Declaración de Bob Avakian - 1º de agosto de 2020 - Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución

Manifestación de Rechazar el Fascismo (refusefascism.org) en Nueva York

3 de agosto de 2020 | revcom.us

1. La situación actual augura retos verdaderamente trascendentales y sin precedentes, con profundas implicaciones no sólo para la gente en Estados Unidos sino para toda la humanidad. Hace tres años, me referí a esta realidad — la que desde ese entonces se ha vuelto aún más pronunciada y aún más peligrosa:

Lo que enfrentamos en este momento es que nos está gobernando un régimen fascista: que ataca implacablemente a los derechos y libertades civiles y promueve abiertamente la intolerancia y la desigualdad; que actúa con cruel indiferencia o calculada malicia contra aquellos que considera inferiores y un lastre o deshonra para el país; que está en una misión de negarles atención médica a millones de personas que sin ella, sufrirán, y muchos morirán; que degrada brutalmente a las mujeres, como objetos de saqueo, como reproductoras sin derecho al aborto o la anticoncepción, subordinadas al esposo y a los hombres en general; que rechaza la ciencia del cambio climático, ataca a la ciencia de la evolución y repudia el método científico en general; un régimen que blande un arsenal de destrucción masiva y que amenaza con una guerra nuclear; que redobla el terror de estado contra los musulmanes, inmigrantes y gente de las comunidades marginales de las ciudades; que azuza, anima y respalda a brutales golpeadores y su repugnante veneno de “Estados Unidos Ante Todo”, supremacía blanca, supremacía masculina y anti-LGBT — que alardea de todo esto y manifiesta su intención de hacer cosas peores.

Éste es un régimen encabezado por “un intimidador demente” con el dedo en el detonador nuclear. Que, sin exagerarse, amenaza no sólo con un sufrimiento mucho mayor para las masas de la humanidad sino a la propia existencia de la humanidad en sí, mediante sus maniobras intensificadas para aumentar el saqueo del medio ambiente y sus alardes de tener armas de destrucción masiva sin igual y su descarada declaración de su disposición de usar semejante armamento, incluido su masivo arsenal nuclear.

También he enfatizado que es este sistema del capitalismo-imperialismo el que, por medio de su “funcionamiento normal”, ha engendrado este fascismo, y que no es posible llevar a cabo ningún cambio fundamental hacia lo mejor bajo este sistema, y que al contrario hay que derrocar este sistema y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y mucho mejor, para poder abolir y arrancar de raíz todas las relaciones de explotación y opresión, y los conflictos violentos que éstas engendran — todo lo cual está integrado en los cimientos de este sistema y en su continuo funcionamiento y requisitos.

En este momento, para todos aquellos que se preocupan por eliminar la injusticia y la opresión, y por la cuestión de si la humanidad tendrá un futuro que valga la pena vivir — o si siquiera tendrá un futuro, sacar del poder al régimen fascista de Trump y Pence es una cuestión urgente e inmediata y un imperativo verdaderamente histórico.

Además, para aquellos que entienden la necesidad de la revolución, de derrocar este sistema, como la solución fundamental a los continuos horrores que este sistema causa para las masas de la humanidad (el que este sistema sea gobernado por medio de una dictadura fascista abierta, o la dictadura “democrática” disfrazada, de la clase dominante capitalista), es necesario abordar la lucha inmediata para sacar del poder el régimen de Trump y Pence precisamente como parte —una parte crucial y un requisito urgente— del trabajo general de preparación para esta revolución, y no como una “desviación” (o “sustituto”) de construir el movimiento para la revolución que hace falta.

Nuestra meta fundamental, y estrella guía, sigue siendo: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!

En todo lo que hagamos, lo que incluye en todas las luchas en que participamos las que en sí quedan cortas de una revolución, nuestra orientación consecuente es, y tiene que ser, hacer que todo esto sirva a esa meta fundamental de hacer la revolución y emancipar a toda la humanidad.

