendieron que estaban en problemas, que había una prueba que no controlaron, había un fiscal que no controlaron. Entonces es cuando dicen: ‘Ya, córtenlo’”.

El viernes 12 de agosto de 2022, el fiscal general Gertz Manero, le pidió un informe sobre las investigaciones para presentar el siguiente lunes. Gómez Trejo lo preparó y se lo entregó.

Ese lunes, 15 de agosto de 2022, estaban presentes en un desayuno el presidente López Obrador, Gertz Manero, el secretario de Gobernación Adán Augusto López, el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Arturo Zaldívar y el subsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas. AMLO no ha negado que se reunieron ni que trataron el caso de Ayotzinapa, a pesar de la supuesta “autonomía” de la Fiscalía, que ha invocado en otros momentos. Todo indica que ahí acordaron reventar la investigación que amenazaba con revelar parte importante de la intervención del Ejército en la noche de terror en Iguala. 

El día siguiente Gertz Manero le llamó a Gómez Trejo a su oficina a decirle que “Necesitamos la judicialización de Murillo Karam y de militares”. El fiscal especial intentó explicarle que las órdenes de aprehensión contra militares y otros estaban casi listas, pero le pedía un mes para preparar bien lo que faltaba contra Murillo Karam, el ex procurador general que había propagado la mentirosa “Verdad Histórica” del gobierno de Peña Nieto. Sin embargo Gertz insistió, diciendo, “No, no, Omar, esto no es de un mes, esto es de ahora. Esto es una decisión de Estado, es una instrucción”. Así ordena al jefe de la Unidad Especial, que legalmente debía ser completamente independiente, a actuar según una consigna del gobierno, y no de acuerdo con los procedimientos legales necesarios no solo para presumir “detenciones” sino para realmente llegar a sentencias. Este tipo de actuar es típico del Estado mexicano: hacen detenciones con procedimientos defectuosos para aparentar que van contra algunos culpables y luego siguen con casos inservibles y la liberación de los detenidos. Por este tipo de actuar, entre otras mañas, no ha habido ninguna sentencia condenatoria firme contra nadie en los diez años desde el crimen contra los normalistas de Ayotzinapa. 

Muy al contrario del actuar "típico" del Estado, Gómez Trejo y su equipo preparaban casos sólidos, con pruebas reales y procedimientos legales intachables. Ante la orden de Gertz Manero, Gómez Trejo y su equipo trabajaron a marchas forzadas para preparar las solicitudes de órdenes de aprehensión correspondientes. De las 83 solicitudes de órdenes de aprehensión, 20 eran contra militares. Incluían al general Rafael Hernández Nieto, quien como comandante del 41 Batallón de Infantería intercambiaba información con miembros de Guerreros Unidos y otros según los registros telefónicos, además de recibir dinero del grupo criminal y reunirse con sus jefes.[86] Tenía órdenes del secretario de la SEDENA, como también las tenían los comandantes de los Batallones 27 y 50 y la 35 Zona Militar, de monitorear todo lo que pasaba con los normalistas desde días antes y recibía informes al respecto en tiempo real.[87] Otra solicitud de orden de aprehensión fue contra el coronel José Rodríguez Pérez, comandante del 27 Batallón de Infantería, también comprometido con Guerreros Unidos. Según los registros de telefonía y otra evidencia, como ya hemos mencionado, jugó un papel muy activo en el operativo contra los normalistas, a pesar de su mentira de que no había salido del cuartel esa noche. Agentes del Ejército (OBI) bajo su mando estuvieron presentes en los escenarios del crimen, las dos Fuerzas de Reacción salieron a la calle a sus órdenes y personal de inteligencia de su Batallón 27 manejaban las cámaras del C-4 esa noche, reportando inmediatamente al comandante Rodríguez.[88] Fue promocionado a general después de su criminal actuar en Iguala. Otro inculpado fue el capitán José Martínez Crespo, que encabezó la Fuerza de Respuesta que recorrió la ciudad esa noche y amenazó a los normalistas en la Clínica Cristina. También hubo solicitudes contra 17 soldados de inteligencia y de la tropa involucrados en los sucesos de esa noche. 

“Ellos sabían que estaban desapareciendo a los chavos”, dice Gómez Trejo.[89] Algunos participaron directamente, otros estaban al mando de la operación, pero hay que enfatizar que incluso si algunas autoridades no participan directamente, si saben de una desaparición forzada, no actúan para detenerla y/o la encubren, también son culpables del crimen de Estado de desaparición forzada. 

El 16 de agosto de 2022, llegan agentes ajenos a la Unidad Especial para encargarse, inicialmente, del caso de Murillo Karam. Un miembro del equipo de la Unidad Especial relata a John Gibler que al menos dos de estos agentes ajenos participaron en fabricar la versión falsa del caso: “Pertenecían al mismo grupo [de la SEIDO] de Blanca [Alicia Bernal Castilla, vinculada a proceso por el caso]: un conflicto de interés”. Esta ex fiscal firmó varios de los oficios falsificados de la “verdad histórica”.

El 17 de agosto de 2023, un nuevo fiscal externo sin conocimiento del caso, y sin avisar a la Unidad Especial, solicita una orden de aprehensión contra Murillo Karam. Al presentar la solicitud en la corte, estaba tan desorganizado e ignorante del caso que el juez lo reprendió. 

El día siguiente, con la presencia del presidente y altos funcionarios militares y de seguridad, Alejandro Encinas, titular de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (COVAJ), presenta un reporte ante los familiares de los 43, el GIEI y otros. Se presenta este informe sin ninguna consulta previa con los padres, el GIEI ni la Unidad Especial para el caso. Como ya hemos mencionado, incluye la falsa hipótesis de una posible confusión con el grupo rival de Los Rojos como motivo del crimen de Estado. Da por muertos a todos los normalistas y presume resolver gran parte del caso. Pero se ha demostrado que fueron fabricadas o alteradas las tomas de pantalla telefónica que se presentan como evidencia, de acuerdo con una revisión técnica profesional independiente comisionada por el GIEI y reportada en su Informe Ayotzinapa V. 

Clemente Rodríguez, padre del normalista desaparecido Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, habla de la manera en que informaron a los familiares. “Llegó a mi casa el señor Alejandro Encinas. Me dijo ‘¿Sabes qué? Tu hijo ya no va a regresar. Está muerto, lo mataron’. Así, con esa pinche frialdad me lo dijo”.[90] 

Aquí cabe mencionar que la COVAJ fue creada violando la decisión judicial del Tribunal de Tamaulipas del 4 de junio de 2018, que especificó la creación de una Comisión de la Verdad independiente para el caso. Sin embargo, la COVAJ fue creada como parte subordinada del poder ejecutivo federal y su primer titular, Alejandro Encinas, ha comentado públicamente varias veces que realizaba varias acciones por instrucciones del presidente López Obrador. La decisión del Tribunal también especificó que las acciones de la COVAJ deben ser consultadas con los familiares, lo cuál se violó con la presentación de este informe no consultado con “evidencias” falsificadas.[91] No se sabe quiénes proporcionaron estas evidencias falsificadas. Levanta muchas sospechas el actuar del gobierno, al no realizar ningún análisis técnico de las mismas ni consultar con el GIEI y los representantes legales de los familiares antes de presentarlas públicamente como evidencias definitivas. Ahora la falsedad de estas supuestas “evidencias” la están utilizando en su defensa varios de los militares acusados en el caso,[92] lo que es más tenebroso aún.

El día siguiente, el 18 de agosto, el fiscal especial Omar Gómez Trejo de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa (UEILCA) viajaba a Israel para tratar de tramitar la extradición de Tomás Zerón, que había encabezado el operativo de tortura y falsificación de evidencia para encubrir el crimen de Estado durante el gobierno de Peña Nieto. Aprovechando su ausencia, agentes ajenos al caso, incluidos miembros de la ex SEIDO a los que la Unidad Especial investigaba por falsificación de pruebas, tortura y desaparición forzada, tomaron el control de su oficina. “Todo eso pasó cuando Omar y el titular del núcleo B estaban en Israel”, dice un miembro del equipo de la UEILCA. “Eso dejó al equipo desprotegido. Fue una invasión. SEIDO y Asuntos Internos querían instruir a la unidad. Pero la unidad se creó con independencia y estaba investigando a SEIDO. Y todo eso pasó por instrucción del fiscal general [Gertz Manero]”.[93] 

Ese mismo día el ex procurador general, Murillo Karam, se entregó y fiscales ajenos al caso metieron las solicitudes de las 83 órdenes de aprehensión, incluidas 20 contra militares. Gómez Trejo y la Unidad Especial habían preparado cuidadosamente estas solicitudes y las pruebas correspondientes para que no solo resultaran en detenciones sino también en sentencias condenatorias. Sin embargo, en este caso, el mismo acto de la presentación de las 83 solicitudes por agentes ajenos a la Unidad Especial fue una violación de la norma que creó la UEILCA, que especificó que era la única unidad autorizada para presentar y llevar los casos. Es una maniobra típica de las fiscalías corruptas: primero se meten mal las solicitudes de captura para presumir “detenciones”, pero las mismas violaciones de los procedimientos judiciales, entre otras artimañas, sientan las bases para la posterior liberación de los acusados. 

