Medellín, Colombia, 4 de mayo de 2021. Foto: @ComRevCo |
Mientras
escribimos esto, continúan en Colombia las movilizaciones del Paro Nacional
iniciado el 28 de abril, retando lo que es un estado de sitio de facto. El
régimen fascistoide de Duque (continuación del “Uribato”) ha militarizado las
principales ciudades del país, están movilizando a su base social y a grupos
paramilitares, mientras a la policía le han quitado el bosal ahuchándola a usar
toda su fuerza contra manifestantes desarmados.
Mientras
insisten en criminalizar como “vandalismo” y “terrorismo” las justas
movilizaciones populares, el criminal expresidente Álvaro Uribe y su partido
Centro Democrático caracterizan el paro como una “revolución molecular
disipada” y la protesta como objetivo militar y han llamado a “apoyar
irrestrictamente” a la policía asesina y a una “acción militar contundente y
sostenida”. Están preparando una (mayor) matazón.
A
12 días del inicio de las protestas hay cerca de medio centenar de muertos,
centenares de heridos, muchos de ellos de gravedad; múltiples casos de
violencia sexual contra las manifestantes, más de un centenar de desaparecidos
y más de mil detenidos arbitrariamente y torturados durante estas detenciones.
Aunque
han abarcado más de 200 ciudades y pueblos, las protestas han tenido mayor
fuerza y beligerancia en Cali (en el suroccidente del país), y en particular en
el distrito de Agua Blanca y en Siloé (donde mucha gente recuerda cuando, en
1985, el Ejército entró a sangre y fuego en una brutal cacería de miembros del
M-19), las barriadas más populares con gran densidad de población negra.
Con
la llegada de la “minga” indígena desde el vecino departamento del Cauca para
apoyar las protestas, se ha exacerbado además el conocido racismo de las élites
del suroccidente del país (y de más allá, o acá).
Las
espontáneas y justas movilizaciones de centenares de miles y la furia de
millones por los crímenes del sistema no se han aplacado con la brutal
represión, parte de una verdadera guerra contra el pueblo, sino que, por el
contrario, en un sector del pueblo ha incendiado más los deseos de ponerle fin
a los horrores que genera este sistema horroroso.
Aunque pequeñas, ha habido acciones importantes por parte de los comunistas revolucionarios que han participado las acciones de masas, volanteando masivamente, empapelando paredes con afiches, difundiendo literatura revolucionaria y llamando a la revolución y nada menos que eso.
Pero
la magnitud del levantamiento y de su impacto han hecho que pululen toda serie
de interpretaciones, pocas certeras, sobre el origen, las motivaciones o el
carácter de las protestas, aumentando la confusión entre sectores más amplios,
lo que hace necesario, en medio de la lucha, discutir los elementos que
permitan valorar adecuadamente la situación y alimentar la comprensión de los
luchadores organizados o no, en función de sacar lecciones para las futuras
luchas, con miras más elevadas, en función de una verdadera revolución:
•Esto va más allá de los
impuestos a los más pobres, también va más allá de dos bandos demostrando su
poderío en una batalla campal, con policías extralimitándose y usando sus armas
en contra de la población civil por un lado y por el otro “los delincuentes
destruyendo todo lo que se encuentran en su camino” y que, según las teorías de
conspiración planteadas por el gobierno y sus áulicos, estarían siendo
financiados por “grupos al margen de la ley” (narcotraficantes, disidencias de
las FARC) y los gobiernos de Venezuela y Cuba.
•No son pocos los analistas
que han identificado en cierta medida los problemas: Hay una conexión directa
de causalidad entre la protesta y el monstruoso incremento del hambre, el
colapso de la clase media, el desempleo, la pobreza, el desespero entre los
jóvenes, además del equivocado manejo de la pandemia por el Gobierno. Esas son
las causas subyacentes de la movilización social que tiene paralizado al país.
Era inevitable que, ante la acumulación del descontento, la ira contra el gobierno
se volcara a las calles con una provocación aleve como la reforma tributaria.
(Gabriel Silva). Los jóvenes han sido claros protagonistas de las marchas y
protestas. De los 10,9 millones de jóvenes que el DANEcalcula que hay en el
país, un tercio de ellos ni trabajan ni estudian. Solo en Bogotá, con la
pandemia, la población de jóvenes en esta condición se duplicó, hoy hay
665.000. El desempleo juvenil en la capital es del 29,9%. Miles de muchachos, o
bien perdieron el trabajo, o debieron dejar de estudiar porque sus padres
salieron del mercado laboral y no tenían cómo financiar sus estudios. (Juan C.
Flórez)
•Como
señaláramos hace unos meses: «La actual pandemia ha empeorado la oprobiosa
situación para la inmensa mayoría [en 2020 la pobreza aumentó en 6,8 puntos,
hasta el 42,5% de la población]. Y el manejo de la pandemia no ha hecho otra
cosa que empeorarla aún más... La respuesta rebelde de las masas es continuidad
de lo que había antes de la “pausa” de la pandemia. Pero la represión no ha
hecho pausa… Tampoco los levantamientos en respuesta. Entre el 21 de noviembre
de 2019 y el 21 de febrero de 2020 hubo 24 jornadas de lucha en decenas de
ciudades. Las masacres de Cali y Samaniego desataron un reinicio de protestas
en agosto y, tras el asesinato de Javier Ordoñez por parte de la policía, hubo
un nuevo levantamiento principalmente en Bogotá el 9 y 10 de septiembre, ante
las que el Estado con total brutalidad, asesinó a 13 jóvenes, (ya en marzo en
Bogotá habían asesinado a 23 personas en la masacre de la cárcel Modelo)... Las
concentraciones de contradicciones, las “grietas” en la sociedad colombiana...
están en un punto que puede llevar a un justo gran estallido de las masas.»