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Por lo normal, los comunistas revolucionarios sostenemos que la gente no deba votar en las elecciones burguesas, las cuales sirven a reforzar el sistema existente del capitalismo-imperialismo y a alentar las ilusiones populares de que de alguna manera es posible “eliminar mediante reformas” la explotación, la opresión y las injusticias sin eliminar el sistema que engendra estos horrores en primer lugar. Pero ¿ésta es la posición correcta a asumir en relación con estas elecciones particulares?

Para contestar esta pregunta, tenemos que examinar el panorama general.

Los revcoms marchando en Los Ángeles - "¡Revolución, nada menos!"
 

2. En los casi cuatro años que ya han transcurrido con este régimen en el poder, nos han obligado a presenciar y soportar los horrores que el régimen de Trump y Pence ya ha cometido, y el grave peligro que representa. Trump se postuló en 2016 con lo que constituyó un programa fascista así no más, incluida la descarada supremacía blanca y supremacía masculina, y el racismo xenófobo contra los inmigrantes, en particular aquellos de México y de otros países que Trump considera como “pozos de mierda”, así como una defensa abierta de la tortura y brutalidad de parte de la policía y los partidarios “civiles” de Trump. Y, una vez en el poder, Trump ha avanzado a martillazos con la ejecución de su programa, arrollando toda “norma institucional” que se interpusiera en el camino de eso, incluso ante un juicio político de destitución — y con una realzada arrogancia e impulso una vez que sus colegas fascistas del Partido Republicano votaran por absolverlo en el Senado.

En esencia, todo lo que se detalla sobre este régimen al comienzo de esta declaración es lo que Trump y aquellos de su entorno han llevado a cabo con una venganza. Esta situación se ha vuelto aún más flagrante y agresiva a medida que se avecinen las elecciones programadas para noviembre. Además, imagínense lo que Trump haría si ganara un “mandato” de segundo turno mediante una reelección en el noviembre que viene.

La pandemia de la Covid-19 y la correspondiente respuesta de Trump y Pence también han ilustrado vívidamente una vez más la naturaleza anticiencia de este régimen y su desconsideración total respecto al sufrimiento de las masas de personas, sobre todo aquellas que más desprecia este régimen y las que son más vulnerables a esta pandemia y las que más ha afectado esta pandemia.

Pero, por horroroso que haya sido todo esto, no se trata simplemente de algunas políticas horrorosas sino de una forma cualitativamente diferente de gobierno, basado en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los derechos más básicos.

Ya hemos presenciado que Trump, en flagrante violación de los principios de la Constitución, despacha tropas de choque de ocupación, de diversos organismos del gobierno federal, para penalizar el disentimiento y suprimir a las personas que están protestando en Portland y otras ciudades, y para agravar el reino de terror contra las masas de personas en las comunidades marginales urbanas de Chicago y otras partes.

Hemos presenciado las burdas exhibiciones de patrioterismo de “Estados Unidos Ante Todo” de parte de Trump, con sus repetidos llamados a castigar severamente a aquellos que, a su parecer, no han expresado el debido fervor patriótico, o que se han atrevido a hacer críticas y protestar contra algunos de los elementos de la opresión más patente llevada a cabo por los ejecutores de este sistema, en particular la continua brutalidad y asesinato de negros, latinos e indígenas por la policía. Hemos presenciado su continuo azuzamiento de actividades de golpeadores supremacistas blancos, policías y “gente defensora de la Segunda Enmienda” y “otras personas muy buenas”.

