ALGO TERRIBLE, O ALGO VERDADERAMENTE EMANCIPADOR:
Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia
Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución
Bob Avakian, líder revolucionario, autor del Nuevo Comunismo
13 de diciembre de 2021
Escuche a Bob Avakian pronunciar este discurso, en inglés.
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BA Algo terrible o emancipador.pdf
En el transcurso de este discurso, me referiré y me adentraré más a unos puntos centrales que se desarrollan en dos documentos muy importantes que se destacan en nuestro sitio web revcom.us: Una Declaración, un Llamamiento a que se organice ahora para una revolución real; y un artículo mío, en complemento a esa “Declaración y Llamamiento”: Este es un momento poco común en que la revolución se vuelve posible — Por qué es así, y cómo aprovechar esta oportunidad poco común. Así que, para todos los que le están entrando a este discurso, todos los que se preocupan por las preguntas cruciales las que está comentando, también es importante leer (o volver) y adentrarse a fondo en esos documentos también — y tanto acudir regularmente a revcom.us como ver el show semanal de YouTube ¡Revolución, y Nada Menos!, los cuales ilustran claramente por qué se necesita con urgencia una revolución real, y por qué es posible, cuáles son los objetivos de esta revolución y cómo ser parte de los preparativos para esta revolución. De lo que hablaré aquí es, como dice el título, una base necesaria y una hoja de ruta básica para esta revolución.
Otro punto: voy a decir lo que hay que decir sobre cómo son las cosas, por qué son así, hacia dónde se encaminan las cosas y qué hay que hacer para cambiar esta situación radicalmente en un sentido positivo — y, como parte de eso, voy a decir sin rodeos ciertas verdades que seguramente van a ofender a algunas personas. Hago eso porque hay mucho en juego en todo esto, y (para referirme a una estrofa de Bob Dylan) ya se está haciendo tarde y no queda tiempo para hablar falsamente ahora. Pero no hago esto en el sentido de que las personas están envueltas tan profundamente en formas de pensar y de actuar que sirven a perpetuar su propia opresión y degradación, y también las de los demás, que no pueden romper con ellas. No. Hago esto precisamente porque entiendo que las masas de personas no solo necesitan, pero además pueden romper a fondo con todo eso — que pueden cambiarse radicalmente a sí mismas como parte, y en el proceso, de cambiar radicalmente el mundo, en un sentido emancipador.
Así que, entrémosle.
Aquí va el meollo del asunto: muchas personas —incluido alguien como Martin Luther King— han argumentado que intentar llevar a cabo una revolución para derrocar este sistema es suicida, particularmente para los negros en Estados Unidos — cuando, de hecho, el pueblo negro, y masas de otros oprimidos y explotados, necesitan profunda y desesperadamente esta revolución. La realidad es que tal revolución puede triunfar, pero esto es posible, particularmente contra poderosas fuerzas gobernantes, como en Estados Unidos, únicamente en momentos y circunstancias poco comunes. Y aquí va una verdad muy importante: éste es uno de esos momentos y circunstancias poco comunes.
Es importante no desperdiciar, despilfarrar, desaprovechar este momento poco común. Más bien, es necesario prepararnos activamente para una revolución y trabajar vigorosa y sistemáticamente para una revolución —ahora, y de manera continua— para acumular las fuerzas científicamente orientadas y poderosamente organizadas para esta revolución, y preparar el terreno para ésta.
Y por eso los comunistas revolucionarios decimos:
A toda persona que ya no soporte este mundo tal como está … que esté harta del trato a tantas personas como si fueran menos que humanos … que reconozca que la supuesta “libertad y justicia para todos” es una mentira cruel … que esté justamente enfurecido porque la injusticia y la desigualdad siguen, y siguen, y siguen, a pesar de las falsas promesas y palabras almibaradas de aquellos que están en el poder (o aquellos que aspiran a conseguirlo) … a toda persona que se angustie ante el rumbo por el cual se encaminan las cosas y el hecho de que ser joven ahora implica carecer de un futuro digno, o de plano de un futuro … a toda persona que haya soñado alguna vez con algo mucho mejor, o alguna vez se haya preguntado si eso es posible … a toda persona que anhele un mundo sin opresión, explotación, pobreza y destrucción ambiental … a toda persona con corazón para luchar por algo por lo que realmente vale la pena luchar: Tú tienes que ser parte de esta revolución.
Nos referimos a una revolución real, y no a tantear y regatear con algunos cambios que dejan este sistema en pie y en el poder, mientras que solo un pequeño número de personas se benefician. Como deja muy claro la “Declaración y Llamamiento”:
Una revolución implica una fuerza de millones de personas, de muchos diferentes sectores de la sociedad y organizadas para una lucha total para derrocar este sistema y reemplazarlo por un sistema económico y político radicalmente diferente y mucho mejor, un sistema socialista, que se base en satisfacer las necesidades de la gente y en llevar adelante la lucha por un mundo comunista donde por fin se ponga fin, por todas partes, a la explotación, la opresión y la destrucción del medio ambiente que están integradas en este sistema del capitalismo-imperialismo. Cualquier cosa menos que esta revolución no lidiará para nada con la raíz de todos los problemas ni conducirá hacia la verdadera solución. [Énfasis añadido.]
Así que adentrémonos más a fondo en por qué éste es uno de esos momentos y circunstancias poco comunes en que esta revolución es posible, y lo que hay que hacer para que haya una verdadera oportunidad de que esta revolución realmente triunfe.
Primero, que tengamos claridad sobre las siguientes VERDADES BÁSICAS:
Vivimos bajo un sistema: — el sistema del capitalismo-imperialismo (el capitalismo es un sistema económico y político de explotación y opresión, y el imperialismo se refiere a la naturaleza mundial de este sistema).
Es este sistema el que es la causa básica del tremendo sufrimiento al que está sometida la gente en todo el mundo; y este sistema representa una amenaza creciente a la existencia misma de la humanidad, en la manera en que este sistema está destruyendo rápidamente el medio ambiente global y en el peligro de una guerra entre las potencias capitalistas-imperialistas con armamento nuclear, como Estados Unidos y China.
Todo esto es la realidad y nadie puede escapar a esta realidad. O la cambiamos radicalmente, de manera positiva, o todo cambiará de manera muy negativa.
Para que quede muy claro una vez más: cambiarla de manera positiva significa hacer una revolución — una revolución real, para derrocar este sistema del capitalismo-imperialismo y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y emancipador. Porque también es una verdad básica que: en el mundo de hoy, para cambiar en lo fundamental la sociedad, es necesario tomar el poder — derrocar el poder estatal existente y establecer un nuevo poder estatal.
Y aquí va otra verdad muy importante de la “Declaración y Llamamiento”:
Hemos visto el potencial para la revolución manifestado poderosamente en el verano de 2020 cuando millones de personas, de todas las razas y géneros, en todas partes de Estados Unidos y en todo el mundo, se alzaron hombro a hombro contra la opresión racista y el asesinato policial. Hemos visto este potencial en los brotes de rebelión de masas de mujeres, en países por todo el mundo, negándose a conformarse con el abuso y la degradación. También se revela este potencial en la profunda angustia la que expresan científicos así como millones de personas comunes, en torno a la crisis climática cada vez peor y el peligro que encierra para el futuro de la humanidad — una crisis que este sistema no puede resolver, sino que sólo puede agravar.
Como también hemos visto, cuando millones de personas sí se toman las calles —y especialmente cuando no solamente expresan sus sentimientos por un día o dos, y luego vuelven a casa, y las cosas vuelven rápidamente a la “normalidad”, pero cuando lo hacen con una verdadera determinación y de una manera sostenida—, eso puede cambiar el “ambiente y alineamiento político” en la sociedad en su conjunto, impeliendo a todos los sectores de la sociedad, y a todas las instituciones gobernantes importantes, a responderle. Para citar una vez más un ejemplo poderoso, tal fue el caso del levantamiento masivo en el verano de 2020.
Pero, por muy importante que sea, cuando millones de personas se tomen las calles, incluso de manera combativa y sostenida, eso en sí y de por sí no puede conducir a un cambio fundamental — algo que puede ocurrir únicamente si de hecho se hace que caiga el sistema contra el que se están rebelando.
Se han dado muchas situaciones en diferentes países donde una enorme parte de la sociedad se ha rebelado, lo que incluye ocupar las calles durante semanas y meses, pero las instituciones gobernantes, y en particular la policía y las fuerzas armadas, no “se vinieron a pedazos” y la gente no estaba preparada para llevar la lucha al siguiente nivel — y por eso, no se dio ningún cambio fundamental. También se han dado resultados desastrosos cuando personas que se levantan en una revuelta de masas han creído erróneamente que, simplemente porque su causa es justa, las fuerzas armadas del sistema existente se simpatizarán y se le unirán — cuando en realidad esas fuerzas armadas continuaron en su papel como ejecutores violentos del sistema existente y, tarde o temprano, actuaron para reprimir por la fuerza al pueblo.
No. Es necesario derrocar el sistema opresivo existente — es necesario que por fin una fuerza revolucionaria organizada haga añicos, derrote y desmantele las instituciones de supresión violenta de este sistema. Ello es lo que se necesita para que las cosas vayan más allá de las protestas de masas, por combativas y decididas que sean, y se conviertan en una revolución real.
En referencia específicamente a Estados Unidos, inclusive en una situación en la que millones de personas están tomándose las calles, de manera sostenida, en decidida rebelión contra la opresión y la injusticia, e incluso cuando algunos de entre las fuerzas armadas de este sistema simpaticen y se identifiquen con esta rebelión, es muy poco probable que eso, en sí, lleve a que esas fuerzas armadas se escindan y una parte importante de ellas se sumen a las personas que están sublevándose en ese sentido. (Esto es aún más cierto en el caso de la policía, cuyas filas están llenas de brutos duros de derecha).
Es un hecho que uno de los objetivos de la revolución —y lo que sería una parte necesaria de la estrategia de las fuerzas revolucionarias— sería ganarse a partes importantes de las fuerzas armadas que al inicio se oponen a la revolución. Pero la posibilidad de que eso ocurra, y la forma en que podría consumarse, dependerían de la manera en la que se desenvolviera de hecho el proceso revolucionario.
En adelante, hacia el fin de este discurso, comentaré este tema de manera más directa y examinaré algunos aspectos esenciales de la doctrina y enfoque estratégico que las fuerzas revolucionarias tendrían que aplicar a fin de tener una verdadera oportunidad de ganar, cuando se hubieran gestado las condiciones necesarias para la lucha revolucionaria total — incluido el enfoque de ganarnos a fuerzas provenientes del bando contrario, en el curso de esa lucha total. Y, como parte de eso, comentaré la manera en que, en una verdadera guerra civil, librada entre sectores opuestos de la sociedad, las cosas podrían desarrollarse de tal manera que las fuerzas armadas que habían sido la columna vertebral del poder estatal, al imponer el sistema capitalista-imperialista existente, se escindirían en el contexto de semejante guerra civil — y cuáles serían las implicaciones de ello para llevar la revolución a un desenlace triunfante.
Pero, antes de eso, es importante adentrarse en esta pregunta fundamental: ¿Cuáles son las condiciones necesarias para una revolución? En términos básicos, son:
Una crisis en la sociedad y en el gobierno que sea tan profunda y que trastorne tanto “la manera acostumbrada de hacer las cosas”, que aquellos que nos han gobernado, durante tanto tiempo, ya no puedan hacerlo de la forma “normal” la que, por su condicionamiento, la gente acepte.
Un pueblo revolucionario que cuente con millones y millones de personas, cuya “lealtad” a este sistema se haya roto, y su determinación de luchar por una sociedad más justa sea más grande que su temor por la represión violenta de este sistema.
Una fuerza revolucionaria organizada —conformada por cantidades cada vez más grandes de personas, de entre los más oprimidos pero también de muchas otras partes de la sociedad— una fuerza que se base en el enfoque más científico para impulsar y luego llevar a cabo una revolución y que trabaje sistemáticamente por aplicar ese enfoque, y a la cual masas de personas recurran cada vez más para que las dirija a fin de realizar el cambio radical que se necesita con urgencia.
Para adentrarnos más a fondo en esto, comencemos por centrarnos en la primera de estas condiciones.
Hay cierta experiencia histórica importante de la que aprender — situaciones en las que una clase dominante ya no podía gobernar de la “manera acostumbrada” que la gente había sido condicionada a aceptar, y surgió una verdadera posibilidad de poner fin al sistema existente, incluso un sistema que había estado tan poderosamente atrincherado que desde hace mucho tiempo semejante cambio profundo había parecido imposible. Esto ha ocurrido especialmente cuando la clase dominante, o un sector de la clase dominante, de ese sistema ya no cree en lo que habían sido las “normas aglutinantes” —el conjunto regulador de creencias y procesos— de ese sistema, y las abandona más o menos abiertamente.
Un ejemplo de ese tipo de cosas —lo que conllevó un cambio importante, aunque no fue causado por una revolución real— es el colapso de la Unión Soviética en los años 1989-1991. La Unión Soviética fue el primer estado socialista en el mundo, creado por medio de la Revolución Rusa de 1917. Sin embargo, la verdad es que en los hechos el capitalismo había sido restaurado en la Unión Soviética, a mediados de la década de 1950 — aunque durante algún tiempo siguió manteniendo la fachada de “socialismo”. Pero luego, en la década de 1980, se instituyeron “reformas” las que empezaron a hacer deshilachar todo eso, y por fin algunos sectores de la clase dominante abandonaron la apariencia del socialismo, y el país experimentó una transformación hacia una sociedad abiertamente capitalista, y hasta descartó su identidad externa como la “URSS” (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). El mismo tipo de cosas ocurrió en algunos países de Europa del Este que habían estado bajo el dominio efectivo de la Unión Soviética — países donde se dieron levantamientos masivos, las estructuras gobernantes se vinieron a pedazos y el resultado fue un cambio del capitalismo disfrazado al capitalismo abierto — un cambio importante, aunque no fuera una revolución real.
Esto, una vez más, es parte de un fenómeno más general en que un cambio importante, e incluso una revolución real, puede volverse posible (o más posible) no simplemente cuando haya una profunda crisis en la sociedad, y no solo cuando las fuerzas dominantes estén fuertemente divididas, pero cuando de hecho se vengan a pedazos, y la vieja forma de gobernar ya no pueda sostenerse. Otro ejemplo de este tipo de cosas es la creación de la propia Unión Soviética, producto de la Revolución Rusa. Eso ocurrió durante la Primera Guerra Mundial, en la que millones de rusos murieron y las masas de personas en general sufrieron tremendas penurias. En esa situación crítica, las fuerzas gobernantes de ese país se escindieron, lo que resultó primero en el derrocamiento del gobierno de los monarcas absolutos (los zares) desde hace mucho atrincherado, pero con la creación de una oportunidad para una revolución la cual derrocó a las clases explotadoras en su conjunto, entre ellas las fuerzas burguesas que intentaban consolidar un gobierno capitalista sin los zares.