El 30 de agosto, el fiscal general de la República, Gertz Manero, le dice a Omar Gómez Trejo “Mire, ahorita quiero que usted esté tranquilo, que no investigue más, porque quiero saber qué es lo que tiene usted en su oficina. Entonces le voy a mandar una auditoría. Va Asuntos Internos, le va a hacer una auditoría de todas sus investigaciones”.[94]

A raíz de esta supuesta “auditoría”, que se enfocó principalmente en las carpetas de investigación contra militares, a Gómez Trejo y a la Unidad Especial les confiscan toda la documentación y les quitan los policías, asignados a la UEILCA autorizados para realizar detenciones. Y sobre todo, poco después, el 9 de septiembre, agentes de la FGR ajenos al caso piden la cancelación de 21 órdenes de aprehensión, incluidas 16 contra militares, de las 83 que la corte ya había girado.

Relata Omar Gómez Trejo: “Yo me voy a Israel. Salen las órdenes de aprehensión. Y después, cuando regreso, no tengo policía, no puedo seguir investigando, me van a hacer una auditoría y todo eso. Y hay un equipo por otro lado que está queriendo cancelar las órdenes de aprehensión. Y ahí el fiscal [general, Gertz Manero] dice: ‘usted ya no se mueva, usted ya no haga nada’. Ahí quedé paralizado”. Llama en ese tiempo a Alejandro Encinas, titular de la COVAJ y subsecretario de Derechos Humanos. “Le digo: yo no sé qué está pasando. Y después me dice: es porque judicializaste a militares. Le digo: pero esa fue la petición. O sea, sí hubo una petición, nosotros estábamos listos para judicializar y lo hicimos. Pues no fue así, [dijo Encinas,] porque te excediste en cuanto al número de militares”.[95]

Fue después de todas estas acciones para reventar el caso y en particular la cancelación de estas órdenes de aprehensión que Omar Gómez Trejo renunció como fiscal especial. Sin embargo, con el paso del tiempo, el presidente López Obrador ha inventado la burda mentira de que Gómez Trejo no quiso realizar detenciones en el caso. Al contrario, estuvo a punto de meter las 83 órdenes de aprehensión y solo pedía un mes más para preparar bien la orden contra Murillo Karam cuando Gertz Manero metió a agentes ajenos al caso para quitarle el control de estas carpetas de investigación. Fue cuando cancelaron las 21 órdenes que Gómez Trejo presentó su renuncia. Esto demuestra que el cuento posterior de que Gómez Trejo no quiso detener a nadie es una burda mentira.  

El presidente apuesta a la mala memoria del público, ya que fue AMLO quien defendió la cancelación de las órdenes de captura. Atacó públicamente a la Unidad Especial, en relación con los militares, al decir “responsabilizaron a 20, cuando en la investigación [de la COVAJ] son cinco. ¿Por qué meten 20? Pensando que con eso iban a generar una rebelión en el Ejército si eran más e íbamos a tener que dar marcha atrás para no tocar a nadie”.[96] AMLO no quiso que se enjuiciara a estos militares, a pesar de toda la evidencia en su contra.

AMLO actuó junto con el supuestamente “autónomo” fiscal general, Gertz Manero, para imponer decisiones basadas en criterios políticos y no en las evidencias para proteger a los militares y al Ejército. Tanto su decisión de ordenar que agentes ajenos al caso quitaran el control de los casos a Gómez Trejo y la Unidad Especial, como su posterior instrucción de cancelar 21 de las órdenes, principalmente contra militares, sirvieron el propósito de reventar el caso.

Actuaron para reventar el caso y desarticular a la Unidad Especial a cargo precisamente porque, como señala el GIEI, la Unidad Especial, en coordinación con el GIEI, había logrado “llegar a un punto en el que el caso podría resolverse en gran parte”.[97] 

Actuaron para encubrir los crímenes del Ejército y demás fuerzas del Estado. Las 83 órdenes de aprehensión no incluyen a todos los criminales involucrados. Gómez Trejo relata que su estrategia era de comenzar desde abajo con las personas directamente implicadas en los crímenes para luego llegar a los mandos más altos que dieron los órdenes respecto al crimen de lesa humanidad y su encubrimiento. Esto necesariamente llegaría al entonces secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, y al ex presidente Enrique Peña Nieto, dos personajes que este gobierno ha demostrado que va a defender a capa y espada de cualquier enjuiciamiento, a pesar de la falsa campaña de Morena de supuestamente “enjuiciar a los ex presidentes” por sus crímenes muy reales.

Después de su renuncia, Gómez Trejo tuvo que salir del país por temor por su vida. Lo explica: “Hay gente del crimen organizado, hay gente del Estado, hay gente que tiene recursos, hay gente que puede hacer cualquier cosa. Yo me sentí muy vulnerable. Superexpuesto. Que el presidente te criminalice en su mañanera es otro nivel de mensaje el que manda. Tuve que salirme. En fin, no es fácil. Ahora hay que inventarse otra vida”.[98]

Uno de sus compañeros en la Unidad Especial que renunció poco después destaca: “Yo quiero escribir algo donde el título sea ‘La instrucción’, porque es lo único que te saben responder. Tú dices ‘eso está mal’. Y te contestan ‘no, es la instrucción’. ‘Oye, es que eso no se puede hacer’. ‘No, no, no, es la instrucción’. Y yo digo, a lo mejor en su eterna ignorancia esta gente no entiende lo que significa, por ejemplo, haber dicho eso en los juicios de Núremberg [donde los nazis atribuyeron sus crímenes a la obediencia de órdenes superiores], porque obviamente no entienden de derechos humanos. O sea, la salida de Omar no solo significa dinamitar el caso, lo que ya es grave y complicado. Significa también desmantelar un semillero de cómo se tiene que enfrentar la realidad más cruda que vive este país, que son las más de 100,000 desapariciones”.[99]

El 5 de octubre de 2022, Rosendo Gómez Piedra, incondicional del gobierno, toma el control de la UEILCA, corre a todo el personal que realmente investigaba y lo sustituye con gente que no sabe del caso. El mismo es un abogado sin experiencia en casos de tortura y desaparición forzada, que viene de trabajar en el proyecto del ecocida y etnocida Tren dizque “Maya”. No avanzan ni las investigaciones ni los procesos contra militares y otros. Más bien se ha dedicado a tratar de dividir y socavar al Comité de Padres y Madres de Ayotzinapa al insistir en meter en las reuniones con el gobierno a un grupo completamente minoritario encabezado por Felipe de la Cruz, que fue candidato de Morena. Este grupo ha marchado a favor del criminal José Luís Abarca, alcalde de Iguala cuando los normalistas fueron atacados tan brutalmente y que recibía pagos y se coludía con el grupo criminal Guerreros Unidos.[100] Témoris Grecko ha reportado que este grupo esquirol fue organizado por Pedro Segura, ligado a su vez con el grupo criminal Guerreros Unidos.[101] A otros familiares les han ofrecido bastante dinero para unirse a este grupo espurio al servicio del gobierno, pero son personas con principios, y lo han rechazado. 

La lucha de los familiares, normalistas y otros obligó, en junio de 2023, a que se repusieran los cargos contra 17 de los 21 acusados cuyas órdenes de aprehensión las había cancelado la Fiscalía General de la República con el apoyo del presidente, como ya subrayamos. Supuestamente iban a quedar los cargos de desaparición forzada, pero recientemente López Obrador ha informado que ningún militar está procesado por desaparición forzada, ya desvinculándolos de este crimen de Estado y procesándolos simplemente por delincuencia organizada, para así absolver al Ejército de cualquier participación en la desaparición de los normalistas y su encubrimiento. También dice que solo 17 militares están bajo proceso por el caso, lo que implica que han sido liberados sin cargo alguno tres de los militares judicializados por la investigación de la Unidad Especial bajo Gómez Trejo.[102]

Al general brigadier José Rodríguez Pérez, que era comandante del 27 Batallón y el comandante más directamente metido en todo el operativo represivo, le fue otorgado libertad condicional en julio de 2024 para llevar su proceso en libertad, a pesar de que la ley todavía especifica detención preventiva oficiosa en este tipo de casos. Con esto, once de los militares acusados ya gozan de libertad condicional, en varios casos porque la Fiscalía no realizó los trámites necesarios para impedir esto. Cabe destacar que desde el principio abogados militares vinculados a la SEDENA se han encargado de sus casos, incluido el Licenciado José Alfredo Rico, implicado en la defensa de los militares que masacraron a gente desarmada en Tlatlaya, bajo el gobierno de Peña Nieto.[103] Así que otra parte del mismo gobierno que supuestamente está procesando a los militares está llevando su defensa. ¡Es una farsa!

