Se necesita: Una verdadera revolución
1° de septiembre de
2013 | Periódico Revolución | revcom.us
En enero de 2011,
millones de egipcios se levantaron en protesta y rebelión contra el régimen de
30 años de Hosni Mubarak, un opresor brutal que Estados Unidos respaldaba
incondicionalmente. La policía de Mubarak mató a cientos de manifestantes.
Pero, mientras las protestas aumentaban en tamaño y determinación, Mubarak fue
destituido del poder y arrestado por supervisar el asesinato de los
manifestantes.
El levantamiento, que
le siguió a otro levantamiento que derrocó a un régimen opresor que gobernaba
por décadas en Túnez, sacudió al mundo entero e inspiró a los oprimidos y a
todos que desprecian la opresión, e hizo que las potencias mundiales, con
Estados Unidos en la cúpula, se apresuraran a decidir cómo lidiar con ese reto
al orden capitalista imperialista en su conjunto.
El 3 de julio de
2013, a raíz de la luz verde de Estados Unidos, el general Abdul Fatah al-Sisi
arrestó al presidente elegido de Egipto, Mohamed Mursi de la Hermandad
Musulmana, y suspendió la constitución egipcia. El resultado ha sido la matanza
de al menos 800 partidarios de la Hermandad Musulmana, lo que incluye la
ejecución de algunos prisioneros bajo custodia del ejército y el arresto de
miles de personas más; continúan las matanzas y arrestos.
Y el 22 de agosto, el
propio carnicero Mubarak salió de la cárcel, donde lo tenían detenido bajo
cargos de ordenar la matanza de los manifestantes, entre otros. Ponerlo en
libertad es un ultraje y también un símbolo ominoso de que los viejos brazos
ejecutores del orden opresor han regresado al mando de Egipto.
Egipto va encaminado
hacia una guerra civil unilateral en que las fuerzas agrupadas en torno a las
reaccionarias fuerzas armadas están actuando para aplastar la reaccionaria
Hermandad Musulmana. Para colmo, las masas o están alineándose con uno u otro
bando reaccionario, o han quedado inmovilizadas y al margen de todo. Se está
imponiendo una calma mortal y represora a punta de fusil. Y las demandas muy
sentidas y profundamente arraigadas del pueblo egipcio para la libertad siguen urgiendo más que nunca una
solución.
Este es un momento
crítico para echar una mirada penetrante a la realidad, examinar qué ha llevado
todo hasta este punto y ROMPER con el callejón sin salida y las
"opciones" mortíferas que han llevado a la situación actual.
Egipto está en un mundo de imperio y opresión
Las tres décadas de
represión draconiana bajo Mubarak descansaron sobre el poderío de las fuerzas
armadas egipcias, las más grandes en el mundo árabe, y todo un aparato de espías,
policía política y represión. Al fondo de eso está Estados Unidos, que envió 40
miles de millones de dólares a Egipto durante el reino de Mubarak, en gran
parte como "ayuda" militar de una forma u otra. Bajo Mubarak, Egipto
"se desarrollaba" como un país de maquiladoras y ciudades miseria. La
policía secuestraba a activistas estudiantiles, organizadores de sindicatos e
intelectuales disidentes y los torturaba, para dejar los cuerpos, a veces
muertos pero a veces todavía vivos, en el desierto. Se prohibían las voces
progresistas en la cultura o las orillaba a solicitar exilio en el extranjero.
Todo eso obedecía
bien a los intereses del capitalismo-imperialismo estadounidense. Frente a las
afirmaciones de Estados Unidos de que trae la "democracia" al mundo,
Bob Avakian ha dicho:
La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino
el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. Lo que
Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y
las estructuras políticas que lo imponen.
Lo BAsico 1:3
Y esa es la esencia de lo que Estados Unidos ha traído a
Egipto.
La economía de Egipto
no se ha estructurado para satisfacer las necesidades del pueblo egipcio, sino
que obedece a las demandas del capitalismo-imperialismo mundial, principalmente
el "Occidente". Como resultado, hay una epidemia de pobreza; el 40
por ciento de la población egipcia sobrevive con 2 dólares al día.