O, veamos otro ejemplo importante, en esta ocasión de la historia de Estados Unidos: ¿Por qué tantos negros (casi doscientos mil) se sumaron al Ejército de la Unión en los combates contra la Confederación esclavista del Sur durante la Guerra Civil en la década de 1860? Porque Estados Unidos, y quienes lo gobernaban, se habían escindido, y masas de negros podían intuir que, en esa situación, existía una verdadera posibilidad de poner fin a su condición de esclavización, lo que sí ocurrió como consecuencia de esa Guerra Civil.
¿Cómo se aplica este tipo de cosas a Estados Unidos ahora? Como a diario se está evidenciando más, existen divisiones profundas y cada vez más profundas, no solo en Estados Unidos en general sino también entre los poderes gobernantes de este sistema. Y, como me adentraré en más detalle en adelante, una parte de esos poderes gobernantes, representada por el Partido Republicano, ya no cree en lo que han sido las “normas aglutinantes” del gobierno capitalista “democrático” en Estados Unidos, ni se siente obligada por dichas normas. Eso está conduciendo, y conducirá cada vez más, a crecientes divisiones y choques amargos en toda la sociedad, así como en la “cima”. Todas las instituciones gobernantes de este sistema se verán cada vez más afectadas por esta situación. La polarización continuará agudizándose, en que las fuerzas agrupadas y encabezadas por el Partido Republicano se vuelven aún más agresivas al insistir en imponer, incluso por medios violentos, su visión de lo que “hace que Estados Unidos tenga grandeza”, con todos los horrores muy reales, por encima de todos los horrores, que eso supone.
Todo esto en sí tendrá efectos contradictorios — algunos de ellos definitivamente negativos, pero otros de ellos positivos o con potencial positivo. Y, a medida que esta situación se desenvuelva, esta verdad profunda se demostrará con cada vez más fuerza: la crisis y las divisiones profundas en la sociedad únicamente podrán resolverse por medios radicales, de un tipo u otro — ya sea por medios radicalmente reaccionarios, asesinamente opresivos y destructivos o por medios revolucionarios radicalmente emancipadores.
Con todo eso, lo que se necesita con urgencia, lo que es posible —y por lo hay que trabajar de manera activa e incansable, para que de veras se dé un desenlace positivo en todo esto— es un alineamiento fundamentalmente diferente en Estados Unidos en su conjunto: una Repolarización la que favorezca, y active a las fuerzas necesarias para, una revolución — una revolución real para derrocar este sistema, y crear un sistema radicalmente diferente y mucho mejor.
Pero, ¿por qué y cómo podría ser posible hacer surgir tal repolarización para una revolución real?
Esto se debe a algo que es muy diferente, en un sentido muy profundo, a lo que ha sido, durante generaciones, la “situación acostumbrada” en Estados Unidos. Comenté la manera en que ha ocurrido esto, en lo siguiente de “Momento poco común”:
Aunque “la democracia, con libertad y justicia para todos” es una mentira cruel, esta mentira ha sido crucial para que los gobernantes de este país mantengan la articulación de las cosas bajo este sistema — y especialmente para conseguir que las personas que están oprimidas bajo este sistema crean en la posibilidad de hacer que este sistema sea más justo. Por eso, ambos partidos de la clase dominante en general estaban de acuerdo, durante mucho tiempo, en trabajar dentro del mismo marco para gobernar a este país — estaban de acuerdo en aceptar los resultados de las elecciones y en llevar a cabo “la transferencia pacífica del poder” entre los diferentes representantes de este mismo sistema, ya sean demócratas o republicanos.
Con las condiciones cambiantes en este país, y en el mundo en su conjunto, durante el tiempo transcurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (hace 75 años), ha sido necesario que la clase dominante, para mantener “el orden y la estabilidad” en este país, hiciera ciertas concesiones a la lucha contra la supremacía blanca, la supremacía masculina y algunas otras relaciones opresivas, mientras que al mismo tiempo insistiera en que todo eso fuera parte de “crear una unión más perfecta” y “perfeccionar aún más la gran democracia que siempre ha existido en este Estados Unidos”. Esto también ha sido necesario para que los gobernantes de este país continúen promocionándolo como “el líder del mundo libre”, que ellos dicen que es necesario que siga siendo la potencia dominante en el mundo — pero que, en realidad, es la potencia más opresiva y destructiva, que saquea a las masas de personas así como a la Tierra.
Pero un sector de la clase capitalista gobernante, representado por el Partido Republicano, siempre se ha resistido incluso a dar estas concesiones parciales a la lucha contra la opresión, y ha llegado a convencerse de que ahora estos cambios han ido muy lejos, que amenazan con destruir lo que ha mantenido la articulación de este país y lo que le ha permitido dominar al mundo.
Los republicanos se han convertido en un partido fascista —un partido basado en la abierta y agresiva supremacía blanca, supremacía masculina y otras relaciones opresivas— un partido convencido de que es el único que se merece gobernar, que actúa para manipular las elecciones y suprimir los votos con el fin de conseguir y aferrarse al poder, que se niega a aceptar los resultados de las elecciones que no gana, que está decidido a destripar y pervertir el “estado de derecho”, pisotear los derechos de la gente y adoptar lo que constituye una dictadura capitalista indisimulada, que está listo a utilizar la violencia no sólo contra las masas de personas sino también contra sus rivales en la clase dominante.
Estos republicanos han movilizado a un sector importante de la población que cree, con una pasión intensa e irracional, que hay que defender e imponer firmemente la supremacía blanca, la supremacía masculina y otras relaciones opresivas (así como el desenfrenado saqueo del medio ambiente). Esa gente ha sido impulsada hasta entrar en un estado de demencia cruel, al abrazar todo tipo de teorías conspirativas lunáticas, junto con un fundamentalismo cristiano enloquecido, como respuesta a la amenaza que ven a su posición de privilegio (u “ordenada por dios”) y su insistencia en que algunas concesiones adicionales a la lucha contra la opresión destruirán lo que ha “hecho que Estados Unidos tenga grandeza”.
A diario, y en mil sentidos, la realidad clama por que no se conviva con esta demencia fascista — ¡y porque nadie quiera hacerlo! No hay manera en que ninguna persona decente quiera vivir en la sociedad, y en el mundo, que estos fascistas están decididos a crear, que están dispuestos a matar para crear.
Como escribí en mi Declaración de Año Nuevo, de enero de 2021:
Biden y los demócratas no pueden “hacer que se unifique el país”, como dicen falsamente, porque no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo!
Al principio de su campaña para la presidencia, Biden se jactaba de que, como senador, ¡podía trabajar con los segregacionistas supremacistas blancos del Sur! Ahora, todavía está tratando de trabajar con los descarados supremacistas blancos y francos fascistas del Partido Republicano. Pero, por mucho que él lo intente, ellos no están dispuestos a trabajar con él — excepto bajo sus propios términos.
Las cosas no son como eran en el pasado, y la realidad es la siguiente: no es posible limar las divisiones profundas, al interior de la clase dominante, y en la sociedad en general — únicamente se volverán más profundas y agudas, más encarnizadas y antagónicas. Aquí va la verdad fundamental que hay que entender clara y profundamente:
No es posible resolver estas divisiones… en el marco que ha existido, y que ha mantenido la articulación de las cosas, durante casi 150 años, desde poco después del fin de la Guerra Civil de Estados Unidos que condujo a la abolición de la esclavitud — no es posible resolverlas sobre la base de la “democracia” capitalista que ha sido la forma “normal” de gobierno capitalista (dictadura) durante tanto tiempo.
Y:
Esta situación poco común, con la profundización y la agudización de los conflictos entre los poderes gobernantes, y en la sociedad en general, pone una base más fuerte y oportunidades más grandes para romper el control de este sistema sobre las masas de personas.
Es extremadamente importante comprender lo siguiente de manera profunda:
A medida que se desarrolle esta situación, y la clase dominante tenga cada vez menos capacidad de gobernar según la anterior manera de hacerlo, es posible que se vuelvan cada vez más agitadas y caóticas la sociedad y la vida cotidiana de las masas de personas, de diferentes partes de la sociedad, con frecuentes “trastornos” de la manera “normal” en que las cosas han existido.
Y a medida que la “manera normal” en que se ha gobernado a la sociedad deje de mantener la articulación de las cosas —y la sociedad esté desgarrándose cada vez más—, es posible que esto haga flaquear la creencia de la gente en que “la manera en que siempre han sido las cosas” es la única manera en que las cosas pueden ser. Puede hacer que haya más receptividad en la población a cuestionar —en un sentido real puede obligar a la gente a cuestionar— la manera en que han sido las cosas, y si tienen que seguir siendo así. Y es mucho más probable que esto ocurra si las fuerzas revolucionarias están en la sociedad entre las personas arrojando una luz sobre la realidad más profunda de lo que está ocurriendo, y por qué, y explicando que SÍ QUE EXISTE una alternativa a vivir así.
Esta es una parte crucial de la manera en que se podría gestar una situación revolucionaria — una situación en la que sea posible en realidad hacer caer este sistema.
Por otro lado, “dejadas las cosas tal como están” —es decir, si el actual carácter y dinámicas de todo esto se mantienen en el mismo curso en el que se encuentran ahora—, esta situación, las divisiones que la caracterizan y el desenlace resultante de ella casi con certeza van a volverse aún más terriblemente negativos. Así que, es necesario cambiar todo eso radicalmente, en lo que es un lapso de tiempo relativamente corto y “comprimido” — no simplemente de semanas o meses, pero tampoco de décadas. Si las cosas aún no se hubieran hecho erupción por completo anteriormente, es muy probable que las elecciones presidenciales programadas para 2024 sean un punto focal crítico y un punto de viraje, por lo cual los republicanos fascistas intentarán ganar y consolidar a martillazos el poder sobre la sociedad, y poner fin a cualquier posibilidad de una futura “transferencia del poder” que se les saliera de las manos.
Con la continuación de la Gran Mentira por parte de los republicanos de que las últimas elecciones presidenciales (de 2020) le fueron robadas a Trump, sus maniobras para suprimir votos y su orientación general de que, en cualquier caso, con respecto a las elecciones presidenciales de 2024 (suponiendo que se celebren), el único desenlace aceptable es que ellos sean declarados y confirmados como ganadores — todo eso ha dejado en claro que ellos no permitirán ninguna “transferencia pacífica del poder” en el gobierno, a menos que resulte en su llegada al poder. Cantidades crecientes de personas de orientación fascista en Estados Unidos están preparadas para usar la violencia al perseguir su perversa noción de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza” — y la dirigencia republicana está lista para valerse de eso, si no pueden llegar al poder de otra forma. Los funcionarios electos republicanos, entre ellos los miembros del Congreso, ya están azuzando sentimientos a favor de semejante violencia y ya están apoyando a las turbas fascistas que han tomado parte en esta violencia.
En la situación de las elecciones presidenciales de 2020, fue posible derrotar y sacar a Trump por medio de esas elecciones, y fue importante hacerlo, como una acción táctica para impedir una consolidación más extensa del gobierno fascista en ese mismo momento. No obstante, incluso con esa derrota electoral, Trump y sus partidarios casi lograron dar un golpe de estado que hubiera resultado en su permanencia en el poder, en desafió al resultado de las elecciones y a la “transferencia pacífica del poder” de un sector de la clase dominante a otro. Y las cosas han avanzado, y siguen avanzando rápidamente, más allá de la situación que existía con esas elecciones de 2020 y en sus secuelas inmediatas.
Además, el proceso electoral de este sistema en sí va en contra del tipo de cambio fundamental que ahora se necesita con urgencia. Entre otras cosas, reduce los horizontes de las personas, restringiendo las “opciones realistas” a lo que es posible dentro de los límites de este sistema y condicionando a las personas a ver y abordar las cosas según los términos de este sistema. Continuar votando por los demócratas e intentar, por medio del proceso electoral, impedir una exitosa toma y consolidación del poder por los republi-fascistas, muy probablemente fracasará y, en lo más fundamental, contribuirá a que las cosas continúen por el camino desastroso en el que se encuentran ahora, con terribles consecuencias para los miles de millones de personas sobre este planeta — para la humanidad en su conjunto.
Como enfaticé en mi Declaración de Año Nuevo:
La derrota electoral del régimen de Trump y Pence sólo “gana cierto tiempo” — tanto en relación al peligro inminente constituido en el fascismo que este régimen representa, como más fundamentalmente en términos de la crisis potencialmente existencial que la humanidad está enfrentando cada vez más a consecuencia de estar atada a las dinámicas de este sistema del capitalismo-imperialismo. Pero, en términos esenciales, el tiempo no juega a favor de la lucha para un futuro mejor para la humanidad.
Corre el tiempo, y con él el impulso actual de las cosas hacia un desenlace desastroso. Es importante no desperdiciar el tiempo que aún existe en lo que serían, especialmente ahora, maniobras insignificantes en el marco de este sistema y sus elecciones. Es necesario aprovechar este tiempo, con la urgencia necesaria, para impulsar las cosas hacia la única resolución que pueda evitar ese desastre, y arrancar algo verdaderamente positivo a todo esto: una revolución real.
A lo largo del resto de este discurso, voy a comentar más detalladamente lo que se necesita hacer para que exista la base para realmente hacer esta revolución; y hacia el fin de este discurso, pasaré directamente a examinar la orientación básica para librar la lucha total por una revolución, con una verdadera oportunidad de ganar. Pero en esta parte es necesario enfatizar una verdad crucial: todo depende de gestar un pueblo revolucionario, de entre los más amargamente oprimidos, y de todas las partes de la sociedad, que primero cuente con miles y luego con millones de personas, como una poderosa fuerza revolucionaria, organizada desde el principio y de forma consecuente con una perspectiva que abarca todo el país, impactando a toda la sociedad y cambiando los términos de la manera en que las masas de personas ven las cosas y la forma en que cada institución tiene que responder. Todo debe centrarse ahora en realmente hacer nacer y organizar esta fuerza revolucionaria.
