De nuevo nos encontramos en
plena temporada electoral y como siempre el Instituto Federal Electoral (IFE) y
los candidatos nos inundan con sus montones de papel y su incesante
bla-bla-bla. Ya no es que “Nuestra democracia crece”, aunque sepa la bola si es
porque lo que más crece son las muertes, la impunidad, la crisis y el hambre, o
si es para no aburrirnos con la misma consigna publicitaria (por difícil que
sea creer que gente que es capaz de hacer pasar el mismísimo anuncio tres veces
seguidas en el mismo corte comercial sea capaz de compadecer nuestro
aburrimiento). Ahora es “Lo que hace grande a un país es la participación de su
gente”, lo que tal vez daría para pensar si su objetivo no era tan patente. ¿Se
trata de participar en la gestión de dónde trabajas? Lo siento, eso es
atribución exclusiva de tus jefes, todo el mundo sabe eso. ¿Se trata de
participar en el manejo de la economía que está condenando a cada vez más gente
al desempleo y la desesperación aquí y en todo el mundo? Vamos, ya sabes que eso
les compete a las autoridades financieras y más que nada a organismos extranjeros,
como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Tal vez se
trate de participar en esclarecer alguno de los miles de asesinatos, secuestros
y desapariciones impunes? ¿Qué va? ¿No sabes que lo menos que te puede pasar en
tal caso es que las autoridades te hacen caso omiso y te aconsejan no seguir
por tu propio “bien”?... si no es que acabas muerto, como le pasó a Nepomuceno
Moreno Muñoz, a quien nada menos que Calderón cínicamente ofreció “protección”.
¿Se tratará de participar en la lucha contra los feminicidios, los asesinatos
impunes por parte del gobierno, los ataques a la educación, las invasiones de
tierras por caciques y narcos y tantos crímenes más? ¿O de participar en la
lucha revolucionaria por acabar con todas estas infamias y crear otro mundo
mucho mejor? No, mi chavo, no se trata de eso, se trata de una participación
bien definida y restringida: 1) de “participar” en tenernos todos bien fichados
con la credencial de elector y 2) de participar en sus elecciones.
¿Por qué están tan obstinados
en lograr que votemos? La respuesta es sencilla: las elecciones sirven para
legitimar el gobierno y el sistema existente. ¿No votaste? Ajá, no puedes
quejarte, porque no votaste. ¿Votaste? Ajá, tienes que aguantarte todos los
ultrajes y porquerías del gobierno porque son las autoridades democráticamente elegidas, son los representantes democráticamente elegidos del pueblo, ¿quién eres tú para
cuestionar a la mayoría? Es un
ingenioso juego de “cara yo gano, cruz tú pierdes”.
¿Qué papel juegan las
elecciones y la democracia electoral en este sistema? Si nos atrevemos a penetrar
detrás de su vela tan alabada de la “democracia”, descubriremos que: 1.- las elecciones son controladas por las
clases dominantes; 2.- no determinan las decisiones básicas del gobierno y la
sociedad; 3.- su función esencial es legitimar el sistema y encasillar la
actividad política de las masas dentro del mismo; 4.- el cambio real sólo
vendrá de la lucha independiente y sobre todo revolucionaria de las masas.
Vamos por partes.
¿Quiénes controlan las
elecciones? Las controlan las clases dominantes, es decir, los grandes
capitalistas y terratenientes extranjeros y nacionales, así como sus
representantes políticos en el gobierno y los partidos electorales. Examinemos
las evidencias.
Mucha gente entiende de alguna
manera que Estados Unidos (o más específicamente la clase de grandes capitalistas/imperialistas
de EU) domina a México y otros países, comete todo tipo de invasiones y
agresiones, y que esto va en contra de los intereses de la gente. Sin embargo,
todos los candidatos prometen tener una relación amistosa con ese gobierno
imperialista, incluido el actual candidato “de las izquierdas”, Andrés Manuel
López Obrador (AMLO).[1] ¿Por qué? Porque
todos saben que no se puede ser un candidato “serio” en México y estar en
contra de esa parte de las clases dominantes en este país (los grandes capitalistas
extranjeros, específicamente los imperialistas estadounidenses).
Muchos también entienden de
alguna manera que los grandes empresarios mexicanos han venido enriqueciéndose
obscenamente, figurando entre los más ricos del mundo, mientras la mayoría
languidece en la pobreza y la penuria, y que también nos perjudican en otras
formas, envenenando el medio ambiente, talando los bosques, reprimiendo a los
trabajadores, despojándonos de tierras y recursos naturales, etc. Sin embargo,
todos los candidatos prometen proteger los intereses de esta parte de las
clases dominantes, incluido AMLO, quien enfatiza el apoyo que va ganando entre
varios grandes empresarios e incluso ha prometido ni subirles los impuestos.[2] ¿Por qué? No es un
problema particular con AMLO en sí, sino es porque no se puede ser un candidato
“serio” en México con posibilidades reales de ganar y estar en contra de esa
parte de las clases dominantes en este país, los grandes empresarios mexicanos.
