Un libro sobre la criminal gestión de la pandemia que todos debemos leer

Un daño irreparable, La criminal gestión de la pandemia en México

de Laurie Ann Ximénez Fyvie, Jefa del Laboratorio Genética Molecular de la facultad de Odontología de la UNAM y Doctora en Ciencias Médicas de la Universidad de Harvard. Editorial Planeta.

Este libro es importante y valiente. Documenta errores fatales en la respuesta del gobierno mexicano a la pandemia de Covid-19. Presenta una crítica bien fundamentada del manejo de la pandemia hasta enero de 2021, principalmente en México (y con menos detalle, también en otros países y por parte de la Organización Mundial de la Salud). También reseña las medidas tomadas en varios países que lograron contener el contagio y mantener muy bajo el número de casos y de muertes, como en Nueva Zelanda, Vietnam y otros. El análisis del libro se basa en las evidencias, la ciencia médica y la experiencia y el conocimiento acumulado por científicos en todo el mundo sobre Covid-19 y el virus que la causa, SARS CoV-2, en el primer año de la pandemia. La autora escribe en el Prólogo:

Este libro se originó de mi genuina preocupación por la crítica situación epidémica en México, así como de un sentido compromiso, personal y profesional para contribuir al mejor entendimiento de varios de los sucesos ocurridos durante el primer año de la pandemia de COVID-19, particularmente debido a las acciones que han permitido controlar los contagios en algunas partes del mundo y a las decisiones que, por el contrario, han llevado a otras a sumirse en algunas de las situaciones más dramáticas y devastadoras de las que se tenga memoria en el último siglo.

Espero que este texto sirva como un testimonio del que se pueda derivar un aprendizaje, que en un futuro permita no repetir los errores que aquí se han cometido y que han llevado a tantos seres humanos a morir.

El libro presenta un análisis veraz de la pandemia que ha sido negado y descartado por las autoridades; es accesible para todo auditorio y bien vale la pena leerlo. Como la autora plantea en el Prologo: “prácticamente nada de lo que ha sucedido era inevitable; esto no ha sido un evento impredecible o inconmensurable. Los resultados que hoy vivimos son una consecuencia directa de las decisiones que se han tomado para enfrentar el problema”.

Esos resultados han sido catastróficos, con más de 3 millones 300 mil muertes en el mundo, muchas innecesarias, y más de 220 mil personas fallecidas en México, según las cifras oficiales; aunque en realidad, las vidas perdidas a causa de la pandemia son más de 500 mil, y aun no ha terminado. Este libro demuestra que otro desenlace era posible.

Las evidencias de “la criminal gestión de la pandemia en México”

1. No poner la ciencia al mando del manejo de la pandemia

El libro cita pronunciamientos del subsecretario de salud Hugo López-Gatell (el principal encargado de combatir la pandemia) que reflejan una muy grave subestimación de la severidad del virus. El libro señala que el 22 de enero de 2020 “declaró que el coronavirus era «una enfermedad emergente. No hay indicios que sugieran un comportamiento grave» y que su capacidad de virulencia y letalidad era baja”. Después “indicó que «la influenza estacional y […] los virus que circulan en la temporada de influenza, H1 y H3, son aproximadamente 10 veces más virulentos, es decir, causan enfermedad grave 10 veces más que lo que causa el coronavirus nuevo 2019 que afecta a China». El 28 de febrero de 2020, el subsecretario de Salud aseguró que el coronavirus causante de COVID-19 no cumplía con las características para considerarla una emergencia” (p. 76 – las páginas indicadas son de la versión del libro en formato pdf).