13. El golpe asqueroso final: en su “Primer reporte” AMLO absuelve de antemano a los militares y acusa a los defensores de Ayotzinapa de montar una conjura internacional en su contra

Es una mentira desvergonzada desde su título, el “Primer reporte del Presidente de México sobre los jóvenes desaparecidos en Iguala de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero”. Porque no habla de los jóvenes ni del salvaje ataque coordinado en su contra, ni de los asesinatos, ni de los responsables, ni del destino de los desaparecidos. Más bien se dedica a absolver de antemano a los militares del crimen, al insistir en relación con el Ejército que “sobre su participación directa en este crimen no se ha encontrado absolutamente nada”.[104] Y acusa a los padres, asesores, GIEI y otros que insisten en los hechos de la ya comprobada participación del Ejército y de que tiene que investigarse más a fondo, de que “lo están haciendo ahora en mi contra con una campaña de desprestigio, sin pruebas…”[105] 

Para supuestamente comprobar que no existe ninguna evidencia de la participación directa del Ejército en el crimen, López Obrador se la pasa hablando de un libro de la periodista respetada y progresista, Anabel Hernández, y del testimonio en una audiencia acerca de José Ulises Bernabé, Juez de Barandillas esa noche de Iguala, refugiado ahora en Estados Unidos. Luego dedica la tercera parte de su supuesto reporte a ¡algunas de las fechorías de Calderón como presidente antes de Ayotzinapa, como si eso tuvo algo que ver![106] (En cambio, hay una notable ausencia de cualquier crítica directa a Enrique Peña Nieto, el presidente responsable de este crimen de Estado, a quien AMLO ha calificado de “demócrata” y recientemente lo ha defendido frente a acusaciones de que participó en las reuniones federales en que se inventó la llamada "Verdad Histórica"[107]). El Reporte no dice ni pío sobre las abundantes y comprobadas pruebas presentadas por el GIEI en sus seis informes sobre la participación del Ejército en este crimen de Estado, que ya hemos resumido y no vamos a repetir aquí. Solo cabe agregar que ni siquiera se toma la molestia de refutar lo que dijo Alejandro Encinas en el contexto de presentar el segundo informe de su propia Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (COVAJ), acusando al comandante del 27 Batallón de Infantería, José Rodríguez, de ordenar asesinar a seis de los normalistas días después de su desaparición.[108] Aunque este informe no es muy confiable, por las razones que ya hemos mencionado, es increíble que AMLO pueda decir que “no se ha encontrado absolutamente nada” sobre la participación del Ejército sin siquiera mencionar esta conclusión de Encinas del informe de su propio gobierno.

Por lo demás, el reporte de AMLO está lleno de las mentiras y ataques sucios a los familiares, sus asesores, Gómez Trejo y el GIEI que suele lanzar en sus “mañaneras”. Comienza afirmando que los que demuestran la participación del Ejército en el operativo conjunto afirman que “los culpables de esta infame tragedia no fueron las autoridades locales, estatales y municipales de Guerrero, ni la banda de delincuentes que operaba en esa región, totalmente coludidos con dichos funcionarios, sino que en este crimen, la culpa mayor recae en los soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional, con el manejo de la consigna de que ‘fue el Estado’ y específicamente ‘fue el Ejército’ Mexicano”.[109] Miente a sabiendas de que los informes del GIEI señalan claramente el papel también de las policías federal, ministerial, estatal y municipales, así como Guerreros Unidos y el CISEN, además del Ejército, como participantes en el operativo conjunto contra los normalistas. 

Miente descaradamente al escribir que “los miembros del GIEI se inconformaron y optaron por irse, pretextando que había estado mal meter a la cárcel a este funcionario [Murillo Karam], así como a 20 militares y a 64 personas más”.[110] Como ya lo citamos textualmente líneas arriba, fue AMLO quien atacó al fiscal especial Gómez Trejo por preparar las 20 órdenes de aprehensión de militares y fue AMLO que defendió la cancelación de la mayoría de estas órdenes, como parte de reventar la investigación profesional encabezada por Gómez Trejo con la ayuda de la investigación del GIEI. Y el GIEI explicó vez tras vez tras vez que dejó el país por una sola razón: porque el Ejército y otras partes del gobierno rehusaron entregar evidencia clave que se había comprobado con documentos oficiales que sí existe, lo que les impedía continuar con su investigación.

López Obrador plantea la “hipótesis” en su Reporte de que las acusaciones contra “soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional, con el manejo de la consigna de que ‘fue el Estado’ y específicamente ‘fue el Ejército' Mexicano”[111] son producto de una campaña internacional del “bloque conservador” para desprestigiar al Ejército. Esto es ridículo, en primer lugar, porque trata de incluir en este supuesto “bloque conservador” al GIEI, los abogados de los familiares y el fiscal especial Gómez Trejo, o sea, precisamente los que lograron avances reales en la investigación que el gobierno de AMLO luego reventó. Es ridículo también porque los verdaderos conservadores nunca han emprendido ni nunca emprenderán una campaña contra el prestigio del Ejército. Sus gobiernos siempre han encubierto los crímenes del Ejército, igual que el gobierno de Morena. Luego López Obrador llega al colmo de ridiculez al ofrecer como “evidencia” de la supuesta campaña internacional del “bloque conservador” contra el Ejército, en el Anexo del Primer Reporte, los acuerdos firmados bajo el gobierno de Peña Nieto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que establecieron la base para que viniera el GIEI a México en respuesta a las demandas de los familiares de los normalistas. Omite mencionar que el gobierno de Peña Nieto dejó de autorizar su presencia cuando sus Informes I y II destruyeron la fábula de la “Verdad Histórica”, mientras AMLO no tomó ninguna posición pública sobre Ayotzinapa hasta que los padres lo encararon en un evento de campaña en 2018. Tampoco menciona que su propio gobierno llegó a acuerdos semejantes para que el GIEI volviera a México, como fue la demanda de los padres de los 43. Hasta acusa al gobierno de Estados Unidos de estar detrás de la supuesta campaña internacional de culpar al Ejército por el caso Ayotzinapa para “subordinar por entero al Ejército Mexicano”.[112] Omite explicar por qué, entonces, él ha invitado a militares del ejército imperialista estadounidense a México específicamente para entrenar al Ejército mexicano ni por qué las fuerzas armadas mexicanas participan en ejercicios conjuntos con las fuerzas imperialistas.[113] AMLO es muy nacionalista de verbo, pero complaciente con la dominación imperialista del país en muchos de sus actos.

La valiente periodista Gloria Leticia Díaz ha demostrado con documentos del mismo gobierno, que este cuento seudo-nacionalista de un supuesto complot internacional en torno a Ayotzinapa contra el Ejército y gobierno mexicanos fue lo que el Ejército propuso al entonces presidente Enrique Peña Nieto, pero que él no lo adoptó. AMLO sí.[114]

También se incluye en el citado Anexo un informe del Ejército que sigue sosteniendo la misma mentira que han repetido desde el principio: que no tuvieron nada que ver y ni supieron de las persecuciones a balazos, los seis asesinatos ni las 43 desapariciones hasta después de los hechos. Dicen que los informes que recibía el Ejército “solo mostraban una alteración del orden por parte de los estudiantes normalistas, y la acción de las autoridades de seguridad pública para su contención, las cuales no requirieron el apoyo de personal militar”.[115] Eso a pesar de que los propios documentos del Ejército han refutado esta mentira descarada.

Para dar solo un ejemplo, tratan de sostener que su agente de inteligencia infiltrado entre los normalistas que resultó estar entre los 43 desaparecidos no era lo que llaman Órgano de Búsqueda de Información (OBI), o sea, agente de inteligencia.[116] La respuesta de los representantes de las madres y padres de los 43 es contundente, al citar el oficio GAOUI-5823 firmado por un general del estado mayor, en el que la SEDENA acepta que dicho joven “realizaba labores de inteligencia militar en el plantel” para el Ejército.[117] Los propios documentos del Ejército refutan sus mentiras.

Hasta recurren a los argumentos más ridículos, por ejemplo cuando insisten en que en las comunicaciones de Guerreros Unidos intervenidas por la DEA, solo se refieren a “tenientes”, “militares” “guachos” “sin que pueda afirmarse que se trata de personal del Ejército Mexicano”.[118] ¡Tanta ridiculez criminal de los sangrientos represores del pueblo!

Si se llegó a llamar la “Verdad Histórica” el cuento fabricado para encubrir al Ejército y demás perpetradores de este crimen de Estado bajo el gobierno de Peña Nieto, el cuento mentiroso fabricado por el gobierno de López Obrador deberá conocerse como la “Verdad Verde Olivo”, en la atinada frase de “El Astillero”.[119]

La misma saña con la que AMLO ha atacado a la gente que lucha por verdad y justicia demuestra la extrema necesidad de tapar la verdad sobre este horrendo crimen, porque revela la putrefacción de este criminal Estado capitalista hasta los niveles más altos del gobierno. De revelarse toda la verdad, muchos más concluirían que este Estado y la violencia que ejerce son completamente ilegítimos.

La nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, por su parte, ni mencionó verdad y justicia para Ayotzinapa en sus “100 Compromisos” y ha apoyado la versión mentirosa de AMLO con el comentario de que él “ha trabajado todo lo que ha podido” para esclarecer el caso.[120] Como ya recalcamos, ha incluido en su gabinete como titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana a García Harfuch, quien participó en dos reuniones regionales para fraguar la “Verdad Histórica” y ni ha tenido que responder por su papel en eso.[121] Sheinbaum dice que va a darle seguimiento al caso en su gobierno (con el mismo fiscal especial, con el que no avanza el caso, a propósito), pero en la opinión de uno de los padres de los 43: “para nosotros ya quedó claro que ya estando con la nueva presidenta de la República tampoco va a tocar al ejército, va a seguir todo igual”.[122]

Ayotzinapa es solo uno de más de cien mil casos de desaparición que los sucesivos gobiernos han mantenido en casi completa impunidad. Pero aunque fuera el único crimen del actual sistema, el criminal operativo conjunto del Ejército, demás fuerzas del Estado y Guerreros Unidos y los subsecuentes encubrimientos con la “Verdad Histórica” y la “Verdad Verde Olivo”, bastan y sobran para subrayar la urgente necesidad de una revolución real para tumbar este Estado capitalista que reprime al pueblo.

