Una persona que se contagió de Covid-19 cuenta las grandes dificultades que enfrentó para que lo atendieran en el sistema de salud

 
En un hospital Covid

En el transcurso de la investigación social que realiza el Movimiento Popular Revolucionario sobre las crisis sanitaria y económica, encontramos a un hombre de unos 50 años que nos platicó sobre su experiencia al contagiarse del Covid-19 y las grandes dificultades que enfrentó para que lo atendieran en el sistema de salud, tanto en el sector privado como en el público.

Le preguntamos qué era lo que quisiera decirnos de su experiencia, cuándo se enteró de la enfermedad y cuál fue su experiencia.

Corajes al buscar, en la ausencia de pruebas, un diagnóstico

[Del día 10 de mayo al 14 de mayo] Me acuerdo muy bien cuando comencé a sentirme mal, pues fue el 10 de mayo. Luego el día 11 me fui a atenderme a un consultorio de Similares y ahí me estuvo tratando la enfermera 3, 4 días y nada. Era pura ampolleta. El cuarto día le dije que no siento nada y me siento peor, y ya enojada me dijo, “Pues, vete a checar a ver si no ya estás contaminado”. Le respondí que pagué medicamentos para sentirme mejor y no para que se me enojen. Igual salí bien enojado. Regreso a casa y le digo a mi esposa, y ella me dijo de un médico particular para que fuera a checarme, pues me seguía sintiendo mal, y fui llevándome la receta que me habían dado en Similares.

[Del día 15 de mayo al 19 de mayo] Fui con un médico particular conocido. Me preguntó el médico “¿Y esa para qué?” Le dije, “No sé, me estoy tomando las dos, pero sigo sintiéndome mal. Por eso vine aquí”. Ese doctor me dijo que no consumiera medicamento del barato, que me hace efecto más tarde, y me dije “¿Y ahora qué?” El médico me checó, me dio una receta. Hasta eso, el medicamento no estaba muy caro, las ampolletas eran más caras, y así estuve, en cada consulta. A mí me caía raro, pues era seguido que me checaba mucho la espalda,  y así pasaron 4 días más. Entonces le dije, “Dígame qué tengo”. Pues, nada más me dice que estoy bien, pero en cada consulta me está checando mucho mi espalda, y le dije que cada día me siento más mal. Siento que me falta el aire y hasta el habla se me iba. Le dije, “Dígame qué tengo, pues me preocupan mis hijas, ya que me preguntan, ‘Papi, ¿estás malo?’” Me dice el médico, “No te preocupes, pues, andan cuidando la herencia”. Pues, que me encabronó más. Le digo, “Oiga, yo le estoy hablando bien, en este momento necesito un consuelo o algo, y no que me diga que están esperando la herencia”. Me voy bien encabronado. Me regresé a la casa […]

Ya pasó y el mero día viernes [habían pasado ya 13 días], yo estaba tomando algo para vomitar y me tomé un litro de leche para que pudiera hacerlo y voy saliendo y me recargo en un auto. Me ve mi hermano y me pregunta “¿Cómo estás?” Para ese momento ya el habla era menos. Sale mi esposa y le digo, “Platícale, la verdad yo ya no puedo”. Ella fue la que le fue diciendo que se me está yendo el habla. “Habla muy poquito, ya no puede, ya no aguanta”.

Como la novia de mi hermano es enfermera me dice, “Déjame preguntarle”. Le llama y le dice que “Déjame ver si podemos hacer algo por tu hermano”. Luego tomamos un coche, para ir a una clínica. Las enfermeras me checaron la oxigenación, la temperatura, la presión y me dijeron que iba muy mal, “Ya necesitan internarlo”. Me pidieron que respirara y casi no podía. Nos dijeron que teníamos que ir al Hospital del IMSS Covid, y ahí fuimos. Sería como a las 9 pm que llegamos, eran 10:30 pm y no me atendían.

