Colombia, 4 de mayo. Foto: @ComRevCo |
¡Es justo rebelarse! ¡A prepararse para una revolución y nada menos que eso!
Porque el 1° de Mayo es “un
día de rebelión, no de descanso”, porque el 1° de Mayo es el día de celebración
de la revolución, el 1° de Mayo se ha desarrollado y ampliado en más de 130
años, convirtiéndose en un día en que los trabajadores conscientes de clase,
los revolucionarios, de todos los países evalúan su situación, hacen planes
para el año siguiente, celebran el internacionalismo proletario y declaran su
determinación de llevar su lucha a la meta final del comunismo por todo el
mundo.
En muchos países se lidia
con recobrar la tradición de lucha revolucionaria del 1° de Mayo, después de
años en que los falsos revolucionarios y otros de sus compañeros de viaje lo
han suprimido o le han arrancado su carácter fundamental, convirtiéndolo en un
evento para el desfogue de todo tipo de reivindicaciones economicistas y a
veces limitándolo a la justa conmemoración de la lucha que sirvió para escoger
esta fecha: una huelga general que estalló por todo Estados Unidos en 1886 y
fue sangrientamente reprimida.
Este 1° de Mayo coincide
con el 150° aniversario de la Comuna de París, en la que el pueblo trabajador,
explotado, empobrecido y degradado desde hace mucho tiempo, se levantó para
tomar el poder y establecer una nueva forma de asociación entre las personas.
Aunque la Comuna de París “existió solamente en una parte de Francia y que duró
solamente dos meses, pero que representó, en forma embrionaria, una sociedad
comunista en que finalmente se eliminarían las diferencias de clases y las
divisiones opresivas sociales”. [PCR, Estados Unidos, EL
COMUNISMO: EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA]
Ya antes de la Comuna de
París, Carlos Marx y Federico Engels, habían establecido científicamente a
través de su obra la posibilidad de un mundo radicalmente nuevo, sin
explotación ni opresión. Como dijo el propio Marx sólo unos años antes de la
Comuna: “Una vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene abajo
toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas, se
viene abajo antes de que dicho estado de cosas se desmorone en la práctica”.
La Comuna de París fue un
primer gran intento en pos de la emancipación humana, y fue anunciadora del
futuro, “pero no contó con la dirección necesaria y no se guió por la necesaria
orientación científica para poder resistir los inevitables embates
contrarrevolucionarios de las fuerzas del viejo orden y después llevar a cabo
una transformación omnímoda de la sociedad, en todas las esferas: la económica,
la social, la política, la cultural y la ideológica”. [obra citada] Desde
entonces, los comunistas revolucionarios han sacado estas y otras inestimables
lecciones aplicadas en buena medida en las dos grandes experiencias de
construcción del socialismo en el siglo XX, tras los triunfos de las
revoluciones rusa en 1917 y china en 1949. Entre las masas trabajadoras y otros
sectores bullía el deseo de seguir los inspiradores ejemplos de los muchos
logros de sus similares en esas sociedades que desataron un potencial que la
mayoría ni siquiera sabía que tenía y que cobraba vida en la medida que se
sintonizaba con el liderazgo revolucionario. Para muchos se vino abajo “toda la
fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas”, y a sus ojos
se deslegitimó el sistema reaccionario y se legitimó la revolución.
Luego de la restauración
del capitalismo en la Unión Soviética (1956+) y China (1976+), con lo cual
finalizó esa primera etapa de la revolución comunista, y en especial tras el
desmoronamiento en 1989-1991 de la Unión Soviética y su bloque imperialista, el
sistema capitalista-imperialista abarcó todo el planeta, incorporando más
plenamente a China y Rusia y lanzó una ofensiva ideológica que logró en buena
medida apagar las esperanzas de la mayoría de los explotados y oprimidos de
todo el mundo en un tipo de sociedad completamente diferente, como transición
hacia la sociedad sin explotación ni opresión… y sin clases sociales. El
sistema capitalista-imperialista no solo exprime a la gente sino que la devora
apagándole el espíritu.
El mundo es un horror para
la inmensa mayoría de los más de 7.800 millones de seres humanos. Y con la
pandemia de covid-19 ese horror se ha recrudecido enormemente: La dominación
del imperialismo, con la dependencia alimentaria y las guerras por imperio...
el empobrecimiento, el desempleo y la degradación moral e intelectual de la
gente... la degradación, deshumanización y subyugación patriarcal de las
mujeres y toda la opresión basada en la orientación sexual o de género… la
degradación y destrucción del medio ambiente… la guerra contra el pueblo con
masacres desplazamiento forzado y la criminalización de los jóvenes... la
discriminación y opresión de pueblos indígenas y negros, todo tipo de racismo y
xenofobia... el sofocamiento y persecución al disentimiento y el pensamiento
crítico y científico, y la promoción de todo tipo de superstición… todas estas
concentraciones de contradicciones, que dentro del sistema actual son
imposibles de resolver a favor de los intereses de las masas populares, de esa
inmensa mayoría de la humanidad, constituyen enormes grietas —fracturas o
fallas— en todo el piso de la sociedad actual. Y en la lucha por poner fin a
cada uno y todos esos oprobios reside también el potencial de una transformación
verdaderamente revolucionaria, si esas luchas se juntan en un solo haz en
función de la meta de construir una sociedad completamente diferente y mejor. Y
en cada una de estas concentraciones de contradicciones también se puede ver
cómo en la época del imperialismo la arena internacional y los cambios y
sucesos a ese nivel son más decisivos y determinantes de lo que pasa en un país
que las “condiciones internas” tomadas por sí mismas.