14. Los crímenes de las fuerzas armadas y su encubrimiento no se deben simplemente a los presidentes en turno, sino a la naturaleza misma del Estado asesino como garante del sistema capitalista

¿Por qué López Obrador encubre los crímenes de las fuerzas armadas, a pesar de sus promesas de campaña de devolver los militares a sus cuarteles y sus críticas a su actuar bajo gobiernos anteriores? Aunque puede tener su propio estilo de mentiras descaradas y sus “otros datos”, en cuanto al encubrimiento de los crímenes de las fuerza armadas es igual a todos los presidentes criminales que le antecedieron. Todos los han encubierto. La razón no hay que buscarla en las biografías o psicologías particulares de los varios mandatarios; hay que buscarla en la naturaleza de las fuerzas armadas, el Estado y el actual sistema capitalista de explotación y opresión.

Como ha resumido la ciencia del comunismo a partir de muchas evidencias y casos concretos, las fuerzas armadas y policías son la columna vertebral del Estado. E independientemente de las engañosas formas “democráticas” que podría adoptar, el Estado es en esencia una dictadura —es decir, el monopolio de la fuerza armada supuestamente “legítima”— de la clase o clases dominantes sobre los demás para defender y reproducir el sistema económico imperante. En nuestro caso, el Estado representa la dictadura de los imperialistas, grandes capitalistas y terratenientes para mantener y reproducir el sistema capitalista subordinado al imperialismo y ligado todavía a algunas relaciones semifeudales sobrevivientes, sobre todo en ciertas zonas del campo. La “democracia” se reduce, en este contexto, como decía Marx, al “derecho” de decidir cada tantos años cuál representante de las clases dominantes va a reprimir y suprimir al pueblo durante su mandato. 

Por eso, quien sea que esté al mando del Estado capitalista tiene que mantener y defender la legitimidad de las fuerzas armadas y la violencia que ejercen, máxime en el caso mexicano en que históricamente el Ejército ha jugado un papel muy central en reprimir y oprimir al pueblo.

El sistema capitalista subordinado al imperialismo en México funciona, como el capitalismo-imperialismo en el mundo entero, sobre la base de la explotación y opresión de la gran mayoría por parte de una pequeña minoría de capitalistas. Por lo tanto, es una necesidad imprescindible contar con una fuerza represora para sofocar, reprimir y asesinar a los oprimidos que se rebelen. No va a haber y no puede haber un cambio en la esencia capitalista represiva del Estado sin un cambio fundamental en la economía y la sociedad capitalista a las que este Estado defiende y protege. Por eso, es tan urgente y necesaria una revolución real que tumbe este Estado y abra el camino a una nueva sociedad socialista liberadora, como parte de la lucha por la eliminación de toda forma de explotación y opresión y la emancipación de la humanidad entera.

La valiente lucha de cientos de miles de personas, con los altibajos en la lucha, ha podido arrancar del Estado pruebas contundentes de una parte de la verdad, con diez años de completa impunidad: ni una sola persona sentenciada por estos crímenes de lesa humanidad. Todo esto demuestra una vez más el carácter completamente reaccionario, corrupto y sangriento del Ejército y de todo el Estado. En unos cuantos casos de los cientos de miles de asesinatos, desapariciones y demás crímenes, se ha podido poner a algunos criminales menores tras las rejas, por lo general tras años y años de lucha a pesar de todo tipo de amenazas y represión. Sin embargo, la importancia de estas luchas no reside simplemente en los logros inmediatos sino en que contribuyen a elevar la conciencia y combatividad de la gente, elementos esenciales que pueden contribuir, sobre todo con el trabajo consciente de los comunistas revolucionarios, a preparar la revolución real que hace tanta falta para tumbar este Estado represor y transformar de fondo el actual sistema capitalista opresor. Son, como diría Lenin, “escuelas de guerra”, aunque no son la guerra revolucionaria misma necesaria para ponerle fin a este mundo de horrores y sufrimientos innecesarios y crear otro en el que todos quisiéramos vivir.

15. La guerra contrainsurgente preventiva contra el pueblo: tal vez tú piensas que la revolución no es posible, pero las clases dominantes saben que sí lo es

Gran parte de la población vive un infierno hoy en día. Según las cifras oficiales del gobierno, solamente en los primeros cinco años del gobierno de López Obrador, hubo un total de 171,085 asesinatos, superando el total de todo el sexenio de Enrique Peña Nieto, de 157,158 homicidios, que a su vez superó el total durante el gobierno de Felipe Calderón de 121,613 víctimas mortales.[123] A pesar de los intentos siniestros de López Obrador y Sheinbaum (como jefa del gobierno capitalino) de “rasurar” el padrón de los desaparecidos,[124] el número oficial de personas desaparecidas supera los 116 mil, con casi la mitad (más de 50 mil) durante el gobierno de López Obrador.[125] Como los asesinatos, el número de desaparecidos sube más con cada gobierno, sobre todo a partir de la declaración de la supuesta “guerra contra el crimen organizado” por parte de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN). 

De manera semejante, el número de desplazados forzados —gente obligada a abandonar sus hogares, principalmente en zonas rurales y pequeñas ciudades debido en gran parte a la violencia cada vez más extendida en el país— llega a 392 mil de 2008 a 2023.[126] En varios casos esto es el resultado del contubernio entre el crimen organizado, los grandes empresarios y el Estado. Como resume una activista contra estos desplazamientos forzados, a base de conversaciones con varias organizaciones que respaldan a los desplazados en diferentes estados, “la gran mayoría de los desplazamientos ocurren en zonas donde hay una enorme riqueza de minerales y bosques o se construyen megaproyectos. En esos lugares, por lo general, hay acuerdos entre el gobierno y empresas, como las mineras o las madereras, y el crimen organizado es el encargado de desalojar a los habitantes de esas zonas”.[127]

Otros tantos desplazamientos forzosos se deben a la violencia extrema de los conflictos entre los diversos cárteles del crimen organizado, que reclutan a los jóvenes a la fuerza so pena de asesinar a sus familiares, atacan y hasta bombardean con drones a las comunidades. Todo esto pasa con casi completa impunidad, a pesar de la creciente militarización del país y la presencia del Ejército y la Guardia Nacional militarizada, que por lo general rehúsan actuar contra el crimen organizado o coluden abiertamente con el mismo. En cada vez más amplias zonas del país, la gente enfrenta tres alternativas bien difíciles: someterse al crimen organizado y con eso ser cómplices o ejecutores de sus crímenes; huir por sus vidas; u organizarse y jugarse la vida en autodefensas y policías comunitarias. Para las personas valientes que intentan enfrentarse al crimen organizado coludido con el gobierno, el precio es alto. Por ejemplo, la comunidad nahua de Santa María Ostula, Michoacán, al organizar una policía comunitaria para defenderse de empresarios que buscan robarles su tierra y del crimen organizado, ha tenido gente secuestrada por la Marina,[128] un niño asesinado por el Ejército,[129] múltiples detenciones y hasta el año pasado habían sufrido “al menos 35 homicidios y seis desapariciones forzadas de autoridades agrarias y líderes comunitarios”.[130]

La militarización y los crímenes de sangre de las fuerzas armadas tienen una larga historia en el país, pero se han dado saltos cualitativos en la militarización y en el crecimiento exponencial del crimen organizado en las últimas décadas. Se da un salto inicial bajo el falso lema de “guerra contra el crimen organizado” del gobierno de Felipe Calderón, que ha quedado desenmascarada más bien como la colusión con el crimen organizado desde los más altos niveles, con el proceso judicial y sentencia condenatoria de su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, entre otros datos. Y ha habido más saltos en la militarización bajo el gobierno de AMLO, con las fuerzas armadas tomando el control no solo de la (in)seguridad pública sino de trenes, puertos, aeropuertos, hoteles, Tren dizque “Maya”, Corredor Transoceánico y mucho más. A la vez el cáncer del crimen organizado se ha extendido cada vez más en el país (y el mundo) bajo el igualmente falso lema de “abrazos no balazos”, que en la realidad ha resultado ser “abrazos” para ciertas bandas del crimen organizado y balazos para el pueblo. 

Como ya hemos analizado aquí y anteriormente,[131] todo esto constituye una guerra contrainsurgente preventiva contra el pueblo. Es decir, la represión violenta para prevenir una insurgencia antes de que surja y ponga en peligro el sistema capitalista dominado por el imperialismo en México. Esta guerra contrainsurgente preventiva la llevan a cabo las fuerzas represivas del Estado con cada vez mayor participación y colusión del crimen organizado y con la intervención también del imperialismo, principalmente estadounidense. Los imperialistas actúan por medio de los múltiples agentes de la DEA, el FBI, la CIA, la migra y otros activos en el país, las empresas transnacionales que están detrás de varias de las represiones y asesinatos en los intereses de empresas mineras, turísticas, agropecuarias y otras, por medio del entrenamiento y ejercicios conjuntos entre las fuerzas armadas mexicanas y militares estadounidenses, entre otras formas. 

Mucha gente piensa que la revolución no es posible, pero esta misma guerra contrainsurgente preventiva demuestra que las clases dominantes saben que sí lo es y toman medidas para tratar de prevenirla.

