El 13 de noviembre, ataques simultáneos en París dejaron al menos 129
personas muertas. Al parecer, al Estado Islámico (también llamado EIIL, EIIS o
Da'ash), el reaccionario movimiento islamista armado que ahora domina a partes
de Siria e Irak, se ha atribuido el “mérito” de estos ataques. Las víctimas
eran gente común y corriente. Comían en los cafés, asistían a un partido de
fútbol o caminaban por la calle. Había personas de diversos sectores sociales,
de Francia y de todo el mundo. La naturaleza horrorosa y arbitraria de la
matanza —la que incluyó la masacre de 89 personas atrapadas en una sala de
conciertos donde tocaba una banda de rock— sólo podía tener el objetivo de
crear un ambiente de caos y miedo en la sociedad. Y es obvio que llevaron a
cabo el ataque, conscientes de que Francia y Estados Unidos lo invocarían para
justificar nuevas rondas de represión y guerra. Hay que denunciar sin equívocos
el cruel horror de los atentados en París.
Al mismo tiempo, el presidente de Francia lo declaró un “acto de
guerra” y que respondería “de manera inmisericorde”. Que quede claro: son muy
ominosas esta amenaza de parte de Francia — y las formas en que este ataque se
ha apoderado de los medios de comunicación y la vida política en Estados Unidos
desde que ocurrió. Hay algo que casi a ciencia cierta implica: más guerras y
ataques militares en el Medio Oriente por parte de Francia, las otras potencias
europeas y el propio Estados Unidos, causando aún más muerte y generando muchos
refugiados más en adición a los millones que en efecto ya buscan
desesperadamente sobrevivir y quienes a menudo pierden la vida en el proceso.
Y por lo tanto se intensifica y acelera la horrorosa dinámica en la
que se encuentran encerradas miles de millones de personas en el mundo de hoy.
El mundo clama por otro camino. Para alcanzar ese otro camino, tenemos que
entender en primer lugar las causas fundamentales de la dinámica que YA está en
marcha.
Una vez más, que quede claro: El ataque en París tenía como objetivo
impulsar un programa reaccionario sembrando el terror. Fue cruel, injusto y
horroroso.
Al igual que el bombardeo estadounidense de un hospital de Médicos
sin Fronteras en Afganistán el 3 de octubre —un acto deliberado de terrorismo
de Estado— lo que destruyó un hospital que la gente necesitaba
desesperadamente y segó la vida de una docena de médicos valientes junto con
voluntarios de todo el mundo y pacientes afganis. Desde 2001, la invasión y
ocupación estadounidense de Afganistán ha causado la muerte de decenas de miles
de civiles. Y la invasión y ocupación estadounidense de Irak —el crisol en que
se formó y creció el EIIL— causó la muerte directa de muchas decenas de miles
de personas e “indirecta” de cientos de miles de otros.
Al igual que el atentado terrorista, por el cual EIIL se adjudicó
la responsabilidad, contra un barrio pobre chiíta de Beirut, El Líbano el 12 de
noviembre. Su blanco era una comunidad en la que las fuerzas islámicas
aliadas con el gobierno sirio, Irán y Rusia tienen una base de apoyo, pero
lanzaron las bombas sobre civiles y dejaron docenas de civiles muertos. La guerra
multifacética entre reaccionarias potencias y fuerzas en contienda en Siria ha
causado 250.000 muertes y más de 12 millones de personas desplazadas de sus
hogares a campos de refugiados o la peligrosa travesía a la persecución y los
campos de concentración en Europa.
Al igual que el bombardeo de una fiesta de bodas en Yemen el 8 de
octubre por parte del régimen saudita, armado y respaldado por Estados Unidos. Esta
fue la segunda vez en un mes que cazas de combate sauditas atacaron a una
fiesta de bodas en Yemen, con 30 muertos en esta ocasión. A fines de
septiembre, cohetes sauditas cayeron sobre otra fiesta de bodas en Yemen, con
un saldo de 130 muertos. El blanco del reino de terror saudita es la población
civil en las zonas donde las fuerzas anti-sauditas están en control. Y los
sauditas han librado la guerra en Yemen desde el verano con bombas de racimo
suministradas por Estados Unidos —un arma prohibida en la mayor parte del
mundo— para masacrar a miles de civiles, entre ellos cientos de niños.
Hay que poner fin a todo este ciclo horroroso e inhumano.