Egipto depende de la
inversión extranjera y los préstamos internacionales, y estos, junto con la
integración subordinada de Egipto a la economía mundial, han moldeado su
economía. Gran parte del capital de inversión extranjero que entra a Egipto se
concentra en los servicios financieros y el gas natural, sectores que generan
enormes ganancias al servicio del imperialismo global, pero hacen poco o nada
para dar empleo o beneficios para un sector importante de la población.
La infraestructura,
el transporte y la cultura reciben su impulso y están al servicio del turismo,
la inversión extranjera y la dominación. Además, Egipto, como otros países
oprimidos del tercer mundo, padece el impacto enormemente desproporcionado de
la crisis ambiental mundial, con el aire y agua altamente contaminados y la
destrucción de tierras antes fértiles por la ilimitada especulación y
"desarrollo" capitalista de la tierra.
El capital extranjero
fluye hacia la producción requete-rentable de las maquiladoras para la
exportación, sobre todo en los productos hechos de algodón. Las fuerzas armadas
controlan el 40 por ciento de la economía. Se ha abandonado la agricultura a la
ruina. A pesar de tener condiciones favorables para la producción de
comestibles, Egipto es el país que más trigo importa en el mundo.
Más allá de eso,
Egipto es una piedra angular del estratégico Medio Oriente. El ejército egipcio
colabora con el gobierno de Israel en la opresión de los palestinos, lo que le
da a Israel más libertad para desempeñar el papel de puesto de avanzada y brazo
ejecutor para el imperialismo en el Medio Oriente y más allá. Estados Unidos
cuenta con el acceso al espacio aéreo egipcio para librar su guerra en
Afganistán y cometer su "guerra global contra el terror". Los buques
de la Marina estadounidense pasan por el canal de Suez que atraviesa Egipto, y
cada día transportan cuatro mil millones de galones de petróleo por ese canal.
Por eso, y por otras
consideraciones estratégicas, continúan la ayuda y el apoyo político de Estados
Unidos a los militares egipcios, aunque éstos sacan a relucir la hipocresía de
las afirmaciones de que la política exterior estadounidense se basa en la
promoción de la "democracia".
Un levantamiento por la libertad pero en el marco de un conflicto entre
dos polos reaccionarios
Anhelaban la libertad
los millones de egipcios quienes se enfrentaron con valor al gas lacrimógeno y
las balas del régimen de Mubarak. Se inconformaban por los símbolos de
represión y luchaban en su contra. De mucha importancia, las mujeres se
metieron en la batalla, si bien ante mucha controversia, incluso entre los
manifestantes.
Al levantarse, las
personas buscaban soluciones. Se acercaba hacia las fuerzas que ya tenían
estructuras y organización, pero de mayor
importancia, se aglutinaron o se alinearon en torno a una que otra visión y
modelo de cómo el mundo debería ser que contendían en el campo de batalla.
¿Cuáles eran dichas
fuerzas y programas?
Egipto es un gran
país, tiene 90 millones de habitantes y un poderoso ejército. Una amplia gama
de actores estaban y están observando de cerca e influenciando en diversos
grados lo que pasa en Egipto. El estado de Israel, erigido sobre la limpieza
étnica de Palestina y sirviendo de agente armado internacional y regional del
imperialismo, tiene una frontera estratégica común con Egipto. Los vecinos
estados reaccionarios como Arabia Saudita y los estados pequeños pero ricos en
petróleo del golfo Pérsico tienen mucho en juego en la evolución de la
situación en Egipto. Han vertido miles de millones de dólares en dicho país.
Además, el tumulto de Egipto compenetra con los conflictos entre Estados Unidos
y sus aliados, por un lado, y por otro, la República Islámica de Irán. De
Turquía y Siria a Túnez y Yemen, en un sentido u otro, con muchos programas en
el terreno, "Egipto está en la mira de todos".