Esta guerra contrainsurgente preventiva tiene varias aristas. La más obvia es la represión política abierta por parte del Estado, como el asesinato del normalista de Ayotzinapa Yanqui Kothan Gómez Peralta o el asesinato reciente de dos opositores a la empresa ecocida de propiedad imperialista, Granjas Carroll que ya hemos mencionado y muchos otros casos demasiado numerosos para enlistar aquí. Otro aspecto es la constante represión, depredación y asesinatos en contra de los migrantes para cumplir con los dictados del imperialismo estadounidense de reducir las oleadas de personas desesperadas huyendo cada vez más del terror del crimen organizado, los estragos del calentamiento global y la devastación de partes importantes de las economías y los recursos naturales de los países oprimidos por el capitalismo-imperialismo. 

Otro elemento menos evidente pero más insidioso es la utilización y colusión con el crimen organizado para los propósitos de represión política, como el mismo caso de Ayotzinapa o el asesinato de Samir Flores en 2019 por su oposición a la planta termoeléctrica gubernamental, inmediatamente después de ser amenazado por un delegado del gobierno federal, con los autores intelectuales todavía gozando de una impunidad completa debido al burdo encubrimiento oficial del caso.[132] Una parte muy importante de los cientos de asesinatos de periodistas, dirigentes indígenas y campesinos, ecologistas, defensores de derechos humanos y luchadores de todo tipo se debe a esta colusión entre el Estado y el crimen organizado. Esto rinde un doble beneficio al Estado capitalista represor: por una parte sirve, como represión abierta, para eliminar a dirigentes e infundir temor a la gente y por otra parte el Estado esconde su mano sangrienta, culpándole de todo a la delincuencia organizada, que suele proporcionar los asesinos directos. 

Esto marca un cambio importante en la modalidad de represión gubernamental contra las masas descontentas. Durante lo que se llegó a llamar el “PRI-gobierno”, es decir, el Estado reaccionario surgido de la contrarrevolución burguesa encabezada por Carranza y Obregón en contra de los ejércitos revolucionarios de Zapata y Villa,[133] las clases dominantes solían apoyarse principalmente en el Ejército y otros organismos represores del mismo gobierno, así como grupos paramilitares estrechamente asociados con el Ejército, como en las masacres de 1968 (Tlatelolco) y 1971 (el llamado “Halconazo”) y toda la guerra sucia en que el Ejército detuvo, torturó, desapareció y asesinó a muchos más de las 8 mil personas indicadas en el informe parcial publicado recientemente por el “Mecanismo para el Acceso a la Verdad” y obligó a otros 123 mil a huir de sus comunidades.[134] En un caso reciente, se ha revelado que al menos mil 500 víctimas fueron lanzados al mar en los "vuelos de la muerte" por el Ejército.[135]

Fue una simulación ultrajante del gobierno de López Obrador crear otra Comisión de la Verdad (como lo hizo el presidente Fox en su momento) para supuestamente esclarecer y hacer justicia acerca de esta guerra sucia, solo para denegarle acceso a documentos clave del Ejército (igual que en el caso Ayotzinapa), escatimarle fondos y ponerle otros obstáculos para dejar una vez más todos los horrendos crímenes de esa época en la más completa impunidad. AMLO incluso ha llegado al colmo de la apología de la represión militar al decir que el Ejército no fue culpable de la masacre de cientos de personas en Tlatelolco en 1968 porque solo obedecía órdenes de civiles,[136] en ese caso, el criminal presidente Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación y posterior presidente de la época de la guerra sucia, Luís Echeverría, quienes tampoco pagaron por sus crímenes de lesa humanidad. ¡Según la lógica de López Obrador, los criminales nazis enjuiciados en Núremberg por el genocidio de 6 millones de judíos tampoco tenían ninguna culpa, ya que solo obedecían órdenes de Hitler, lo cual, de hecho, fue su defensa en esos juicios!

Regresando al tema del cambio de modalidad represiva, en los años 90, sobre todo a partir del levantamiento zapatista en 1994, se comenzó a hacer mucho más uso de fuerzas paramilitares supuestamente “independientes” del Estado, aunque por lo general fueron entrenadas y financiadas por el Ejército. Seguían las masacres de parte del Ejército, como el asesinato de 11 personas en El Charco, Guerrero, el 7 de junio de 1998. A la vez, se desarrolló más la nueva modalidad de apoyarse más en paramilitares, como en el caso más notorio de la masacre de Acteal, Chiapas, el 22 de diciembre de 1997, en que mataron a 45 indígenas tzotziles de la organización Las Abejas, incluidos niños y mujeres, mientras rezaban, como parte de la guerra contrainsurgente del Estado en contra de bases y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y otras fuerzas progresistas en Chiapas. Los criminales paramilitares ya han sido liberados y los autores intelectuales del gobierno priísta de Ernesto Zedillo nunca fueron enjuiciados (otra vez, a pesar de las promesas de Morena de “enjuiciar a los ex presidentes”, incluido el criminal Zedillo). 

Muchos de estos mismos grupos paramilitares posteriormente se han permutado en grupos de narcotráfico, siguiendo con sus actividades contrainsurgentes pero agregando el tráfico de drogas y otras actividades formalmente ilegales, pero protegidos por la complicidad del Estado. Esto marca la nueva modalidad de guerra contrainsurgente que se desarrolla cada vez más a partir de 2006 y la supuesta “guerra contra el crimen organizado” del gobierno de Felipe Calderón. 

Hay otros aspectos de la guerra contrainsurgente preventiva que no son directamente políticos sino que tiene el propósito e impacto de aterrorizar sobre todo a la gente oprimida. Esta guerra contra el pueblo la libra por una parte las fuerzas armadas, como en los ejemplos de las dos masacres de gente inerme en Nuevo Laredo bajo el gobierno de López Obrador o la masacre de Tlatlaya bajo el gobierno priísta de Peña Nieto. Sin embargo, gran parte del terror se ejerce ahora por parte del crimen organizado con la complicidad del Estado capitalista, con saldo de cientos de miles de asesinatos, desapariciones, torturas, desplazamientos forzados, expansión de la trata de mujeres, niñas y niños, reclutamiento forzado de jóvenes a las bandas criminales, el “cobro de piso” por dondequiera y un sinfín de horrores más. 

En muchos casos existe una complicidad directa de partes determinadas de los tres niveles del gobierno, con su tajada del “comercio” ilícito, el pago de sobornos u otros “favores” de por medio. Pero incluso cuando no existen estas formas más obvias de corrupción y lo que se ha llegado a llamar el “cogobierno” con la delincuencia organizada en cada vez más amplias zonas del país, está presente la complicidad del Estado en la forma de la casi completa impunidad de este montón colosal de crímenes mortales. En caso tras caso de comunidades desgarradas por esta violencia reaccionaria, los pobladores se quejan de que cuando llega el Ejército o la Guardia Nacional (si es que siquiera llegan), no hacen nada contra las bandas criminales, incluso cuando la gente se atreve a identificar a los criminales responsables. ¿Por qué? Una razón importante es que esta violencia desenfrenada y el “cogobierno” con el crimen organizado sirven a los propósitos del Estado con su guerra contrainsurgente preventiva de mantener a la gente sometida y atemorizada.

También, por supuesto, tiene que ver con otros motivos. Como ya hemos mencionado, el narcotráfico, la trata de mujeres y otras actividades capitalistas supuestamente “ilegales” rinden grandes frutos para la economía capitalista en México y para el sector financiero internacional encargado de “lavar” estas ganancias del crimen organizado. El Ejército en particular está metido hasta las cachas en el narcotráfico como fuente de enriquecimiento y recursos no rastreables, como es el caso también con la DEA y otras agencias imperialistas activas en el país. Pero no por entrañar también otros motivos deja de ser parte de la guerra contrainsurgente preventiva contra el pueblo. 

Finalmente, merece atención especial la epidemia de feminicidios que padecen las mujeres desde hace tiempo. En algunos casos las mismas fuerzas del Estado los cometen, como en el caso horroroso de la violación y asesinato de Ernestina Ascencio Rosario, indígena nahua de 73 años, por elementos del Ejército bajo el gobierno de Calderón. Y cabe notar que el representante del gobierno de López Obrador repitió la descarada mentira de Calderón de que murió de “gastritis aguda” ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2020.[137] Sin embargo, la gran mayoría de los feminicidios son cometidos por hombres misóginos, frecuentemente relacionados con la víctima y sin relación directa con el Estado. ¿Por qué decimos, entonces, que, teniendo en cuenta las particularidades de estos crímenes atroces, los feminicidios también constituyen parte de la guerra contra el pueblo? Porque es la misma estructura e ideología patriarcales del actual sistema que forman a esos machos asesinos y que caracterizan a los organismos de (in)justicia del Estado que garantizan la impunidad en la gran mayoría de estos casos.

Toda esta guerra contra el pueblo en sus diversas formas demuestra, como ya hemos enfatizado, que el Estado actual es un aparato represivo para defender el sistema capitalista de explotación y opresión y eso va a seguir siendo el caso independientemente del partido o personas que estén al frente del Estado capitalista. Ahora, con la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta, nos dicen que “Es tiempo de mujeres” para difundir la falsa ilusión de que de alguna manera tener a una mujer al frente del Estado capitalista represor va a cambiar su naturaleza. ¿Cómo se explica, entonces, que fue pionera del neoliberalismo capitalista una mujer, Margaret Thatcher, como jefa de Estado del Reino Unido? ¿Cómo se explican los más de 300 muertos en las recientes protestas contra los crímenes de la primera ministra de Bangladesh que finalmente tuvo que huir de ese país? ¿Y qué decir de la represión a las protestas de mujeres, entre otras, o el criminal encubrimiento de responsabilidades por la muerte de 26 personas en el desplome de la Línea 12 del Metro, entre otros crímenes del gobierno capitalino de la misma Sheinbaum?

