Nunca en la memoria reciente se ha destacado tanto la necesidad y el
potencial subyacente para una nueva revolución liberadora como en la estela de
los crímenes de Estado en Iguala y Tlatlaya y la poderosa resistencia que ha
estremecido el país.
Ayotzinapa: el despertar del pueblo y la crisis política del Estado
La masacre de 6 personas y la desaparición forzada de 43 normalistas de
Ayotzinapa caló hondo. De una vez, los luchadores en Guerrero tomaron las radiodifusoras,
bloquearon carreteras, inundaron las calles de Iguala y encararon el Poder. ¡Esta
vez, no se iba a callar la matanza! Se destapó la ira, largamente sofocada por el
terror y la desesperanza, por todo el país. Decenas de miles de personas
tomaron la calle; se empezaron a denunciar otras desapariciones, otros
crímenes. Millones más rompieron el silencio, condenaron los crímenes y comenzaron
a tomar partido con los “revoltosos”. La protesta reverberó en todo el mundo. Todo
esto puso a la defensiva a las clases dominantes y sus representantes
políticos, y se desató una crisis política en la que se ha exhibido el carácter
asesino del Estado de manera tan contundente que millones comienzan a ver que
su poder es completamente ilegítimo.
Hace falta acabar con este sistema criminal
Todas las fuerzas del Estado—el ejército y las policías federal, estatal y
municipal—se comunicaron en tiempo real y estaban inmiscuidas desde el
principio en los crímenes de Iguala. En Tlatlaya fue el Ejército que masacró a
21 personas desarmadas y los agentes estatales torturaron y atacaron sexualmente
a las mujeres que presenciaron este horrendo crimen a fin de encubrirlo. Y son solo
dos ejemplos que destacan entre el cúmulo de asesinatos, violaciones,
desapariciones y tortura cometidos por las fuerzas del Estado.
El problema es la naturaleza del sistema en sí, y ningún cambio de personas
o políticas dentro del Estado actual va a cambiar nada esencial. Se palpa el
deseo entre la gente de ser libres del terror policiaco y militar, del
narco-poder que el sistema nutre y protege, de la completa impunidad para los
matones uniformados y los altos mandos militares y políticos, y tantos horrores
más que antes muchos se sentían obligados a aceptar pero que ahora no toleran. Nunca
quedaremos libres de nada de esto por medio de votar, de aprobar más
leyes, de organizar proyectos “alternativos” dentro del mismo sistema o de
intentar rescatar la Constitución de 1917. Pero TODO ESTO SÍ LO PUEDE ACABAR UNA
REVOLUCIÓN.
Hace falta la revolución y una sociedad completamente diferente
Necesitamos un nuevo sistema que respalde y se apoye en los jóvenes
rebeldes para revolucionar la sociedad, en vez de asesinar y desaparecerlos,
como hace el sistema actual.
Necesitamos nuevas fuerzas de seguridad que en realidad sirvan y protejan
al pueblo, se jueguen la vida por las masas y las movilicen para acabar con el
crimen organizado, castigar a los jefes y reeducar a las bases de estas bandas,
en vez de las actuales fuerzas armadas y policías que asesinan, violan y
torturan a la gente y protegen a los cárteles.
Necesitamos una revolución donde los campesinos recuperen y distribuyan equitativamente
la tierra y emprendan la colectivización voluntaria para dar de comer y mejorar
la vida de todos, en vez del sistema actual que explota brutalmente a los
campesinos, los arruina y los destierra de sus parcelas y del país.
Hace falta una revolución encaminada a eliminar por completo la opresión de
los pueblos indígenas y que establezca de una vez la autonomía regional en sus
territorios históricos y la plena igualdad de idiomas, que promueva todo lo
positivo de las culturas autóctonas y la lucha decidida contra todas las
acciones e ideas racistas. Ya basta de esta sociedad de supremacía blanca y
mestiza que despoja a los indígenas, los encarcela injustamente y los hace
vivir bajo los fusiles del Ejército y la Marina que invaden sus territorios y
violan a las mujeres, entre tantos ultrajes más.
Necesitamos la revolución para salvar el planeta para las futuras
generaciones y parar y revertir la rapaz destrucción ambiental por el sistema
capitalista-imperialista.
Necesitamos un sistema dedicado a la emancipación completa de las mujeres, que
establezca inmediatamente el pleno derecho al aborto y los anticonceptivos, y
siga la lucha hasta eliminar todas las relaciones e ideas del actual sistema
patriarcal y misógino que protege a los violadores y asesinos de mujeres y refuerza de mil maneras la
dominación de la mujer por el hombre.
Hace falta un nuevo sistema que libere a todos de la miseria que padecen,
que valore el disentimiento y el pensamiento crítico, en vez de sofocarlos, que
aprecie las contribuciones de los intelectuales a enriquecer el conocimiento en
vez de callarlas, que desate la creatividad suprimida de millones para crear un
nuevo mundo en que todos quisiéramos vivir.