En un hospital privado, no le ponen bien el oxígeno al principio y le dicen del alto costo hasta el tercer día

[Del día 22 al 26 de mayo] En ese lapso una de mis hermanas habló y nos dijo que fuéramos a un hospital privado y ahí nos trasladamos, y me metieron en un cuarto y me pusieron el oxígeno pero yo no sentía nada. Hasta me dijeron, “Buenas noches, descanse usted”. Le llamo a mi esposa. Le hago señas que no sentía un cambio. Llega mi hermano y alterado le dice al médico que yo no tengo oxígeno. El médico le dice que, “Ya se lo pusieron”. Yo le decía a mi esposa que no siento nada, que aquí me quieren matar. De nuevo hablan con el médico y vi que se molestó el médico pero me pasan al segundo piso y me ponen una mascarilla con el oxígeno y luego, luego sentí diferencia y el cambio. Al día siguiente ya amanecí mejor, ya podía hablar un poco más. Me preguntó la familia que cómo estaba. Les dije, “Ahí voy, ahí voy”.

Pero el problema fue que mi hermana no nos dijo cómo había quedado con el médico. El doctor no nos dijo nada. Él nada más nos atendió. El domingo por la tarde me dice el medico, “Oiga, una pregunta. No me han depositado nada, ¿Quién va a pagar?” Le digo, “La verdad, yo no sé nada”. Hasta que venga mi hermana en un rato, vuelve a entrar el doctor y me pregunta, “Y cómo te sientes”. Le digo, “Ahí voy,” pues me siento mejor y le pregunto, “Oiga, y ¿cuánto se le debe?” Y me va diciendo que 30 mil pesos, más de 5 mil el día [equivale a 6 mil por día por los 4 días en el hospital privado]. Le dije al médico, “Eso lo hubiera dicho antes, pues la verdad con ese dinero no contamos”. Me responde el médico, “Eso yo no sé. Ahí háblenlo”. Ya llegó mi hermano, mi hermana y mi esposa y hablaron con el médico. Ya el lunes una de mis hermanas había hablado con unos periodistas, y con un locutor de radio. Hablaron con el médico de una rebaja. El médico le dice a mi hermana que pague 25 mil pesos y que me lo lleve que ya no me quiere ver ahí. Se cooperan en la familia, juntan el dinero y pagan. De ahí salimos como a las 6:30 de la tarde.

En el hospital Covid de Secretaria de Salud, malos diagnósticos, condiciones insalubres, falta de insumos y atención

[A partir del día 26 de mayo] Llegamos al hospital y entro por neumonía y me dicen que me van a trasladar a otro hospital porque estoy muy mal. Les digo que le avisen a mí esposa. Casualmente, pasa mi compadre que es camillero en ese hospital, y le pido que le avise a mi esposa, pues me llevan a otro hospital. Y me dicen que me van a intubar y yo no quiero, pues ya con mi esposa había hablado y habíamos quedado que no me dejara intubar. Así me van a matar.

Donde me tenían era en la ambulancia, pues no había lugar, y me llevan al Hospital Covid de la Secretaria de Salud del Estado. Llego y ahí me meten, y ahí me querían intubar a lo cual yo me negué. Ya no tenía comunicación con mi esposa y ella después me dijo que unos enfermeros salieron con unos papeles para que los firmara y diera el permiso de intubarme a lo cual ella se negó y les dijo que yo venía recomendado por la trabajadora social. Le dijeron que en ese hospital, “No viene ningún recomendado como entran y ya no sabemos nada”. Entonces, mi esposa le habló a mi hermana y ella se comunicó con los del hospital. Hablaron con la trabajadora social y aceptaron y dijeron, “Entonces, va a estar unos días con oxígeno y vemos cómo evoluciona, y si va mal lo intubamos”.

Al entrar al hospital, durante los 15 días que ahí estuve, me bloquearon toda comunicación con mis familiares y no pude ver a nadie, ni por teléfono ni de otra forma. Me preguntaron mi nombre y cómo me sentía. Les dije, “Ahí la llevo", e insistí en comunicarme con mi familia, pues era de lo que más me mataba de la preocupación, pues no sabía nada.

