Fue el Estado. Es el Estado. Y hay que ponerle
fin ya a su guerra contra el pueblo.
En Tlatlaya el Ejército asesinó sin piedad a 21
personas que se habían rendido y todas las autoridades, desde su comandante en
jefe, Enrique Peña Nieto, hacia abajo trataron de negarlo y encubrirlo,
incluyendo por medio de la agresión sexual y tortura de dos mujeres que
presenciaron los hechos. En este crimen, todas las autoridades involucradas,
desde Peña Nieto hacia abajo, tienen las manos manchadas de sangre.
Como con Tlatlaya, ahora en el caso de los
bárbaros crímenes de Iguala, nos mienten, tratando de pintarlo como un asunto
local del crimen organizado. Pero comienza a salir la verdad sobre este
asesinato de 7 personas con 42 normalistas todavía desaparecidos (Proceso 1989 y 1990): el ataque a los estudiantes de
Ayotzinapa fue una operación coordinada en tiempo real por medio del sistema C4
entre el Ejército y las policías federal, estatal y municipal; la Policía Federal
participó junto con la policía municipal en asesinar a los estudiantes; y la Policía
Federal y la Marina torturaron a los supuestos "testigos" para la
fábula que inventó el gobierno federal para encubrir sus crímenes. En este crimen también, todas las
autoridades involucradas, desde Peña Nieto hacia abajo, tienen las manos
manchadas de sangre.
No son “anomalías”, son simplemente algunos de
los crímenes más brutales y conocidos del Estado, que también incluyen la
matanza de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en que ya sabemos
participaron policías municipales (y sin duda otros niveles en el
encubrimiento); la violación de dos docenas de mujeres y el asesinato de dos
personas en Atenco bajo el mando de Peña Nieto cuando era gobernador; la masacre
de 35 personas inocentes en Veracruz en 2011 por supuestos “matazetas” que
resultaron ser elementos de elite de la Marina… la lista es interminable. Un
informe de Human Rights Watch de 2011 documenta “pruebas contundentes del uso
sistemático de la tortura por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas, así
como la participación de policías y soldados en numerosas desapariciones
forzadas y ejecuciones extrajudiciales”.
Se libra una verdadera guerra contra el pueblo
de crímenes cometidos o solapados por el Estado en contra de las mujeres,
migrantes, jóvenes, indígenas, pobres y pueblo en general para mantener a la
gente callada y sumisa frente al cúmulo de abusos, ultrajes, asesinatos y
canalladas de este sistema. Muchos de estos crímenes se cometen bajo la falsa
bandera de la supuesta lucha contra el crimen organizado —cuando es cada vez
más obvio que todos los niveles del gobierno están coludidos con el crimen
organizado— y bajo la tutela del gobierno de Estados Unidos, que también libra
una guerra contra el pueblo al otro lado de la frontera, asesinando sobre todo
a los jóvenes negros y latinos, como en el caso de Ferguson y muchos otros.
La respuesta del Estado a las protestas en
contra de sus crímenes salvajes ha sido más represión: sus policías atacan
ferozmente a las manifestaciones y hasta los preparativos para el concierto Una luz por Ayotzinapa; secuestran,
amenazan y torturan a activistas, como en los casos de Manuel Esquer, Julio
Reynoso, Bryan Reyes, Jacqueline Santana, Sandino Bucio y otros; intentan
amordazar al pueblo con su “Ley de Movilidad”; tienen en sus mazmorras a
cientos de presos políticos, con la detención del dirigente de la Unión Popular
de Vendedores Ambulantes “28 de octubre”, Simitrio (Rubén Sarabia Sánchez), y
su hijo como el caso más reciente.
No hay vuelta de hoja. Este Estado no es omiso,
es criminal.
Que sepan de una vez que cada vez más personas
rehusamos ser intimidadas y no nos someteremos a este Estado criminal e
ilegítimo. El pueblo se despierta y se levanta. Cientos de miles de personas en
el país y alrededor del mundo han manifestado su justo coraje frente a la
matanza de Iguala. A pesar del acoso del gobierno, las policías comunitarias
han abierto la esperanza para gente en muchas partes que antes no tenía esperanza.
Valientes mujeres como Yakiri Rubí Rubio, Norma Andrade, Alejandra Flores
Flores, Irinea Buendía y muchas más se han atrevido a denunciar el monstruoso
avance de los feminicidos, violaciones y otros crímenes contra las mujeres,
inspirando a mujeres y hombres en todas partes. Gente de buen corazón le da la
mano a los migrantes centroamericanos, mientras el gobierno los caza sin
piedad, haciendo el trabajo sucio de Washington.
La única fuerza de cambio verdadero está en el
pueblo. Unámonos todos para denunciar y desenmascarar al Estado criminal y
luchar a brazo partido por parar su guerra contra el pueblo.
¡Castigo ejemplar a
los asesinos y encubridores desde Iguala a los Pinos!
¡Todo el pinche
sistema es culpable!
Red Nacional de
Resistencia “¡Alto a la Guerra contra el Pueblo!”
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Protesta por los crìmenes de Ayotsinapa y Tlatlaya el 20 de noviembre en la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), en Zapopan, Jalisco |
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