La forma básica de hacer esto se explaya en la “Declaración y Llamamiento”. En primer lugar:
Necesitamos cambiar urgentemente la situación en la que para nada hay suficientes personas que estén enteradas de esta revolución y participen en ella. Necesitamos que en todas partes se conozcan esta revolución y su dirección. Necesitamos retar y luchar seriamente con las personas a nuestro alrededor, y con gente por todo el país, a que hagan algo que, sí, requiere corazón de verdad y tendrá un verdadero efecto positivo: ser parte de esta revolución y seguir a esta dirección revolucionaria. Necesitamos organizar a cada vez más personas en las filas de la revolución.
Así que, ¿qué quiere decir ponernos a trabajar ahora para organizar a las personas en esta revolución? Como explica la “Declaración y Llamamiento”:
Organizar a las personas en esta revolución implica difundir el mensaje de la revolución a personas de todo tipo —no solo donde haya protestas y rebeliones contra la opresión y la injusticia, sino en todas partes— difundir el mensaje de la revolución y juntar personas (en vivo y virtualmente) para bregar sobre por qué hace falta una revolución real, lo que dicha revolución supone y qué tipo de sociedad se propone. Esto ayudará a las personas que están empezando a conocer la revolución a que ellas mismas se conviertan en organizadores para esta revolución y que recluten a cada vez más personas para que hagan lo mismo. Sobre esta base, y por medio de la acción colectiva de crecientes filas de la revolución en la forma de una fuerza cada vez más poderosa, será posible atraer y organizar a las cantidades de personas necesarias, y acumular la fuerza necesaria, para estar en la posición de hacer lo que hay que hacer.
Necesitamos luchar duro con las personas para que asuman la orientación y la estrategia, los valores y los objetivos, para esta revolución y para que se dediquen a trabajar por esta revolución, a la vez que unamos a crecientes cantidades de personas para luchar contra los abusos, la brutalidad y la destrucción perpetrados por este sistema, y por medio de todo eso conseguir que miles y luego millones de personas estén preparadas y fortalecidas para deshacerse de este sistema que causa tanto infierno para la gente. Tenemos que esgrimir esta creciente fuerza revolucionaria para hacer frente a este sistema y sus ejecutores asesinos y para cambiar todo el “terreno” (la situación política, social y cultural y la “atmósfera”) en toda la sociedad, para debilitar el control que este sistema tiene sobre la gente, conseguir que más gente deje de hacer cosas que fortalezcan y den legitimidad a este sistema, y crear las mejores condiciones posibles para que esta revolución triunfe.
Aunado a eso, hay que aplicar de manera consecuente la siguiente comprensión y enfoque básico:
Un principio y método importante al organizar gente en la revolución es el entendimiento de que, si bien la revolución requiere un compromiso serio, el nivel de compromiso, en cualquier momento dado, “en esencia corresponde a cuáles aspiraciones han sido despertadas o han sido desarrolladas en las personas, y se basan en esas aspiraciones, y a lo que están llegando a comprender que se requiere en relación con eso”, y este compromiso “debe partir de lo que se ha ganado a las personas mismas a reconocer (sí, las que se ha ganado por medio de lucha, incluso a veces lucha aguda) como una contribución necesaria y esencial a la revolución”. La gente puede empezar con las tareas básicas que puede hacer sin dificultad y tener la confianza para hacerlas, las que contribuyen realmente a construir la revolución, y puede aprender a asumir más responsabilidad conforme tenga más experiencia y profundice su entendimiento. Lo importante es que son parte del proceso de construir la revolución, al lado de otras. Hay que tener claramente en mente estos principios y métodos y aplicarlos durante todas las etapas de la participación de la gente en la revolución, para capacitar el continuo desarrollo de su entendimiento y compromiso.
(Lo anterior es de la Segunda parte de mi discurso Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución.)
Como deja en claro la “Declaración y Llamamiento”, para ganarnos a las masas de personas hacia la revolución, es necesario emprender una tremenda cantidad de lucha, no solo contra el sistema que es la fuente de los horrores a los que la gente está sometida continuamente, sino también contra las maneras de pensar y de actuar entre las personas que de hecho “internalizan”, y sirven a perpetuar, este sistema y las maneras de pensar que éste promueve, con sus relaciones monstruosamente opresivas y valores putrefactos — maneras de pensar y de actuar que obran en contra de la repolarización que se necesita con urgencia para tener una verdadera oportunidad de aprovechar esta oportunidad poco común de hacer una revolución.
En Esperanza para la humanidad — sobre una base científica, señalé la caracterización de la polarización actual hecha por el ex congresista republicano fascista Steve King — de que se habla mucho de otra guerra civil y que uno de los bandos (el fascista) está fuertemente armado (con 8 millones de millones de balas) mientras que el otro bando (“concienciado”) no puede decidir cuál baño usar. Aunque esa caracterización encierra cierta distorsión real y una clara calumnia contra las personas trans, hay una observación demente, y demasiada verdad, en este comentario de parte de ese King fascista. Y, si esta polarización permanece esencialmente sin cambios, tendrá implicaciones aún peores, a medida que las cosas se desarrollen y se intensifiquen aún más.
Muy relacionada con eso y como expresión de eso, se tiene la realidad de que hoy, en particular entre las clases medias, las cosas siguen demasiado en concordancia con las palabras del poeta Yeats: Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de intensidad apasionada. Son los fascistas los que han declarado “¡esto es guerra!” — quienes sienten de manera visceral que la forma en que están encaminadas las cosas les es completamente intolerable, es una amenaza existencial a una forma de vida y a un país del que ellos creen que es digno formar parte. Y, en sus mentes dementes, el gobierno (o el gobierno que está en manos de los demócratas, o que está fuertemente influenciado por los demócratas) está trabajando para hacer que sigan las cosas por este rumbo y, por lo tanto, es completamente ilegítimo. Al mismo tiempo, entre lo que se puede llamar con razón “las personas decentes”, aquellas que se oponen a estos fascistas, existe una cantidad exageradamente grande de indiferencia, ignorancia y de hacer caso omiso —o incluso de seguir negando— respecto a lo que está pasando, en una cantidad exageradamente grande de casos resultan arrullados por una sensación somnífera de que la manera en que avanzan las cosas favorece la manera en que ellos quieren que avancen las cosas, o al menos que “las cosas se resolverán” de una manera que esté de acuerdo con sus inclinaciones. O, en la medida en que se reconozca que eso no es cierto (por ejemplo, con la aceleración de la crisis ambiental), esto ha llevado en demasiados casos al derrotismo, al cinismo y a la pasividad.
Pero el problema abarca mucho más que eso. Como también señalé en Esperanza para la humanidad:
[O]tro elemento de esto que no podemos pasar por alto es que, si bien una buena parte de lo que King describe se aplica de cierta manera demente, en particular a las personas progresistas o a las personas de clase media llamadas “concienciadas”, existe otro tipo de problema con respecto a las personas oprimidas más básicas, y en particular a los jóvenes — un gran problema de que sus armas ahora están apuntadas los unos a los otros entre sí…. esto es algo que hay que transformar radicalmente al construir un movimiento para una revolución real.
En adelante, diré más al respecto. Pero en esta parte es importante llamar la atención sobre lo que ha sido, al menos hasta ahora, el trato “blando” a aquellos que participaron en el motín del 6 de enero de 2021 en el Capitolio y la intentona de golpe de estado de Trump — los cargos leves y las condenas indulgentes que se han rendido en los casos judiciales sobre esto, así como el hecho de que no ha habido ninguna acción para impugnar a Trump y otras figuras políticas fascistas importantes. Esto trae a la mente la forma en que se manejaron las cosas en Alemania, con el ascenso del movimiento fascista NAZI allá, encabezado por Hitler. En la década de 1920, Hitler encabezó lo que se denominó el “Beer Hall Putsch” [golpe de la cervecería] — un torpe intento de llegar al poder mediante un golpe de estado mal organizado que carecía de la planeación y el apoyo necesarios. Pero Hitler en particular recibió un trato con mucha indulgencia, y este “Beer Hall Putsch” en efecto se convirtió en un ensayo general para la posterior toma y consolidación del poder por parte de los NAZIs, el aplastamiento de toda oposición efectiva y todas las posteriores horribles atrocidades de los NAZIs. (El paralelo se refleja en lo que algunas personas han dicho hoy para describir la intentona de golpe de estado de Trump y sus partidarios después de las elecciones de 2020, y en particular el asalto al Capitolio el 6 de enero: “¿Cómo se le llama un golpe de estado fallido? ¡Un ensayo general!”)
Mientras tanto, ¿cómo está la situación “al otro lado de la divisoria” y, en particular, entre las personas que se dicen “concienciadas”? Cabe decir sin rodeos que la “concienciación” se está convirtiendo en una broma — una broma de mal gusto. La consigna que los revcom han lanzado, “Crees que estás concienciado, pero caminas dormido en una pesadilla”, captura algo muy importante. Pero cabe agregar que esta “concienciación”, con su evasión y desviación de la verdadera lucha que hay que librar, y su sustitución de “cambio de palabras” y “cultura de la cancelación” en lugar de esta lucha, en realidad está contribuyendo y fomentando esta pesadilla.
Un ejemplo ridículo, y escandaloso, de eso es la tergiversación por parte de la ACLU [Unión Estadounidense por las Libertades Civiles] de un pronunciamiento de la anterior jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg sobre el derecho al aborto de las mujeres: de hecho, ¡la ACLU reemplazó “mujer” por “persona” (y “ella” por “ellos”)! Eso es parte de un fenómeno más amplio que, en representación de los derechos trans, en realidad fomenta conceptos en el sentido de borrar a las mujeres. Pero borrar retóricamente el concepto de mujer no borra ni puede borrar la realidad de la existencia, y de la horrorosa opresión, de miles de millones de mujeres en este mundo real. Lo que hace en realidad es socavar la lucha masiva y militante que se necesita con urgencia contra los crecientes ataques y la sujeción más fuerte de las cadenas de la opresión a la mitad de la humanidad que es femenina.
Si la ACLU, y otros, que han hecho cosas buenas en el pasado, continúan por este camino, socavarán gran parte del bien que han hecho, y una buena parte de lo que todavía podrían hacer, y lo que hace falta que hagan.
¿Estas personas “concienciadas” y “progresistas” realmente creen que un enfoque de cambiar términos (sustantivos, pronombres, etc.) efectivamente conducirá a cambiar el mundo de una manera positiva?
¿Realmente creen que decir que la opresión es “agencia” la hace menos opresiva (por ejemplo, cuando las mujeres están envueltas en la prostitución y la pornografía, calificar eso de “agencia” hace que sea algo distinto a la horrorosa opresión a la que están sometidas esas mujeres, y lo que perjudica muchísimo a todas las mujeres)?
¿Realmente piensan que tener más “inclusión” de los oprimidos en las instituciones dominantes y en las estructuras de poder de este sistema del capitalismo-imperialismo cambiará en efecto la naturaleza fundamental y horriblemente opresiva de este sistema? (El Primer Presidente Negro... Primera Vicepresidenta... Primer Asiático… Primer Latinx… Primer Gay… Primer Trans… Primer… ¡PERO EL MISMO SISTEMA! )
¿O es el problema más profundo que trabajar por un cambio que en realidad conduciría a poner fin a la opresión sea algo que estas personas “progresistas” y “concienciadas” simplemente hayan abandonado, o en el que nunca hayan pensado en serio?
Con respecto a la “gente concienciada” —y en particular toda la onda de “la cultura de la cancelación”— es necesario decir: Se está brutalizando y tratando con saña a las masas de personas, el mundo está ardiendo (literal y figurativamente) y estás preocupado por cambiar los rostros de quienes presiden estos horrores, y desprecias a las personas si no usan los sustantivos y pronombres que apruebas, o que en algún otro sentido violan los estándares de la “concienciación” que se mutan constantemente.
Esto está ligado a la discusión en Breakthroughs (Abriendo Brechas) acerca de una cierta actitud y enfoque —“darse ínfulas con miras a intimidar a la gente”— que criticó duramente Mao Zedong (el líder de la revolución china, y de lo que fue un estado socialista revolucionario en China hasta su muerte en 1976, cuyo “libro rojo” de citas lo leyeron ampliamente personas por todo el mundo, incluidos negros, jóvenes de todas las nacionalidades y otros en Estados Unidos). “Darse ínfulas con miras a intimidar a la gente”, aclaró Mao, es inútil contra el enemigo y hace un daño real en el seno del pueblo. Como señalé en Breakthroughs (Abriendo Brechas):
Esta política de identidad, y en particular los alardes que con tanta frecuencia la acompañan, únicamente será “útil” entre las personas que se dejarán intimidar por esto, y de hecho tal intimidación hace mucho daño. Eso es lo que Mao quería decir cuando dijo que esto es muy perjudicial entre las personas. Intimidar a la gente en lugar de ganársela a una comprensión científica de la realidad, y a lo que hay que hacer al respecto, únicamente puede perjudicar a la gente, y es absolutamente inútil frente a los que tienen el poder real.
Aunado a eso, cabe decir que hay demasiada gente absorta en la “cultura del trauma” — en la que cualquier insulto o afrenta, o desafío a sus preciadas creencias, se trata como un trauma real, y cualquier trauma real que se sufra se convierte en una motivación para volverse hacia adentro a fin de centrarse en el “autocuidado” individual.
En Esperanza para la humanidad, enfaticé lo siguiente:
Es muy real el trauma que resulta de sufrir directamente formas horrorosas de opresión y degradación, y que nadie lo niegue o le reste importancia — pero, en lugar de que un individuo “se vuelve para sus adentros”, hay que transformar esto en ira y determinación a ser parte de una lucha colectiva para poner fin a todas las atrocidades, en todas partes, cuya fuente y causa fundamental es este sistema del capitalismo-imperialismo.
Pero, aunado a la “cultura del trauma” —y voy a alzar la voz contra esto, aunque pueda “superponerse” con algo de lo que afirman los fascistas, desde un ángulo completamente opuesto y con objetivos completamente opuestos—, ocurre con demasiada frecuencia que, a pesar de las referencias a menudo infundadas, ridículas e incluso caricaturescas a lo “rudo” de esto y aquello, ¡en demasiados casos se está animando y condicionando a las personas para que sean “llorones blandos”!