El libro señala que México, y América Latina en general, tenían la ventaja de que ya había experiencia con este virus: hacía dos meses que se reportó el primer caso de Covid-19 en China; hubo experiencia de contener la infección, y el mundo ya contaba con una prueba confiable para detectarla, el PCR. También hubo experiencia de un mes o más en Europa y en Estados Unidos que demostraba la alta contagiosidad y el alto costo en vidas que resulta de tardar en tomar medidas efectivas de contención. Además hubo experiencia positiva en reducir al mínimo los casos y las muertes en algunos países del sureste asiático que cerraron fronteras con China y comenzaron medidas de contención y prevención inmediatamente. Se podía haber aprendido de estas experiencias, los aciertos y los errores, y lo que ya se sabía de la contagiosidad y letalidad de Covid.

Pero en México, el gobierno no aprendió. La autora señala, “Si tan solo las autoridades hubieran puesto en práctica las medidas que son principios básicos en epidemiología, en México se habría podido frenar la pandemia. O por lo menos los muertos no hubieran sido tantos” (p. 77, nuestro énfasis). “El uso de cubrebocas, los centros de aislamiento para infectados, los testeos masivos, el confinamiento, la estipulación de zonas restringidas, la sana distancia, el estricto control de la migración externa e interna, el cierre de fronteras, el bloqueo de carreteras y el seguimiento de los contactos de cada infectado, todas esas medidas no son mías. Son principios epidemiológicos, digamos, «universales» y básicos para este tipo de patógenos” (p. 78).

El libro documenta el rechazo a implementar la mayoría de estas medidas y la tardanza y el alcance limitado de las que en alguna medida se aplicaron, ya que “desde el inicio los esfuerzos emprendidos por las autoridades mexicanas, encabezados por el doctor Hugo López-Gatell Ramírez, […] se caracterizaron por ser tardíos, poco transparentes e insuficientes” (p. 70).

Hace una crítica importante a la orientación oficial anti-científico de minimizar la severidad de la pandemia y buscar “tranquilizar” a la gente en vez de alertar y prepararla para combatir esta nueva enfermedad, aplicando principios científicos y aprendiendo de la experiencia en otros países.

“No hay estampitas ni amuletos que nos protejan de eso. Hay solo evidencia, y esta indicaba —de manera simple— que, con los niveles de observancia de las medidas de mitigación que teníamos, sin medidas de contención y con una terrible estrategia de comunicación hacia la población, la situación iba a ser muy grave. Y eso es precisamente lo que ocurrió.    

Ya basta de minimizar la situación y de querer pintar de rosa los hechos. Los mexicanos no necesitamos que nos digan las cosas bonito y con cuidado, necesitamos que nos digan la verdad con todas sus palabras, por dura o difícil que sea.

Nos merecemos esa consideración.

El tipo de manipulación de la opinión pública que las autoridades emplean no solo es insultante, sino verdaderamente peligrosa, irresponsable y contraproducente para el esfuerzo de minimizar el efecto negativo de la pandemia. El escudo de evitar el pánico entre la población no los protege más. (p. 97)

Reconocer y corregir los errores es parte esencial del método científico, pero López-Gatell  desoyó una y otra vez los consejos y las críticas de otros expertos de la salud e insistió que no habría cambios en la “estrategia”. Por ejemplo, el libro cita varias veces al doctor Carlos Castillo-Salgado, que dijo, entre otras cosas que “a pesar de contar con «experiencia en brotes infecciosos», el funcionario de Andrés Manuel López Obrador ha dejado que la política «interfiera» en las políticas sanitarias. «Les va mucho mejor a los países que incorporan las recomendaciones de los especialistas» (p. 131). El doctor era maestro de López-Gatell en el pasado y es profesor de epidemiología y director del Observatorio de Salud Pública Global de la Universidad Johns Hopkins y también es gerente de área de la Organización Panamericana de la Salud.

2. “Gestionar el contagio” en vez de contenerlo y eliminarlo

El libro señala que “el objetivo ante una epidemia de este tipo debe ser contenerla lo más rápido posible, antes de que ocurran muchos contagios” (p. 82). Esto nunca fue el objetivo central del manejo de la pandemia en México. Desde el principio, López-Gatell enfatizaba que no es posible contener el contagio, solo se puede mitigarla. Con este supuesto falso, trataron de justificar una “estrategia” de dejar que los contagios se extendieran, centrando sus esfuerzos en supuestamente “aplanar la curva” por medio de medidas mínimas de confinamiento (con las que la mayoría de la gente no podía cumplir, porque viven al día) y en aumentar las camas hospitalarias para evitar un colapso del sistema hospitalario.

