Reimprimimos el siguiente artículo de Revolución sobre la muerte de un valioso camarada en Estados Unidos
Revolución #356, 6 de octubre de 2014
Es con gran tristeza y el corazón adolorido,
y con profundo amor por un camarada maravilloso, que el Comité Central del
Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, anuncia la muerte de Clyde
Young. Clyde Young, también conocido como Wayne Webb, era un comunista durante
casi 40 años... un líder del pueblo... y un miembro del Comité Central del
Partido. Hacemos llegar nuestras más profundas condolencias a la pareja de
Clyde de muchos años, a su familia inmediata y extendida, a sus camaradas y sus
amigos... y a ese amplio círculo de aquellos a los que él consideraba como sus
hermanos y hermanas.
Clyde Young creció por el camino difícil, en
las calles de los ghettos de los estados del medio oeste. Él siempre fue
rebelde — y desde la edad de 9 años fue secuestrado y encerrado en las
mazmorras de este sistema, por primera vez en las cárceles de menores y luego
en los calabozos de máxima seguridad, pasando toda su adolescencia y juventud
encerrado. Fue uno de los muchos que este sistema preveía para la muerte a una
edad temprana, uno de los millones y decenas de millones de los que este
sistema ha desechado y echado abajo; sin embargo, él luchó por elevarse por
encima de todo eso, y llegó a dedicar su vida a la emancipación de toda la
humanidad. Él encarnaba ponerse a la altura del reto lanzado por Bob Avakian,
en Lo BAsico 3:16, a todos los que el sistema ha desechado, que sean
“los sepultureros de este sistema y los portadores de la futura sociedad
comunista”.
Clyde entró en la cárcel como una persona, y
salió como otra. Su rebeldía y espíritu inquebrantable permanecieron —de hecho,
se templaron y se volvieron más fuertes— pero encontraron dirección poderosa.
Inspirado por las luchas revolucionarias de la década de 1960, Clyde ayudó a
dirigir un paro en una prisión de Indiana — una en la que los prisioneros no
violentos que se sentaban en un campo fueron acribillados por guardias quienes
mataron a dos y lesionaron a muchos. Mientras estaba en prisión, comenzó a
estudiar — tratando de averiguar POR QUÉ estas cosas ocurrían y empezó a
trabajar con otros, formando un colectivo revolucionario justo en las narices
de las autoridades y siguiendo la lucha en los movimientos por la revolución —
en primer lugar el movimiento nacionalista revolucionario, y luego el
movimiento comunista. Cuando Clyde salió en libertad a mediados de los años 70,
se incorporó en el nuevo movimiento comunista... y nunca miró hacia atrás.
(Para darle a la gente un sentido más completo de la vida de Clyde y cómo se convirtió
en un comunista, estamos reimprimiendo una entrevista que le hicieron en la
década de 1990, bajo el nombre de "Camarada X".)
Clyde se unió al Partido poco después de que
se formó. Para ello, tuvo que romper — y tuvo que dirigir a otros a romper con el
punto de vista del nacionalismo. De hecho, Clyde puso un ejemplo —en lo que
creía y en lo que vivía y por lo que luchaba y por lo que practicaba— por su
internacionalismo y su firme oposición al patriarcado. Clyde, de veras,
representaba romper todas las cadenas sobre la humanidad.
Desde el primer momento, no le tenía miedo a
la lucha — sea en contra del enemigo en batallas muy reñidas o para saber lo
que era verdad y luchar por la verdad con los camaradas una vez que la
encontró. Y desde el principio, él nunca vaciló en la profundidad de su
compromiso; desde el mero comienzo estaba “cien por ciento adentro",
luchando por este Partido y sobre todo luchando por la dirección de
Bob Avakian. Clyde tuvo la oportunidad en esos años de trabajar muy de cerca
con BA, y él apreciaba cada oportunidad de aprender todo lo que pudiera... ¡a
la vez que se divertía muchísimo en el proceso!
