Protesta “Alto a la guerra contra el EZLN” en CDMX |
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El 22 de mayo de 2023, la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO), un grupo paramilitar, lanzó un ataque contra la comunidad zapatista de Moisés y Gandhi, en el Municipio Autónomo Lucio Cabañas. El ataque armado con cientos de balas dejó gravemente herido a Jorge López Sántiz, indígena tseltal, integrante de Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El hospital en Tuxtla Gutiérrez rehusó admitir al compañero herido hasta que la protesta social hizo que lo atendieran. Jorge sobrevivió, pero sufrió daños graves al intestino. El asalto contra la comunidad siguió unos días más.
El 31 de
mayo, un pronunciamiento firmado por cerca de mil personalidades y 800
organizaciones de todo el mundo condenó este ataque y respaldó a las Bases de
Apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN). Convocó a protestas el 8 de junio y señaló entre otras cosas, “Chiapas está al filo
de la guerra civil con paramilitares y sicarios de los diversos cárteles que se
disputan la plaza y grupos de autodefensas, con la complicidad activa o pasiva
de los gobiernos de Rutilio Escandón Cadenas (Gobernador del estado) y (el
Presidente) Andrés Manuel López Obrador”. Asumió las demandas del Congreso
Nacional Indígena que incluía “Que sean desmantelados los grupos armados
mediante los cuales se mantiene activa y creciente la guerra contra las
comunidades zapatistas”.
Un mes después,
del 19 hasta al 22 de junio la ORCAO lanzó más ataques armados coordinados contra tres poblados zapatistas: Moisés y
Gandhi, Emiliano Zapata, y San Isidro (todos en el municipio de Ocosingo).
Durante 3 días dispararon más de 800 balas contra las casas, escuelas y
clínicas autónomas, y quemaron parcelas de cultivo de las bases de apoyo
zapatistas. Los mandos militares y políticos de todos los niveles del Estado
mostraron su aprobación a estos ataques por medio de su completa ausencia.
¿Qué respuesta hubo de parte del presidente López Obrador?
Justo después de estos ataques, el 23 de junio dijo en su conferencia mañanera,
“…en general hay paz, hay tranquilidad en Chiapas. Y un ejemplo bastante
ilustrativo, es lo de Ocosingo… ahí vemos que no tenemos muchos
problemas en lo que tiene que ver con enfrentamientos en las comunidades”. A
otra pregunta sobre las protestas de
varias organizaciones por los ataques de grupos paramilitares contra las
comunidades autónomas, AMLO respondió que el EZLN y sus defensores, se
opusieron a él y su partido y que “no quieren aceptar de que ya hubo cambios,
por eso son estas denuncias”. A la pregunta “¿Quién está agrediendo a las
comunidades zapatistas?” respondió: “No, no, no, en general no ha
habido agresiones. Hay algunos casos, pero no es una acción así,
deliberada, una embestida”. Así el
jefe de Estado alienta y justifica estos ataques paramilitares. Tapa
completamente los hechos, que los paramilitares asedian a las bases de apoyo
del EZLN, y les da cancha libre para arrasar con las comunidades y desplazar o
asesinar a todos los que “no quieren aceptar que ya hubo cambios”, es decir,
los que no se alineen con su gobierno y el podrido sistema que representa.
En los casi cinco
años del actual gobierno, organizaciones paramilitares han perpetrado más de
110 ataques armados contra comunidades zapatistas, todos documentados por el Centro de Derechos Humanos Fray
Bartolomé de Las Casas (Frayba). La ORCAO es uno de los grupos paramilitares en
Chiapas dependientes del gobierno, que hacen la guerra contrainsurgente en contra de los zapatistas y otras
organizaciones que se oponen al “desarrollo” capitalista expoliador que el actual gobierno ha acelerado, sobre
todo en el sureste del país. Dirigentes de la ORCAO forman parte del gobierno municipal de Ocosingo, gobernado por el
Partido Verde Ecologista de México, que son quienes canalizan los fondos de los
programas federales, como Sembrando Vida. En su informe “Chiapas, un desastre.
Entre la violencia criminal y la complicidad del Estado”, el Frayba demuestra
como este programa fractura a las
comunidades y financia a las
organizaciones paramilitares corporativistas que despojan la tierra de
comunidades zapatistas y de otras que resisten. Esto sirve para afianzar la
administración y control territorial por parte del Estado y extender la
explotación capitalista.