Todo eso trae a la mente el ascenso al poder y el gobierno de Hitler y los NAZIs en Alemania durante los años 1930 y comienzos de los 1940. Mientras Hitler forjaba su movimiento fascista, golpeadores fueron movilizados para brutalizar y aterrorizar a las personas que no mostraban apoyo para Hitler y los NAZIs — con agresiones en su contra en las calles y en otros lugares públicos. Una vez consolidado el poder por el estado fascista NAZI, toda oposición fue severamente castigada y aplastada. Todos aquellos que no apoyaban y proclamaban abiertamente la ideología NAZI oficial cayeron en la mira. Grandes cantidades de personas fueron purgadas de las instituciones públicas — todos aquellos, en particular los judíos pero también otras personas, los cuales fueron considerados “ajenos” a la “raza germánica pura” y un obstáculo a los objetivos monstruosos de los NAZIs. Comenzando con los comunistas, pero sin que pasara mucho tiempo, abarcando a la población judía, el pueblo romaní, los homosexuales y otras personas, los campos de concentración se llenaron de aquellos que se consideraban como una amenaza a los NAZIs o un “lastre” para la nación alemana. Y sin que pasara mucho tiempo, esto condujo al genocidio en masa de millones de judíos en Alemania y en los países que los NAZIs habían conquistado y ocupado.

No todo eso ocurrió de un solo golpe — sino que se desenvolvió en un lapso de tiempo relativamente corto (aproximadamente una década), y a un ritmo cada vez más acelerado. No abandonaron por completo el estado de derecho de manera abierta y formal, pero la “ley” y “el estado de derecho” llegaron a ser lo mismo que lo que Hitler y los NAZIs decían que era. Una buena parte de lo que Hitler y los NAZIs hicieron, durante su reino de terror y genocidio, estuvo “en concordancia con la ley” — misma que habían reducido a nada más que sus objetivos y medios bárbaros, impuestos mortíferamente por las instituciones que habían sido desprovistas de todo significado o propósito salvo lo que estaba acorde y servía a la agenda NAZI, reducidas a nada más que instrumentos de atrocidades NAZIs.

En todo lo que Trump está haciendo en la actualidad —lo que incluye sus llamamientos abiertos a echar por tierra fallos y precedentes de la Corte Suprema (por ejemplo, cuando él llama a prohibir el aborto y a castigar la quema de la bandera nacional de Estados Unidos), junto con sus repetidas violaciones de la ley y del debido proceso por ley y su insistencia en que él es la ley—, podemos ver la sombra amenazante de una dictadura fascista aún más abierta. Pues, eso es lo que es el fascismo: una dictadura abierta y agresiva, que pisotea y pervierte el estado de derecho, se apoya en la violencia y el terror, en nombre del sistema capitalista depredador y en tanto un esfuerzo extremo por lidiar con profundas divisiones sociales y crisis agudas (tanto en el país como en el escenario mundial). Y en las maniobras de la “Secretaria de Educación” de Trump, Betsy Devos —en sí una fascista cristiana cuyo objetivo fundamental es reemplazar la educación pública y secular por escuelas basadas en el adoctrinamiento fundamentalista cristiano—, podemos ver los contornos de la versión del régimen de Trump y Pence de una “ideología (fascista cristiana) oficial”. Podemos reconocer la sombra amenazante de una situación en la que se requerirá que no sólo los niños escolares, sino todas las personas en la sociedad, juren lealtad a un Estados Unidos fascista cristiano blanco.

Una declaración de la organización Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) sostiene con elocuencia y fuerza:

Se están deslindando las cosas de manera muy concreta, con consecuencias catastróficas para toda la humanidad. Si perdiéramos el derecho de protestar —vía medios legales o extralegales—, todas las posibilidades quedarían en el aire. El fascismo no solo es lo peor de un columpio del péndulo. Es un cambio cualitativo en la forma en que se gobierna a la sociedad. Se penaliza el disentimiento paso a paso. Se aporrea la verdad. Se sataniza y pone en la mira a grupo tras grupo por una trayectoria que conduzca a horrores reales. Todo esto ya lleva más de tres años en marcha, pero, con los campos de concentración en la frontera, la absolución de Trump en una farsa de juicio de destitución y una orden ejecutiva para proteger monumentos mientras penaliza derechos bajo la Primera Enmienda con penas de cárcel de verdad, demasiadas personas todavía quieren vivir bajo el sol de cómodas ilusiones propias de que esto en realidad no está pasando. Este es el fascismo. Está ocurriendo, y se está acabando el tiempo para detenerlo.