Quema de propaganda electoral por parte de padres y estudiantes de Ayotzinapa |
La campaña sucia en contra de
AMLO en las elecciones de 2006 y las modificaciones posteriores en su
estrategia ilustran y enfatizan estos puntos. Como analizamos en su momento,[3] el programa de
AMLO en esas elecciones expresaba (y sigue expresando) una posición a favor del
sistema capitalista imperante, proponiendo, por ejemplo, “aprovechar” la
globalización imperialista y expresando su apoyo a los instrumentos
reaccionarios de este sistema como son el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el
Proyecto del Istmo de Tehuantepec, y otros. Así que el programa de AMLO no
constituyó para nada una amenaza a los fundamentos del actual sistema económico
y social ni a los intereses generales de las clases dominantes.
Con todo y así, se lanzó una
amplia campaña sucia en su contra como una “amenaza para México” impulsado no
sólo por el equipo de campaña de Calderón, sino también por poderosos grupos de
empresarios y los principales medios de comunicación, sobre todo Televisa y TV
Azteca. Esta campaña sucia de mentiras, tergiversaciones y verdades a medias
logró convertir la amplia mayoría de preferencias a favor de AMLO a una
contienda reñida en que la vergonzosa parcialidad del Instituto Federal
Electoral (un órgano faccioso del gobierno y no un “grupo de ciudadanos” como
dice su propaganda mentirosa) a favor de Calderón fue suficiente para impedir
su victoria.
Estos sucesos ilustran no
solamente que las elecciones son controladas por las clases dominantes, como
sucede en todos los países del mundo, sino que en México siguen controladas en
medida importante por cierta parte de las clases dominantes, que no quiso
permitir una contienda “limpia” con el representante de otra sección de las
clases dominantes. (Y cabe observar que AMLO tiene apoyo entre una sección de
las clases dominantes, como él y su campaña actual subrayan al publicitar el apoyo
de varios grandes empresarios). Podría analizarse más las razones de esta
intolerancia de unos sectores de las clases dominantes y sus diversos representantes
políticos en 2006, pero parece que las razones incluían la discrepancia de las
fuerzas que representa AMLO con algunos aspectos de las llamadas “reformas
estructurales” en cuanto al petróleo, así como la retórica populista de AMLO y
tal vez particularmente sus ataques a algunos individuos importantes de entre
las clases dominantes a quienes él tildaba de “mafia en el poder”.
¿Y qué hizo AMLO frente a los
intentos de descalificarlo y el fraude electoral? Seguía encasillando todo su
esfuerzo dentro del contexto electoral, a pesar de que algunos de sus
seguidores más sagaces preguntaban, en efecto, ¿si nos jugaron sucio, cómo
vamos a lo mismo otra vez, sin que nada esencial haya cambiado en el sistema
electoral? A lo que apuesta AMLO ahora es hacer
las paces con quienes él mismo llamaba la “mafia en el poder”. Eso es lo
que significa su “República amorosa” y en particular lo que explicó claramente
en una entrevista con Grupo Expansión:
En bit.ly/u7Ufys [en Internet]
puede verse la sesión con el joven periodista Miguel Ángel Vargas en que [AMLO]
postula el amor al prójimo, y que no siente odio respecto a Calderón ni Carlos
Salinas de Gortari. AMLO ve así despachó el tema: ¿...profesas amor por tus
rivales políticos?: Sí, y respeto. ¿Por Felipe Calderón?: Sí, sí. No lo odio,
no odio a nadie. Si el tabasqueño tuviese enfrente al michoacano, ¿qué le
diría, en ese contexto de amor y paz?: Que fuese consecuente... que actuara con
honestidad. ¿Algo más?: Nada más. O sea. Sería ofenderlo, y no se trata de eso,
decirle que no le importó robarse la elección. Pero, hacia adelante, ¿algo le
propondrías?: Que no va a haber persecución. Para nadie, insisto. Que va a
haber justicia, no venganza (...) Vamos a inaugurar una etapa nueva, vamos a
predicar con el ejemplo. Y va a ser, en ese sentido, un borrón y cuenta nueva. Vamos
a ponernos de acuerdo para salvar al país entre todos. Un entre todos, precisó
a pregunta del entrevistador Vargas, que incluye a los treinta integrantes de
la famosa mafia del poder en busca de reconciliación nacional...[4]
Estas mismas ideas las ha
reiterado en otros foros, incluida una entrevista televisiva con López Dóriga
en que incluso dijo sin inmutarse que Televisa siempre le ha dado un trato
justo: “borrón y cuenta nueva” respecto al destacado papel de Televisa en la
campaña sucia en su contra en 2006.
¿Significa esto que AMLO “se
ha vendido”? Para nada. Desde sus días de militancia en el PRI hasta la
actualidad, siempre ha sido un representante político de las clases dominantes.
Nada más significa que él ha concluido de su experiencia que para ser un
candidato “serio” con posibilidades de ganar, en el México actual no solamente
se tiene que respetar y representar los intereses de las clases dominantes en
general, sino también se tiene que hacer las paces con los treinta individuos
que AMLO ha llamado la “mafia en el poder”.