Dejar que la enfermedad se extendiera necesariamente resultó en una gran cantidad de muertes innecesarias. El libro señala algunos de los indicios tempranos de esta “estrategia”:

  • El 28 de febrero, cuando se anunció la Fase 1: “Desde el principio resultó difícil comprender cuáles serían las acciones y los cambios en la supuesta estrategia cuando pasáramos de la fase 1 a la 2 y después a la 3. Se hablaba de un avance por las fases con tal naturalidad y resignación que quedaba claro que no se tenía la menor intención de impedirlo. La semilla de la falsa narrativa de la inevitabilidad de los acontecimientos que vendrían se sembró desde un inicio” (pp. 70-71).
  • “Tan solo 14 días después de reportarse los primeros casos de Covid en México, López-Gatell declaró que sería «demasiado complicado» seguir tratando de rastrear los casos y contagios” (p. 84).
  • No declararon el confinamiento, la “Jornada Nacional de la Sana Distancia” (la Fase 2), sino hasta el 24 de marzo, casi un mes después de reportar los primeros casos y 15 días después de que la Organización Mundial de Salud (OMS) declarara la pandemia mundial (y la OMS también tardó más de lo debido).
  • “Carlos Castillo-Salgado denunció que el funcionario [López-Gatell] , «por orden del presidente» y con la idea de priorizar la economía, no decretó a tiempo la fase 2, lo cual «fue un gran error»” (p. 88).

3. “La Mortalidad de Rebaño”

Esta “estrategia” de dejar que los contagios se extendieran implícitamente apostaba a llegar a la llamada "inmunidad de rebaño", en que una gran mayoría se haya infectado y desarrollado anticuerpos, lo que posiblemente podría finalmente limitar la propagación de la enfermedad. La autora le llama “mortalidad de rebaño” porque implica exponer a la enfermedad a mucha gente que se va a morir y que, de hecho, se ha muerto.

Señala que, el 14 de marzo de 2020, “Ante la posibilidad de clausurar escuelas en las que se registrara un solo caso de COVID-19, López-Gatell explicó que lo mejor era esperar a tener 100 niños infectados antes de proceder al cierre de cualquier establecimiento escolar, pero que incluso lo ideal era alcanzar, en un mismo centro educativo, los 400 infectados, quienes «tienen la fuerza de 400 para infectar a los 600 que restan, esa sería la máxima utilidad de la infección».

La autora explica: “Por si no queda claro… López-Gatell aseguró que era mejor esperar a contar con un número importante de casos antes de implementar las medidas de aislamiento y separación. Y que era preferible que se contagiara la mayor cantidad posible de personas, niños en este caso, para que se creara inmunidad entre la población. Cuesta mucho comprender esa lógica absurda, porque es eso y nada más que eso: un absurdo. ¡El cometido era impedir que se dieran esos 10 o 50 o 100 contagios! No esperar resignadamente a que ocurrieran, como si no hubiera existido una mejor opción” (p. 79).

En la conferencia matutina del 16 de marzo de 2020, (respondiendo a una periodista que cuestionó si López Obrador se hacía la prueba de Covid), López Gatell respondió: “«la fuerza del presidente es moral y no es una fuerza de contagio»”. Después dijo “«Casi sería mejor que padeciera (el presidente) coronavirus, porque lo más probable es que él en lo individual, como la mayoría de las personas, se va a recuperar espontáneamente»”.