Durante demasiado tiempo, aquellos, entre ellos las diversas voces representadas por Rechazar el Fascismo, que hemos venido señalando el peligro inmediato muy real —y el peligro potencialmente aún más grande— representado por el régimen de Trump y Pence, nos encontrábamos con exagerada frecuencia ante un rechazo arrogante de parte de aquellos que no podían ver, o no querían ver, la realidad y la trayectoria de este régimen; que desestimaban el peligro ignorando o restando importancia a muchas de las terribles cosas que este régimen ya había hecho; y que luego señalaron cualquier cosa que este régimen todavía no había hecho como una supuesta “prueba” de que no haría semejantes cosas. Ahora, a esta hora crucial y tardía, tratar de “exageración alarmista” a la naturaleza fascista de este régimen y sus paralelos muy reales a los horrores perpetrados por anteriores regímenes fascistas — pues, eso quiere decir ignorar no sólo las lecciones vitales de la historia, sino también la realidad extremadamente peligrosa de la situación actual, lo que incluye lo que implica el hecho de que Trump —al cumplir su promesa con los fascistas cristianos— ha llenado las cortes, hasta la Suprema Corte, con legiones de fascistas cristianos y otros jueces de extrema derecha, quienes actuarán para “legitimar por ley” todo el horroroso programa del régimen fascista de Trump y Pence.

Si este régimen logra consolidar más su poder y dar saltos adicionales en la ejecución de sus objetivos horrorosos, eso resultará en un revés devastador para cualquier iniciativa de oponerse a la injusticia y la opresión, y muy probablemente conducirá a la brutal represión, e incluso la aniquilación, de los defensores de los derechos democráticos y los proponentes de toda reforma progresista con sentido, así como toda fuerza organizada que lucha por el cambio revolucionario fundamental.

En el sentido más esencial, la urgente necesidad de movilizar a las masas de personas en torno a la demanda de sacar a este régimen fascista no está en conflicto con el torrente de lucha de masas contra la supremacía blanca institucionalizada y el terror policial, u otros movimientos de masas contra los atropellos de este sistema, pero sí está en unidad básica con todas estas luchas y es crucial para éstas, y es posible y necesario entender todo esto, y construir todo esto, de una manera poderosa que se refuerza mutuamente.

Trump/Pence Fuera Ya
 

3 Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en relación a las elecciones.

Mediante los ataques sin fundamento alguno al voto por correo postal, y los preparativos para intimidar e impedir que los negros y latinos traten de ejercer su derecho de votar, ya hay maniobras en marcha de parte del régimen de Trump y Pence y sus partidarios para suprimir los votos de aquellos que probablemente voten contra Trump. Al igual que él lo hizo en las elecciones de 2016, Trump ya ha dado a entender que probablemente rechace aceptar los resultados de las elecciones de esta ronda si no resulta ganador. Y ahora Trump ha “sugerido” la idea de “demorar” las elecciones.

Dado lo que Trump ya ha hecho, y lo que ha declarado con descaro, por muy horroroso que sea, también es muy realista imaginar que este régimen apostara tropas de choque, leales a su régimen, en ciudades por todo Estados Unidos —con sanguinarias maniobras para suprimir cualquier expresión de resistencia u oposición— con la aproximación de las elecciones, y más allá de éstas.

La pandemia continua, u órdenes ejecutivas de apagar “disturbios civiles” (es decir, protestas) en muchas partes de Estados Unidos, también podrían servir de pretextos para “postergar” las elecciones, quizá de manera indefinida.