Aquí tengo que decir: Basta de “las personas concienciadas” que actúan como si en realidad los oprimidos (o, como suelen decir, los “marginados”) fueran seres frágiles que necesitan constantemente la protección de “espacios seguros”, para que no se desmoronen ante la mera aparición de un fenómeno “desencadenante”. Y ¡¿desde cuándo se supone que las universidades y otras instituciones sean lugares en que uno está “seguro” — no solo contra la violencia física de un tipo u otro, y contra agresiones verbales abiertamente amenazadoras o claramente degradantes, sino también contra las ideas, declaraciones y demás que simplemente hacen que uno se sienta incómodo?! ¿Cómo vas a “cambiar el mundo” si corres peligro de desmoronarte por cosas como esa? Una vez más, de Esperanza para la humanidad:
[E]n cualquier lucha real para lidiar con cualquier opresión real, frente a los poderosos ejecutores de esa opresión, tendremos que enfrentar la posibilidad de un verdadero sacrificio, incluida la posibilidad de ataques físicos. Y si uno cree que puede crear pequeños enclaves seguros, y que de alguna manera esto conducirá a algún tipo de cambio significativo en la sociedad, pues tiene muchas ilusiones y delirios.
Para complicar el problema, esto suele ir acompañado de esfuerzos por marginar y silenciar a otros que, de acuerdo con este esquema de cosas, ocupan un estatus de “privilegiado” y no “marginado”.
Todo esto es una expresión de aspiraciones extremadamente reducidas — con una marcada tendencia a identificar al “enemigo” como las personas que quizás tengan más “privilegios”, y no al sistema del capitalismo-imperialismo, sus relaciones fundamentales y sus instituciones de autoridad y poder, que encarnan y refuerzan la terrible explotación y opresión a que están sometidas las masas de personas en Estados Unidos, y literalmente miles de millones de personas en todo el mundo.
Aquí volvemos una vez más a lo que señaló Mao acerca de darse ínfulas con miras a intimidar a la gente — que eso es inútil contra el enemigo real y hace un daño real entre las personas.
Todo esto representa la influencia de fuerzas que actúan según una perspectiva y aspiraciones burguesas (o pequeño-burguesas) — las que aspiran a un nuevo arreglo que les proporcione a ellas (y tal vez a algunas otras como ellas) una mejor posición dentro de este horrible sistema de opresión, e intentan meter la oposición a la injusticia en el marco y al servicio de este objetivo.
Así que, una vez más, con todo eso en mente, y con respecto a la sociedad en general, lo que se necesita de manera urgente y profunda es una repolarización — para la revolución: ganarnos a números crecientes de personas para que dejen de apoyar a cualquiera de los lados de la división entre los poderes gobernantes que están procurando mantener e imponer este sistema, de una forma u otra, de modo que se alejen de aquellos que promueven ilusiones mortales y metas interesadas que representan no-soluciones tipo callejón sin salida para las masas de personas.
Esto vuelve a la primera de las tres condiciones para la revolución —las profundas divisiones entre los poderes gobernantes—, y más particularmente a que, con la cada vez mayor profundización y agudización de los conflictos entre las fuerzas gobernantes, masas de personas no responden a esa situación pasando a apoyar a uno u otro lado de los gobernantes opresores — no actúan de formas que contribuyan a perpetuar y reforzar el dominio opresivo de este sistema—, pero más bien aprovechan esta situación para acumular fuerzas para la revolución.
Es cierto que existen muchas cosas muy malas conectadas con la polarización actual y con toda la trayectoria en la que están encaminadas las cosas, y esto podría conducir a algo realmente terrible; pero también es cierto, y de una profunda importancia, que es posible que le arranquemos algo realmente positivo — una revolución, para poner fin a este sistema y crear algo mucho mejor. Pero, una vez más, esto requiere que se reconozca la situación, y la trayectoria actual de las cosas, por lo que son — y además requiere que se responda de una manera y a un nivel que estén a la altura de esto, que estén de acuerdo con la profundidad de lo que está en juego — actuando para cambiar las cosas, con urgencia, hacia el objetivo de deshacernos de todo este sistema y de reemplazarlo por algo radicalmente diferente y mucho mejor.
La realidad ahora es que el sector fascista de la clase dominante, representado y concentrado en el Partido Republicano, está activa y agresivamente metida en maniobras “de dos puntas” para plasmar y consolidar un gobierno fascista. Estas “dos puntas” son: corromper y controlar el proceso electoral y las instituciones gubernamentales centrales; y la amenaza y el uso de la violencia, incluso mediante la movilización de turbas violentas. Estos fascistas se apoyan, por ahora, principalmente en la primera punta, pero con la segunda (la violencia) como “acompañamiento” a ésta — lo que podría convertirse en su principal medio, de resultarles necesario. En cualquier caso, si lo logran, todo el poder del gobierno —incluido el poder ejecutivo de la presidencia, los tribunales y el aparato jurídico, las cárceles, así como la policía y las fuerzas armadas— se ejercerá para aplastar a cualquier oposición efectiva al gobierno fascista e imponer a la fuerza su programa de “restaurar” la “grandeza” mitológica de Estados Unidos sobre la base de la supremacía blanca agresiva, la supremacía masculina cruda y brutal y la supresión de las personas LGBT, la xenofobia (el odio y persecución a los extranjeros e inmigrantes, particularmente aquellos que provienen de lo que Trump describió infamemente como “los países pozos de mierda”), la afirmación forzosa y ostentación chovinista del dominio estadounidense y “la superioridad de la civilización occidental”, junto con el rechazo deliberado a la ciencia y el método científico, especialmente en los casos en que interferiría con el saqueo irrestricto del medio ambiente, así como de la gente.
Dada la naturaleza, los objetivos y las acciones de los fascistas, existe la verdadera posibilidad de una guerra civil real. Pero dada la naturaleza, los objetivos y las acciones del sector “tradicional” de la clase dominante (representado por el Partido Demócrata y los medios de comunicación como la MSNBC, el New York Times y la CNN), y dada la situación actual con aquellos, que provienen de diferentes partes de la sociedad, que tienden a apoyar, y políticamente seguir a la cola, a este sector “tradicional” de la clase dominante, es posible que los fascistas puedan hacerse del poder y consolidarlo sin una guerra civil, pero con todas las terribles consecuencias que resultarían de semejante consolidación fascista del poder. O, como se enfatiza en la “Declaración y Llamamiento”, en lo que equivaldría a una guerra civil unilateral, estos fascistas podrían llevar a cabo una matanza contra los que odian, incluidos los negros y otras personas de color, los “inmigrantes ilegales”, las “mujeres revoltosas” y aquellas que no se conforman con las “normas” y relaciones sexuales y de género “tradicionales”.
En todo caso, es una realidad mortalmente seria que estos fascistas están decididos a aplastar —tan violentamente como sea necesario— a cualquiera y cualquier cosa, en cualquier lugar de la sociedad, que se interponga en el camino de implementar sus horrorosos objetivos.
Esto le da un énfasis especial a lo que dice la “Declaración y Llamamiento” inmediatamente después de esto:
Hace falta cambiar radicalmente esta situación, al grado en que haya masas de personas preparadas para derrotar a estos fascistas y a hacerlo como parte de deshacerse de este sistema entero, que ha engendrado a estos fascistas, junto con todos los demás horrores que perpetra continuamente.
Los demócratas nunca lucharán, y nunca podrán luchar, contra estos fascistas de la forma en que hace falta que se haga, porque eso requiere abordar la verdadera naturaleza de este sistema, y sacar a relucir el hecho de que estos fascistas, por grotescos que sean, de hecho son una expresión grotesca del mismo sistema del que los demócratas mismos son una expresión y por el que éstos están trabajando para perpetuar. En lo más fundamental: el propósito y el objetivo no pueden ser simplemente derrotar a estos fascistas, como un fin en sí, con la orientación de hacer que de alguna manera las cosas vuelvan a la forma “normal” en que este horroroso sistema del capitalismo-imperialismo ha operado durante más de un siglo.
Esta no es la época de la Guerra Civil en la década de 1860, cuando el objetivo de quienes luchaban contra la injusticia era abolir la esclavitud y —en términos de quienes gobernaban la sociedad— el único desenlace positivo posible era la consolidación y el fortalecimiento del gobierno de la clase capitalista en ascenso centrado en el Norte. Esa época desde hace mucho tiempo dejó de existir. Y este sistema del capitalismo, que se ha desarrollado y transformado en un sistema de explotación y opresión mundial, en el capitalismo-imperialismo, desde hace mucho tiempo se ha vuelto anticuado — yendo mucho más allá de su fecha de caducidad, mucho más allá de cualquier circunstancia en la que pudiera desempeñar un papel positivo. Es necesario que el objetivo ahora sea precisamente deshacerse de todo este sistema del capitalismo-imperialismo.
El carácter de una nueva guerra civil tendría rasgos significativamente distintos a la anterior guerra civil de 1861-1865, en la que una parte geográfica de Estados Unidos, la Confederación esclavista en el Sur, intentó separarse y formar un país separado en ese territorio. Hoy, las fuerzas del fascismo en la población también están concentradas en el Sur, así como en las zonas rurales de todo el país; pero, en el Sur y en todo el país, están estrechamente conectadas, geográficamente, con sectores de la población que se oponen a este fascismo. Cualquier guerra civil nueva se libraría entre fuerzas opuestas que estarían muy cerca las unas a las otras —en un sentido real estarían entrelazadas geográficamente— en todo el país. Esto tendría ventajas y desventajas para las personas que se encuentran en el lado positivo de una guerra civil de este tipo, y sería necesario que esto lo tomen en cuenta semejantes personas en su enfoque de combatir en esa guerra civil.
(La imagen de “estados rojos / estados azules” [o sea, republicanos y demócratas], que se presenta constantemente en los grandes medios de comunicación, es muy engañosa en términos de las divisiones geográficas y políticas en Estados Unidos. No presenta una imagen acertada de la concentración de la población — de cuáles sectores de la gente en realidad están concentrados dónde y en qué cantidades, dentro de los estados existentes. De particular importancia, resta importancia a la concentración de personas en este país en general en las zonas urbanas, incluidos los suburbios alrededor de las comunidades pobres urbanas, y a la concentración de masas de oprimidos especialmente en esas comunidades pobres urbanas. Resta importancia a la fuerte oposición a los fascistas que existe entre grandes cantidades de personas en las zonas urbanas. Con esa presentación tradicional de las cosas, se propone reforzar la sensación de que la única posibilidad es la continuación de este sistema del capitalismo-imperialismo, y la única opción es elegir entre los dos partidos que representan a la clase dominante de este sistema: el Partido Republicano “rojo” o el Partido Demócrata “azul”. Y, de paso, estando el color rojo históricamente asociado con el comunismo, ¡la “apropiación” de este color en asociación con el Partido Republicano fascista es una abominación!)
La polarización actual, incluso por el lado positivo, entre aquellos que se oponen a los fascistas, no es lo que se necesita, y no estará a la altura del desafío profundo y urgente de estos tiempos. Por las razones comentadas en este discurso, no puede darse una derrota real y duradera a estos fascistas bajo los términos de los demócratas, bajo los términos de lo que han sido, durante generaciones, las “normas” del gobierno capitalista “democrático” en este país. En lo fundamental, no puede darse una solución a esta situación, bajo este sistema, que corresponderá a los intereses de las masas de personas, en Estados Unidos pero también en el mundo en general. Una vez más, lo que se necesita con urgencia es una polarización muy distinta a la que existe hoy —una repolarización— para la revolución.
Y, también una vez más —sin hablar en absolutos al respecto— existe un marco de tiempo limitado dentro del cual será necesario alcanzar esta repolarización. Si las cosas continúan como están, con la ofensiva fascista del Partido Republicano y su base que se está volviendo aún más agresiva y poderosa, pues es muy probable que triunfe su “ofensiva de dos puntas”, que ellos utilicen los cambios que están impuestos por los gobiernos de los estados y partes esenciales del gobierno federal, en particular los tribunales, para recuperar y consolidar el control del país en su conjunto, avanzar con saña para implementar su programa fascista y suprimir a la fuerza, tan violentamente como sea necesario, a cualquier oposición.
Hay que entender claramente la urgencia de esta situación —y la urgente necesidad de una repolarización, para la revolución— y transmitirla con contundencia a las masas de personas. Es necesario hacerlo de una manera convincente, sin exageraciones (y no hay necesidad de exageraciones para describir la situación crítica y lo urgente de lo que está en juego). Si bien es de crucial importancia unirse con la gente en levantarse contra las terribles injusticias y atropellos que constantemente perpetra este sistema, y además dar vida continuamente a la posibilidad de una alternativa radicalmente diferente y emancipadora, una vez más es necesario enfatizar: es necesario librar una lucha incansable para arrancar las personas a las maneras de pensar y de actuar, que de hecho las mantienen encadenadas a este sistema y contribuyen a perpetuar este sistema, de una forma u otra.
El fatalismo, y el derrotismo —la creencia de que no es posible hacer nada para cambiar la terrible situación y el nefando futuro que enfrenta la humanidad, que no es posible realizar ningún cambio radical positivo— pues hay que vencer esta manera de pensar en sí, hay que superarla tanto mediante lucha aguda como al dar vida y popularizar la posibilidad de un mundo radicalmente diferente y mejor, por medio de la revolución, que se base en un enfoque científico, materialista y en un entendimiento del mundo real y la verdadera posibilidad de su transformación radical positiva. En general —y sobre todo en términos de las masas básicas, los amargamente oprimidos que tienen que convertirse en la columna vertebral de esta revolución— hay que llevar a cabo, únicamente es posible plasmar, la necesaria superación de ese derrotismo, y realizar la repolarización, mediante una poderosa combinación de feroz lucha ideológica entre las personas, para ganarnos a crecientes cantidades de personas a una comprensión científica de la situación que enfrentamos y la verdadera solución a esta situación, junto con una resistencia decidida contra este sistema opresor — todo lo cual hay que dirigir de modo que contribuya a acumular las fuerzas y a crear el alineamiento político necesario para la revolución.
Si bien las masas de personas necesitan con urgencia esta revolución, también es muy cierto que, en este momento, la gran mayoría de ellas está pensando de muchas maneras equivocadas. Para poner las cosas en claro sin rodeos, ¡no saben ni mierda y tienen la cabeza metida en el culo! Hace falta cambiar esta situación radicalmente — y es posible hacerlo, pero únicamente por medio de una tremenda cantidad de lucha aguda. Como he dicho antes (en “Momento poco común”):
Les corresponde a todos los que reconocen la profunda necesidad para una revolución —y la posibilidad poco común en un momento como éste de realmente hacer una revolución— librar una lucha infatigable, y a veces feroz, para ganar a cada vez más personas a que hagan una ruptura radical con los términos restrictivos y degradantes de este sistema, y que adopten y actúen según la orientación y motivación revolucionaria que se establece en la “Declaración y Llamamiento”.
En lugar de “quedarse en su carril” y “meterse en el yo”, mientras este sistema avanza para aplastar aún más decisivamente cualquier esperanza de un mundo en el que valga la pena vivir, es necesario que las personas vean el panorama más amplio, se centren en los intereses más excelsos de la humanidad y en la posibilidad de un mundo mucho mejor — y actúen para hacerlo realidad.