La autora señala que “López-Gatell estaba abiertamente sugiriendo gestionar el contagio, es decir, dejar que la gente se contagiara, algo que muchos entendieron de forma errónea como inmunidad de rebaño, asumiendo (sin evidencia alguna) que todos los infectados se recuperarían de la enfermedad y quedarían inmunes” (pp. 80-81).

Nunca se declaró directamente que la estrategia era generalizar el contagio para poner fin a la pandemia, pero la implicación fue: entre más casos, mayor inmunidad. El libro cita a José Luis Alomía, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud, hablando el 20  junio de 2020 del número de casos recuperados, quien dijo que “lógicamente también esperamos, con base en lo que hasta el momento se conoce, que ellos formen parte de este grupo de personas que en este momento son inmunes a la enfermedad y podrán entonces contribuir más adelante con los que se sigan incrementando a esta inmunidad de rebaño que se quiere lograr en un futuro próximo” (pp. 83-84).

El libro explica que esto fue una suposición no comprobada por evidencias: “La máxima autoridad de la pandemia también pecó de ignorante cuando afirmó que, si se enfermaba de COVID-19, el presidente quedaría «inmune», «como la mayoría de las personas». ¡No! Hoy sabemos —en realidad, desde agosto de 2020— que, en el caso de esta enfermedad, la inmunidad natural no proveniente de la vacunación puede durar unos cuantos meses. […] En teoría, las personas recuperadas de COVID-19 que han perdido los anticuerpos pueden infectarse infinitas veces” (pp. 80-81).

4. El rechazo a las medidas necesarias para contener el contagio y salvar vidas

El libro afirma: “Muchas acciones y declaraciones de López-Gatell han llegado a ser incluso perjudiciales para contener los contagios. La lista es larga, pero cuatro han sido ‘especialmente perniciosas’: en primer lugar, la continua descalificación de medidas sencillas y efectivas, como el uso de cubrebocas; segunda, la reiterada desinformación al sugerir que los asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros; tercero, la insistencia en que la realización de pruebas diagnósticas masivas no tiene utilidad alguna; cuarto, la constante directriz a la población de que los enfermos deben permanecer en casa y no acudir al hospital hasta tener síntomas graves” (p. 71).

La descalificación  del uso cubrebocas

Desde el principio, las autoridades descalificaron el cubrebocas como una importante medida para prevenir el contagio de Covid-19. El 2 de marzo de 2020, López-Gatell “desdeñó el uso de cubrebocas como «una medida de  tranquilización hacia la incertidumbre». «Si yo me pongo un cubrebocas de estos convencionales, no me disminuye notoriamente el riesgo de que yo pueda adquirir no solo coronavirus, influenza, catarro común, metapneumovirus, más de 100 o 200 virus que existen todos los días en todas partes del país y del mundo» (pp. 77-78). “[E]l 27 de abril, cuando el país ya reportaba 1,434 muertes por COVID-19, el subsecretario aseguró que «el usar cubrebocas tiene una pobre utilidad, incluso tiene una nula utilidad»” (p. 134).

En mayo de 2020, salió unapublicación científica del mexicano Mario Molina, Premio Nobel de Química: «Identificar la transmisión aérea como la ruta dominante para la propagación de COVID-19», en la que demuestra que «la transmisión aérea es altamente infecciosa y representa la ruta dominante del COVID-19», por lo que el uso obligatorio de cubrebocas es la medida determinante para detener o no la intensidad de propagación de la pandemia. «Nuestra conclusión es que el uso de cubrebocas en público es la medida más efectiva para prevenir la transmisión de la enfermedad entre personas y que esta práctica, que no es costosa, junto con pruebas extensas, cuarentenas y el seguimiento de contactos, plantea la mejor oportunidad para detener la pandemia de COVID-19, antes de que se desarrolle una vacuna» (p. 152). Sin embargo, este avance científico no cambió la posición de las autoridades mexicanas sobre el uso general del cubrebocas.