En el caso de 2006, fue un
grupo dentro de las clases dominantes (la “mafia” y otros) que jugó un papel
desproporcionado en controlar las elecciones, incluso en contra de otro
representante de las clases dominantes (AMLO). Pero en todo caso, ya sea dentro
de las clases dominantes excluye a otros o ya sea que existe más consenso y
trato de “civilidad”, como ellos dicen, son las clases dominantes que controlan
las elecciones. Este punto fundamental no se debe a las limitaciones de la “democracia
mexicana”. Lo mismo pasa en países con instituciones democráticas de honda
raigambre, como Estados Unidos, y en todos los países con instituciones de
democracia electoral, como ha demostrado Bob Avakian en su profundo y
penetrante análisis al respecto.[5]
¿Cómo
ejercen las clases dominantes su control sobre las elecciones?
Nos predican que en la “democracia
todos deciden” porque tu voto “vale lo mismo” que cualquier otro, seas rico o
pobre, etc., etc. A lo que se puede responder que es cierto en el sentido de que
tu voto, igual que todos los votos, no
vale nada, porque votes por quien votes, gane quien gane, las elecciones
son controladas por las clases dominantes, quedan dentro del marco y refuerzan
el sistema capitalista-imperialista imperante.[6] ¿Cómo es que los
grandes capitalistas y terratenientes y sus representantes políticos, que son
una pequeña minoría de la población, controlan elecciones que en su forma son decididas
por mayoría? (Esto en los casos en que más o menos se cuentan los votos,
dejando de lado la cuestión del fraude extensivo que todavía es endémica en la
democracia electoral en el país).
Por una parte, comenzando con
lo más evidente, el gobierno organiza las elecciones: registra (o no) a los
partidos, hasta dicta ahora los términos de las elecciones internas y otros
asuntos de los partidos, les proporciona fondos, establece las reglas del juego
y organiza el proceso de votar. Este gobierno, y sobre todo las instituciones
que concentran el poder del Estado, (la presidencia, las FFAA, policías y los
tribunales), no es una fuerza “neutral” por encima de las clases y los
conflictos sociales, como nos enseñan. Desde los asesinatos a traición de
Zapata y Villa hasta los recientes asesinatos de los jóvenes de la Normal de
Ayotzinapa, este Estado siempre ha actuado como una máquina de represión al
pueblo en los intereses de las clases dominantes.
Otro factor de inmensa
importancia en nuestros tiempos son los medios masivos de comunicación. La
mayoría de la gente se entera de las noticias por medio de la tele, y su
control es altamente monopolizado, con Televisa de Azcárraga y TV Azteca de
Salinas Pliego controlando la mayor parte de la programación y auditorio. Y
además de este monopolio, casi todos los principales medios de
comunicación—televisión, radio, periódicos, revistas—son propiedad de grandes
capitalistas y defienden los intereses del sistema, a la vez que existe una
campaña por parte del gobierno para limitar y silenciar formas como las radios
comunitarias que escapan de ese control. Así las cosas, la mayoría de la gente
ni se entera de la gran mayoría de las injusticias y ultrajes cometidos por las
clases dominantes y su estado, y recibe una versión muy distorsionada de los
pocos crímenes del sistema que los medios no pueden pasar por alto. Los
portavoces de las clases dominantes en los medios nos mienten y distorsionan la
realidad, nos dicen qué pensar y luego nos dan la “oportunidad” de escoger
entre partidos políticos controlados por ellas y sirviendo a sus intereses.
¡Qué diferencia sería si simplemente por unas semanas la gente conociera la
verdad de lo que pasa en el país y el mundo! Se tuvo una probadita de eso
cuando la gente tomó posesión de varias televisoras y radios en Oaxaca en el
contexto de la rebelión de 2006 exigiendo la destitución del gobernador Ulises
Ruiz. ¡Hubo un cambio importante en la simpatía de la gente hacia la lucha
independiente del pueblo!
Las contribuciones
particulares a las campañas políticas son otra forma de interpenetración entre
las clases dominantes y sus representantes políticos en los partidos
electorales. Aunque según la ley el financiamiento público de los partidos es
supuestamente predominante, eso es comúnmente violado, e incluso dentro de la
ley se permiten contribuciones de más de un millón de pesos, que no representa
exactamente una contribución de una persona común y corriente.[7]
Los padres y estudiantes de Ayotzinapa han llamado a boicotear las elecciones. |
Un garante fundamental del
control de las elecciones y del Estado en sí por parte de las clases dominantes
son las fuerzas armadas, que constituyen parte de la columna vertebral del
Estado. Habrá que preguntarse, ¿por qué virtualmente todos los candidatos,
incluidos los según de “izquierda” alaban y defienden a las fuerzas armadas, a
pesar de los múltiples casos documentados y hasta sentenciados por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, de violaciones y asesinatos impunes de
civiles por parte del ejército y la marina? No es simplemente por los pocos
votos que los oficiales militares les pudieran aportar. Es porque saben que las
fuerzas armadas representan el garante del orden reaccionario, si por alguna
razón las elecciones salen del redil de lo que es aceptable de los sectores
predominantes de las clases dominantes, y particularmente del imperialismo
estadounidense. Eso es lo que pasó con los golpes militares en contra de
Allende en Chile, o Arbenz en Guatemala, para citar sólo dos de los casos más
conocidos, en que el imperialismo estadounidense, en colusión que las fuerzas
armadas de esos países maquinó sangrientas golpes del estado, no porque esos
candidatos de reformas sociales moderadas hacían peligrar el sistema
capitalista (que no era ni su intención ni su programa) sino simplemente porque
algunas de sus políticas reformistas no eran del agrado del imperio. Eso sin
meternos a repasar los numerosos casos de golpes militares y regimenes
militares impuestos por EU y otras potencias imperialistas en alianza con
sectores de las clases dominantes nacionales en países oprimidos por todo el
mundo, cuando juzgan que eso les conviene.