En lugar de encontrar excusas para aceptar las cosas tal como han sido, manteniéndose alejados de la revolución (o incluso hablando mal de ella), es necesario que las personas se conecten con esta revolución, y que no desperdicien la oportunidad poco común de formar parte de crear algo mucho mejor.
En lugar de arremeterse con actos individuales de frustración, o de intentar enfrentarse a este sistema con fuerzas pequeñas y aisladas que no tienen ninguna posibilidad de triunfar, las personas tienen que verter su rabia, y su odio por la injusticia, en construir un movimiento de millones de personas que podría tener una verdadera oportunidad de derrotar a este sistema y hacer una revolución real.
En lugar de pelearse y matarse entre sí, lo que las personas tienen que hacer ahora es unirse para defenderse unos a otros — oponerse a toda la violencia injusta, y no lanzar ataques contra nadie, pero al mismo tiempo no dejar que la policía o los golpeadores fascistas “civiles” brutalicen y maten a la gente de forma gratuita. Y las personas tienen que hacer esto como parte de acumular fuerzas para la revolución.
En lugar de soltar bajezas y comentarios criticones los unos a los otros, y estar divididas por “identidades”, es necesario que las personas trabajen para unificar a todos, de todas las partes de la sociedad, quienes es posible unificar en la lucha en contra de la opresión y la injusticia, con el objetivo de poner fin a este sistema que es la fuente de esta opresión e injusticia.
En lugar de ser una cola del burro demócrata —con sus esfuerzos por mantener en marcha este sistema monstruoso, y lidiar con el creciente peligro fascista, apoyándose en los “procedimientos normales” de este sistema y los fútiles esfuerzos por “curar las divisiones” que se están profundizando día a día—, es necesario que las personas trabajen para la revolución que se necesita con urgencia, y lidien con el peligro fascista como parte de hacer eso.
Recorre una buena parte de la situación actual el problema del individualismo —“de ocuparse del yo” sin importar el efecto en otras personas y en la humanidad en su conjunto—, el que se alienta y se manifiesta en formas extremas en esta sociedad en particular en este momento, y a menudo se combina y se entrelaza con la ausencia de una esperanza para algo mejor en este mundo. Una vez más, de Esperanza para la humanidad — sobre una base científica:
La ausencia de una verdadera esperanza de conseguir una vida mejor en este mundo es una gruesa cadena que pesa, asfixia y deja profundas cicatrices a las masas de la humanidad, incluidos los jóvenes que están concentrados en los ghettos y barrios de Estados Unidos así como en las hacinadas prisiones-cámaras de tortura. Y el individualismo extremo promovido en toda esta sociedad, la fascinación obsesiva con “el yo”, ha reforzado el grueso tope a las aspiraciones de la gente, ofuscando su capacidad de reconocer la posibilidad de un mundo radicalmente diferente y mejor, más allá de los límites estrechos y restrictivos de este sistema, con todos sus horrores muy reales.
Junto con otras tendencias negativas, existe la manera en que las personas tienen la sensación de que el mundo está jodido sin posibilidad de remedio y que las cosas seguirán yendo hacia el infierno, la que las lleva a tratar de obtener lo que pueden para sí mismas ahora, antes de que sea muy tarde. Así que la gente necesita esperanza — no necesita hipérbole, pero más bien necesita una verdadera esperanza que se basa en un método y enfoque científico de conocer el mundo tal como está y la posibilidad de cambiarlo, en la manera en que es posible cambiarlo, para hacer nacer un cambio radicalmente diferente y mucho mejor, por medio de una revolución real. Necesitan la visión panorámica con una fundamentación científica, y el plano concreto, para una sociedad radicalmente diferente y emancipadora que se establece en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría.
Necesitan el enfoque fundamental de conocer la realidad, y la base y posibilidad de cambiarla radicalmente, que se concentra en lo siguiente:
[L]os sistemas que caracterizan las sociedades en las cuales la gente vive… se han evolucionado históricamente. Esto significa que los cambios en la sociedad humana se basan, y únicamente pueden basarse, en la transformación de lo que ya existe en esa sociedad, en la base de las fuerzas de producción que se han desarrollado en cualquier momento dado [la tierra y materia prima, fábricas y otras instalaciones de producción, y las personas, con sus conocimientos y destrezas].
E incluso los cambios revolucionarios —un salto radical de un sistema a otro— sólo pueden darse sobre la base de transformar lo que existe. No es posible hacerlo ingeniando ideas o nociones sobre cómo “debería” ser la sociedad, si esas ideas o nociones carecen de una base en la realidad existente.
Lo crucialmente importante que entender es que la base ahora existe para que los miles de millones de personas sobre este planeta tengan posibilidades de tener los medios para una vida digna que merecen los seres humanos — una vida que se enriquezca continuamente, no solamente en el sentido material sino en lo social, lo intelectual y lo cultural. Pero, al mismo tiempo, la forma en que se ha desarrollado la sociedad humana bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo ha creado un mundo altamente “desequilibrado”, donde miles de millones de personas en el mundo viven en condiciones horrorosas de opresión y miseria, en que millones de niños en el tercer mundo mueren cada año de inanición y enfermedades prevenibles….
Son las fuerzas productivas las que se han desarrollado bajo el sistema capitalista-imperialista las que de hecho ponen la base material para avanzar más allá de todo esto. Pero, al mismo tiempo, es este sistema, con su modo de producción basado en las relaciones explotadoras de producción, el que es la barrera directa contra hacer esto una realidad — constituye una cadena sobre las masas de personas por todo el mundo, y sobre la humanidad en general.
Lo anterior es del artículo Por qué el mundo está hecho tan tremendo desastre, y lo que se puede hacer para cambiar la situación radicalmente — Un entendimiento científico básico. Como señalé en ese artículo: la resolución de esta monumental contradicción entre lo que ahora son las condiciones de las masas de la humanidad, y lo que es realmente posible —la única resolución que corresponda a los intereses de esas masas y, en última instancia, a toda la humanidad— se dará por medio de la revolución para derrocar este sistema y reemplazarlo por un sistema socialista en el camino hacia un mundo comunista. Es crucial llevar este entendimiento fundamental a las personas, para que realmente tengan esperanza, sobre una base científica.
Pero el hecho es que aparte de una ausencia de esperanza entre muchas personas, hay una ausencia de buscar una comprensión de por qué el mundo está hecho tan tremendo desastre, y si es posible hacer algo para realmente cambiarlo. Hay que refutar eso fuerte y profundamente, mediante la promoción de un amplio debate en torno a estos asuntos literalmente de vida o muerte, y una tremenda cantidad de lucha sobre la gran pregunta: ¿cuál es el problema fundamental que enfrenta la humanidad y cuál es la solución? — o, dicho en términos básicos, reforma versus revolución, trabajar dentro de este sistema, o derrocarlo y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente. Es necesario adentrarse vigorosamente en este tema y debatirlo y resolverlo mediante lucha entre las personas en todas las partes de la sociedad — incluidos estudiantes, académicos y otros intelectuales, personas de las artes y las profesiones, así como personas con solamente una educación formal limitada — todos los cuales es posible y necesario interesar de modo que exploren con seriedad estas cuestiones vitales y urgentes.
Volviendo a la actual ausencia de buscar: en muchos casos esto está ligado al individualismo ensimismado, ya sea ciega y casualmente indiferente o virulentamente venenoso. Una vez más de Esperanza para la humanidad:
El individualismo es un factor significativo y un “elemento unificador” en muchas de las tendencias negativas que juegan un papel importante en impedir que las personas reconozcan la realidad y la profundidad de los horrores que continuamente causa este sistema — y que reconozcan la urgente necesidad de actuar, junto con otros, para abolir y arrancar de raíz todo esto, en su fuente misma.
Y:
[E]l terrible sufrimiento de las masas de la humanidad y los retos urgentes que enfrenta la humanidad en su conjunto como resultado de la escalada de destrucción del medio ambiente por este sistema del capitalismo-imperialismo, así como la posibilidad de una conflagración nuclear que continúa asomándose como una amenaza existencial sobre la humanidad — pues, no es posible abordar todo eso con seriedad, y ni hablar de realmente resolverlo, mientras cada individuo persiga sus intereses particulares, y de hecho, cuando las personas actúen de esta manera, eso constituye un obstáculo importante a la consecución de la solución necesaria.
Este individualismo, a su vez, se basa, en una medida muy importante, en el parasitismo — vivir en el Estados Unidos que se encuentra en la cima de la cadena alimentaria imperialista, que se beneficia de la explotación y la miseria de millones y miles de millones de personas en todo el mundo. Esto se aplica no solo al sector de personas de este país que está muy acomodado, sino también a la gran cantidad de personas que luchan por sobrevivir al día, a la semana o al mes: para aquellas en particular hay una especie de combinación tóxica de tener que luchar y pepenar para lograr sobrevivir y, al mismo tiempo, se benefician en cierto grado del parasitismo imperialista. El efecto de todo esto es hacer que parezca posible, y / o que parezca necesario, ignorar lo que está pasando en el mundo más amplio. Pero, en realidad, no se puede ignorar, y cada vez más, no se ignorará lo que está pasando en ese mundo más amplio, y no se puede evitar las consecuencias de no enfrentar lo que está pasando y transformarlo radicalmente.
Sí, es cierto: YOLO [siglas en inglés por “sólo se vive una vez"]. Pero, en vista de que solo se vive una vez, hay que hacer que valga la pena — algo mucho más grande que uno mismo — ser parte de una revolución histórica para liberar a todos los oprimidos, y hacer nacer un nuevo día para toda la humanidad, con horizontes de libertad completamente nuevos y vida con sentido para los seres humanos, muchísimo más allá de lo que es posible ahora, cuando todavía estamos obligados a vivir bajo esta monstruosidad de un sistema que niega una vida digna para miles de millones de personas sobre este planeta y no ofrece un futuro digno, o ningún futuro en absoluto, para las nuevas generaciones.
Es necesario impugnar al individualismo parásito de manera directa, aguda y profunda, ya que es un obstáculo importante que impide que las personas busquen conocer las respuestas a la crisis profunda y acelerada y a la catástrofe potencial que las personas, no solo en Estados Unidos sino en el mundo como un todo, enfrentan (lo reconozcan o no). Y este individualismo impide que las personas actúen en colectivo, como una fuerza revolucionaria, para arrancar algo positivo a toda esta locura en curso.
En términos inmediatos así como en términos estratégicos generales, lo que está muy ligado a impugnar este individualismo parásito es emprender una lucha sustantiva, decidida e implacable contra el chovinismo pro estadounidense — la repugnante noción de que Estados Unidos y los estadounidenses son mejores y más importantes que los demás. Como he señalado anteriormente, éste es un veneno que infecta a la gente en general en Estados Unidos, incluso entre los amargamente oprimidos; y no se puede conseguir una resolución revolucionaria y positiva para el rumbo actual de las cosas a menos que las masas de personas rompan con este chovinismo pro estadounidense. Una de las manifestaciones principales, y más feas, de este chovinismo pro estadounidense es el asqueroso apoyo, incluso entre grandes cantidades de personas “progresistas” y “concienciadas”, a las fuerzas armadas de Estados Unidos —con todo ese nauseabundo “gracias por vuestro servicio”— un “servicio” que se compone de horrorosos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad para imponer los intereses y objetivos de la fuerza social más explotadora, opresiva y destructiva en el mundo: el imperialismo capitalista estadounidense. Combatir esto, y convencer a la gente de modo que lo rechace y repudie —entre todos los sectores de la sociedad— es crucial ahora, y tiene implicaciones estratégicas claras, para hacer los preparativos y luego llevar a cabo la revolución que se necesita con urgencia.
Así que, hace falta despertar a sacudidas a la gente a la realidad, a la realidad de este sistema del capitalismo-imperialismo, a la realidad de hacia dónde se encaminan las cosas en este momento, con terribles consecuencias si las cosas continúan en este sentido — y además a la realidad de la posibilidad, y de la urgente necesidad, de arrancar algo positivo a esto, mediante una revolución real.
Otra dimensión importante de la lucha directa y dura que hay que emprender con las personas, incluidas los amargamente oprimidos, se aborda en lo siguiente de la Tercera parte de mi Declaración de Año Nuevo:
Dada la fuerte conexión entre el patriarcado militante y el fascismo, no es sorprendente que algunos hombres negros y latinos (aunque claramente una minoría de ellos) se hayan sentido atraídos hacia apoyar a Trump, a pesar de la supremacía blanca abierta de Trump. (Esto incluye a algunos de éstos que son o han sido prominentes en la música rap. Aunque ha habido fuerzas y elementos positivos en el rap y el hip hop en general, lo que se ha promovido cada vez más es una cultura que está llena de una degradación misógina de mujeres, por no decir dominada por dicha degradación, así como una admiración por el tipo de gangsterismo “buscavidas” que es una de las “cualidades” que definen a Trump.) Tampoco es sorprendente que incluso cantidades importantes de mujeres (principalmente mujeres blancas, pero también algunas latinas y otras mujeres de color) se hayan sentido atraídas hacia este fascismo, ya que, lamentablemente, es muy común el fenómeno de los oprimidos que se aferran a las “cadenas de la tradición” que los oprimen.
Es necesario dar una lucha decidida contra las necedades “machistas” de parte de demasiados hombres negros y latinos — una “mentalidad guerrera” del tipo equivocado, que también es típica en demasiados hombres amerindios, a su propia manera particular, con su orgullo totalmente inoportuno, y francamente perverso, al ser parte de las mismas fuerzas armadas de Estados Unidos que llevaron a cabo el genocidio contra estos pueblos originarios de las Américas. También hay que dar una aguda lucha contra las formas en las que, en la otra mitad de la humanidad, que es femenina, el fenómeno en que los oprimidos actúan en formas que las oprimen abarca aferrarse a la tradición religiosa patriarcal altamente opresiva, e incluso toma la forma de regodearse agresivamente y hacer alardes de lo que objetivamente es una muy degradante “sexualización” y cosificación del sexo. Esto se promueve activamente entre las mujeres negras y latinas — y es una clara tendencia negativa en la cultura popular, incluido el hip hop. También cabe mencionar que, por sorprendente que pueda parecer al examinarla de manera superficial, esta hipersexualización autodegradante a menudo va de la mano con su “reflejo opuesto”: el oscurantismo religioso — una forma fundamentalista de religión que bloquea, ofusca la luz de la razón. También existe un fenómeno similar entre los pandilleros, donde el pandillerismo y otros actos de degradación y autodegradación se combinan con un pesado oscurantismo religioso, de una forma u otra.