López Gatell siguió diciendo cosas como: “...el cubrebocas es una medida «auxiliar de dudosa eficacia» que puede predisponer a que se relajen «las medidas fundamentales…» […] «No existe evidencia científica hasta este momento, que es hoy 25 de mayo, de que este mecanismo pudiera ser útil en forma generalizada [...]»” (p. 135).

Las otras razones que planteó en contra del uso general de cubrebocas son dos: 1) el cubrebocas no es eficaz porque la gente no lo usará bien, y 2) no lo usará sin coerción. La autora replica “…el discurso de López-Gatell se basa nuevamente en una falsa dicotomía: fuerza pública o hagan lo que les venga en gana. No es necesario emplear la fuerza pública cuando se informa adecuadamente a la población y se le dan las herramientas necesarias y el conocimiento para actuar como se debe, en favor de sus propias vidas y salud, así como de las de sus seres queridos. […] [E]l uso de cubrebocas debe ser obligatorio durante la pandemia. Es algo muy sencillo de lograr y no se requiere la fuerza pública”. (p. 136)

Negar que los asintomáticos pueden contagiar a otros

El libro enfatiza que el hecho de que los asintomáticos pueden contagiar a otros es un factor que hace aún más importante el uso generalizado del cubrebocas y la aplicación masiva de pruebas. Señala un artículo científico publicado a finales de mayo de 2020 en The New England Journal of Medicine, que “califica la infección asintomática como «el talón de Aquiles» de los esfuerzos por contener la pandemia” (p. 145).

“La solución a esto es cortar las cadenas de contagio realizando suficientes pruebas diagnósticas para detectar a los casos asintomáticos, rastrear a todos sus contactos y establecer un aislamiento selectivo de cada caso positivo. O sea, lo que en México las autoridades se han negado a hacer durante cerca de un año” (p. 40).

Rechazar las pruebas masivas y el rastreo de contactos

El 16 de marzo de 2020, el director general de la OMS subrayó que “Tenemos un mensaje muy sencillo para todos los países: pruebas, ‎pruebas, pruebas”, argumentando que amplias pruebas, rastreo de contactos y aislamiento de contagios es la forma más eficaz de prevenir infecciones y salvar vidas.‎ Este mensaje cayó en oídos sordos en el gobierno mexicano. El libro señala que “cuando la pandemia pasó a la fase 2, [el 24 de Marzo de 2020], la Secretaría de Salud dejó de hacer el rastreo de contactos y desestimó medidas como el cerco sanitario, el diagnóstico del mayor número posible de personas y seguir a todos sus contactos y aislarlos” (pp. 85-86).

El 8 de abril de 2020, López Gatell dijo que “la pandemia es “«inconmensurable»” y que “es «ocioso tratar de medir de forma directa»” (p. 86). Presentó el modelo Centinela como una alternativa “más eficiente” que permitiría “obtener datos más precisos y rápidos que realizar millones de costosas pruebas diagnósticas entre la ciudadanía”. (p. 85). El libro explica, al contrario, que “el sistema Centinela no es un mecanismo de control, como muchos creen, sino una herramienta de vigilancia que permite tener datos de la expansión de los contagios en la población” (p. 87).

Pero este “modelo” Centinela nunca contribuyó ni a tener datos “precisos”, ni mucho menos a contener los contagios y salvar vidas. En primer lugar, porque solo tener datos de contagios no se reduce la propagación del contagio. “Si a este modelo no se le suman medidas de contención —testeo masivo, confinamiento, rastreo de contactos, etc.—, resulta un mero generador de información, lo que en sí mismo no está mal. …lo deseable habría sido que esta herramienta informativa fuese considerada la pauta… para tomar acciones de contención” (p. 87). Peor aún, se recortó drásticamente la amplitud de los datos que se recopilaron, de 26 000 unidades de salud monitoras de enfermedades respiratorias virales antes de la pandemia a solo 475 durante la pandemia. Con este recorte, “[se] condenó todo el esfuerzo de control de la pandemia. Al recortar el equipo ya no es posible tener estimaciones reales de lo que está pasando con el virus en todo el país” (p. 85, nuestro énfasis).  