Toda esta guerra contrainsurgente preventiva de la que el caso Ayotzinapa forma parte también demuestra que el actual Estado mexicano no es solamente un aparato capitalista represor sino también un Estado cada vez más coludido con el crimen organizado, hasta el grado de colocar el país como el principal centro del narcotráfico en el mundo. A estos extremos llegan, tanto por la dinámica económica de su sistema como por su afán de prevenir y reprimir cualquier desafío potencial a su sistema de explotación y muerte. 

16. Se abren nuevas posibilidades para una revolución liberadora: urge organizarse y luchar para una revolución real

Hemos dicho que esta guerra contrainsurgente preventiva demuestra que las clases dominantes y sus representantes políticos tienen presente que una revolución sí es posible. En el libro La esperanza revolucionaria señalamos en el mismo subtítulo del libro que “Se abren nuevas posibilidades para la revolución liberadora en medio de agudas crisis y trastornos del sistema capitalista – urge organizarse y luchar para la revolución”.[138] Analizamos allí la intensificación de la crisis climática provocada por el capitalismo-imperialismo y sus estragos a nivel mundial y en el país, que conlleva incluso la posibilidad de la extinción de la raza humana, entre muchas otras especies, si no se detiene por medio de la revolución. Señalamos la intensificación de los choques entre las potencias imperialistas, como Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China, así como el creciente peligro de una guerra mundial nuclear, con consecuencias devastadoras para el planeta y la humanidad. Enfatizamos que la aguda contienda en Estados Unidos entre los republicanos fascistas y los demócratas belicistas se encamina hacia las posibilidades de la imposición del fascismo, una guerra civil o incluso una revolución —sí una revolución en las mismas entrañas de la bestia imperialista— con enormes implicaciones para el mundo y para México en particular. Señalamos la inmensa importancia de la lucha contra la opresión de las mujeres y los indígenas como fuerzas revolucionarias potenciales, entre otras contradicciones importantes. Analizamos, a partir de la historia de México del último siglo, como se han desperdiciado las oportunidades para una revolución liberadora, y la urgente necesidad de trabajar ahora para tal revolución para que las oportunidades que se están madurando no se desperdicien de nuevo, con consecuencias nefastas para el pueblo que sufre tanto y tan innecesariamente. 

No podemos repetir aquí todo ese análisis de las crecientes bases para una revolución socialista en México. Aquí solo queremos señalar que el mismo caso de Ayotzinapa y la guerra contrainsurgente más amplia de la que forma parte, a la vez que demuestran la fortaleza táctica del Estado represor, también demuestran su debilidad estratégica y nuevas posibilidades para una revolución liberadora.

Hablando específicamente de Ayotzinapa, hay que resaltar que con esta sangrienta represión, quisieron dar un escarmiento a los normalistas y aterrorizar al pueblo en general, pero les salió el tiro por la culata. Hubo un nuevo despertar de las masas con importantes manifestaciones en varias ciudades e incluso en el extranjero denunciando este brutal crimen. Aunque la lucha valiente y abnegada durante tantos años no ha podido obligar al Estado represor a revelar toda la verdad, y mucho menos hacer justicia, ha abierto los ojos de millones de personas, en un sentido básico. Millones de personas, estén activas políticamente o no, piensan que es completamente inaceptable que no hay ni verdad ni justicia para Ayotzinapa después de 10 años. De ahí que se requiere la denuncia y lucha de parte de los revolucionarios para elevar el entendimiento de la gente de por qué, después de tantos años y tanta lucha no hay ni verdad ni justicia, y qué hace falta para ponerle fin a toda la injusta violencia y matanzas de la gente. Es porque las clases explotadoras y sus representantes políticos tienen una profunda necesidad de mantener el mito de la “legitimidad” del Ejército como parte de la columna vertebral de su Estado capitalista represor. Y la conclusión que surge de ahí y de un entendimiento científico de la naturaleza de los Estados capitalistas en general: que no es posible reformarlo para servir al pueblo en vez de a los grandes capitalistas nacionales y extranjeros, solo cabe hacerlo añicos por medio de una revolución real que abra paso a una sociedad socialista radicalmente distinta y liberadora. 

Aunque el sistema capitalista y sus defensores tienen verdaderos colmillos y una fortaleza represiva táctica en el corto plazo, estratégicamente son tigres de papel, en la frase de Mao, porque viven aislados de las masas, como los explotadores y opresores que son. Es más, su misma guerra de contrainsurgencia preventiva está abriendo nuevas grietas en su capacidad de gobernar, sobre todo por el crecimiento cada vez más descontrolado del crimen organizado. 

Como señala Bob Avakian, líder revolucionario y arquitecto del Nuevo Comunismo, “en el sentido más fundamental las revoluciones comunistas no se dan simplemente como resultado del trabajo y la lucha revolucionarios de los comunistas”. Sin embargo, “Es de importancia definitiva y vital que los comunistas trabajen de manera consecuente y luchen de manera vigorosa, con determinación y creatividad, para ganarse a masas de personas para que vean la necesidad y lleguen a participar activamente en los preparativos y luego en la realización del derrocamiento del sistema opresor, a fin de crear un sistema radicalmente diferente y emancipador”. El método y enfoque científico revela que “las revoluciones se vuelven posibles, en el sentido más fundamental, como resultado de la intensificación de las contradicciones del sistema opresor, que conduzcan a puntos de viraje cruciales, proporcionando oportunidades poco comunes para avances revolucionarios importantes, con el potencial de abrir el camino para la victoria de la revolución”.[139]

En un sentido básico, podemos decir, parafraseando a Lenin, que para que se dé una revolución, hace falta una situación revolucionaria en que las clases dominantes no pueden seguir gobernando como antes y las masas no pueden seguir viviendo como antes. Estamos en un proceso de más investigación y análisis, pero podemos decir que crece la evidencia de que se está desenvolviendo una potencial situación revolucionaria con desarrollo muy desigual en el país.

Como ya hemos descrito, hay cada vez más áreas del campo y poblaciones más pequeñas donde la gente literalmente no puede seguir viviendo como antes: enfrentan la disyuntiva de someterse al crimen organizado, huir por sus vidas o tomar las armas y defenderse. Y tanto en el campo como en los “cinturones de miseria” que rodean a las ciudades, sobre todo los jóvenes enfrentan una situación en que para siquiera sobrevivir las opciones básicas son meterse al narco, meterse al Ejército y ser parte de reprimir al pueblo o arriesgarse a tratar de llegar al norte, enfrentando la violencia asesina tanto de la migra estadounidense como de la Guardia Nacional mexicana. O sea, un porcentaje importante y creciente de la población no puede seguir viviendo como antes.

También en muchas de estas mismas zonas del país, las clases dominantes no pueden seguir gobernando como antes, lo que se refleja más gráficamente en el hecho de que en varios lugares ni pueden celebrar elecciones sin múltiples asesinatos. El proceso electoral culminando en 2024 fue el más violento en la historia, con al menos 39 candidatos asesinados, asesinatos de mucha otra gente relacionada con las campañas electorales y cientos de atentados.[140] Se expresa también en el “cogobierno” con el crimen organizado en diversos lugares y en los violentos enfrentamientos entre las bandas criminales que desgarran a Chiapas, Guerrero, Michoacán, Veracruz y varios otros estados, así como algunas localidades donde ni se pudo celebrar elecciones. 

Esta situación se está desarrollando de manera muy desigual: existen zonas de relativa estabilidad como en la mayor parte de la Ciudad de México y algunas otras ciudades grandes. E incluso donde una potencial situación revolucionaria se expresa de forma más aguda, la situación presenta importantes dificultades para la revolución, además de oportunidades. Con todo y así, se están abriendo nuevas posibilidades para la revolución que en toda probabilidad van a intensificarse. 

Sin embargo, como enfatiza Avakian, aunque lo más fundamental es “la intensificación de las contradicciones del sistema opresor”, eso en sí no va a llevar a una revolución real sin forjar una dirección revolucionaria y un pueblo revolucionario suficientemente fuertes como para aprovechar las crisis del sistema y derrocarlo. Por eso es tan urgente avanzar ahora en organizar y luchar para una revolución real. 

17. Dos futuros posibles y la decisión que cada quien debe tomar

El caso Ayotzinapa ha desnudado la fea y fétida naturaleza del Estado opresor y del sistema capitalista en general. El futuro que ofrece este sistema es un futuro de miseria y muerte: de tortura, asesinatos, desapariciones y desplazamientos forzados de cientos de miles de personas; de una inhumana competencia de todos contra todos para “superarse”; de la amenaza mortífera de una guerra mundial; de la certidumbre de la devastación del planeta por el calentamiento global y otras formas del ecocidio capitalista que vivimos. 

Pero es posible otro futuro para la humanidad. Un futuro en el que las fuerzas del orden revolucionarias darían la vida propia antes de causarle daño a ninguna persona del pueblo. Un futuro en el que nuevas instituciones de una sociedad socialista verdadera, emanada de la misma lucha revolucionaria del pueblo, harán justicia en contra de los verdaderos grandes criminales del sistema capitalista, en vez de protegerlos y matar, torturar y encarcelar a gente inocente. Un futuro en el que construiremos por medio de la lucha de millones una sociedad socialista que está al servicio de las necesidades materiales y culturales de la gente, la protección y restauración del medio ambiente y el avance de la revolución mundial con la meta de eliminar toda forma de explotación y opresión y lograr la emancipación de la humanidad en un futuro mundo comunista. 