Si bien estos
programas no se reducen a un alineamiento exacto y ordenado en este mismo
momento, el factor decisivo que moldea el conflicto en Egipto y cómo las
personas (mal) entienden las posibilidades es el choque entre lo que se llaman
"McMundo" y "Jihad". Estos dos programas reaccionarios
están contendiendo entre sí y a la vez, al hacer eso, están reforzándose
mutuamente. Así es la situación en grandes partes del mundo, y en Egipto.
Hablando de la actual división en la sociedad egipcia, un artículo del Servicio
Noticioso Un Mundo Que Ganar describe los dos programas de la siguiente manera:
"Por un lado
tenemos a los promotores liberales de los valores occidentales los cuales
venden como 'la libertad', sobre todo el 'libre mercado', el que ha aplastado a
la abrumadora mayoría de las personas de todos los países, y la respectiva
creencia en la democracia capitalista al estilo occidental y su sistema de
elecciones que nunca han traído ningún cambio básico en ninguna parte. No
tienen nada salvo desdén que ofrecer a las masas empobrecidas de las ciudades y
la mayoría de la mitad de la población que vive en el campo".
Continúa: "Por
otra parte, los islamistas se dicen los representantes de 'liberar' a Egipto de
la dominación, hipocresía y humillación del Occidente a la vez que
institucionalizan las atrasadas relaciones sociales y económicas y formas de
pensar que han mantenido a Egipto en la debilidad y vulnerabilidad a la dominación
del capital de otros países. Su proyecto combina la explotación, opresión y
desigualdad con el falso consuelo de la religión, la hipócrita caridad de la
mezquita y la asfixiante solidaridad de 'la comunidad de los fieles' que
elimina el pensamiento crítico" ("Del Servicio Noticioso Un Mundo
Que Ganar acerca del papel de Estados Unidos en el baño de sangre en Egipto",
22 de agosto de 2013, en revcom.us).
Los islamistas,
representados de manera muy prominente por la Hermandad Musulmana, observaban
de brazos cruzados hasta el último momento el levantamiento contra Mubarak.
Pero en la situación post Mubarak, tuvieron las redes más organizadas y
pudieron movilizar a su base para elegir a Mursi como presidente. El régimen de
Mursi era represor y no le ofrecía ninguna mejora para la población. En la
agitada situación después de la caída de Mubarak, Estados Unidos y el Occidente
estaban dispuestos a tolerar y ver la posibilidad de trabajar por medio de
Mursi... por un tiempo. Al evolucionar la situación, el régimen de Mursi no
servía de manera idónea a los intereses de los gobernantes de Estados Unidos.
Mursi y la Hermandad
Musulmana nunca tuvieron la intención de arrebatar a Egipto a las garras del
sistema capitalista imperialista mundial. Su propósito era de reestructurar y
redividir una parte del botín que el imperialismo reparte entre sus cómplices
en la región. Pero el ejército egipcio no estaba dispuesto a
"compartir" dicho botín ni tolerar una reestructuración que amenazara
sus intereses. Por su exclusión, en una medida mayoritaria, de los palancas
fundamentales del poder concreto, o sea, los
tribunales, la burocracia y las fuerzas armadas, la Hermandad Musulmana tomó
medidas para estabilizar y reaglutinar la sociedad mediante la islamización.
Dichas medidas, a su vez, suscitaron furia y enajenación en grandes sectores de
la sociedad.
Al crecer la
inconformidad contra Mursi en muchos sectores de la población, los promotores
del capitalismo al estilo occidental lograron desviar la furia de dichos
millones de personas hacia lo que resultó en el golpe de estado del 3 de julio.
Como señala el
Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar: "Cuando estos consentidos
representantes locales de los imperialistas vieron su oportunidad, por una
parte los liberales abandonaron su retórica sobre el gobierno de las mayorías,
los derechos políticos y el estado de derecho y tendieron la mano a 'las
fuerzas armadas de la nación' que jamás han constituido las fuerzas armadas del
pueblo y de la nación tal como dicen muchos llamados marxistas en Egipto. El
ejército egipcio siempre ha pertenecido a las clases dominantes explotadoras
egipcias dependientes del imperialismo, y durante las últimas cuatro décadas
Estados Unidos le ha dado de comer con el dedo y lo ha manejado a su
antojo" (obra citada).