“[E]l doctor Carlos Castillo-Salgado, le indicó a su exdiscípulo, Hugo López-Gatell, que debía usar el modelo Centinela completo. […] De lo contrario, malograría todo el trabajo de contención, que fue lo que terminó por ocurrir” (p. 86-87).

Durante todo el curso de la pandemia, López- Gatell ha seguido desestimando la necesidad de pruebas, rastreo de contactos y el aislamiento de todos los infectados (incluso los sin síntomas) para contener la pandemia:

 “[E]l 8 de diciembre de 2020, nueve meses después de declarada la pandemia por la OMS y aun cuando desde hace varios meses quedó superprobado —científicamente, claro— que las personas asintomáticas contagian y que la única forma de evitar que los contagios continúen es hacerles una prueba y aislarlas, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, no tuvo una mejor idea que seguir repitiendo su viejo y equivocado mantra: «Esta expectativa de “háganmele la prueba, aunque no tenga síntomas, a ver si la tengo” no tiene un fundamento científico válido que pudiera ser útil en este momento»”. (p. 144).

Este rechazo resultó en un cúmulo de muertes innecesarias, que el libro también demuestra al examinar la experiencia más exitosa de algunos países que se esforzaron por aplicar estas medidas, como Nueva Zelanda y Vietnam.

Ciencia para la pandemia y ciencia para transformar realmente la sociedad

Las decisiones y acciones de los gobiernos frente a una pandemia importan. Este libro demuestra que poner o no la ciencia al mando de la estrategia para responder a una pandemia hace toda la diferencia entre salvar muchas vidas o ser responsable de incontables muertes innecesarias.

Existe también otro nivel del problema que el libro no analiza, algo más fundamental que determina el marco en el que las decisiones de los gobernantes se toman: el sistema que rige la sociedad, el sistema capitalista-imperialista que hoy domina al mundo entero. Existe cierto margen para las decisiones que toman diferentes gobiernos, pero todos los gobiernos actuales representan y administran instituciones de este sistema. Es un sistema que se basa en la propiedad privada de la riqueza producida socialmente por miles de millones de seres humanos que son explotados y oprimidos en todo el mundo; un sistema cuyo ritmo cardiaco es la inversión redituable de enormes concentraciones de capital, para acumular más capital, por medio de una competencia mortal entre grandes financieros y empresarios, y entre las potencias imperialistas. La naturaleza y el funcionamiento de este sistema condicionan y limitan lo que pueden y no pueden hacer los gobiernos. Porque las dinámicas del mismo sistema llevan a poner las ganancias de los grandes capitalistas por encima de las necesidades de la gente.

La pandemia ha demostrado con creces que el funcionamiento de este sistema es antagónico a los intereses y necesidades fundamentales de la gran mayoría de la gente. Por ejemplo: • los recortes en presupuestos de salud y la ausencia de preparativos para una pandemia que los científicos ya habían advertido que venía; • la falta de  equipo de protección personal, suministros médicos y capacitación para los trabajadores de la salud; • la tardanza en cerrar las empresas “no esenciales” y la prisa en reabrirlas (porque “las cadenas de suministro” capitalistas corren “del Sur al Norte” y si no salen mercancías aumentan las pérdidas) ; • la ausencia de apoyo económico para los desempleados y los “sin techo” en los países oprimidos; • la prioridad en atraer inversión imperialista  por encima de cuidar la salud y la vida de la gente, (para pagar la deuda pública a los bancos imperialistas); • la concentración de vacunas en un puñado de países imperialistas y la gran escasez en países pobres; • las muertes innecesarias en México, India y otros países por la falta de oxígeno en los picos de contagios, Son solo unos pocos ejemplos de las consecuencias del funcionamiento de este sistema.