Finalmente, existe otra razón
muy poderosa y poco apreciada de por qué, pase lo que pase en las elecciones,
el Estado sigue sirviendo fundamentalmente para defender y reproducir el
sistema predominante. Existe una lógica del funcionamiento del capitalismo. En
términos sencillos, se produce para maximizar las ganancias de los
capitalistas, y si los capitalistas no pueden sacar ganancias, no se produce.
Esto encauza, moldea y determina en gran parte la acción del Estado en este
sistema: tiene que hacer lo posible por garantizar la rentabilidad del capital
o el sistema se descompone. Tomemos por ejemplo el supuesto “derecho”
garantizado por el Artículo 123 de la Constitución de que “Toda persona tiene
derecho al trabajo digno y socialmente útil”. Es evidente de las legiones de
desempleados, subempleados y vendedores ambulantes que no se respeta este
derecho en la vida real, pero ¿por qué? ¿Qué pasaría si los trabajadores de las
madereras, por ejemplo, decidieron “esto no es un trabajo socialmente útil,
estamos despojando a las comunidades indígenas, destruyendo el medio ambiente y
contribuyendo al calentamiento global, mejor nos dedicamos a plantar árboles”?
Pues, obviamente, las empresas los despedirían, porque así no van a sacar
ninguna ganancia. ¿Y si el Estado las obligara a respetar la justa decisión de
los trabajadores? Pues, las empresas se quebrarían y toda la rama vendría abajo
u operaría en el mercado negro. ¿O qué pasaría si se declarara que toda persona
desempleada o subempleada tiene el derecho de ir a emplearse y ser pagado por
la empresa de su elección, por encima de los deseos de los dueños? Sería un
caos, con algunas empresas quebrándose por no poder pagar trabajadores a
quienes no pueden sacar ganancia, y otras operando en la clandestinidad, a
contrapelo de las disposiciones legales. Estos ejemplos sencillos ilustran por
qué ese derecho escrito en la Constitución no puede realizarse en la realidad
en este sistema, y más profundamente ilustra el hecho de que mientras la economía (o la base económica)
siga siendo predominantemente capitalista, el Estado necesariamente tiene que
mantener la rentabilidad global del capital y de hecho defiende el sistema
capitalista. Esta es una realidad con la que topa cualquier persona o
partido que entra en este Estado, independientemente de sus deseos subjetivos.
Aunque honestamente quieras cambiar este
sistema “desde dentro”, no se puede, porque el sistema capitalista tiene su
lógica (de la rentabilidad del capital) que tiene que respetarse para que el
sistema funcione.
Las
decisiones básicas se toman por las necesidades del sistema, no por el “mandato
popular” de las elecciones
Esta misma necesidad del
Estado actual de hacer respetar las “reglas del sistema” capitalista es la
razón más fundamental de por qué las elecciones tienen poco que ver con lo que
hacen los políticos una vez que estén en el gobierno. Sí, hay problemas de
corrupción, y muchos, pero lo más fundamental es que en las elecciones la única
preocupación es como lograr que la gente vote por uno, pero una vez en el
gobierno uno es responsable de facilitar el funcionamiento de una economía
capitalista según sus leyes inherentes, así como por la operación de un Estado
que en su origen, su estructura y su funcionamiento sirve para imponer y
mantener el dominio o dictadura de los grandes capitalistas y terratenientes
sobre lo demás de la sociedad. El funcionamiento del sistema exige que el “jefe
del Estado” represente y defienda el sistema social de grandes desigualdades y
gran sufrimiento para la mayoría que corresponde a esa base económica, además defender
las ideas, la cultura y los “valores” que justifican todo eso,
Por ejemplo, ¿la gente que
votó por Calderón entendía que una política central de su gobierno sería una “guerra”
que hasta ahora por conteo oficial ha costado 47 mil vidas? Claro que no, su
campaña era la de “las manos limpias” y “el presidente del empleo”. Ni mencionó
la “guerra contra el crimen organizado”, hasta lanzarla justo después de tomar
posesión. ¿Por qué se hizo esta “guerra”? No es por algún desorden psicológico personal
sino porque fuerzas poderosas de las clases dominantes aquí y en EU la ven como
necesaria para mantener y fortalecer su sistema: intentan recuperar el control
del Estado sobre el narcotráfico (en alianza con unos carteles contra otros),
fortalecer “el monopolio de la fuerza” del Estado y su capacidad represora (bajo
el mando cada vez más directo del imperialismo estadounidense), y prevenir
cualquier insurgencia de las masas a través de la intimidación y el terror ejercido
por las FFAA y la policía.[8] Y esta decisión no
fue debatida ni decidida por las elecciones.