Y seguramente no resulta impensable que Trump maniobre para crear una “emergencia nacional” —por ejemplo, al emprender actos de guerra, contra Irán o posiblemente incluso China— a fin de avanzar con la instauración de condiciones represivas aún más extremas, con la ocupación de las ciudades por cantidades aún más grandes de tropas de choque paramilitares, con el fin de cancelar (o “demorar” indefinidamente) las elecciones, o controlar la votación y los resultados de las elecciones en caso de que se celebren.

Es de importancia crítica seguir forjando la resistencia, ahora mismo y de una forma cada vez más poderosa, contra todas y cada una de las maniobras represivas de Trump, lo que incluye construir una oposición de masas a los esfuerzos de este régimen de suprimir el voto y mediante movilizaciones de masas en apoyo y defensa de aquellos que caen en la mira de semejante represión.

Plenamente conocedores de lo que este régimen fascista representa, y de todo lo que implica que Trump no sólo está buscando suprimir el voto de las personas que votarán en su contra sino que también se está preparando para utilizar una represión violenta forzosa para permanecer en funciones de no ser declarado ganador en las elecciones, es de importancia urgente y crítica construir ahora una movilización sostenida y verdaderamente masiva en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que estar ¡FUERA YA! — con una orientación de estar preparados para continuarla incluso más allá de las elecciones, si la situación así lo requiriera.

Desde los primeros días del régimen de Trump y Pence, Rechazar el Fascismo ha estado alzando la voz contra el fascismo de este régimen y ha estado llamando a la movilización de masas para sacar del poder a este régimen la que se requiere ahora, con aún más urgencia. Hubiera sido muy bueno —pudiera haber tenido un efecto muy real— si todos aquellos que odiaban este régimen pero no reconocían, o se negaban a reconocer, su naturaleza fascista real y el gran peligro para la humanidad que representa como tal, hubieran respondido mucho más temprano al llamamiento de Rechazar el Fascismo y lo hubieran asumido activamente. En este momento, por fin, crece el reconocimiento, y crece la conversación, sobre la naturaleza “autoritaria” de este régimen, e incluso sobre el uso del término “fascismo” para describirlo. (Tal como he señalado, por parte de muchas personas esto ha sido una situación de “Ajá, ahora están diciendo” que esto es fascismo, como si eso llegara a ser cierto en este mero momento. Pero, conocedores de la profundidad de lo que está en juego, es importante reconocer que ahora es mejor que nunca.) Ya se está haciendo tarde — pero todavía no es muy tarde para hacer que esta movilización de masas sea una realidad. Confiar en las “normas” y “canales regulares” de este sistema, incluidas las venideras elecciones, y limitar las acciones a dichas normas y canales, no puede solucionar este problema urgente y profundo, especialmente al lidiar con un régimen fascista y sus seguidores fanáticos que están decididos a pisotear y hacer añicos semejantes “normas”.

 

4. A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen. Y, incluso con protestas de masas que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto real contra Trump.

No digo esto porque Biden (y el Partido Demócrata en general) de repente se hayan convertido en algo aparte de lo que son: representantes y instrumentos de este explotador, opresivo y literalmente asesino sistema del capitalismo-imperialismo. El proceso electoral sigue siendo lo que los revcom lo hemos llamado — BEB (Basura Electoral Burguesa). Sigue siendo cierto que no es posible obtener ningún cambio fundamental hacia lo mejor por medio de este proceso electoral, y que, en general, votar bajo este sistema sirve a reforzar este sistema, especialmente si se considera votar como una manera —y es aún más cierto si se considera como la (única) manera— de obtener un cambio con sentido.

Pero estas elecciones son distintas.