Estas no son formulaciones
abstractas hasta el punto de la vaguedad sacadas de un sombrero de mago, la
gente tiene muy presentes ejemplos contundentes de cada uno de esos oprobios.
Como se reconoce en una reciente “Carta abierta a los Estados” de una red
global de oenegeros (ICVA [Consejo Internacional de Agencias Voluntarias]): en
el mundo la gente “no está muriendo de hambre, la están matando de hambre”,
cientos de millones “están pasando hambre por el conflicto y la violencia; por
la desigualdad; por los impactos del cambio climático; por la pérdida de sus
tierras, sus empleos o sus perspectivas; por la lucha contra la covid-19 en la
que ellos han quedado también atrás”, y “son las mujeres y las niñas las que
sufren más”. Y, en cuanto al país, un artículo de este 29 de abril en el New York Times señala
algunos evidentes aspectos de la situación: “El momento es crítico: Colombia
supera cada día el número de infectados y muertos por la covid, el desempleo se
disparó, la inflación y la pobreza crecen y las ayudas oficiales no logran
paliar la crisis… [El presidente colombiano Iván] Duque impulsa una reforma
tributaria que no resuelve la desigualdad histórica de este país… El ruido de
las cacerolas que muchos golpean por las noches es el grito manifiesto de
millones… El balance desde ahora ofrece saldos negativos: un ritmo de vacunación
por debajo de nuestra capacidad, un acuerdo de paz sin respaldo, la violencia
de siempre asociada al narcotráfico y un reguero de asesinatos que continúa
cada semana”.
La situación es
atortolante. A la par con el deterioro de la vida material, un tsunami de
derechización ha barrido el mundo, incluso a nivel de consolidación de
tendencias fascistas… ha cogido vuelo el fundamentalismo religioso, la
anticiencia, la superstición de todo tipo. Y esto ha llevado una y otra vez a
mucha gente a caer en callejones sin salida, muchas veces mendigando un mejor
“lugar en la mesa”, lo cual únicamente reforzará el sistema existente de
opresión y quizás beneficie a unos pocos a expensas de los muchos. El
reformismo constituye un grillete más que paraliza, crea falsas esperanzas en
algo que jamás sucederá... porque no va al fondo de las cosas.
Se necesita que la gente
busque debajo de la superficie y comprenda que este sistema es el
responsable y es el que influencia la forma de pensar y actuar de la gente. Se
necesita ciencia. Para cualquiera que anhele un mundo radicalmente diferente y
mucho mejor, es importante ganar una comprensión científica de la naturaleza y
el alcance de los cambios sociales y de clase que se han operado en la sociedad
en décadas recientes: sus raíces materiales y sus manifestaciones
político-ideológicas para poder identificar sus fuerzas más sólidas y sus
fuerzas más amplias y además para poder reconocer y actuar en torno al
potencial y los obstáculos para la realización de esa revolución. Esta sociedad es la
que una revolución verdaderamente radical y liberadora debe transformar...
“como parte de hacer avanzar la revolución mundial para emancipar a toda la
humanidad”. (Raymond Lotta [El parasitismo imperialista y la recomposición
social y de clases en Estados Unidos de los años 1970 al presente: Una
exploración de las tendencias y los cambios])
Necesitamos una revolución,
una revolución real. Esta revolución no sólo es “una buena idea” —en realidad
no solo es necesaria sino posible. Pero el camino hacia un mundo mejor no es,
ni será, fácil —no se puede lograr sin una lucha decidida y, sí, sin gran
sacrificio. Pero continuar en el rumbo actual, bajo la dominación de este
sistema del capitalismo-imperialismo, implica una continuación de los horrores
que ya se están perpetrando en el mundo de hoy, los horrores mucho peores que
amenazan con surgir en lo inmediato.
Esto se concentra también
en una pregunta que se nos plantea a todo el movimiento: ¿vamos a ser
simplemente un residuo del pasado (de las olas pasadas de la revolución
proletaria) o vamos
a ser una vanguardia del futuro? La concepción y, por ende, la práctica del
internacionalismo proletario tiene enorme impacto en esas dos posibilidades,
esos dos caminos: ser residuo del pasado o vanguardia del futuro.
Y para la revolución que se
necesita, en esta nueva etapa, se tiene la enorme ventaja de contar hoy con el
nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian. La revolución, guiada por el
nuevo comunismo, es la única verdadera alternativa a este sistema del
capitalismo-imperialismo y todos sus horrores.
El 1º de Mayo es el día que
proclamamos que la nuestra es una lucha profundamente internacional, somos
parte de la revolución mundial. Compartimos con millones de explotados y
oprimidos de todo el mundo el mismo enemigo y muchas de las mismas formas de
opresión. Además, compartimos el mismo deseo ardiente de eliminar este
infierno. Y, en esa dirección, tenemos que llamar hoy a la solidaridad con los
presos políticos en Irán, que enfrentan la posibilidad de ejecuciones… lo que
recalca la urgencia de la movilización internacional para detener los asesinos
planes del régimen contra los presos políticos.
Este 1º de Mayo, renovamos
este inquebrantable compromiso y exhortamos al pueblo a unirse a nosotros: Estamos
dispuestos a cumplir con nuestra responsabilidad internacionalista: dirigir a
las masas de Colombia a hacer la revolución aquí y hacer todo lo posible para
apoyar la revolución mundial.
Le exigimos a la
reaccionaria República Islámica de Irán: ¡Liberen a todos los presos políticos
YA!
¡Somos seres humanos —
nos negamos a aceptar cualquier forma de esclavitud!
La humanidad necesita
la revolución y el nuevo comunismo de Bob Avakian
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