O para tomar otro
ejemplo, una de las evidencias de la campaña de Calderón de que AMLO era un “peligro
para México”, fue que iba a aumentar el endeudamiento del gobierno, como había
pasado con el gobierno capitalino bajo el Partido de la Revolución Democrática
(PRD). Bueno, en los hechos, Calderón ha propiciado un enorme crecimiento de la
deuda del gobierno federal, mientras el PRD, que decía que eso eran “calumnias”
ha seguido aumentando la deuda del Distrito Federal (D.F.). Aparentemente, ni
los que votaron por Calderón, ni los que votaron por el PRD, pensando que eso
era “calumnia”, querían que se siguiera aumentando el endeudamiento, y sin
embargo, se hizo de parte de todos. ¿Por qué? Porque con la actual estructura
básica de impuestos y gastos del gobierno, eso es más o menos inevitable.
O si tomamos el ejemplo del
período en que AMLO fue jefe de gobierno del D.F., entre otras cosas él y su
equipo encubrieron los asesinatos políticos de la abogada Digna Ochoa y del
estudiante Pavel González, reprimieron salvajemente a manifestaciones de
Atenco, contra la guerra en Irak, y otras, impusieron la política de “cero
tolerancia” importada de Estados Unidos por Guiliani, ex alcalde de Nueva York,
y propiciaron la “renovación” del Centro Histórico a base de las inversiones y
el enriquecimiento de grandes capitalistas nacionales como Carlos Slim e inversionistas
extranjeros como el Sheraton, a la vez que se corrió a la gente más pobre.[9] ¿Recibió algún “mandato
popular” de los votantes para realizar alguna de estas acciones? Claro que no. ¿Por
qué se hicieron? Porque AMLO y su grupo juzgaron que eran la manera apropiada
de impulsar la economía capitalista y defender el reaccionario “orden” de este
sistema.
La dinámica de las elecciones
burguesas alcanza el absurdo cuando los candidatos comienzan a prometer cosas que
han de saber que, incluso como presidente, no pueden garantizar. Así que Fox
nos prometió que la economía iba a crecer al 7% por año, Calderón se anunció
como “presidente del empleo” y ahora López Obrador anda prometiéndonos que si
él es elegido presidente, la economía va a crecer 6% y todos ya van a tener
empleo.[10] Pues, ya sabemos
que la economía no creció ni la mitad de lo que prometía Fox, que el sexenio de
Calderón fue más bien de mayor desempleo y uno no tiene que ser un genio en
economía para prever que si la economía mundial cae de nuevo en la profunda
crisis mundial, que muchos analistas advierten es un peligro muy real, la
promesa de AMLO va a valer lo mismo que las promesas de Fox y Calderón. La
deshonestidad en estos casos no radica en que “no cumplen”, sino en que
prometen cosas que nadie pudiera
garantizar. El capitalismo lleva siglos de crisis económicas periódicas en
que la política gubernamental a veces puede influir secundariamente para bien o
para mal, pero que de ninguna manera las puede evitar. La naturaleza inherente
de la economía capitalista es anárquica, nadie la planifica ni la controla ni
puede determinar cuánto va a crecer o declinar, y los candidatos que nos
prometen estas cifras de crecimiento son simplemente demagogos cínicos.
También debemos aprender de la
experiencia reciente en la supuesta “gran democracia” de Estados Unidos, donde
muchos votaron esperanzados por Obama y los demócratas para, según, terminar con
los años de agresiones bélicas de Bush y los republicanos. ¿Qué ha pasado?
Obama ha continuado las mismas políticas esenciales de Bush, expandiendo la
guerra en Afganistán, ampliándola hacia Pakistán, bombardeando a Libia y
prolongando la guerra en Irak durante 5 años hasta considerar que se puede “estabilizar”
dejando una presencia de 16 mil mercenarios “privados”. Ahora impone duras
sanciones y amenaza con atacar a Irán. Incumplió su promesa de cerrar la
prisión inhumana para “combatientes enemigos” en Guantánamo, sigue con las
políticas de tortura y ha establecido legalmente el supuesto “derecho” del
presidente de Estados Unidos de mandar matar sin proceso jurídico alguno a
cualquier persona en el mundo (incluso estadounidenses) en los “intereses
nacionales”. ¿Por qué? Porque estas son necesidades del imperio estadounidense
que el Estado norteamericano existe para defender y expandir, y ningún cambio
de personas en la Casa Blanca va a cambiar la naturaleza de ese Estado, como
ningún cambio de personas en Los Pinos va a cambiar la naturaleza esencial del
Estado mexicano.