Hace falta una revolución en Egipto, y en el mundo
La esencia del
problema en Egipto es que nunca se dio una revolución. Una revolución no
es una protesta. No es un masivo levantamiento popular. No es un cambio de
forma de la dictadura capitalista. No es lo que cualquiera quiera considerar
que lo sea. En el mundo actual, una revolución implica el derrocamiento de todo
el sistema capitalista imperialista y su reemplazo por el socialismo.
En un país oprimido
como Egipto, la revolución comunista se desarrolla a dos niveles. Primero,
implica una ruptura radical con el sistema imperialista mundial, haciendo
añicos el estado neocolonial, el que es el mecanismo de control
político-militar esencial de la dominación imperialista, y rompiendo con la
dependencia de las inversiones y préstamos de otros países y con la lógica
general del desarrollo subordinado a las necesidades del imperialismo, y
zafándose de la red de explotación y dependencia, con todo el sufrimiento y
distorsión que eso conlleva.
Segundo, implica la
realización de una revolución social profunda que tenga como objeto movilizar
la actividad consciente de las personas para atacar y arrancar de raíz todas
las relaciones opresivas de la sociedad: del control de la religión, a las
formas imperantes del patriarcado y supremacía masculina y las desigualdades
inherentes a las divisiones entre aquellos que cuentan con una educación para
poder trabajar en la esfera de las ideas y aquellos que por las tradiciones han
estado excluidos de dicha esfera.
Ambos niveles son
esenciales y se compenetran. No es posible hacer el uno sin el otro; no se
puede hacer añicos el férreo control de la dominación imperialista sin hacer
avanzar una revolución social que desencadene la resolución y creatividad de
las masas; y no es posible hacer una revolución social permaneciendo enredado
en la red de las relaciones imperialistas.
Ése es un camino de
zafarse de la dominación imperialista como parte de una revolución para llevar
al planeta más allá de dichos horrores, tal como en la concepción de Bob
Avakian en la nueva síntesis del comunismo (se puede explorar la nueva síntesis
del comunismo en revcom.us/avakian-es).
Las personas que
quieren dicho otro camino tienen que luchar por el mismo y, ahora mismo, luchar
por propagarlo en el mundo. En Egipto mismo, la situación descrita el final de
la declaración de Bob Avakian acerca del levantamiento de 2011 contra el
régimen de Mubarak sigue teniendo vigencia:
Lo que ha ocurrido
con frecuencia en la historia, tal como en el caso de Egipto (así como Túnez),
es que la dominación del imperialismo y el dominio de los explotadores locales
se ha expresado de forma concentrada en el régimen de un "hombre
fuerte" y verdugo. Por ejemplo, eso se dio en Irán, con el dominio del Sha
con sus cámaras de tortura, en las Filipinas con la tiranía de Marcos y en
Indonesia con el largo reino monstruoso de Suharto — todos esos casos eran
dictaduras brutales puestas en el poder y mantenidas en el poder por el
imperialismo estadounidense durante largo tiempo. En Irán a fines de los años
70, en las Filipinas en los años 80 y en Indonesia más recientemente, los
enormes levantamientos del pueblo obligaron a los imperialistas estadounidenses
a echar a un lado a estos odiados tiranos y a permitir algunos cambios. Pero en
todos estos casos, el resultado final no fue uno que resultara en una auténtica
"libertad" para el pueblo — al contrario, el pueblo ha seguido
sometido a una cruel opresión a manos de aquellos que reemplazaron a los viejos
y odiados gobernantes, a la vez que esos países han permanecido en el marco
general de la dominación y explotación imperialista global. Pero la experiencia
histórica también ha demostrado que la continuación de una u otra forma de
dominio opresor NO es el único desenlace posible.