La Constitución del PCR, Estados Unidos,
expone: “La mayor responsabilidad de todos los miembros del partido es luchar
para que la línea del partido se mantenga, y se desarrolle más, como una línea
revolucionaria". Algo que Clyde vivió. Luchó por contribuir tanto como
pudiera, sobre todo en la lucha por una línea revolucionaria, y jugó un papel
importante en muchas luchas cruciales dentro y fuera del Partido. No rehuía a
asumir la responsabilidad — se atrevió a dirigir, se atrevió a "escalar
las alturas sin una red de seguridad". Clyde escuchó y aprendió de la
crítica, venga de donde proviniera, al igual que también luchaba por lo que creía
que era correcto. Al igual que los demás camaradas, Clyde cometió errores; como
todos nosotros, a veces podía cansarse o desanimarse, o asustarse. Pero nunca
dejó de apoyarse en sus camaradas para la fuerza, nunca dejó de luchar por
entender y nunca dejó de luchar por contribuir todo lo que pudiera a emancipar
a la humanidad — a cambiar el mundo. Como líder del Partido, inspiró confianza
en los que dirigía, ofreciéndole a la gente valor y compasión en momentos
difíciles. Luchó por imbuir en todos un espíritu de colectividad, en contra de
las constantes presiones de la sociedad capitalista hacia el individualismo y
el "yo primero". Como parte de eso, luchó por la integridad
organizativa del Partido, defendiendo y ayudando a fortalecer su cadena del
conocimiento y cadena de mando.
Clyde Young también dirigió, o ayudó a
dirigir, el trabajo del Partido en muchos frentes diferentes de lucha. Por
mencionar sólo algunos, estos incluyen: el trabajo preparatorio con motivo de
las manifestaciones del Día de Liberación Africana a mediados de 1970 contra la
opresión imperialista de Estados Unidos en África; la lucha por detener la
farsa de juicio contra Bob Avakian y otros acusados en una campaña política y
legal de masas en 1979-1982, inclusive ayudó a dirigir a más de 170 voluntarios
en Washington, D.C. en 1979; el trabajo del Partido en Atlanta durante el
período de los asesinatos de niños ahí, cuando unas fuerzas, hasta hoy
desconocidas, secuestraban y finalmente mataban a más de 20 niños negros ahí en
1979-1981 y los activistas, revolucionarios, personalidades de la cultura y las
masas trabajaron para poner al descubierto lo que operaba de fondo y dirigir
las actividades de resistencia a los esfuerzos de las autoridades para encubrir
las cosas; el trabajo especial por parte del Partido para desarrollar un
movimiento político revolucionario entre los más desposeídos y despreciados de
la sociedad; y muchas otras batallas particulares en más de media docena de
ciudades diferentes. En los últimos años, Clyde dio importantes discursos
públicos sobre la revolución en Los Ángeles, Chicago, Oakland, Nueva York y
D.C.; jugó un papel clave en la lucha por lograr que en diferentes ciudades se
celebraran los diálogos muy importantes entre Carl Dix y Cornel West; y jugó un
papel clave también en la gira en autobús por el Sur para promover la obra y la
dirección de Bob Avakian, como parte de la campaña BA en Todas Partes.
Por medio de todo eso, Clyde todavía encontró
tiempo para dedicarse a su pasión secundaria: los partidos de ajedrez con todos
los interesados, sea por el Internet, en los torneos o en la calle,
entreteniendo a todos, de los profesores a los veteranos del sistema
penitenciario. Aunque Clyde era un maestro dispuesto y lleno de gracia, ¡los
que se atrevieron a subestimar su alcance estratégico y audacia táctica sobre
el tablero de ajedrez definitivamente estuvieron condenados a la derrota!
Y podía dar la vuelta y romperte el corazón
—o levantarte el ánimo— con su versión a capella de la clásica canción de los
Chi-Lites, "Oh, Girl".
La muerte de Clyde encierra un dolor
especial, un momento conmovedor especial. Durante décadas Clyde libró una
valiente batalla contra una muy seria enfermedad y discapacidad. Combatió la
presión a ceder a la tortura individual de lo que es luchar contra tal
discapacidad bajo este sistema. Llevó esa lucha no sólo con valor, sino con
ciencia — trabajando colectivamente y aprendiendo de la experiencia de un
número de profesionales de la salud muy compasivos así como el apoyo y la
asistencia de los miembros de su familia y muchos otros y sobre todo la
colectividad del Partido. Como exponen las “Resoluciones sobre líderes y
dirección”: "Dentro del Partido, los camaradas comparten lo bueno y lo
malo y se cuidan los unos a los otros: eso también es una expresión de nuestra
colectividad y nuestro punto de vista revolucionario”. En más de una ocasión,
Clyde estuvo cerca de la muerte y esta situación se puso muy aguda en el último
año. Sin embargo, él continuó esta batalla, continuó luchando para mejorarse,
motivado por el deseo de contribuir todo lo que pudiera a la lucha. Por último,
en las últimas semanas, aunque todavía batallaba, Clyde parecía haber dado un
vuelco. Justo antes de morir, en la víspera del Mes de Resistencia contra la
encarcelación en masa y el terror policial, Clyde escribió a Carl Dix para
decirle que "me he liberado de las cosas en que he estado centrándome y
ahora puedo participar en los preparativos para el Mes de Resistencia... Estoy
preparado para entrar en las cosas de inmediato, por lo tanto que me mandes una
nota de inmediato...". Al día siguiente,
trágicamente, Clyde murió.
