Una hilera de chozas de hojalata y trozos de madera sobre el “Route Neuf” o “Nuevo Camino” al norte de Puerto Príncipe, Haití, 2003. Foto: AP |
Barrer con la dominación del sistema imperialista estadounidense y
con sus facilitadores haitianos
Empoderar, desencadenar y dirigir a las
masas haitianas para reparar y reconstruir a Haití sobre la base de las
necesidades de la gente, en Haití y por todo el mundo
“Urge que se
asuma [el nuevo comunismo], de manera amplia, en esta sociedad y en el mundo en
su conjunto: dondequiera que la gente venga cuestionando por qué las cosas son
como son y si es posible un mundo distinto; dondequiera que la gente hable de
la ‘revolución’ pero en realidad no entiende qué quiere decir una revolución,
no tenga ningún enfoque científico para analizar y lidiar con lo que enfrenta y
lo que hay que hacer; dondequiera que la gente se levante en rebeliones pero
esté cercada, decepcionada y a la merced de los opresores asesinos, o que sea
mal dirigida por caminos que solo refuercen, a menudo con una brutalidad
bárbara, las cadenas esclavizantes de la tradición; dondequiera que la gente
necesite una salida de sus condiciones desesperadas, pero no ve la fuente de su
sufrimiento y el camino hacia adelante para salir de las tinieblas”.
Esta cita de Bob Avakian (El
Nuevo Comunismo, p.
90) es universalmente cierta, pero en ningún lugar es más cierta que en Haití
hoy.
Una vez más, los 12 millones de habitantes de Haití han
estado sumidos en una crisis devastadora. Pandillas y milicias fuertemente
armadas controlan la capital, Puerto Príncipe, donde vive más de uno de cada
cuatro haitianos, en su mayoría en barrios marginales empobrecidos. Se estima
que unas 350.000 personas han estado obligadas a huir de sus hogares y muchas
otras están acurrucadas en sus casas por miedo a salir. Casi la mitad de los
alimentos de Haití es de importación, pero las pandillas han forzado la
clausura del principal aeropuerto y puerto marítimo, estrangulando el
suministro de alimentos. Importantes vías públicas están bloqueadas, lo que
impide que los camiones transporten alimentos, combustible y agua hacia la
ciudad. Se asoma el hambre. El sistema sanitario está al borde del colapso.
Todo observador honesto y conocedor sabe que la terrible situación en Haití es abrumadoramente responsabilidad del imperialismo estadounidense, el cual ha dominado a Haití durante más de 100 años. (Estados Unidos desplazó, pero también siguió los pasos del colonialismo-imperialismo francés, el cual esclavizó abiertamente a los haitianos durante más de 100 años. La enorme riqueza extraída de las plantaciones de esclavos de Francia en Haití ayudó a sentar las bases del “modo de vida civilizado” de Francia, mientras condenaba al pueblo haitiano a una vida corta de miseria y muerte brutal por exceso de trabajo, enfermedades o asesinato directo — ¡la esperanza de vida de un esclavo haitiano era de 21 años! (Vea “Haití: un largo descenso al infierno”).
En cada momento de su reino, Estados Unidos
ignoró o escupió a los intereses, derechos, dignidad, bienestar y soberanía del
pueblo haitiano. Invadió y ocupó repetidamente al país (además de organizar a
otras fuerzas extranjeras para ocuparlo) durante períodos de décadas. Ha
respaldado a los dictadores más despiadados y sádicos, como la dinastía
Duvalier, que literalmente sembró el terror en los corazones de millones de
haitianos con sus redes de espías, paramilitares asesinos, prisiones y cámaras
de tortura. Ha derrocado a líderes elegidos popularmente e impuesto a otros no
electos. Ha paralizado la agricultura campesina haitiana que hasta hace 20 años
empleaba a la gran mayoría de los haitianos y que en algún momento había hecho
que Haití fuera autosuficiente en alimentos. (Vea “Estados
Unidos en Haití: Un siglo de dominación y miseria”)
Y ahora uno
de los más altos funcionarios del gobierno estadounidense, el secretario de
Estado Antony Blinken, ha reunido a los “activos” estadounidenses en la región
—los líderes pro estadounidenses de otros países caribeños— en Jamaica para
imponer una nueva “solución” a Haití. (Algunos miembros de la clase dominante
haitiana pro-estadounidense “participaron” vía Zoom).