A un grado demasiado grande, la “educación” que reciben las masas de personas básicas —y en particular la “educación” que tiende a “echar raíces” en ellas— proviene de las instituciones religiosas y la promoción de la religión oscurantista. Este es un problema real, una parte importante de por qué demasiados oprimidos básicos se prestan al modo de pensar anticientífico, incluidas a las descabelladas teorías conspirativas.
Este “impulso religioso” sigue ejerciendo una influencia importante —es un fenómeno importante— entre muchas personas de la clase media negra también, incluidas muchas personas que adquieren una educación más “cosmopolita”, incluso en las universidades más “elitistas”.
Todo esto se promueve y refuerza mediante la noción continuamente propagada de que la identidad misma de los negros de alguna manera está indisolublemente ligada a la religión y a las instituciones religiosas, en particular a la Iglesia Negra cristiana (la idea de que esta religión y la identidad negra están tan fuerte y esencialmente entretejidas, que no es posible separarlas) y que, sin la religión y la Iglesia Negra, el pueblo negro no podría sobrevivir, ni prosperar, en el Estados Unidos racista. Pero, para las masas de negros, es imposible “prosperar” en este monstruoso sistema — y la mera supervivencia, cuando siguen bajo una terrible opresión, tormento, tortura y repetida brutalización y asesinato, bajo este sistema, no puede ser, y no es, lo mejor que se puede esperar, o alcanzar.
Es cierto que, si bien el cristianismo en particular fue impuesto a los negros por el sistema esclavista, la Iglesia Negra a veces, y en cierta medida, ha jugado un papel positivo en la lucha de los negros; pero también es cierto que ha impuesto restricciones muy definidas a esta lucha, canalizándola y encerrándola dentro de los límites de este mismo sistema que es la fuente de la opresión y el sufrimiento a que han estado sometidos los negros a lo largo de la historia de Estados Unidos.
Como otra dimensión de este problema, especialmente con la socavación y de hecho el evisceramiento de las escuelas públicas, en particular en las comunidades pobres urbanas, en el ámbito del atletismo —uno de los pocos campos en los que unos pocos negros básicos pueden obtener riqueza y prestigio—, es que de hecho un número importante de atletas negros ahora pasan por escuelas fundamentalistas cristianas privadas para recibir su “educación” básica (de hecho, educación errónea). Y luego, aunque toman posiciones en apoyo de las luchas contra la injusticia, muchos de estos atletas también utilizan su “plataforma” para promover el oscurantismo religioso con el que han sido adoctrinados — lo que contribuye a la situación en la que las masas de personas, que están influenciadas por estas figuras prominentes, son vulnerables a todo tipo de tergiversaciones de la realidad.
Hemos sido testigos de declaraciones y acciones de celebridades negras influyentes, tanto en los deportes como en las artes, que reflejan y fomentan formas de pensar anticientíficas, incluido difundir desinformación sobre las vacunas contra Covid y disuadir a las personas de vacunarse, mientras los negros (y otras personas de color) están muriendo a tasas más altas que otros por la Covid, y se ha demostrado que las vacunas son seguras, sanas y muy eficaces contra enfermedades graves y la muerte por la Covid. Esta diseminación de desinformación anticientífica es muy nociva, tanto por sus efectos inmediatos como en términos estratégicos.
Sí, es cierto que, en la historia de Estados Unidos, los negros han sido víctimas de horrorosos experimentos médicos, y todavía hoy son objeto de discriminación y, en ocasiones, de un trato indiferente e incluso dañino, en el ámbito de la atención de la salud. Y, sí, es cierto que los negros han estado, y siguen estando, sometidos a una opresión cruel y, a menudo, asesina a manos de las autoridades gubernamentales. Pero todo eso también es cierto para los amerindios. Sin embargo, éstos tienen una tasa mucho más alta de vacunación contra la Covid. Lo que al parecer no ocurre entre los amerindios, al menos no como un factor importante, es el fenómeno de personas prominentes e influyentes que diseminan desinformación anticientífica sobre las vacunas y activamente desalientan que la gente se vacune.
Con respecto a las vacunas, y a lidiar con la Covid en general, como en el caso de todos los problemas sociales y sus soluciones, lo que se necesita es un enfoque científico basado en la evidencia.
Además del gran daño que le hace a las personas que están más golpeadas por la Covid, y a los esfuerzos globales para “superar y vencer” a esta pandemia de la Covid, otro efecto muy perjudicial de esta desinformación anticientífica contra las vacunas es que se presta directamente a caer en el juego de los fascistas supremacistas blancos, quienes se han apresurado a reconocer, alabar y promover este fenómeno. Como he dicho sobre eso:
Qué situación más terrible en que algunas personas negras y otras personas oprimidas de hecho se encuentren del mismo lado ¡con aquellos fascistas que las consideran subhumanas inferiores y quieren negarles derechos básicos, encarcelarlas para siempre, o de plano exterminarlas!
En una importante medida, esta diseminación de desinformación dañina, e incluso asesina, es también una expresión del individualismo desenfrenado — la noción de que “es mi derecho, y una expresión de mi libertad personal, hacer lo que me da la gana, y que no se permita que ninguna autoridad la restrinja”. Como también he señalado:
Ello es una idiotez — ¡una idiotez muy dañina! La libertad individual no es absoluta — como reconocen casi todas las personas cuando se les presenta en términos que no contradicen su individualismo. Por ejemplo, pocas personas sostendrán que alguien debe tener la libertad de manejar a 160 km por hora en una zona escolar cuando los niños están cruzando la calle. Y cualquier persona razonable estaría de acuerdo que no es aceptable que los supremacistas blancos linchen a los negros — o que la policía mate a los negros sin motivo —lisa y llanamente porque se les dé la gana— simplemente porque lo consideren una expresión de su “libertad individual” (y su “elección personal”)….
Sería imposible vivir en cualquier sociedad en que fuera absoluta la “libertad individual” (o la “elección personal”). La pregunta es: ¿Las expresiones de libertad individual, o los límites a la libertad individual, son buenos o malos — sirven para crear una sociedad mejor, o peor?
Por parte de al menos algunas de estas celebridades negras, esta diseminación irresponsable de idioteces anticientíficas también es parte de la autopromoción — es una expresión de la cultura dominante en general, en que semejantes opiniones “cambian de marca” y se convierten en “mi verdad” y se presentan como lo mismo que los hechos (tan buenos como los hechos, o tal vez incluso mejores), y la gente busca acumular a seguidores soltando opiniones, incluidas muchas opiniones que están descabelladamente en conflicto con la realidad.
Pero, una vez más, la influencia de la religión, y especialmente la religión oscurantista crudamente anticientífica, también es un factor importante en estas posiciones dañinas adoptadas por algunas celebridades negras influyentes. En ausencia y especialmente en oposición a un enfoque científico, las personas se quedan a tientas en la oscuridad, incapaces de determinar lo que realmente representan diferentes fuerzas y hacia dónde conducirán diferentes caminos. Cualquier rebelión en estas circunstancias es rebelarse a ciegas, es creer que estás respondiendo a las cosas que te oprimen (y a otros como tú), cuando de hecho resultas cayendo en el juego de los opresores más despiadados y, en última instancia, todo el sistema de opresión, y de hecho resultas fortaleciéndolos.
El oscurantismo religioso que se ha generalizado demasiado entre las masas básicas es otra cadena de opresión sobre ellas, contra la que hay que luchar vigorosa y decididamente.
Y, si bien es necesario reconocer que hay muchas personas religiosas que desempeñan un papel positivo en la lucha contra muchas injusticias y formas de opresión, y es importante unirse con ellas en esta lucha, también es importante luchar contra la perspectiva religiosa en general. ¿Por qué? Porque poner fin a la injusticia y la opresión, y arrancar de raíz la base para todo esto, requiere una revolución dirigida por una fuerza poderosa y creciente de personas que se basan en un método y enfoque científico, en particular el método y enfoque científico del nuevo comunismo.
Lo que se dice en el libro Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian, es una verdad fundamental — y existe la necesidad de recalcar sin tregua esta verdad: “Los oprimidos que sean incapaces o no estén dispuestos a reconocer la realidad tal como es, están condenados a permanecer esclavizados y oprimidos”. (Lo BAsico 4:1) Y la perspectiva y enfoque religioso —con su creencia equivocada en el papel fundamentalmente decisivo de seres y fuerzas sobrenaturales inexistentes— es un obstáculo a la aplicación de un método consecuentemente científico para enfrentar la realidad tal como está en los hechos, y transformarla de una manera emancipadora.
Para poner las cosas en términos deliberadamente provocativos: ya es hora de dejar atrás “todo eso de dios” — lo que nunca conducirá a nadie a liberarse. Necesitamos mucho menos de ese “rollo sobre dios” y mucho más discurso, y acción, para la revolución — una revolución real.
Quizá algunas personas no quieran que yo diga todo esto, pero no obstante lo voy a decir, porque no estoy aquí para complacer a nadie, o para hacer que la gente se sienta mejor acerca de su posición esclavizada y degradada — estoy aquí para llevarle un método y enfoque científico para hacer una revolución, con el fin de liberarse a sí misma y a toda la humanidad, y estoy aquí para decirle la verdad sobre todo lo que se interpone en el camino de ello.
Y una gran razón por la que digo lo que digo, sin importar que agrade a algunas personas o no, es porque los negros, que durante tanto tiempo han estado sometidos a la más horrorosa opresión bajo este sistema, pueden y deben jugar un papel decisivo y tremendamente poderoso en la realización de la revolución que no sólo pondrá fin a su opresión, sino que también asestará un golpe poderoso para poner fin a toda opresión, de todos, en todas partes. Como he dicho antes:
Existe el potencial de que algo de una hermosura inaudita surja de una incalificable fealdad: de que el pueblo negro juegue un papel crucial para, por fin, deshacerse de este sistema que no sólo lo ha explotado sino que por tanto tiempo y de tantas formas lo ha deshumanizado, aterrorizado y atormentado —deshacerse de todo este sistema de la única manera posible— luchando por emancipar a la humanidad, para poner fin a la larga noche en que la humanidad ha estado dividida en amos y esclavos, y en que las masas de la humanidad han sido azotadas, golpeadas, violadas, masacradas, encadenadas y amortajadas en ignorancia y miseria.
Pero esto solo puede darse a medida que crecientes cantidades de negros, junto con otros, adopten un punto de vista, método y enfoque científico, y no religioso.
Así que, ¿digo que no hay lugar en esta revolución para las personas que siguen sosteniendo creencias religiosas? No. Es un hecho objetivo, que es necesario entender, que muchas personas que participan en esta revolución seguirán sosteniendo creencias religiosas, de un tipo u otro — y por supuesto, hay que darles la bienvenida, en las amplias filas de la revolución, a las personas religiosas que quieran ser parte de esta revolución. El acto de deshacerse de las creencias religiosas por parte de las masas de personas tiene que ser un acto consciente y voluntario, que se desenvolverá al ritmo del desarrollo general del proceso revolucionario y la transformación de la sociedad y del mundo, hacia el objetivo de poner fin a toda opresión y explotación, toda división de la sociedad en amos y esclavos. Pero, una vez más, es necesario tener una fuerza dirigente, y una fuerza creciente de la revolución que sea un núcleo sólido / núcleo duro basado en un punto de vista, método y enfoque científico, y no religioso, y es necesario tener una lucha con un espíritu de generosidad pero consecuente, determinada, convincente, que se libra de manera amplia — la que plantea agudamente la necesidad de que la gente adopte el punto de vista, método y enfoque científico del nuevo comunismo, en oposición a todo lo que sea un obstáculo para eso, incluida la creencia en dioses u otras fuerzas sobrenaturales que en realidad no existen, y la tradición religiosa que defiende las relaciones opresivas.
Aquí va otra verdad profunda: a pesar de todas las formas en que las gruesas cadenas de cientos y miles de años de tradición opresiva pesan sobre las masas de personas —y colocan una pesada carga particularmente sobre la mitad de la humanidad que es femenina—, existe un profundo anhelo de liberarse de todo ello, lo que, además de conducir a esperanzas imaginarias de salvación sobrenatural, también estalla en una furia desenfrenada en este mundo real. Y hay que convocar a esa furia en toda su extensión, darle una expresión científica y revolucionaria —con vistas hacia la emancipación de todos los oprimidos y explotados del mundo, y en última instancia de toda la humanidad— con el fin de luchar contra la fuente fundamental de todo el sufrimiento: este sistema del capitalismo-imperialismo, con su supremacía masculina patriarcal asfixiante y brutal, junto con todos sus otros ultrajes. Esto adquiere un sentido aún más poderoso y una importancia urgente en la situación actual de Estados Unidos (y en otros países), donde la afirmación forzosa de la misoginia cruda (odio por las mujeres) y la subyugación patriarcal de las mujeres es cada vez más flagrante y desenfrenada, centrada a un grado importante ahora en la escalada de acciones para seguir quitándoles aún más a las mujeres un control sobre su propia vida y su propio cuerpo, con los crecientes ataques al derecho al aborto, y hasta al control de la natalidad. En este mero momento, es necesario asumir ampliamente esta consigna y este llamamiento y transformarla en una fuerza material poderosa: ¡Romper las cadenas, Desencadenar la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para la revolución!
En relación a todo eso, estas observaciones mías, de hace ya varios años, no solo tienen una gran importancia en general y en todo momento, pero también son especialmente importantes ahora:
Los fundamentalistas religiosos de todo tipo a propósito hacen proselitismo en la cárcel y lanzan un mensaje ideológico muy fuerte…. Para nada es cierto que las personas “pierdan la religión” únicamente al reemplazarla con otra religión en alguna forma. Pero tiene que haber otra explicación del mundo y la existencia y por qué está como está, y cómo podría ser diferente…. Si quieres conseguir que la gente rompa con porquerías —no sólo con las cosas por las cuales terminan en el bote, sino las necedades en las que se meten, en la sociedad—, hay que tener un núcleo ideológico sólido muy fuerte que llevarles…. [T]iene que ser coherente y sistemático. Tiene que dar una explicación del mundo — y en nuestro caso sí podemos explicarlo de una manera científica. Esa es una ventaja que tiene el comunismo en comparación con la religión, aunque la religión tiene ciertas ventajas a corto plazo…. Pero nosotros tenemos la ventaja de realmente tener la capacidad de explicar la realidad de modo que tenga sentido para la gente. Eso es algo muy poderoso.