En Rusia en febrero
de 1917, el levantamiento del pueblo derrocó a otro déspota brutal, el Zar
(monarca absoluto). En ese caso por igual, los imperialistas de Estados Unidos,
Inglaterra y otros países, y los capitalistas rusos, trabajaron para continuar la
opresión del pueblo con un cariz nuevo, haciendo uso de los mecanismos del
"gobierno democrático" y elecciones que, si bien dejaron espacio para
cierta participación más amplia de diferentes partidos, no obstante estaban
controlados completamente por los explotadores del pueblo y aseguraban la
continuación de su dominio, y la continuación del sufrimiento de las masas
populares. Pero en este caso, se logró capacitar a las masas populares para que
reconocieran estas maniobras y manipulaciones, llevaran a cabo su levantamiento
revolucionario, en medio de muchas curvas, giros y vaivenes y, en octubre de
1917, barrieran y desmantelaran las instituciones y mecanismos de la dictadura
burguesa y establecieran un nuevo sistema económico y político, el socialismo, el cual durante unas décadas seguía avanzando por el camino de abolir
las relaciones de explotación y opresión, como parte de la lucha en todo el
mundo hacia el objetivo final del comunismo. En los
levantamientos en Rusia, había una diferencia crucial: existió un núcleo de
dirección, una dirección comunista, que tenía una comprensión clara, con bases
científicas, de la naturaleza no sólo de este o aquel déspota despiadado sino
del sistema opresor entero — y de que fue necesario continuar
la lucha revolucionaria para expulsar a cierto gobernante de su cargo, pero de
remate para abolir ese sistema entero y reemplazarlo con uno que encarnaría de
verdad y le daría vida a la libertad y los intereses más fundamentales del
pueblo, al esforzarse para abolir toda opresión y explotación.
Aunque a la larga fue
revocada la revolución en Rusia y se restauró el capitalismo en los años 50, y
hoy Rusia ya no pretende ocultar el hecho de que es una potencia capitalista
imperialista, las lecciones de la revolución rusa de 1917 encierran lecciones
valiosas y de hecho decisivas para hoy. La lección más decisiva es la
siguiente: cuando el pueblo en sus masas, de millones de personas, por fin
rompa con las trabas que han estado impidiendo que se levante contra sus
opresores y atormentadores, en ese momento el que su lucha y sacrificios
heroicos lleven a un cambio fundamental serio o no, avance a la abolición de
toda explotación y opresión o no, dependerá de
si existe una dirección, una dirección comunista, o no, que tenga la
necesaria comprensión y método científico y sobre esa base, pueda desarrollar
el necesario enfoque estratégico y la influencia y lazos organizados entre un
creciente número de personas, a fin de dirigir el levantamiento del pueblo en
medio de todas las curvas, giros y vaivenes, hacia la meta de una
transformación revolucionaria real de la sociedad, en concordancia con los
intereses fundamentales del pueblo. Por tanto, a su vez, cuando el pueblo rompa
en masa con "la normalidad" y las cadenas fuertemente forjadas de relaciones
opresivas en que de costumbre está atrapado y que lo agobian tan fuertemente
—cuando abra paso y se levante en sus millones—, ése es un momento crucial para
que la organización comunista forje más sus lazos con esas masas, fortalezca
sus filas y su capacidad de dirigir. O, en caso de que tal organización
comunista todavía no exista, o que exista solamente de manera aislada y
fragmentaria, ése es un momento crucial para que se forje y desarrolle una
organización comunista, se asuma el desafío de estudiar y aplicar la teoría
comunista, de manera viva, en medio de esta tumultuosa situación, y de
esforzarse para desarrollar constantemente lazos con un creciente número de
masas, influenciarlas y a la larga dirigirlas por el camino de la revolución que
representa sus intereses fundamentales y más elevados, la revolución comunista.
Dicha tarea, la de
forjar una dirección comunista revolucionaria auténtica, y de dirigir una
revolución, podría cambiarlo todo.
Para más noticias del mundo, checa revcom.us en español
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