Es cierto que, con cada tanda de elecciones, los demócratas salen con la misma estafa básica —chantajear a las personas que odian la injusticia y la opresión para que voten por los demócratas como el “mal menor”— al insistir en efecto: “Quizá no estés de acuerdo con todo lo que decimos, quizá tengas fuertes diferencias y críticas respecto a lo que somos — pero ¡¿quieres que ellos estén en el poder?!” (en alusión al Partido Republicano abiertamente supremacista blanco, supremacista masculino, saqueador del medio ambiente y negador del cambio climático y reaccionario hasta el tuétano). Y el Partido Demócrata lo ha hecho una y otra y otra vez, a la vez que sirve de representante y aspira a presidir este sistema del capitalismo-imperialismo que tiene integrado en sus cimientos la supremacía blanca, la supremacía masculina, el saqueo ambiental y las guerras por el imperio, a la vez que los demócratas hacen mucha bulla, y dan algunos pasos para implementar, reformas leves (y en última instancia insignificantes) supuestamente para lidiar con estos atropellos. Todo esto de hecho ha contribuido a que las cosas se desarrollen hacia la terrible situación en la que nos encontramos ahora. Ha paralizado políticamente a muchas personas que buscan un fin a semejantes atropellos, al reducirlas a individuos pasivos dependientes del Partido Demócrata y su papel en el proceso electoral, mientras le echa leña al fuego de los sectores fascistas duros de la sociedad quienes insisten en no mitigar en absoluto estos atropellos —en no hacer ninguna concesión a la lucha en contra de esto— y de hecho exigen el reforzamiento brutal de esta opresión y atropellos, con términos extremos.

Pero, una vez más, estas elecciones son distintas — de una manera crucialmente importante. No se trata de que Biden o los demócratas representen algo “bueno”, o de que, en términos fundamentales, los demócratas sean “algo mejor” que los republicanos. Los dos partidos son partidos políticos de la clase dominante, y ninguno de sus candidatos representa nada “bueno” en el sentido más básico y esencial. Biden no es “mejor” que Trump, en ningún sentido importante — salvo que él no es Trump y no es parte de las maniobras para consolidar e imponer un gobierno fascista, con todo lo que eso supone.

Analizar estas elecciones desde el punto de vista de cuál candidato es “mejor” no capta lo verdaderamente profundo de lo que está en juego y las consecuencias potenciales de lo que eso supone. La realidad es que hay una —y únicamente una— cosa “buena” que podría resultar de estas elecciones: asestar una derrota contundente a Trump y al régimen fascista en su conjunto. Hacer eso crearía condiciones mucho mejores para seguir librando la lucha contra todo lo que representa el régimen de Trump y Pence y toda la opresión e injusticias de este sistema, y eso sería un gran regalo para la gente del mundo.

Una vez más, en estas circunstancias extraordinarias muy particulares, si el régimen de Trump y Pence todavía está en el poder a la hora de las elecciones, a pesar de las movilizaciones de masas con la demanda de sacar del poder a este régimen, pues la lucha contra este régimen fascista necesitará incluir votar contra Trump votando por Biden, y a la vez continuar construyendo la movilización sostenida de masas contra este régimen y todo lo que éste representa y concentra, y estar preparados para llevar adelante esta movilización de masas si pierde las elecciones pero Trump se niega a dejar el cargo.

 

5. En el reconocimiento de esto, sin embargo, es sumamente importante enfatizar una vez más, con los términos más fuertes, que, por las citadas razones, confiar en el voto —sin esta movilización de masas— muy probablemente conducirá al desastre.

Existe la posibilidad de que Trump efectivamente podría ganar las elecciones — aunque el que gane o pierda, estas elecciones supondrán maniobras sin precedentes para suprimir el voto de las personas que se le oponen y utilizar otros mecanismos ilegales para poner las bases para que el permanezca en el poder. Y, de manera aún más esencial, al comprender claramente la naturaleza fascista de este régimen, y todas las implicaciones de ello, este régimen es ilegítimo, independientemente de los medios con los cuales haya llegado el poder y de sus maniobras para retener y consolidar más el poder. Hitler y los NAZIs llegaron al poder en Alemania en los años 1930 mediante los “canales normales” del “sistema democrático” allá —incluso las elecciones— pero su gobierno y todos los horrores verdaderamente indecibles que éste engendró no tenían nada de “legítimo” en absoluto. Y el mismo principio básico se aplica al régimen de Trump y Pence. Por su propia naturaleza y contenido, no existe ningún fascismo “legítimo”.