Las
elecciones sirven para legitimar el sistema y encasillar la actividad política
de la gente dentro de él
Algunos aceptan que no va a
haber un cambio profundo por medio de las elecciones, pero promueven la
participación en ellas como “táctica” para según, “lograr algo” o “acumular
fuerzas”. En realidad, lo que “se logra” por medio de participar y promover
ilusiones en estas elecciones es
contribuir a legitimar este sistema y encasillar la actividad política de la
gente dentro de él.
Las elecciones son una gran arma ideológica y política de las
clases dominantes para convencer a la gente que este Estado reaccionario es
“democrático”, que representa la “voluntad popular”, cuando en realidad es una dictadura de los grandes capitalistas y
terratenientes sobre los obreros,
campesinos y clases medias. Parte de su arsenal ideológico es su mismo concepto
de “dictadura”, que se reduce a un solo “hombre fuerte” que supuestamente “controla
todo”, como un Hitler o un Pinochet. Este concepto maniqueo ignora, por una
parte, que incluso en estos casos, ese “dictador” no actúa sólo, sino como
representante de una clase o clases (Hitler, como representante fascista de los
imperialistas alemanes en condiciones extremas, Pinochet como representante de
los imperialistas estadounidenses y los grandes capitalistas chilenos). Por
otra, se considera que ya no es “dictadura” cuando, en vez de un solo partido
burgués, se permite elegir entre dos o tres grandes partidos burgueses. Pero en
realidad, ambas formas de gobierno son formas de dictadura de las clases dominantes sobre lo demás de la sociedad,
en que las clases dominantes y sus principales representantes políticos tienen
un monopolio del Poder político y uso de la fuerza armada. “Cuando un monopolio
del poder político—y, de una manera concentrada, el monopolio de la fuerza
armada ‘legítima’—está en manos de un grupo de la sociedad, y este grupo
excluye a otras personas de tener ese monopolio de poder y fuerza, pues esto es
una dictadura del grupo—o clase— en
el poder, no importa si ese grupo en el poder permite que los que excluye del
poder, y que domina en los hechos, participen en elecciones para escoger entre
diferentes representantes de la clase dominante…”[11]
Promover las ilusiones en las
elecciones fortalece los prejuicios
que las clases dominantes utilizan para cegar a la gente a la realidad de que
vivimos un sistema completamente inhumano defendido por una dictadura de las
clases dominantes que ahora mismo sigue, bajo las siglas de todos los principales
partidos electorales, reprimiendo a manifestaciones, huelgas y protestas
populares, asesinando a luchadores sociales y ejerciendo un terror contra la
población en general con los múltiples asesinatos, violaciones, golpizas,
allanamientos de casa, etc. realizados por parte de las fuerzas armadas,
policíacas y paramilitares en contra de la población civil.
Por otra parte, las elecciones
sirven para encasillar la actividad política de la gente dentro de confines completamente aceptables para el sistema y las
clases dominantes, cuando pudieran y deberían estar protestando y
combatiendo la infinidad de ultrajes que perpetúa este sistema. En esta
relación, los partidos políticos electorales tienen cierta “división de trabajo”
que objetivamente sirve para mantener el actual sistema de explotación y
opresión. Ahí está el Partido de Acción Nacional (PAN), abiertamente de
derecha, que habla más abiertamente a favor de los (grandes) empresarios, la
jerarquía de la Iglesia católica, la estrecha cooperación con el imperialismo
estadounidense, etc., lo que sirve para jalar a unos sectores de la gente hacia
valores más abiertamente en contra de los intereses populares. El discurso del
Partido de la Revolución Institucionalizada (PRI) es cada vez menos
distinguible del panista, aunque todavía saca en algunas ocasiones especiales
arranques de su otrora “nacionalismo revolucionario” y “defensa de las grandes
mayorías”. Y a la “izquierda” tenemos a AMLO, el PRD y otros partidos menores
con una retórica más o menos populista que, independientemente de los deseos
subjetivos de mucha gente honesta que todavía milita en el PRD, sirven como bomberos del sistema para desviar la ira y protesta de la gente que ya
está harta de regreso a los confines sofocantes y mortíferos de este sistema.
Eso fue el caso incluso con
las protestas que AMLO organizó en contra del fraude electoral en 2006. Mucha
gente participó en esas protestas por una justa ira en contra de la campaña
sucia y demás infamias perpetradas en esas elecciones, y con el afán de que
cambiara “el sistema” que les había jugado sucio. La motivación de AMLO fue
distinta, como él mismo ha explicado: “Ha sido difícil hacer
entender que el plantón de Reforma lo hicimos no como rebeldes sin causa, como
lo hicieron creer los medios y se les quedó grabado en la mente a muchos, sino
para evitar que la indignación que causó el fraude electoral se saliera de
cauce y se convirtiera en violencia”.[12]
La forma fue diferente a lo que pasó después del masivo fraude electoral en
1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas llegó a un acuerdo secreto con Carlos Salinas
(que negó durante muchos años para finalmente aceptar públicamente que mintió)
para aceptar los resultados y detener las protestas. ¿Pero a cuáles intereses
obedecía la ocupación de Reforma dirigida por AMLO? En los dos casos los
abanderados de la “izquierda” actuaron para defender
y preservar el sistema y prevenir que la indignación de la gente se
convirtiera en rebelión en contra del
sistema, convenciéndola a aguantar hasta las siguientes elecciones (y la
movilización de AMLO se realizó también con vistas a mejorar su posición en el
2012).