Si no haces nada, el único futuro posible es el tenebroso futuro que nos ofrece el capitalismo-imperialismo, con el peligro incluso de la extinción de los seres humanos, junto con muchas otras especies. Pero si tienes el valor de luchar, como tanta gente ha luchado por Ayotzinapa y en tantas otras luchas y rebeliones populares, y si te abres al entendimiento científico que ofrece el Nuevo Comunismo de cómo podemos luchar juntos para realmente ganar, otro futuro brillante, liberador y radicalmente diferente es posible. La decisión le toca a cada quien. Lo que está en juego es nada menos que el futuro de la humanidad.

 

¡Verdad y Justicia para Ayotzinapa y todas las personas asesinadas y desaparecidas!

¡Luchemos por una revolución real y nada menos!

¡Atreverse a luchar, atreverse a ganar!


 Organización Comunista Revolucionaria, México

Agosto de 2024

auroraroja.mx@gmail.com


Notas



[1] “¿Exonerar o investigar al Ejército?”, tlacahinollan.org, 29/07/2024.

[2] La ONU documentó 34 casos de tortura en un informe en 2019 y más casos han salido desde aquel entonces. Ver “Nueva evidencia de tortura en el caso Ayotzinapa reafirma la urgencia de investigar a funcionarios que incurrieron en violaciones a derechos humanos y obstruyeron la búsqueda de la justicia y la verdad”, hchr.org.mx, 24/06/2019.

[3] “COMUNICADO / POSICIONAMIENTO, La verdad y la justicia a la deriva”, https://shorturl.at/PxppK.

[4] “El de los 43 ya es un movimiento contra nosotros: López Obrador”, La Jornada, 07/03/2024.

[5] “Delincuencia está infiltrada en Ayotzinapa: López Obrador”, La Jornada, 08/02/2022.

[6] “‘Verdad histórica’, en complacencia de supuestos defensores de DH: AMLO”, La Jornada, 26/07/2024.

[7] “‘Parece que no quieren que se avance’: AMLO reprocha demandas de los padres de Ayotzinapa sobre consulta de archivos”, Animal Político, www.animalpolitico.com, 11/01/2024.

[8] Ver “Asesina la policía de Guerrero al normalista de Ayotzinapa Yanqui Kothan Gómez Peralta” en aurora-roja.blogspot.com.

[9] “Encinas relaciona a García Harfuch con ‘Verdad Histórica’; exsecretario de Seguridad de CDMX lo niega”, El Economista, 27/092023; “García Harfuch se defiende por los señalamientos en el ‘caso Ayotzinapa’: ‘No tuve intervención’“, El País, 27/09/2023. Aunque el funcionario ha negado, con varios alegatos, su participación en armar la llamada “Verdad Histórica”, ahora no niega que por lo menos estuvo presente en estas reuniones. Hasta ahora no ha tenido que ni siquiera declarar sobre lo que pasó en esas reuniones, a pesar de estar señalado en la investigación del propio gobierno de AMLO al respecto.

[10] Para las masacres en Nuevo Laredo y muchos otros casos de asesinatos de gente inocente por parte del Ejército y la Guardia Nacional, ver “El Ejército mexicano vuelve a masacrar a civiles desarmados en Nuevo Laredo, Tamaulipas” y “Nuevas masacres militares: con ejecuciones y militarización, SÍ son lo mismo” en aurora-roja.blogspot.com.

[11] “Se entregan 2 elementos de la GN vinculados a asesinato de niña en SLP”, La Jornada, 16/07/2024.

[12] “Detenidos tres miembros de la Guardia Nacional acusados de la violación de una adolescente”, El País, 18/07/2024.

[13] “Exigen justicia para dos campesinos asesinados en desalojo en Veracruz”, La Jornada, 24/06/2024.

[14] “Los gobiernos de México y Estados Unidos son los verdugos de los 39 migrantes muertos en Ciudad Juárez” en aurora-roja.blogspot.com. (El número de muertos subió a 40 cuando un migrante hospitalizado murió después).

[15] Ver “¡Alto a la guerra contra el EZLN y las bases de apoyo!” y “Contrainsurgencia, terror y resistencia en Chiapas” en aurora-roja.blogspot.com.

[16] Ver, por ejemplo, “Izquierda Socialista/’OCR’: una organización ‘socialista’ que rinde loas al capitalismo y sus representantes”, de la Organización Comunista Revolucionaria, México, en aurora-roja.blogspot.com.

[17] Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), Informe Ayotzinapa VI, p. 103, nuestro énfasis. Todos los informes del GIEI están disponibles en prensagieiayotzi.wixsite.com/giei-ayotzinapa/informe-.

[18] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 114.

[19] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 103.

[20] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 105.

[21] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 106.

[22] GIEI, Informe Ayotzinapa IV, p. 12.

[23] GIEI, Informe Ayotzinapa IV, p. 7, nuestro énfasis.

[24] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 140, 143.

[25] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 141.

[26] GIEI, apartado “1.2. La entrada y el intento de salir de los estudiantes. Preparación de policías para intervenir, bloqueo, ataque y detenciones” Informe Ayotzinapa VI. Nuestra descripción de lo que ocurrió se basa en este informe.

[27] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 191.

[28] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 209.

[29] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 215. El texto completo es “La documentación revisada de mensajes FCA y CRFI muestra el nivel de coordinación de la información de B27-ZM35, IX Región y DN1 sobre lo sucedido esa noche”. “DN1” se utiliza en el Informe para referirse al secretario de la Defensa Nacional. “FCA” significa el “Formato Cifrado Arcano” utilizado por el Ejército. También en la página 206 del mismo informe se indica que “el DN1 recibía la información de los CRFI”.

[30] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 120, nuestro énfasis.

[31] “El Ejército cree que está por encima de la ley al no entregar contratos de Pegasus: R3D”, Aristégui Noticias, aristeguinoticias.com, 24/07/2024 y “Juez ordena a la SEDENA cumplir resolución del INAI que le obliga a entregar contratos de Pegasus”, r3d.mx, 23/07/2024.

[32] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 43. Un resumen de las responsabilidades de las distintas corporaciones en los varios ataques esa noche se encuentra en las páginas 42-43.

[33] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 137.

[34] GIEI, ver el apartado “2. Análisis técnico sobre localización, relaciones comunicacionales y desplazamientos”, Informe Ayotzinapa VI.

[35] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 62, 63, nuestro énfasis.

[36] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 32.

[37] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 39, nuestro énfasis.

[38] GIEI, apartado “1.8. Asesinato y tortura de Julio César Mondragón”, Informe Ayotzinapa VI,

[39] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 40.

[40] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 124.

[41] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 34, nuestro énfasis.

[42] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 35, nuestro énfasis.

[43] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 155-157, cursivas en el original.

[44] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, sobre todo los apartados 1, 2, 5 y 11.

[45] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 266, nuestro énfasis.

[46] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 248-250.

[47] “Padres de Ayotzinapa exigen que se abra una nueva línea de investigación sobre el paradero de los 43 normalistas”, Animal Político, 13/07/2024.

[48] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 269.

[49] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 256, nuestro énfasis.

[50] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 270, nuestro énfasis.

[51] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 36, énfasis en el original.

[52] GIEI, Informe Ayotzinapa, Investigación y primeras conclusiones de las desapariciones y homicidios de los normalistas de Ayotzinapa, Resumen, pp. 24-25.

[53] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 103.

[54] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 114.

[55] “Matan policías a dos estudiantes al desalojar un bloqueo carretero”, La Jornada, 13/12/2011.

[56] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 17.

[57] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 103.

[58] “Delincuencia está infiltrada en Ayotzinapa: López Obrador”, La Jornada, 08/02/2022.

[59] 2° Informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, apartado 4, p. 83.

[60] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 31, nuestro énfasis.

[61] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 20.

[62] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 30.

[63] Carlos Nesa Nestares, UNODC, citado en Diego Enrique Osorno, La Guerra de los Zetas, Grijalbo, México 2012, p. 195.

[64] Para un análisis a fondo de esto, ver “El auge del crimen organizado y la decadencia del criminal Estado mexicano, Frutos gemelos de un sistema completamente podrido”, Aurora Roja No. 15, disponible gratuitamente en aurora-roja.blogspot.com.

[65] J. Jesús Esquivel, A sus órdenes, mi general, El caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar, Grijalbo, 2023.

[66] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 258, énfasis en el original.

[67] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 258-259.

[68] Ver el apartado “6.1 La intervención ilegal y falsedades sobre el ‘encuentro’ de la bolsa con restos óseos en el río San Juan” en GIEI, Informe Ayotzinapa VI.

[69] Ver el apartado “6.2 Operativo secreto en el basurero de Cocula” en GIEI, Informe Ayotzinapa VI.

[70] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 260.

[71] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 245.

[72] Ver, por ejemplo su “Primer reporte del Presidente de México sobre los jóvenes desaparecidos en Iguala de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero” publicado en La Jornada, 20/07/2024.

[73] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 102.

[74] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 180.