Independientemente de lo que pase en las elecciones —y aunque Biden gane y de hecho logre asumir el cargo—, no habrá ningún “retorno a la normalidad”. En primer lugar, los fascistas —aquellos que siguieran ocupando cargos poderosos, y la “base” fascista en la sociedad más amplia— no lo permitirán. Y, de todos modos, nadie debería querer eso. La “normalidad” de este sistema siempre ha incluido la bárbara opresión del pueblo negro y otra gente de color, con el sistemático terror, brutalidad y asesinato para ejercer esta opresión. Siempre ha incluido la cruel discriminación, intolerancia y violencia contra los inmigrantes, las mujeres, las personas LGBTQ y las demás personas que el sistema considera como inferiores y “ajenas”. Siempre ha incluido las guerras injustas por el imperio, y los continuos crímenes contra la humanidad. Hoy representa una amenaza a la propia existencia de la humanidad mediante su creciente devastación del medio ambiente y la omnipresente amenaza de una guerra nuclear.

Hay que asumir la lucha multifacética para sacar del poder al régimen fascista de Trump y Pence no como un sustituto, sino como una parte — una parte crucial, de actuar para ir más allá de todo lo que representa y encarna la “normalidad” de este sistema.


6. Finalmente, independientemente de lo que pase en estas elecciones, sigue siendo profundamente cierto —y es de vital importancia reconocer, y actuar según el entendimiento— que no es posible obtener ningún cambio fundamental hacia lo mejor bajo este sistema. Aunque hay que construir urgentemente una movilización sostenida de masas en torno a la demanda unificadora de ¡Trump-Pence FUERA YA!, todos aquellos que han llegado a ver que la supremacía blanca institucionalizada, la supremacía masculina y los muchos otros atropellos y crímenes contra la humanidad perpetrados bajo este sistema de hecho están integrados en este sistema del capitalismo-imperialismo, deben trabajar juntos, de manera continua, para construir un movimiento en continuo crecimiento y fortalecer las fuerzas organizadas para una revolución real para derrocar este sistema.

En resumen: En vista de lo verdaderamente monumental de lo que está en juego, no sólo en términos de cualquier cuestión particular, por importante que sea, no meramente en términos de Estados Unidos, sino para las masas de personas por todo el mundo y el futuro de la humanidad, existe una gran necesidad de abordar las cosas y actuar con la sofisticación necesaria para manejar las contradicciones difíciles y complejas en juego en todo eso — teniendo una amplia visión, rechazando el mezquino sectarismo y el quebradizo dogmatismo, y sin caer en una onda paralizante de “o lo uno o lo otro”: o luchamos contra la supremacía blanca y el terror policial, o luchamos por conseguir que se saque del poder al régimen fascista de Trump y Pence; o votamos en estas elecciones, o construimos la lucha de masas contra la escandalosa opresión y contra este régimen fascista; o nos oponemos a este régimen, con todos los medios apropiados, o trabajamos para la revolución. En esta situación muy compleja y extraordinaria —y desde la perspectiva de hacer avanzar la lucha hacia la meta de finalmente eliminar toda explotación y opresión, en todas partes—, existe una urgente necesidad de hacer todo eso, y de hacerlo con un entendimiento de la relación necesaria y correcta entre las diferentes partes de esta orientación general: principalmente enfatizar y apoyarse en la movilización de masas, en que votar en esta situación extraordinaria es necesario e importante pero no es lo principal en que hay que confiar; y, en términos fundamentales, hacer que todo ello contribuya a crear condiciones más favorables, y acumular fuerzas organizadas, no sólo para resistirse a los crímenes de este sistema sino para finalmente llevar a cabo la revolución que hace falta para poner fin a este sistema monstruosamente criminal y su dominación en el mundo, en toda forma.


Descargar el texto como archivo PDF: Declaracion de BA.pdf


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