Ahí en el hospital había un doctor amigo de mi cuñada y él sí me preguntaba cómo estaba y si ya había comido. Una ocasión, pasaron dos días y no me habían dado de comer. En la sala en que me pusieron estaba en medio de tres intubados y sin cubrebocas que pudiera usar, sin sandalias y nada más con la bata. La enfermera tenia a cuatro pacientes más y a nosotros nos deja. No nos hace nada. Tenía el oxígeno todo el tiempo. Me sentía bien, platico bien. Eso sí, piquetes del diario, de 6 a 8 piquetes. Les preguntaba que, “¿Para qué es esto?” Me decían que para el azúcar, no, que es para prueba. Yo les dije que no era diabético. Les decía que en el otro hospital tenía una herida y ya cerró. Si fuera diabético, hubiese tenido problemas para que sanara esa herida. Entonces, me dijo la enfermera que, “Aquí en los papeles que nos dieron dice que usted es diabético e hipertenso”. Y eso fue del diario. Cada que entraba una enfermera dos piquetes y así pasó.

Ya hasta como los 10 días, le preguntaba a la enfermera si me van a dar de alta o no, pues habían estado otros dos enfermos y ya a la semana y afuera. Además, que cuando tenía que ir al baño, iba descalzo y estaban asquerosos y faltaba papel, agua y jabón. Le pedía a una enfermera que me la daba en una botella y me lavaba las manos y cuidaba el agua. Con poquita me lavaba las manos. También papel higiénico pedía y me decían, “Ahorita”, y no traían. Pasaba la de la limpieza y le pedía y ella sí me daba. A mi esposa le pidieron sandalias, el cubrebocas, la careta, papel higiénico y hasta pañales y nada me dieron. Le preguntaba a la enfermera que cuándo me iban a dar de alta, pues ya llevaba casi los 15 días. Me decía que hablara con la trabajadora social.

En esa semana también llegó un muchachito que era zardo [soldado del ejército] y el sí estaba bien atendido. Hasta el teléfono celular le prestaban, y entró después de mí y salió primero que yo. Luego sí me dieron de alta y cuando me dijeron, me dio harto gusto.

¿En algún momento te hicieron alguna prueba y te dijeron usted tiene Covid? Nada de eso, nunca me dijeron. Solo pasaban para verme como me sentía.

¿Te explicaron alguna vez que cuando se tiene este nuevo virus no hay un tratamiento aún, sino que principalmente es tu sistema inmunológico el que te defiende y el oxigeno es para ayudar a tus pulmones? No, nunca me dijeron nada. Nada más me tenían ahí acostado. Ni platicaba con nadie.

¿Al darte de alta le explicaron algo a tu esposa? Tampoco, nada más le dijeron, “Espérelo del otro lado, que va a salir”.

Ya en casa ¿No te dijeron entonces de cuidados posteriores de las posibles secuelas? Nada, nada y eso es lo que a mí me molestó, pues en la colonia hubo unos vecinos que se murieron. […]

¿Después que te dieron de alta tomaste un tiempo para recuperarte? Si, encerrado en casa. Fueron 30 días. […] Después de los 40 días me dijo [el doctor] que podía salir a caminar, no a trabajar […] Al principio mis piernas se me doblaban, parecían como ejotes, pues estuve un mes nada más acostado. […]

¿Y cómo te fue todo este tiempo que no has trabajado? La verdad, he salido adelante por el apoyo de la familia. Incluso en la colonia, gente que no conozco pero es de ahí y se enteraba que estaba mal, me mandaban despensa y así nos la fuimos llevando. Uno de mis hermanos me apoyó mucho, incluso todavía me sigue apoyando mientras empiezo a trabajar más días.

Bueno, síguete cuidando mucho y gracias por la entrevista.

 


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