Para lograr todo esto y más, necesitamos un nuevo Estado revolucionario de
los que ahora son explotados y oprimidos, que confisque los bienes de los
imperialistas, los grandes capitalistas mexicanos y los terratenientes, rompa con
el sistema capitalista-imperialista mundial, libere el país de las garras del gobierno
de Estados Unidos, el Banco Mundial, el FMI y el capital imperialista en
general y establezca un sistema socialista, independiente y autosuficiente que
apoye a esta revolución en el mundo.
El potencial revolucionario
Esta revolución ES POSIBLE, y el auge de protesta por los crímenes de Iguala
nos ilustra una parte del potencial revolucionario. Un mes antes de esta
explosión popular ¿quién la predecía? Nadie. Surgió de repente, de manera
completamente imprevista.
Los crímenes de Iguala fueron la chispa. Pero este estallido social y la
crisis política que engendró tienen raíces en las contradicciones profundas del
mismo sistema que causan tanta angustia y dolor (el terror del Estado, la crisis
económica, desempleo, pobreza, degradación y profundas desigualdades). En
distintos momentos—ahora, Oaxaca en 2006, el levantamiento campesino e indígena
de 1994, entre otros—esas contradicciones del sistema llevan a una crisis de un
tipo u otro y quiebras en el “funcionamiento normal” de la sociedad. De repente
se despiertan millones que en tiempos normales están atrapados y paralizados por
el sistema o no se sienten capaces de enfrentarlo, no simplemente por la
aparente apatía sino también por el miedo y la desesperanza ante lo que
perciben como un poder invencible. Pero en una crisis, al abrirse grietas en el
Poder, de repente no se ve tan todopoderoso, y comienza a perder legitimidad a los
ojos de los que domina. Se vislumbra el potencial revolucionario de los de
abajo, así como los estudiantes y otros sectores, y la posibilidad de ganar
aliados entre los intelectuales, artistas y amplias capas de las clases medias.
Luchar AHORA por la revolución
La revolución no saldrá espontáneamente de la crisis, por profunda que
llegue a ser: los que ven que se necesita tienen que organizarse y actuar para
aprovechar la crisis y el despertar de la gente para desarrollar el movimiento
para la revolución. Para que la revolución tenga una posibilidad de triunfar,
se necesita una crisis revolucionaria y un pueblo revolucionario que cuente con
la dirección de un partido revolucionario altamente organizado y disciplinado
con una visión de largo alcance. Sólo así será posible derrotar y desmantelar el
actual aparato represivo estatal que mantiene este sistema y no se rendirá
hasta ser vencido definitivamente por la lucha revolucionaria de millones de
personas. Sólo así será posible canalizar la lucha decidida, el coraje y la
creatividad de millones hacia la construcción de una nueva sociedad
emancipadora, y no de vuelta a una u otra forma del sistema capitalista.
La Organización Comunista Revolucionaria (OCR) tiene claro que esto es muy serio,
que se trata del futuro de los oprimidos y finalmente de toda la humanidad. Tiene
muy presente que esta revolución es el camino más difícil y que costará muchos
sacrificios, pero es el único camino que puede liberar al pueblo y acabar con
todo el sufrimiento infligido por este sistema. Esta revolución PUEDE TRIUNFAR
y daría un gran impulso a la revolución mundial y la emancipación de toda la
humanidad con el comunismo. Por eso estamos trabajando en serio para
desarrollar la estrategia, el programa, y el partido comunista revolucionario
que necesitamos para dirigir la revolución que rompa las cadenas del sistema
capitalista-imperialista y cree una sociedad y finalmente un mundo en que todos
serán libres y podrán florecer. Para lograrlo se necesitan las contribuciones y
participación de muchos más.
Como parte del trabajo revolucionario, nos unimos con todos los que luchen
y se opongan a los crímenes del Estado. En particular, urge reimpulsar ahora la
lucha por justicia por Ayotzinapa y castigo a las autoridades y policías de los
tres niveles de gobierno, así como las fuerzas armadas, culpables de estos
asesinatos y desapariciones forzadas. Los de arriba buscan revertir la
situación y aplastar la resistencia, con maniobras, mentiras mediáticas y
represión, como el reciente asesinato de un maestro jubilado y la violación de
por lo menos cuatro mujeres por la policía federal en un intento por acallar la
protesta en Guerrero. Quieren que ya no salgamos a la calle a protestar, que no
sigamos rompiendo su mortífera “normalidad”, que dejemos que el sistema
“supere” esta crisis con total impunidad y ninguna justicia para el pueblo. No
lo podemos permitir. Es una muestra más de lo putrefacto que es este sistema y
la necesidad de tumbarlo.
Llamamos a todos los que estén hartos de este sistema y que quieran luchar
por CAMBIARLO TODO a ponerse en contacto con la OCR para luchar juntos por la
revolución. Sólo la
revolución liberará al pueblo.
¡Alto a los asesinatos y desapariciones por parte
de los militares y policías!
¡De Iguala a Los Pinos, cárcel a los asesinos!
¡Todo el pinche sistema es culpable!
¡La revolución es la solución!
Organización Comunista Revolucionaria, México
Contactar: auroraroja.mx@gmail.com Página: aurora-roja.blogspot.com
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