Tras el
levantamiento de 1994, el EZLN y otros recuperaron mucha tierra. La contrainsurgencia desde entonces pretende
destruir al EZLN y volver a despojar a las comunidades que siguen luchando por
su autonomía frente al Estado. En octubre de 1994, la Secretaría de la
Defensa Nacional trazó un plan de guerra basado en la Doctrina de Seguridad
Nacional de Estados Unidos que se centró en formar grupos paramilitares.
El Ejército los entrenó y armó (vinculados en ese tiempo a caciques del PRI)
para aterrorizar y dividir a los insurrectos y sus simpatizantes, y disfrazar
su guerra contrainsurgente como “conflictos entre comunidades”.
Ese plan
planteó: “El objetivo
estratégico-operacional es: destruir la voluntad de combatir del EZLN,
aislándolo de la población civil… El objetivo táctico de las operaciones es:
destruir y/o desorganizar la estructura política militar del EZLN”. También
plantea prestar atención a “las actividades del Ejército en el adiestramiento
y apoyo de las fuerzas de autodefensa y otras organizaciones paramilitares, lo
cual puede ser el principio fundamental de la movilización para las operaciones
militares de desarrollo” [énfasis nuestro]. (Citado en Aurora Roja, Número 6, julio de 1998, página 2; de la fuente Proceso, #1105).
Este plan
básico guió la organización de varios grupos paramilitares para proseguir con
su guerra reaccionaria. Tres años después, en diciembre de 1997, la masacre de
45 indígenas tsotsiles en Acteal por paramilitares (con el respaldo de la
policía del estado) desató protestas grandes y combativas en el país y el
extranjero, con aproximadamente 200 mil en las calles de la Ciudad de México.
El gobierno federal culpó al EZLN y mandó de inmediato 5000 tropas adicionales
que incursionaron en más de 30 comunidades, guiados por los mismos
paramilitares que cometieron la masacre, para amedrentar a la población
y cazar a supuestos zapatistas. Esta masacre inició una nueva campaña
planificada de sangrienta represión contra el EZLN y las masas rebeldes en
Chiapas. Frente a la ira popular, el gobierno federal destituyó al secretario
de gobernación y al gobernador de Chiapas y detuvo a algunos de los
paramilitares asesinos, pero también desataron a los demás paramilitares contra
las comunidades rebeldes.
Hacia finales
del gobierno de Zedillo, el Estado tuvo que desmovilizar temporalmente a
algunos grupos paramilitares (sin desarmar ni desmantelarlos). Pero desde 2000,
formaron nuevos grupos paramilitares, algunos desde sectores del zapatismo y
otras organizaciones anteriormente opositoras al Estado, amedrentadas o
agotadas por los ataques y atraídas por los señuelos de programas sociales y
puestos de liderazgo local. Así, la ORCAO y otras
organizaciones campesinas, antes aliadas con el EZLN, se alistaron a la
contrainsurgencia y comenzaron a golpear a los que se mantienen en
resistencia.
Desde el levantamiento en 1994, todos los gobiernos han proseguido con la guerra para destruir el EZLN y eliminar la autonomía restringida que ha conquistado y defendido dentro de los límites de este sistema capitalista. Todo Estado capitalista, pese a diferencias de “estilo” o de forma, tiene el mismo propósito o deber: mantener y extender la explotación capitalista y controlar o destruir todo lo que se oponga a esta “misión”, aunque sea una oposición parcial que no intente derrocar el sistema capitalista, sino solo cerrarle el paso un poco. El sistema no lo tolerará, sino seguirá atacando hasta destruir el “obstáculo”. Esto demuestra que no es posible transformar la sociedad en ningún aspecto fundamental sin derrocar y desmantelar el Estado capitalista, confiscar la propiedad de los grandes capitalistas e imperialistas, y crear un nuevo sistema económico y político socialista, con la meta de eliminar toda forma de explotación y opresión de raíz y crear un nuevo mundo. Hay que organizarnos y trabajar desde ahora para esta revolución real, apoyar a toda lucha justa que este sistema intenta someter, y poner en claro ante todos que el problema de fondo es este sistema y que esta revolución es la única solución real y posible.
¡La resistencia y autonomía de las
comunidades zapatistas es justa y hay que apoyar y defenderla!
¡La guerra contrainsurgente del Estado es injusta y hay que
desenmascarar y combatirla!
Aurora Roja
Voz de la Organización
Comunista Revolucionaria, México
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