Dos reaccionarios polos de opresión
En esta situación general, los gobernantes de Estados Unidos se hacen
pasar como “los buenos” del mundo. Encubren el hecho de que su sistema entero
sólo puede funcionar y obrar mediante la explotación brutal e incesante de
miles de millones de personas con el saqueo del medio ambiente y mediante la
opresión de pueblos enteros y de mujeres, la mitad de la humanidad. Insisten
que la gente olvide los cimientos de este imperio en el genocidio y la
esclavitud y las guerras sin fin por imperio por todo el mundo.
Los fundamentalistas islámicos como el EIIL se hacen pasar como la
única fuerza que se le opone a lo anterior. Su oposición es la de opresores de
poca monta con ganas de ser opresores de pesos pesados. La sociedad que
refuerzan incluye la brutal opresión de las mujeres y la violenta imposición de
la ignorancia y la superstición. Es preciso que nadie con una pizca de justicia
tenga algo que ver con lo anterior y de hecho tiene que oponérsele, con
firmeza. La humanidad efectivamente es capaz de algo mucho mayor: una
nueva sociedad, sin explotación ni opresión.
Como decimos constantemente en nuestra página web y en nuestro
periódico:
“Este sistema es lo que nos ha metido en la situación en
que nos encontramos hoy y que nos mantiene ahí. Y es por medio de la revolución que se
acabe con este sistema que nosotros mismos podríamos dar origen a un
sistema mucho mejor. El objetivo final de esta revolución es el comunismo:
un mundo en que las personas trabajen y luchen juntas por el bien común... en
que todos contribuyan a la sociedad lo que puedan y reciban lo que necesitan
para tener una vida digna de un ser humano... en que ya no haya divisiones
entre las personas en que algunas gobiernan y oprimen a otras, arrebatándoles
no sólo los medios para obtener una vida digna sino también el conocimiento y
un medio para entender bien el mundo y tomar acciones para cambiarlo.
“Esta revolución es necesaria y posible a la vez”.
Y, como también decimos: “Por Bob Avakian y el trabajo que ha hecho
durante varias décadas, de sintetizar las experiencias positivas y negativas de
la revolución comunista hasta hoy y de aprender de una amplia gama de
experiencias de la humanidad, se ha desarrollado una nueva síntesis del
comunismo — existen en realidad una visión y estrategia viables para una
sociedad y mundo radicalmente nuevos y mucho mejores, y existe la dirección
crucial que se necesita para hacer avanzar la lucha hacia ese objetivo”.
Al leer lo anterior, si se veía atormentado por lo que pasó en París
—o sobre lo que pasó antes en Kunduz o Gaza el año pasado o sobre cualquiera de
las decenas y cientos de otros lugares—, es preciso que investigue el porqué.
Este efectivamente ES un camino para salir de la locura, y todos tienen el
deber con sí mismos, con los demás seres humanos y con el futuro, de
explorarlo.
Al mismo tiempo, en estos momentos, es necesario romper este ciclo
de terror y horror. Hay que denunciar los ataques despiadados como el de
París. Pero que no nos sumemos a las acciones de nuestros
gobernantes para aprovechar esos ataques para justificar ataques aún peores
sino que opongamos resistencia a dichas acciones. Tenemos que
oponer resistencia cuando tomen más medidas represivas (que según dicen que
“nos mantendrán seguros” pero que en realidad intensifican el problema).
Tenemos que oponer resistencia a sus intentos de intensificar sus invasiones,
ataques de aviones no tripulados y bombardeos. Oponer resistencia cuando azuzan
el patriotismo y el prejuicio, como los mezquinos ataques contra los
inmigrantes. Quedarse callado y cómplice ante esta situación es contribuir
al ciclo entero y fortalecer los dos bandos en el
choque reaccionario entre el Occidente y la Jihad.
En ausencia de una alternativa liberadora y positiva y en ausencia
de una oposición decidida y visible en “el Occidente”, los crímenes de Estados
Unidos impulsan a la gente hacia los brazos de la Jihad reaccionario. Lo
que se necesita —y lo que es moralmente justo— es una oposición visible
y decidida contra los crímenes de “nuestro gobierno” por parte de
nosotros en Estados Unidos, Francia y otros países imperialistas. Abrir paso
hacia otro mundo y zafarse del círculo vicioso actual requiere que
personas en todo el mundo vean que los gobernantes no hablan
por nosotros. Y que tomemos partido con los intereses de la humanidad.
Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos. Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.
Bob Avakian, Lo BAsico 1:28
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