¿Y cuál es la “solución” estadounidense? Crear
un “consejo de transición” de élites haitianas pro-estadounidenses que nombrará
a un primer ministro, quien luego creará la fachada de
un gobierno “legítimo”, que (espera Blinken) estabilice la situación lo
suficiente como para poder traer a una fuerza de ocupación de mil soldados
kenianos para “restaurar el orden”… y luego organizar “elecciones libres” para
la presidencia como una manera de santificar el reino asesino de Estados Unidos
con el agua bendita de la “democracia”.
Seamos claros: en cada punto de los 220 años de la historia de la “relación”
de Estados Unidos con la nación de Haití, incluidos los 109 años en los que
Estados Unidos ha dominado al país, todo
lo que ha hecho ha sido
desde el punto de vista de fortalecer y enriquecer al imperio estadounidense a
expensas de Haití y su pueblo. Esta es la razón por la que los revcom han
enfatizado repetidamente que no puede provenir ningún bien de una
intervención estadounidense mayor o más profunda.
Eso es
importante, es fundamental para entender la situación actual. PERO, no responde
a la pregunta: ¿qué se necesita para salir de esta pesadilla?
Muchas personas, algunas de ellas bien
intencionadas, dicen que unas “elecciones libres y justas” son la respuesta.
“Dejemos que los haitianos decidan, mediante elecciones, el futuro de
Haití”.
Pero Haití (¡al igual que todo nuestro
planeta!) necesita desesperadamente un
cambio profundo y fundamental.
Los siglos de dominio colonialista-imperialista no sólo han saqueado y
atormentado al pueblo haitiano, sino que en lo fundamental lo han torcido todo
para adaptarlo a las necesidades del imperialismo. La “clase política” en Haití
—en su inmensa mayoría representantes de los capitalistas haitianos que
prosperan gracias a la explotación del pueblo haitiano y están inseparablemente
ligados y dependientes de los imperialistas— no tienen ningún deseo de
transformar la economía, la agricultura, el sistema educativo, la terrible
devastación del medio ambiente causado por la esclavitud y luego el
imperialismo, las estructuras de gobierno, la policía o cualquier otra cosa a
fin de servir a las necesidades de las masas de personas y de la humanidad.
E incluso si de alguna manera fuera elegido
una persona que sí tuviera ese “deseo”, e incluso si no fuera rápidamente
derrocado por fuerzas reaccionarias internas o extranjeras, el tipo de
transformaciones necesarias no pueden realizarse mediante “edictos”.
En el mundo de hoy, en Haití y en otros
lugares, el cambio revolucionario significa que los líderes revolucionarios
tienen que unirse y adoptar el nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian. Este proporciona
un método científico y una guía para conocer el mundo, y para movilizar a
millones de masas, aprovechando su insaciable deseo de un mundo mejor a fin de
desarraigar colectivamente el viejo mundo y construir un mundo nuevo y mejor, y además para defenderlo de sus enemigos. El método y el enfoque del nuevo comunismo
capacita a los revolucionarios para desarrollar la estrategia necesaria para
hacer una revolución y ponerse a construir una sociedad completamente nueva,
libre de opresión y explotación y que se propone y trabaja hacia la emancipación
de toda la humanidad — y las capacita para hacerlo de una
manera que active cada vez más a masas de personas.
Y la lucha revolucionaria requiere que se haga
como parte de una lucha mundial para derrocar al capitalismo-imperialismo y
forjar sociedades socialistas. Y dirigir a las personas que están luchando por
este cambio en cualquier país individual a contribuir todo lo que puedan a la
gente en todas partes, lo que incluye oponerse a las intervenciones
reaccionarias de “sus propios” gobiernos contra las fuerzas revolucionarias y
los nuevos gobiernos socialistas que se establezcan.
Por eso
decimos, sin exageraciones, y con la más sobria comprensión de todas las
dificultades y sacrificios que encierra este camino, que la humanidad necesita
una revolución guiada por el nuevo comunismo.
En
los siguientes artículos, mostraremos cómo toda la historia de Haití manifiesta
la realidad de que este tipo de revolución profunda, y nada menos, nada más,
proporciona la única solución a la pesadilla que el imperialismo
mundial ha configurado y a la que sus partidarios quieren condenarnos para toda
la eternidad.
Vea algunos
de los artículos anteriores de revcom.us sobre la historia de Haití:
* Crimen
Yanqui Caso #80:
1915-1934:
La invasión, la ocupación y dominio yanqui de Haití
* La verdad en medio de los escombros en Haití:
Estados Unidos es el problema, y no la solución
* Estados Unidos en Haití: Un siglo de dominación
y miseria
Lea: www.revcom.us
Vea: youtube.com/TheRevComs
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