No debemos subestimar la importancia de hacer mucho trabajo ideológico, no sólo con los presos sino en general, para realmente ayudar a la gente a ver el mundo de una forma totalmente diferente — tal y como está en realidad: de tomar las piezas de este rompecabezas que están fuera de lugar y no encajan — es como ver la realidad con un caleidoscopio raro, tal como la mayoría de las personas la ven. Y todas estas diferentes ideologías y programas burgueses y reaccionarios, y otras cosas, incluidas varias creencias religiosas, las interpretan de manera errónea. Pero la ideología comunista y su aplicación al mundo es una manera de tomar la realidad y hacer que tenga sentido para la gente.
Al mismo tiempo, ganarnos a la gente básica, y en particular a los jóvenes, hacia la revolución también requiere hacer avances críticos adicionales en lo que he llamado la “cuestión de George Jackson” — el problema planteado agudamente por George Jackson, un prisionero que se convirtió en un revolucionario militante asociado con el Partido Pantera Negra durante el auge de lucha de la década de 1960, y que bregaba a fondo con la cuestión de la posibilidad revolucionaria, antes de ser asesinado por las autoridades. Para un esclavo que no espera vivir más allá del mañana, dijo Jackson, la idea del cambio gradual, y de una revolución en cierto futuro lejano, no tiene sentido ni atractivo.
Esto adquiere un significado particular y especial en un momento poco común como el actual, un momento en el que la revolución en realidad podría ser posible, específicamente no en un futuro lejano y vago, pero en medio del torbellino de acontecimientos y conflictos cada vez más agudos que están dándose en este mismo momento.
Aquí, de nuevo, se trata de la cuestión decisiva de qué tanto se acumulen las fuerzas organizadas de la revolución y qué tanto éstas tengan un impacto en todo esto, por el camino de la revolución que se necesita con tanta urgencia.
Para atraer a las masas de personas, y en particular a los jóvenes básicos, la revolución tiene que convertirse en una fuerza creciente, organizada, disciplinada, audaz e intrépida que, por medio de su método con una fundamentación científica, su visión panorámica, su programa y objetivos emancipadores, y sus acciones, es un polo cada vez más poderoso que atraerá a estos jóvenes — y a los luchadores para la revolución desde todos los sectores de la sociedad.
Hay muchísimo por hacer, y con urgencia, lo que requiere una verdadera valentía y corazón, al trabajar para esta revolución: difundir poderosamente el mensaje sobre esta revolución, desafiar a las personas para que le entren en esta revolución, reclutarlas y organizarlas en esta revolución — yendo en contra de todas las necedades y rompiendo con toda la mierda en la que la gente está envuelta que va en contra de sus propios intereses reales — haciendo el trabajo que hay que hacer para transformar la manera de pensar de la gente, y sus acciones — tomando posición contra las fuerzas que están oprimiendo a la gente, emprendiendo la lucha que hay que librar contra las atrocidades de este sistema — haciendo todo eso para prepararse, y para tener la base, para librar la lucha total para finalmente derrocar este sistema, tan pronto como se hayan gestado las condiciones necesarias para ello.
Y, a medida que la revolución crezca de esta manera: hay muchísimo por hacer, y con urgencia, lo que requiere verdadera audacia y corazón, para hacer frente a los fascistas, y a cualquier otra fuerza opresora, en sus acciones para amenazar e intimidar, brutalizar e incluso matar gente. Déjenme aclarar que no llamo a lanzar ataques no provocados e injustificados a nadie; pero existen un derecho, y una necesidad —y existe la responsabilidad— de defender a las personas que están oprimidas y brutalizadas bajo este sistema, y a aquellos que representan y defienden lo que es justo, y los que están bajo ataque debido a eso.
En los seis Puntos de Atención para la Revolución —los que son los principios básicos en los que se basan y por los que luchan los Clubs Revolución, una forma esencial de organización para esta revolución— el último punto es lo siguiente:
Nosotros trabajamos por un derrocamiento concreto del presente sistema y un camino mucho mejor que deje atrás los destructivos y brutales conflictos que existen hoy entre las personas. Dado que tenemos seriedad, en esta etapa no iniciamos la violencia y nos oponemos a toda violencia contra la gente y entre las personas.
Sí, esto es algo muy serio: acometer un derrocamiento concreto de este sistema y un futuro mucho mejor. Y, sí, una buena parte de esto es superar la forma en que las personas que ya están jodidas, en tantos sentidos, por este sistema, resultan envueltas en otra forma adicional en que este sistema las joden: peleándose y matándose entre sí. Eso tiene que terminar.
Pero no es necesario que simplemente se detenga. Las personas que han resultado envueltas en todo eso tienen que convertirse en parte de algo realmente positivo — necesitan convertirse en parte de las fuerzas para la revolución que se necesita ahora con tanta urgencia.
La frustración y la ira que tantas personas sienten, especialmente tantos jóvenes básicos, porque pueden sentir que la vida bajo este sistema no les ofrece nada bueno — que, desde el momento en que nacen, están encerrados y rodeados por fuerzas que los consideran y los tratan como objetos ajenos de temor y odio — y que aquellos que tienen el poder los ven como escoria que no se merecen nada más que una patada en el culo y una bala en la nuca — pues, es necesario recanalizar esta frustración y enojo hacia la lucha contra el sistema que los trata de esta manera, y les ha robado a ellos, y a tantas personas como ellos en todo el mundo, una vida digna y un futuro digno, o cualquier futuro en absoluto.
Una vez más, hay muchas cosas que exigen, con urgencia, gran valor y audacia para hacer lo que hay que hacer: ser parte de levantarse contra este sistema y prepararse para ir hasta el final con la revolución tan pronto como sea el momento indicado — y, como una parte importante de eso, apoyar, y defender, a las personas que constantemente están sometidas a ataques injustos contra sus derechos y su propio ser.
Se dan ataques continuos contra personas y movimientos que se rebelan contra la opresión racista.
Se dan amenazas, y ataques físicos, contra los funcionarios y proveedores de atención médica, los funcionarios de gobiernos locales (¡y sus familias!), así como contra los empleados en las tiendas, etc., cuando promueven e implementan las medidas tan necesarias que salvan vidas, como las mascarillas y los mandatos de vacunación para hacer frente a la continua pandemia de la Covid. Se dan ataques a los miembros de las juntas escolares por adoptar estas medidas básicas de salud y también por cosas como aprobar la enseñanza de alguna verdad sobre la supremacía blanca que siempre ha existido en Estados Unidos, o permitir derechos para las personas trans.
Se dan amenazas, hostigamiento y ataques contra las mujeres que solicitan abortos, y contra las clínicas y el personal médico que trabajan para proveer esos abortos, junto con la embestida cada vez más grande al derecho al aborto por parte del partido republicano-fascista, y por parte de aquellos que éste ha colocado en los tribunales.
Se dan ataques brutales y a menudo asesinos contra personas LGBT.
Se dan acciones continuas, inclusive la amenaza o el uso de la violencia, para una vez más impedir que los negros y otros oprimidos siquiera ejerzan lo que se supone que son derechos básicos, como el voto. (Con un método y enfoque científico, es posible, así como importante, oponerse activamente a los intentos de negar a las personas el derecho al voto y, al mismo tiempo, convencer a las personas de que tengan que canalizar sus esfuerzos, no a votar por representantes de este sistema que las está oprimiendo, pero más bien hacia trabajar para acumular las bases para derrocar todo este sistema.)
Hay que oponerse poderosamente a todos estos ataques contra las personas y sus derechos, y hay que proteger y defender activamente a las personas que están del lado bueno de esto, en los casos en que sufren embates de amenazas e incluso ataques físicos directos.
Se tiene que impedir que la policía brutalice y de plano mate a sangre fría a la gente. Recordemos lo que dijeron algunas personas que presenciaron, e incluso grabaron, la cruel ejecución a cámara lenta de George Floyd: se angustiaban sobre si debieran haber hecho más, si debieran haber actuado para detener ese escandaloso asesinato de un hombre negro indefenso. Ahora, una vez más, lo que señalo concuerda con el punto 6 de los seis Puntos de Atención para la Revolución — y, en lo que digo aquí, no llamo a lanzar ningún ataque contra nadie. Pero no existe ningún derecho para ninguna persona, inclusive la policía, a simplemente matar a alguien — y sí existe un derecho y deber de defender y proteger la gente contra los ataques injustos a sus derechos, y a su propia vida.
Imagínese si, en estos diferentes tipos de situaciones, hubiera una fuerza de revolucionarios con núcleo sólido, incluidos los jóvenes básicos, cuya presencia en una formación disciplinada y organizada dejara en claro que no se iban a tolerar ataques injustos a las personas. Pero es necesario que esto no simplemente se imagine — hay que desarrollarlo como una parte importante del proceso general de prepararse para una revolución, y acumular fuerzas organizadas para ella.
Hay que emprender este proceso de manera seria y científica — sin intentar, en ningún momento dado, hacer lo que aún no existe una base para hacer, pero con un trabajo activo para crear las condiciones en las que lo que antes no era posible, se vuelva posible, a medida que las filas organizadas de la revolución sigan creciendo y fortaleciéndose como una fuerza disciplinada. Emprendido de esta manera, este proceso puede tener un efecto cada vez más dinámico — con “reverberaciones” e impacto mucho más allá de la situación inmediata, atrayendo a más personas a esta revolución... lo que, a su vez, hará que sea posible ejercer un impacto aún más grande.... y atraer a fuerzas aún más grandes.
Todo esto es una parte importante del enfoque general que he explayado en el curso de este discurso, que pondrá condiciones para que sigan creciendo las que hoy son las pequeñas fuerzas organizadas de esta revolución —cada vez más a pasos agigantados— en fuerzas numéricas y en fuerza organizada e impacto sobre la sociedad en su conjunto. Es necesario retar a cada vez más personas y posibilitar que se conviertan en parte de este proceso.
Esto señala otra dimensión importante de trabajar para la revolución — y oponerse a los fascistas como parte de hacer eso: es necesario poner al descubierto agudamente y oponérsele —y luchar para superar política y prácticamente— la realidad de que para los supremacistas blancos y los fascistas en general, la II Enmienda, el “derecho de portar armas”, ha sido defendida regularmente y ha contado con el aval de la ley y los tribunales, y con el apoyo de la policía y otras instituciones del estado; mientras que para el pueblo negro, otros oprimidos y, en general, aquellos que se oponen a la opresión y la injusticia de este sistema, se ha dado una activa oposición y supresión al “derecho de portar armas”, incluso en defensa propia.
Esto se pone gráficamente en claro en el libro de Carol Anderson que se centra en la II Enmienda — The Second: Race and Guns in a Fatally Unequal America [La Segunda Enmienda: raza y armas en un Estados Unidos fatalmente desigual]. Este libro contiene (¡aún más!) denuncias contundentes a la violencia depravada que ha sufrido el pueblo negro a lo largo de la historia de Estados Unidos, y comenta que el “derecho de portar armas” nunca se ha aplicado al pueblo negro, pero que ha existido el perverso “derecho de matar” a los negros, por parte de los de arriba y los blancos racistas en general. ¡No se puede permitir que esto continúe!
Y es necesario librar una decidida lucha no solo en torno a lo que representa “la II Enmienda”, sino también en torno a las múltiples formas en que el enfoque de los derechos supuestamente garantizados para las personas se aplica de una manera muy desigual, de modo que los oprimidos, y aquellos que actúan contra las relaciones opresivas de este sistema, se topan constantemente con ataques, “límites” o la privación y supresión directa de sus derechos. Al librar esta lucha, es importante reconocer y, en la medida de lo posible, aprovechar esta contradicción: en realidad, bajo este sistema del capitalismo-imperialismo, los derechos y libertades se determinan, y se limitan, de acuerdo con lo que sirve a los intereses de este sistema y a su clase dominante; pero, constantemente se nos dice que, bajo este sistema, existe “libertad y justicia para todos”, y los gobernantes de este sistema, o al menos algunos de ellos, sienten que es importante mantener este mito. Una vez más, en la medida de lo posible, hay que aprovechar esta contradicción, librando la lucha para derrotar los intentos de los ejecutores de este sistema de violar lo que se supone que son derechos básicos, en sus acciones para suprimir a las personas que se levantan en contra de este sistema y su profunda injusticia.
Pero, en lo más fundamental, hay que librar esta lucha con plena conciencia, una comprensión con fundamentación científica, de la naturaleza esencial de este sistema, con la orientación y el objetivo de trabajar hacia el derrocamiento de este sistema y hacia el desmantelamiento de sus relaciones e instituciones de cruel explotación, y opresión y represión empapadas de sangre.
Una vez más, para hacer todo esto una realidad, a medida que se lleve esta revolución a cantidades cada vez más grandes de jóvenes, y otros, y se les rete a entrar en ella, será necesario luchar, duro, con ellos para deshacerse de las maneras de pensar y de actuar que mantienen este sistema en marcha. Las personas necesitan remediar su manera de pensar, sacándose la cabeza del culo y adoptando el método y enfoque científico del nuevo comunismo para conocer la realidad, y transformar la realidad de una manera fundamental, por medio de la revolución. Eso implica no simplemente que se ocupen de sus propios asuntos, o de los asuntos de aquellos con los que pueden identificarse de una manera estrecha (quienquiera que sea), pero más bien implica que se conviertan en revolucionarios en el sentido más completo —en comunistas revolucionarios, en emancipadores de toda la humanidad— convirtiéndose en parte de las fuerzas organizadas y disciplinadas para esta revolución, y nada menos.
Como decimos, “a toda persona con corazón para luchar por algo por lo que realmente vale la pena luchar: Tú tienes que ser parte de esta revolución”.
Así que, sobre la base de todo lo que se ha dicho hasta ahora, y al pasar a la conclusión de este discurso, cabe volver, revisar y desarrollar brevemente algunos aspectos esenciales de estas grandes preguntas: ¿Por qué éste es uno de esos momentos y circunstancias poco comunes en los que la revolución se vuelve posible, incluso en un país poderoso como Estados Unidos, y cómo aprovechar esta oportunidad poco común para de veras hacer esta revolución?
* Se agudiza el conflicto en la cima, y a través del país, en que la sociedad y las “normas imperantes” de este sistema están desgarrándose, impulsado especialmente por la implacable ofensiva de las fuerzas fascistas. Sí, como deja en claro la “Declaración y Llamamiento”, hay muchas cosas malas conectadas con esto, y podría conducir a algo realmente terrible; pero, si crecientes fuerzas revolucionarias organizadas aprovechan y trabajan correctamente para incidir en la situación, con la guía del método y enfoque científico del nuevo comunismo, también es posible que podamos arrancar algo realmente positivo a todo esto — una revolución, para poner fin a este sistema y crear algo mucho mejor.