[75] John Gibler, “La instrucción: Cómo el gobierno dinamitó la investigación del caso Ayotzinapa”, adondevanlosdesaparecidos.org, 26/09/2023.

[76] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 307.

[77] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 13, 262.

[78] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 262; “El indio o el Cadera: la ejecución extrajudicial contra persona clave de Ayotzinapa”, piedepagina.mx, 01/10/2024.

[79] Organización Comunista Revolucionaria, México, La esperanza Revolucionaria, disponible en aurora-roja.blogspot.com, pp. 31-32; “Los de Abajo”, La Jornada, 05/02/2022; “Delincuencia está infiltrada en Ayotzinapa: López Obrador”, La Jornada, 08/02/2022.

[80] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 181-182.

[81] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 116-215.

[82] GIEI, “4. La actuación del CISEN” y “6. La intervención de la Marina”, Informe Ayotzinapa VI.

[83] “Operación silencio: Así el Ejército ocultó información sobre el caso Ayotzinapa”, Proceso, edición impresa, abril de 2024, pp. 6-14.

[84] “Padres de los normalistas exigen que el Ejército les dé 800 documentos, no solo 15”, La Jornada, 05/06/2024.

[85] John Gibler, “La instrucción: Cómo el gobierno dinamitó la investigación del caso Ayotzinapa”, disponible en adondevanlosdesaparecidos.org, 26/09/2023.

[86] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 104.

[87] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, p. 126.

[88] GIEI, Informe Ayotzinapa VI, pp. 29-30, 31, 54, 104, entre otros.

[89] Gibler, op. cit. El relato de lo que sigue se basa principalmente en su investigación.

[90] “Clemente Rodríguez: el incansable caminar por Ayotzinapa”, Corriente Alterna, corrientealterna.unam.mx, 27/09/2023.

[91] Ver, por ejemplo, el apartado, “11.8. La referencia a las órdenes del Tribunal de Tamaulipas para la investigación y la atención a las víctimas”, en GIEI, Informe Ayotzinapa VI.

[92] Los militares acusados incluso han levantado una denuncia contra Encinas basada en estas pruebas falsas. Ver, por ejemplo, “Denuncian a Encinas por pruebas falsas en caso Ayotzinapa”, Reforma, 08/11/2024.

[93] Gibler, op. cit.

[94] Gibler, op. cit.

[95] Ibídem, nuestro énfasis.

[96] “Buscaron reventar pesquisas sobre los 43 y rebelión del Ejército: AMLO”, La Jornada, 30/29/2022, nuestro énfasis.

[97] GIEI, Informe Ayotzinapa IV, p. 40.

[98] Gibler, op. cit.

[99] Ibídem, nuestro énfasis.

[100] “Caso Ayotzinapa: Padres de los 43 normalistas abandonan mesa con Segob; ‘Nos quieren dividir’, acusan”, El Universal, 11/01/2024.

[101] “Pedro Segura: el infiltrado de Abarca que hizo ‘tronar’ a padres de los 43 con Segob”, Milenio, 01/02/2024.

[102] “Cierran jornada de búsqueda de los 43 en cuartel de Iguala”, La Jornada, 03/08/2024.

[103] “Los ocho militares liberados del ‘caso Ayotzinapa’ abren un nuevo cisma entre el Gobierno y los jueces”, El País, 24/01/2024.

[104] Andrés Manuel López Obrador, “Primer reporte del Presidente de México sobre los jóvenes desaparecidos en Iguala de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero”, www.gob.mx, p. 11.

[105] Ibídem, p. 2.

[106] Ibídem, pp. 16-25.

[107] “‘No protejo a Peña Nieto’, insiste AMLO”, La Jornada, 27/08/2024. Aunque AMLO dice que no protege a Peña Nieto, sí lo defiende al insistir en que existe una “confesión” de Murillo Karam de que él y Zerón tuvieron toda la responsabilidad. Zerón, por su parte, ha dicho que actuaron por instrucciones de Peña Nieto. De que hayan actuado sin ninguna participación ni autorización del entonces presidente Peña Nieto, es, para decir lo menos, muy poco creíble,

[108] “El Gobierno de México asegura que un coronel ordenó asesinar a seis de los 43 normalistas de Ayotzinapa días después de desaparecer”, El País, 28/08/2022; Segundo Informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, www.gob.mx.

[109] López Obrador, op. cit., p. 2.

[110] López Obrador, op. cit., p. 6.

[111] López Obrador, op. cit., p. 2

[112] López Obrador, op. cit., p. 22.

[113] Ver, por ejemplo, “Senado aprueba ingreso de militares de Estados Unidos a México”, Animal Político, 04/04/2024, y “Ingresan a México elementos militares de EU para ejercicio binacional”, La Jornada, 24/06/2024.

[114] Gloria Leticia Díaz, “Caso Ayotzinapa: Con sello castrense, el discurso de AMLO sobre ‘un complot internacional’”, Proceso, edición impresa, agosto de 2024, pp. 30-37.

[115] “Actuación del personal Militar en los sucesos del ‘Caso Ayotzinapa’”, Anexo, Informe a madres y padres de los estudiantes de la Escuela Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa, p. 7 del documento del Ejército, www.gob.mx, p. 69 del pdf oficial del Anexo, énfasis en el original.

[116] Ibídem, p. 11.

[117] “Mensaje leído en la manifestación por Ayotzinapa el 26 de julio en respuesta al Primer informe de AMLO”, transcripción publicada en La Jornada el 07/26/2024 bajo el título de “Respuesta de padres de los 43 al primer reporte oficial del presidente López Obrador”.

[118] “La Defensa desmiente las acusaciones de tres testigos”, La Jornada, 26/07/2024.

[119] Julio Hernández López, “Astillero | La ‘verdad’ verde olivo”, La Jornada Baja California, 27/07/2024.

[120] “Sheinbaum recibirá a los familiares el lunes”, La Jornada, 26/07/2024.

[121] Esto según el mismo segundo informe gubernamental de la COVAJ, presentado por Alejandro Encinas, entre otras fuentes. Ver “García Harfuch sí participó en junta que armó ‘verdad histórica’ de Ayotzinapa: Encinas”, Aristégui Noticias, 22/09/2022.

[122] “No esperan nada nuevo en el informe que dará el presidente, dicen padres de los 43 normalistas”, El Sur, www.suracapulco.mx, 11/08/2024.

[123] “Suman 171,085 homicidios en el sexenio de AMLO”, El Economista, 17/01/2024.

[124] Ver, entre otros artículos en el sitio, Efraín Tzuc, “Tiene censo de AMLO otros datos… equivocados”, adondevanlosdesaparecidos.org, 24/01/2024.

[125] Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, versionpublicanpdno.segob.gob.mx, consultado el 17/08/2024; “Desaparecen más de 50,000 personas en el sexenio de AMLO”, adondevanlosdesaparecidos.org, 28/05/2024.

[126] “Desplazados en México: radiografía de un éxodo forzoso”, DW, dw.com, 13/06/2024.

[127] “Los desplazados, invisibles para el gobierno”, Proceso, edición impresa, 09/01/2022.

[128] “Policías comunitarios fueron secuestrados por marinos, sostienen indígenas de Ostula”, Proceso, en línea, 09/02/2017.

[129] “Doloroso que no reconozcan que el Ejército disparó en Ostula”, La Jornada, 25/07/2015.

[130] “‘Dolor y rabia’ por policía comunal de Ostula”, La Jornada, 13/08/2023.

[131] Ver, por ejemplo, “El auge del crimen organizado y la decadencia del criminal Estado mexicano, Frutos gemelos de un sistema completamente podrido”, Aurora Roja No.15, descarga gratuita en aurora-roja.blogspot.com.

[132] Organización Comunista Revolucionaria, México, La esperanza revolucionaria, Ediciones Aurora Roja, 2022, pp.33-34. Todo el apartado del libro titulado “El Estado mexicano sigue siendo un aparato represor al servicio del sistema capitalista – la única transformación liberadora posible es con la revolución” tiene varios otros casos y datos sobre la militarización y represión bajo el gobierno de López Obrador que supuestamente “no reprime”. Disponible para descarga gratuita en aurora-roja.blogspot.com.

[133] Para mayor análisis al respecto, ver 200 años de opresión y resistencia, ¡Hace falta una nueva revolución emancipadora!” de la Organización Comunista Revolucionaria, México, Editorial Flor de la Sierra, 2010. Disponible para descarga gratuita en aurora-roja.blogspot.com.

[134] Según el Informe Final del Mecanismo para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico: Fue el Estado (1965-1990), disponible en http://www.meh.org.mx y resumido brevemente en “Culpan al Estado de violaciones a derechos durante la guerra sucia”, La Jornada, 16/08/2024.

[135] “Militares registraron vuelos de la muerte para Gobernación y Sedena”, La Jornada, 26/08/2024.

[136] “AMLO justifica a Ejército en matanza del 68: ‘recibió órdenes’”, Aristegui Noticias, 02/10/2023.

[137] La esperanza revolucionaria, op. cit., pp. 29-30.

[138] De la Organización Comunista Revolucionaria, México. Disponible para descarga gratuita en aurora-roja.blogspot.com.

[139] Bob Avakian, Una revolución: importantes puntos de viraje y oportunidades poco comunes, disponible gratuitamente en revcom.us.

[140] “Proceso electoral 2023-2024 es el más violento en la historia de México con 39 candidatos asesinados, según firma consultora”, CNN, cnnespanol.cnn.com, 08/07/2024.


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