(“¡Es justo rebelarse! ¡A rebelarse contra el sistema!”, GCR, 21 de
octubre de 2020)
•En la sociedad colombiana existen
concentraciones de contradicciones que dentro del presente sistema son imposibles
de resolver a favor de los intereses de las masas populares y del conjunto de
la sociedad, constituyendo grietas —fracturas o fallas— no solo en la fachada
sino en todo el piso de la sociedad actual:
—el empobrecimiento, el
desempleo y la degradación moral e intelectual de la gente
—la guerra contra el
pueblo, las masacres, el desplazamiento forzado y la criminalización de los
jóvenes
—la discriminación y
opresión de pueblos indígenas y negros y a todo tipo de racismo y xenofobia
—la degradación,
deshumanización y subyugación patriarcal de las mujeres y toda la opresión
basada en la orientación sexual o de género
—el sofocamiento y persecución
al disentimiento y el pensamiento crítico y científico, y la promoción de todo
tipo de superstición
—la dominación del
imperialismo, la dependencia alimentaria y las guerras por imperio
—la degradación y
destrucción del medio ambiente
Si se mira más allá de la
superficie, puede verse cómo debajo de la actual crisis en el país, pueden
identificarse, con mayor o menor acritud, estas diferentes grietas.
•Entre
ciertos sectores de masas, particularmente los jóvenes y las mujeres, se está
desarrollando un elemento de rechazo activo, de oposición resuelta al programa
político de los reaccionarios. No se da
todavía una situación de rebelión franca o amplia en el país más allá de las beligerantes protestas en
curso, pero las grietas en la fachada han comenzado a aparecer. En la lucha por
poner fin a cada uno y todos los oprobios de las diferentes grietas, reside
también el potencial de una transformación verdaderamente revolucionaria, si
esas luchas se juntan en un solo haz en función de la meta de construir una
sociedad completamente diferente y mejor.
•Existe una lucha intensa en el seno de las clases dominantes sobre cómo
dirigir un país como Colombia (dominado por el imperialismo, con una economía
distorsionada y desarticulada) que es y ha sido un eslabón clave en el dominio
regional de Estados Unidos. El régimen uribista tiene un casi absoluto control
del estado incluyendo lo que han sido unos pretendidos órganos de control. Ha
crecido su ilegitimidad a ojos de las masas, aunque tienen aún una fuerte base
de masas y el respaldo de sectores fascistas entre militares y policías. Están
consolidando su base social para responder de manera violenta en un probable
golpe de fuerza. Están preparándose para mantenerse en el poder a cualquier
costo.
•Puede decirse que “habrá cambio radical”, pero “¿será emancipador, o
esclavizante —revolucionario, o reaccionario?”. En medio de la agudización de
las contradicciones sociales, se necesita una más rigurosa y acelerada
preparación de las fuerzas para hacer que ese cambio sea emancipador y
revolucionario. Y en esas estamos. Y en el GCR tenemos una fuerza organizada
que lucha por basarse cada vez más en el método y enfoque científicos del nuevo
comunismo desarrollado por Bob Avakian, preparándose y dirigiendo a otros a
preparar el terreno y al pueblo, a forjar un movimiento que llegue a abarcar a millones,
para que en medio del desarrollo vertiginoso de la situación pueda responder no
solo aquí a la necesidad de revolución como parte de la lucha global por una
sociedad comunista. Y usted tiene que unírsele.
***
«Siempre en la
historia, donde sea que se han levantado los oprimidos, los opresores han
contestado con el látigo, la espada y los fusiles, así como con malditas
mentiras y calumnias para confundir y dividir a los oprimidos y hacerles
sentirse “culpables” por haberse atrevido a levantarse contra su opresión.
Siempre ha habido quienes dicen que están “con nosotros” y son nuestros
“amigos”, pero advierten que “nos estamos perjudicando solos” al levantarnos.
Eso se debe a que los opresores y sus perros falderos temen nuestro
levantamiento. Saben que nos han jodido toda la vida y que su sistema entero ha
jodido a los pueblos del mundo; saben que una vez que estemos dispuestos a no
seguir aguantando más, ese será el comienzo de su fin y de su sistema.
¿Se cometieron
errores durante la rebelión, tenemos cosas que aprender? Claro que sí. Tenemos
que aprender a identificar más claramente y darle más duro al enemigo: el
sistema y sus capataces. Tenemos que reconocer más claramente quiénes son las
víctimas del sistema y cómo unirlas de la manera más potente contra el
verdadero enemigo. Y lo que es más, tenemos que aprender a pasar de rebelión a
revolución, para tumbar al sistema entero y construir uno mucho mejor.»
***
«Algunos dicen
que la violencia es degradante —que cuando los oprimidos se levantan contra sus
opresores, cuando los esclavos se levantan contra el esclavizador, que esto los
pone en una situación igual de degradada y corrupta a la del esclavizador y el explotador. No
podemos estar de acuerdo con eso. No es cierto. No hace la distinción
fundamental entre el levantamiento de los oprimidos para derrocar y finalmente
enterrar su esclavitud y toda forma de
de esclavitud, y la violencia del opresor que sirve para mantener a las
masas populares en un condición esclavizada.»
«Las rebeliones
son muy buenas, no cabe duda de que tiemplan la combatividad de las masas, les
quitan el temor reverente que le tienen al otro bando, le dan una expresión
concreta al odio que tienen por este sistema, les deja dar vida a su deseo de
ver una vida diferente.»
—Grupo Comunista Revolucionario, Colombia | 10 de mayo de
2021 | siga @ComRevCo
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