Después de 2006, el único
tema en que hubo una movilización real del movimiento encabezado por López
Obrador fue en torno a la ley de reforma del petróleo, y hasta en eso finalmente
se aceptó una nueva ley que, si bien no era todo lo que quería Calderón,
corresponde a seguir entregando cada vez más de la supuesta “propiedad de la
nación” a las grandes empresas privadas capitalistas e imperialistas. ¿Y qué,
durante estos años, de luchar contra los feminicidios que siguen impunes, qué
de oponerse a la mortífera guerra del gobierno contra el pueblo, qué de
denunciar los múltiples asesinatos y violaciones de mujeres por parte del ejército,
qué de combatir la miseria y hambre que pasa el pueblo, qué de detener la
destrucción de la ecología y el calentamiento global, qué de combatir el
despojo y la opresión de los pueblos indígenas y tantos crímenes más? “Espera
hasta el 2012”. Y esa ilusión falsa
de que algo importante va a cambiar por medio de las elecciones ha hecho tremendo daño, ya que es por esa ilusión
falsa cultivada por AMLO, la dirigencia del PRD y otros bomberos del sistema
que mucha gente que pudiera y debiera
estar en las calles protestando y combatiendo la miseria e injusticias de este
sistema no lo está haciendo, esperando, al contrario, que las cosas se
resuelvan más fácilmente, por medio de las elecciones.
La dura realidad es que
tanto las elecciones como el Estado mismo son controlados por las clases
dominantes. Puede haber cambios de partidos, de personas, se puede favorecer
una política u otra, pero no cambia nada fundamental. Y eso sería el caso
aunque comunistas se pusieran al frente de este estado. El Estado actual es una
dictadura de las clases dominantes, y
la misma estructura de ese Estado, cuya columna vertebral son las fuerzas
armadas y policíacas, así como las dinámicas de la economía a que ese Estado
sirve, no permiten que funcione de
otra manera. Así que el camino hacia la liberación no pasa por la “toma del
Poder” en este Estado por medio de
las elecciones, o como sea. Muy al contrario, requiere romper el Estado actual, hacerlo
añicos, derrotar y desmantelarlo,
y crear, a partir de la lucha revolucionaria independiente de las masas un nuevo poder revolucionario,
cualitativamente distinto, a fin de confiscar la propiedad de las clases
dominantes y realizar otras transformaciones para abrir el camino al socialismo
como transición hacia el comunismo y la emancipación de la humanidad.
Impulsemos
la lucha independiente y sobre todo revolucionaria de las masas
Las elecciones ofrecen una
salida aparentemente fácil y sin dolor, y eso es parte del gancho para
enganchar a la gente al sistema. ¿No estás contento con la vida bajo este
sistema? ¿Te pica la conciencia ver a tanta gente asesinada, torturada,
desaparecida, viviendo en la calle, hambrienta? ¿Te preocupa que se esté
echando a perder el planeta y no tenemos otro? No te preocupes. Ya viene tu
oportunidad de participar. Sólo tienes que renovar tu credencial y marcar una
boleta. Ya hiciste tu parte. Nosotros nos encargamos de lo demás. Sencillo,
fácil, sin dolor.
Sólo que no cambia nada
esencial. Ahí está el detalle. Si realmente
te preocupa tanta miseria, tanta injusticia, tanta destrucción de la naturaleza
y todo lo demás, tendrás que enfrentar esa realidad. Siempre se pueden
encontrar motivos para cerrar los ojos, encerrarse en la vida y los problemas
de uno mismo y tragarse el cuento de la trampa electoral. “Es que el PAN mejora
los servicios municipales”, me explicó una joven. Y es cierto, en la ciudad del
Bajío donde ella vive, el PAN puso botes de basura en los postes de la calle,
que no había antes. “Es que Peña Nieto hizo muchos programas en el Estado de
México”. Y es cierto, hizo varios programas, y a varios les tocaron láminas y cemento
y cosas por el estilo. “Es que AMLO hizo el seguro para los ancianos”, y es
cierto, por ahí se riegan unos pesitos al mes para este y otros programas.
¿Ese es nuestro precio? ¿Una
mejora del servicio municipal, unas láminas, unos pesitos y estamos dispuestos
a aceptar la miseria, las muertes, las injusticias, el negro porvenir del
planeta y la humanidad?