Se puede y se necesita derrumbar este sistema criminal y obsoleto por medio de una revolución guiada por la ciencia del nuevo comunismo desarrollada por Bob Avakian, que así como en las ciencias naturales, se basa en las evidencias, en buscar continuamente la verdad y reconocer y rectificar lo que se descubre es erróneo. Estas revoluciones construirán nuevas sociedades socialistas que se rijan por los intereses fundamentales de los explotados y oprimidos y abrirán el camino hacia la emancipación de toda la humanidad.

Contra las pugnas burgueses, apoyar a las voces que buscan la verdad y defienden los intereses del pueblo

Hay muchas voces críticas y honestas que analizan fallas y crímenes del gobierno en turno, como lo hace este libro, que no tiene nada que ver con el asqueroso lodazal de los partidos electorales y grupos de capitalistas que solo buscan ventaja política, dinero y poder para su bando.

El actual presidente y su equipo buscan deslegitimar a toda voz de oposición, acusándola de ser “conservador” y de estar al servicio del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, etc. — los partidos burgueses que se oponen a Morena y sus partidos paleros. Los dos bandos burgueses desatan un ejército de bots y fanáticos que hacen viles ataques en las redes sociales, difamando a las personas para distraer del contenido de su trabajo. En el caso de la autora de este libro, ha sido difamada por ser “dentista”, “gorda”, “discapacitada” y otros supuestos descalificativos, con el objetivo de callar su voz y enterrar su análisis crítico del manejo de la pandemia. Muchos de las fuerzas en Morena que ahora se oponen a toda crítica a su gobierno —sin siquiera evaluar si es verdad o no— antes hubieran cuestionado y criticado el manejo de la pandemia si sus contrincantes electorales estuvieran en el poder, que casi sin duda hubieran tenido resultados desastrosos también. Es triste y repugnante ver esta degeneración de muchos intelectuales, académicos, comentaristas, caricaturistas, y algunos activistas que antes alzaron la voz contra injusticias del sistema pero ahora se callan o peor.

Para cualquier persona que le importe entender y aprender de la experiencia de esta pandemia y el terrible sufrimiento de millones de personas, que le interese buscar la verdad al respecto, leer Un daño irreparable, La criminal gestión de la pandemia en México será tiempo bien empleado. Obras como ésta contribuyen a un ambiente alentador de cuestionamiento, investigación y debate que hace mucha falta ahora.

Descargar este texto en archivo pdf:

Criminal gestion de pandemia.pdf

Aurora Roja
Voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México

auroraroja.mx@gmail.com    aurora-roja.blogspot.com

2 comentarios:

Unknown dijo...

Los planteamientos que esgrime está doctora en la estrategia sobre el manejo dela pandemia en México por parte del gobierno federal son parciales y sesgados con un trasfondo politico donde si bien es cierto se cometieron errores por parte del gobierno también hubo aciertos e información de manera general en el manejo dela pandemia no hay que ser un analista político para ver la cobertura mediática que se le da a esta doctora a travez de medios de comunicación y entrevistadores de prensa radio y television estos mismos que han vitupireado y calumniado Alós movimientos populares y sociales e. México que los han tachado de delincuentes como Carlos Loret Carlos alsraki leo zuckerman el heraldopuro reaccionario y en entrevistas de esta doctora no se limita alas cuestiones científicas dela pandemia si no también se involucra en cuestiones políticas y sociales en la cual no es experta hubo información por parte del gobierno y también limitaciones cuando no se tenía certeza científica sobre el virus ycondena la gobierno pero no al sistema pero estoy dispuesto a debatir con argumentos y aunque simpatize con la nueva síntesis les falta un análisis más objetivo y riguroso con solo ver unos minutos de sus entrevistas en estos medios que mencioné se puede deducir claramente sus objetivos .....

Aurora Roja dijo...

Favor de ver la respuesta publicada en este blog de AR con título de "Respondiendo al comentario sobre la reseña en Aurora Roja: Un libro sobre la criminal gestión de la pandemia que todos debemos leer"