Lo que sentimos hoy —colectiva e
individualmente— se concentra en el siguiente pasaje de "Algunos puntos
acerca de la cuestión de la dirección revolucionaria y los individuos que la
desempeñan”:
...no se puede negar: la pérdida de un
dirigente revolucionario auténtico es como si se nos arrancara el corazón del
pecho colectivo, más aún cuando este individuo ha jugado un papel clave y
crítico en la dirección. Cuando suceden estas cosas, hay que hacer frente a la
situación: nuevos dirigentes deben pasar al frente y desarrollarse para seguir
conduciendo la causa revolucionaria. Pero antes que nada, debemos hacer todo lo
que esté a nuestro alcance para impedir que eso suceda.
Lloramos la muerte de nuestro camarada, en
víspera de tremendas luchas en las que él tanto anhelaba participar, luchas por
las que se esforzó por darles todo. Así que recordaremos a Clyde Young mientras
luchamos contra el enemigo, y transformaremos nuestro dolor por su muerte y
nuestra inspiración en el ejemplo de su vida en la compasión, el valor, la
audacia, la energía y el enfoque científico que se requieren en los enormes
retos que enfrentamos — tanto en los años por venir como en lo muy inmediato en
estas semanas que vienen. Encontraremos fuerzas en la memoria de él durante
todo el Mes de Resistencia en octubre y ¡Clyde definitivamente estará
"presente" en espíritu durante el Diálogo entre Cornel West y Bob
Avakian el 15 de noviembre! El ejemplo de su vida se expresará cada vez que una
nueva persona —especialmente, pero no únicamente de entre los que la sociedad
ha desechado— emprenda el estudio del comunismo o dé pasos adelante en lucha y
desafío, o se atreva a unirse a la vanguardia de la revolución a la que Clyde
Young dedicó su vida, al Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos.
Así que no sólo lloraremos a nuestro querido
camarada, celebraremos su vida y lo llevaremos en el corazón y la
mente — una vida ofrendada a la causa de la humanidad, a la causa de la
emancipación... una vida que enriquecía sobremanera a todos nosotros quienes
tuviéramos el privilegio de contar con él como camarada.
Como señalamos, Clyde se puso
incondicionalmente al lado de Bob Avakian, el presidente del PCR, Estados
Unidos, en muchas batallas diferentes y muchos tipos diferentes de batallas a
lo largo de décadas. Él amaba profunda y férreamente a BA. Por lo que es
especialmente digno concluir este homenaje a Clyde Young con la siguiente cita
de BA:
Lo BAsico
5:23
Si uno ha tenido la oportunidad de ver el mundo como es en realidad,
puede encaminar su vida por rumbos profundamente distintos. Puede entrarle a la
vida de comer o ser comido, y muy probablemente ser devorado en el proceso de
tratar de salir adelante. Puede meter el hocico en el comedero y atascarse lo
más que pueda y a la vez, desesperado, vérselas para aventajarse a los demás. O
puede dedicarse a hacer algo para cambiar todo el rumbo de la sociedad y el
mundo. Si uno pone lado a lado las dos cosas, ¿cuál tiene significado? ¿Cuál
contribuye a algo que valga la pena? La vida de uno va a tener valor o va a ser
inútil. Y no se puede dedicar la vida a nada más grande que contribuir lo
máximo que pueda a la transformación revolucionaria de la sociedad y del mundo,
a ponerle fin a todos los sistemas y las relaciones de opresión y explotación y
a todo el sufrimiento y destrucción innecesarios que traen. Eso lo he aprendido
más y más profundamente a lo largo de las vueltas y revueltas e inclusive los grandes
reveses, así como los grandes logros, de la revolución comunista hasta ahora,
en lo que de hecho todavía son sus primeras etapas históricas.
From Ike to Mao and Beyond: My Journey from
Mainstream America to Revolutionary Communist,
A Memoir by Bob Avakian, 2005
A Memoir by Bob Avakian, 2005
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