* Hacer nacer un pueblo revolucionario que cuente con millones de personas —con una fuerza organizada de miles de personas en el núcleo, que dirija a esos millones— es el objetivo central y el enfoque necesario del trabajo revolucionario ahora, en prepararse para acometer una revolución total, con una verdadera oportunidad de ganar, tan pronto como se hayan gestado las condiciones para ello.
Y aquí va otro requisito muy importante en todo esto. Para que exista la fuerza necesaria de miles, capaz de dirigir a millones de personas — y más particularmente para derrotar la brutal represión que seguramente caerá sobre una fuerza revolucionaria en firme desarrollo, incluida la capacidad de reemplazar a los líderes que son asesinados o encarcelados por la fuerza represiva del poder estatal existente:
[D]esarrollar un gran núcleo de líderes experimentados y probados es una cuestión de importancia estratégica —no solo unas “decenas” sino al menos cientos de tales líderes, en todos los niveles— con una firme base en la línea, sobre todo en el método y enfoque científico [del nuevo comunismo], y capaces, sobre esa base, de tomar la iniciativa para dirigir, incluso en situaciones en las que se agudicen las contradicciones y se intensifique la represión y hasta se den intentos de represión violenta por los de arriba, a lo largo del proceso de hacer avanzar los “tres a preparar” [preparar el terreno, preparar al pueblo, preparar a la dirección de vanguardia para la revolución]; y luego, cuando surjan las condiciones, este núcleo de líderes probados debe tener la capacidad de dar dirección a miles, y a su vez a millones de personas, para luchar con todo, de una manera unificada, por la toma del poder. El que se desarrolle tal grupo de cuadros dirigentes o no —de unos cientos por lo menos— será un factor que incidirá de manera significativa en si todo el trabajo que estamos haciendo ahora realmente está en preparación para la revolución o no, y si habrá una verdadera posibilidad de ganar cuando llegue el momento.
(Ese es un punto crucial que he enfatizado en el libro El Nuevo Comunismo, Cuarta parte, “La dirección que necesitamos”).
Hay que desarrollar a cientos de tales líderes en el crisol de intensa lucha en el tumultuoso tiempo que tenemos ante nosotros, como una parte crucial para atraer e incorporar a los miles para dirigir a los millones de personas. Y, a medida que se desarrolla el trabajo de prepararse para la revolución, hay que forjar a estos cientos, junto con los miles a los que están dirigiendo, en una fuerza de vanguardia disciplinada, capaz de dirigir el proceso revolucionario general de preparar y luego, cuando sea el momento indicado, llevar a cabo la lucha total por la toma del poder.
* Transformar al pueblo es decisivo para que todo esto tenga un desenlace positivo — y, para hacerlo, es crucial, es fundamental transformar la manera de pensar de masas de personas.
* Al mismo tiempo, es muy importante luchar contra el poder —impulsando una resistencia poderosa y masiva a las continuas atrocidades de este sistema— y además defender activamente, y oponerse a las acciones para intimidar, y atacar, a aquellos que están perseguidos por los ejecutores “oficiales” de este sistema opresivo y fuerzas fascistas “civiles”.
* La cosa central, más decisiva: todo esto tiene que ser para la revolución: que se lleven a cabo preparativos, y se posicione para tener una verdadera oportunidad de ganar, una lucha total por la revolución, tan pronto que se gesten las condiciones para ello.
Una vez más: todo depende de hacer nacer un pueblo revolucionario, de entre los más amargamente oprimidos, y de todas las partes de la sociedad, que primero cuente con miles y luego con millones de personas, como una poderosa fuerza revolucionaria, organizada desde el principio y de manera consecuente con una perspectiva a nivel de todo el país, impactando a toda la sociedad y cambiando los términos respecto a la manera en que masas de personas ven las cosas y la manera en que cada institución tiene que responder. Es necesario que todo se centre ahora específicamente en activar y organizar a esta fuerza revolucionaria.
Y luego, una vez que nazca esta fuerza revolucionaria, todo se centrará en cómo luchar concretamente para ganar.
En ese momento, sería necesario movilizar a esa fuerza de millones de personas y esgrimirla de una manera tal que dejara en claro que se propone emprender un cambio revolucionario total — que no dará marcha atrás con este objetivo y no aceptará nada menos. De esta manera, constituiría un polo poderoso que atraería y activaría a cantidades aún más amplias de personas de todas las partes de la sociedad — y presentaría un claro reto y llamamiento a las personas en todas partes de la sociedad, incluidas en todas las instituciones existentes de este sistema, para pasar al lado de esta revolución.
Y además, por medio del torbellino de este intenso proceso, sería necesario realizar un trabajo concreto para organizar, entrenar y formar a las fuerzas de combate iniciales para la revolución, y a su vez activa y vigorosamente combatir y derrotar los esfuerzos por suprimir esto violentamente.
Aquí, nuevamente, va algo que es crucial de entender, algo que es un sello distintivo de un enfoque científico serio para luchar para ganar, cuando llegue el momento indicado: no importa qué tanto haya cambiado la situación en la sociedad en general, y no importa qué tanto incluso las instituciones más poderosas de represión violenta de este sistema hayan resultado afectadas por este proceso, en que muy probablemente se den grandes escisiones en ellas, la revolución todavía se enfrentará a poderosas fuerzas armadas de la contrarrevolución, de entre sectores de las instituciones oficiales, junto con “fuerzas civiles” fascistas alineadas con ellos. Y sería extremadamente improbable que, particularmente en la fase inicial, las fuerzas de combate revolucionarias pudieran enfrentar y derrotar a semejantes fuerzas armadas de la contrarrevolución haciendo frente directa y frontalmente a nada que se aproxima al poderío total de éstas. Por eso, en la doctrina y orientación estratégica que se han desarrollado para que las fuerzas revolucionarias tengan la capacidad de combatir y ganar, cuando se dé el momento indicado, se enfatiza:
[L]as fuerzas revolucionarias tendrían que combatir únicamente bajo términos favorables y evitar enfrentamientos decisivos, que determinarían el desenlace de toda la cosa, hasta que la correlación de fuerzas se haya cambiado de manera aplastante a favor de la revolución.
Esta doctrina y orientación estratégica se analizan con cierta profundidad y se explican con más detalle en mi discurso Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podríamos hacer la revolución, con reflexiones adicionales proporcionadas en mi artículo Una revolución real — Una verdadera oportunidad de ganar, Seguir desarrollando la estrategia para la revolución, que se pueden encontrar en revcom.us. Esto sienta las bases básicas de cómo, cuando se hayan gestado las condiciones necesarias, una fuerza revolucionaria, que al movilizar a masas de personas, de hecho podría abordar el derrocamiento de este sistema de una manera tal que neutralice materialmente y con el tiempo supere lo que casi con certeza, al principio, sería el poderío abrumador de las fuerzas armadas que busquen derrotar y pulverizar este intento de toma revolucionaria del poder. Aborda cómo sería posible, cuando se haya madurado la situación revolucionaria, organizar y entrenar a las fuerzas de combate revolucionarias, con la columna vertebral extraída especialmente de los jóvenes que han sido ganados de manera sólida hacia esta revolución, y proveerles de los medios para enfrentar y derrotar a las fuerzas de la contrarrevolución en enfrentamientos, al principio en pequeña escala, que serían favorables para las fuerzas revolucionarias — y cómo, sobre esa base y en el transcurso de hacer eso, podrían cobrar fuerza y ganarse a cantidades cada vez más grandes de aquellos que habían formado parte de las fuerzas contrarrevolucionarias, y de ahí, al final, derrotar a las fuerzas que queden de la contrarrevolución.
Al mismo tiempo, el desarrollo de esta doctrina básica y enfoque estratégico es un proceso continuo. Y a lo largo de este período de preparar el terreno, preparar a las masas de personas y preparar a las fuerzas dirigentes para esta revolución, es necesario desarrollar continuamente y hacer que sean “más operativos” en su concepción esta doctrina básica y enfoque estratégico para la lucha total —es decir, es necesario que se elabore aún más y se concrete aún más, particularmente en términos de lo que constituirán las vías reales hacia la victoria— y, derivado de eso y sirviendo a eso, cuáles deberían ser la naturaleza y características específicas de los enfrentamientos con el otro lado, particularmente en las fases iniciales, y (en la medida de lo posible) en general.
Como se mencionó anteriormente, un factor importante con respecto a todo esto es la verdadera posibilidad de una guerra civil entre sectores opuestos de la sociedad, y la manera en que esto podría impactar a las instituciones esenciales del poder estatal de este sistema. Si estallara una guerra civil de este tipo —o incluso si las crecientes divisiones en la sociedad se encaminaran más directamente hacia una guerra civil de este tipo—, eso podría ejercer un efecto profundo en esas instituciones, con la verdadera perspectiva de escisiones en éstas e incluso la desintegración de semejantes instituciones, de modo que algunas partes tomaran partido con los fascistas y otras partes tomaran partido con el lado opuesto a los fascistas.
Esta posibilidad es algo que la doctrina básica y el enfoque estratégico de las fuerzas de combate revolucionarias tendrían que tomar en cuenta y abarcar. Pero, para que las fuerzas revolucionarias se ganen, e incorporen a sus filas, a cantidades importantes de personas de entre las instituciones gobernantes y represivas de este sistema, y además para hacerlo de una manera que realmente mantenga el carácter emancipador de las fuerzas revolucionarias, y para fortalecerlas sobre esa base, sería necesario templar y endurecer a las filas revolucionarias, no sólo en términos de su capacidad de combate, sino en términos de su orientación ideológica y política fundamental, como luchadores por la emancipación de la humanidad.
Aquí, una vez más, viene al caso el siguiente punto muy importante:
Esta no es la época de la Guerra Civil en la década de 1860, cuando el objetivo de quienes luchaban contra la injusticia era abolir la esclavitud…. Es necesario que el objetivo ahora sea precisamente deshacerse de todo este sistema del capitalismo-imperialismo que ha engendrado estos fascistas, junto con todos los demás horrores que perpetra continuamente, en Estados Unidos y por todo el mundo.
Así que, en el caso, y en el contexto, de una nueva guerra civil, el enfoque de las fuerzas revolucionarias, dirigidas por el nuevo comunismo, sería realizar el trabajo político necesario, en combinación con combates reales, para desarrollar y transformar semejante guerra civil en una revolución para plasmar el objetivo de deshacerse de todo este sistema y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y emancipador basado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.
Sobre todo, en este momento, esto recalca aún más la importancia crucial de trabajar activa, audaz e incansablemente por la necesaria repolarización política en la sociedad en su conjunto, y entre todos los sectores de la sociedad, en un sentido favorable para una revolución hasta el final.
En este mismo sentido, también es necesario tener en cuenta la manera en que una revolución en Estados Unidos tendría importantes dimensiones e interconexiones internacionales. En primer lugar, esta revolución, por supuesto, no estaría limitada por el territorio y las fronteras actuales de Estados Unidos, que se han forjado mediante guerras de conquista y genocidio. Esta revolución inevitablemente será influenciada por lo que está pasando y, a su vez, influenciará de manera importante lo que está pasando, en los países al sur (y al norte), con los que Estados Unidos tiene una historia de estar estrechamente interconectado, y que en muchos casos los ha dominado y saqueado.
Y de manera más general, en algunos sentidos diferentes fuerzas verán esta revolución y responderán a ella, mucho más allá de las fronteras actuales de Estados Unidos. Una lucha en serio por la revolución en este país —en Estados Unidos— tendría el efecto de un poderoso terremoto político, enviando ondas de choque sísmicas por todo el mundo. Es cierto que una reacción a semejante situación sería que los gobiernos y fuerzas opresivos en todo el mundo la vieran como una fuerte amenaza a su posición y objetivos, y existe una verdadera posibilidad de que algunas de estas fuerzas actuaran para ayudar, o unirse, a los esfuerzos para aplastar semejante revolución. Al mismo tiempo, semejante revolución despertaría a sacudidas y asestaría un poderoso choque positivo a literalmente miles de millones de personas en todas partes, haciendo añicos la sensación de que no es posible ninguna alternativa a este terrible mundo. En general, es casi seguro que contribuiría, de manera muy importante, a una repolarización a escala global.
Las fuerzas dirigentes de esta revolución tendrían que tomar en cuenta todo eso, como parte importante de su orientación y objetivos estratégicos.
En todo esto, y en todo lo que he comentado en el transcurso de este discurso, sobresale el siguiente principio fundamental: la revolución es un asunto muy serio, y hay que abordarla con seriedad y de manera consecuentemente científica.
A manera de conclusión: todos los que realmente quieren ver que se cambie el mundo, de una manera profundamente positiva y emancipadora, y todos los que piensan en si ello es realmente posible, o desean que sea posible, tienen que explorar con seriedad lo que se ha comentado aquí, adoptar la orientación, método y enfoque científico revolucionario del nuevo comunismo; formar parte de las fuerzas organizadas para esta revolución, y trabajar incansablemente para acumular estas fuerzas organizadas, cuyo objetivo es nada menos que la emancipación de todos los oprimidos, en todas partes y, en última instancia, de toda la humanidad, de los horrores de este sistema y de cualquier forma en que las personas son explotadas, oprimidas, degradadas y tratadas como si fueran menos que humanos.
Para volver a esta verdad crucial y urgente:
Éste es uno de esos momentos y circunstancias poco comunes en que la revolución llega a ser posible, no sólo debido a que este sistema es siempre un horror, sino debido a que sólo es posible resolver la crisis y las profundas divisiones de la sociedad con medios radicales, de un tipo u otro — ya sea medios radicalmente reaccionarios, mortíferamente opresivos y destructivos o medios revolucionarios radicalmente emancipadores.
Hay que responder a un gran reto, y hay que llevar a cabo una tremenda cantidad de trabajo y lucha, con una determinación y audacia con fundamentación científica, a fin de hacer posible la resolución revolucionaria emancipadora.
No hay ninguna garantía de lograr todo esto, pero sí existe una verdadera posibilidad. Y lo que hacemos —lo que todos aquellos que quieren ver un mundo y un futuro en el que valga la pena vivir, en que los seres humanos en todas partes realmente puedan florecer en la plenitud de su humanidad— lo que todos nosotros hacemos puede importar enormemente en lo que será el desenlace de todo esto.
Existe la posibilidad, existe el reto.
Atrévete a formar parte de las fuerzas para esta histórica revolución. Atrévete a trabajar con determinación para hacer que sea una realidad. Atrévete a luchar, atrévete a ganar.
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