Foto de la portada: Ciudad de México – “La humanidad necesita la revolución y la nueva síntesis del comunismo” |
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Vivimos en un mundo de guerras
injustas en que matan y destierran a millones de personas; la mitad de la
humanidad está sumida en la agobiante pobreza; las mujeres son cruelmente oprimidas
y sometidas a la supremacía masculina; crece una desigualdad abominable, y se
están destruyendo los ecosistemas que sostienen la vida en este planeta.
Promueven en México y en otras partes proyectos capitalistas e imperialistas de
minería, gasoductos, fracking, desarrollos turísticos y condominios de
lujo que expulsan a los pueblos indígenas, campesinos y pobres en general, a la
vez que devastan el medio ambiente. El Estado comete y solapa asesinatos, desapariciones,
tortura y encarcelamientos injustos de cientos de miles de personas, sobre todo
los de abajo y los que se oponen a los crímenes del sistema.
¿Cómo luchar contra todos estos
horrores? ¿Cómo ponerle fin a todo este sufrimiento injusto y también
innecesario?
¿Cómo cambiar la sociedad? — ¿“Tomar el Poder” en el
Estado actual? ¿“Cambiar el mundo” sin tomar el Poder? o ¿Hacer una revolución
real?
Los partidarios de "tomar el
Poder" o “cambiar el gobierno” en el Estado actual argumentan que por
medio de cambiar la persona y el partido o grupo a la cabeza del actual Estado
se puede “democratizarlo” y lograr ciertas reformas económicas y políticas. Antes
se expresaba en intentar elegir a Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD; ahora se busca
elegir a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y candidatos del Movimiento de
Regeneración Nacional (Morena).
En cambio, la dirigencia del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y otros sostienen no tomar el
Poder sino organizar “desde abajo” proyectos autónomos o alternativos para
lograr el “buen gobierno” y ciertas reformas económicas y políticas. Argumentan
que los que “suben al Poder” se convierten en opresores del pueblo. En el caso
del actual Estado, tienen cierta razón; ya se tiene bastante experiencia
que ilustra que incluso gente que inicialmente podría tener buenas intenciones,
al incorporarse al aparato del Estado actual, se convierte en parte del
problema y no parte de la solución.