Hay que decirlo sin pelos en
la lengua: ésa es la lógica del esclavo que acepta su esclavitud y no piensa
más allá de quién sería el mejor amo. Y eso es lo que son cuando mejor las elecciones, la oportunidad de escoger cuales
representantes de los amos nos mantendrán esclavizados durante este sexenio. Se
necesita otra lógica, la lógica de
los esclavos que no están dispuestos a vivir de rodillas, la lógica de los
esclavos que se atreven a soñar y luchar, no sólo por su propia liberación,
sino con la emancipación de toda la humanidad, que se atreven a soñar y luchar
por un mundo ya no dividido en ricos y pobres, opresores y oprimidos, ni
siquiera entre los que trabajan con las manos y los que trabajan con la mente,
un mundo ya no atado por las cadenas del dinero, el patriarcado, el racismo, una
asociación libre y voluntaria de todos los seres humanos en que “habrá
principios colectivos y cooperativos para el bien común y dentro de eso, los
individuos y la individualidad van a florecer en una forma que jamás ha sido
posible”.[13]
Este es el camino de la lucha
independiente y sobre todo revolucionaria de las masas populares. El camino de
unirse ampliamente para combatir las injusticias sin apoyarse ni subordinarse a
los diversos representantes políticos de las clases dominantes, y emprender
estas luchas y un trabajo revolucionario multifacético de denuncia,
conscientización y organización desde la perspectiva de cómo acabar con toda la
locura de este sistema mortífero. Es, sin duda, el camino más difícil, pero es
el camino que conduce al cambio fundamental que emancipará a la humanidad.
Si no vas a votar porque ya
ves que no sirve de nada, qué bien. Si vas a votar de todos modos, total,
adelante. Lo esencial no es si votas o no votas. Lo esencial es si uno hace las
paces con este sistema, adormecido por la trampa electoral, o si salimos juntos
a la calle a combatir tanta injusticia, si nos esforzamos por desenmascarar lo
podrido que es este sistema, si nos encontramos en los grandes debates sobre la
transformación revolucionaria de esta sociedad, si nos atrevemos a soñar con un
mundo mucho mejor, y luchar por él.
Dos citas:
“Marx puso de relieve magníficamente esta esencia de la democracia capitalista, al decir… que a los oprimidos se les autoriza para decidir una vez cada varios años ¡qué miembros de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos en el parlamento!”
- Lenin, El estado y la revolución, Capítulo V.2.
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?
- Lo BAsico de los discursos y escritos de Bob Avakian, cap. 1 #22, p. 17
[1] Ver el artículo al respecto en este mismo número 16 de AR.
[2] “Ni aumento de impuestos ni creación de nuevas contribuciones y un
crecimiento económico de 6 por ciento anual, ofreció Andrés Manuel López
Obrador a empresarios locales”, en “Crecimiento de 6% anual, plantea López
Obrador a IP Jalisco”, La Jornada,
15/dic/2011.
[3] “López Obrador: más de lo mismo”, Aurora Roja No. 13, descarga gratuita en aurora-roja.blogspot.com.
Cabe mencionar que aunque el análisis de los limitantes del programa de AMLO en
ese artículo sigue siendo válido, hemos resumido que el título del artículo no
era exacto, ya que no tomaba en cuenta los aspectos en que hay divergencia en
el programa de AMLO y los programas de representantes de otros sectores de las
clases dominantes, por ejemplo sobre el petróleo.
[4] Citado de la columna El
Astillero, de Julio Hernández López, un partidario crítico de AMLO, en La Jornada, 8 nov 2011. Nuestro énfasis.
[5] Ver Bob Avakian, Democracia,
¿Es lo mejor que podemos lograr?, extractos en español del libro Democracia, Can’t We Do Better than That?,
Banner Press, Chicago, 1986, descarga gratuita en revcom.us.
[6] El sistema capitalista-imperialista mundial se expresa en México
como un capitalismo subordinado al imperialismo y ligado todavía a algunas
relaciones semifeudales, sobretodo en el campo.
[7] $1,334,741.80 por persona física o moral, según el dato más
reciente (2007) publicado por el IFE en su sitio: http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/Financiamiento/
[8] Para un análisis más profundo del tema, ver “El auge del crimen
organizado y la decadencia del criminal Estado mexicano”, Aurora Roja No. 15, disponible en http://aurora-roja.blogspot.com.
[9] Ver “López Obrador: Más de lo mismo”, Aurora Roja #14, páginas 32-34, disponible en
http://aurora-roja.blogspot.com.
[10] “Crecimiento de 6% anual, plantea López Obrador a IP Jalisco”, La Jornada, 15/dic/2011.
[11] Lo BAsico de los discursos y
escritos de Bob Avakian, RCP Publications, Chicago, 2011, capítulo 1, #23,
p. 18.
[12] Andrés Manuel López Obrador, “Con sus propias palabras – Salvemos a
la nación”, http://www.emedios.com.mx/oportunidadesdenegocios/texto.asp?id_noticia=8157823.
Nuestro énfasis.
[13] Lo BAsico de los discursos y
escritos de Bob Avakian, RCP Publications, Chicago, 2011, capítulo 3 #3, p.
35.
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